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  • Lo que significa la expulsión
    La Atalaya 1963 | 1 de octubre
    • delante de todos los presentes a las personas que practican el pecado, para que los demás también tengan temor.”—1 Tim. 5:20.

      En la congregación cristiana hay todavía otro beneficio importante, esta vez al expulsado. Bajo el sistema cristiano de cosas, al ofensor no se le ejecuta. Por medio de esta acción drástica de expulsión, el ofensor quizás sea sacudido y vuelto en sí por el choque y llegue a estar avergonzado de su proceder malo. Esto, a su vez, podría producir el arrepentimiento apropiado y él entonces podría tomar pasos para volverse de su proceder malo y comenzar a andar en el camino que Jehová aprueba. “Porque la tristeza de manera piadosa obra arrepentimiento para salvación.” (2 Cor. 7:10) Así con el tiempo el expulsado tendría esperanzas de llegar a estar reconciliado con Dios y con su organización visible y ser perdonado. Tal como aconsejó el apóstol Pablo: “Esta reprensión dada por la mayoría es suficiente para tal hombre, de modo que, al contrario ahora, deben perdonarlo bondadosamente y consolarlo, para que de un modo u otro tal hombre no sea tragado por estar demasiado triste.”—2 Cor. 2:6, 7.

      Verdaderamente, bajo el sistema de cosas cristiano, esto de veras es una manifestación de bondad inmerecida de parte de Dios. “Ustedes . . . no están bajo ley sino bajo bondad inmerecida.”—Rom. 6:14.

      SIGNIFICADO PARA LOS EXPULSADOS

      Es una gran tragedia que uno sea expulsado. Porque esto significa ser cortado, no solo de la organización visible de Dios en la Tierra, sino significa ser cortado de Jehová y de su favor. La acción de expulsión adoptada por la congregación es meramente la confirmación de lo que ya se ha efectuado en los cielos. Estos agentes visibles de Dios meramente reconocen lo que Jehová ya ha hecho en el cielo. Así como Jesús declaró: “Cualesquier cosas que aten sobre la tierra serán cosas atadas en el cielo.”—Mat. 18:18.

      La persona expulsada está cortada de la congregación, y la congregación no tiene nada que ver con ella. Los que están en la congregación no le extenderán la mano de compañerismo a esta persona, ni siquiera le dirán “buenos días” ni “hasta luego.” No tiene la bienvenida en los hogares particulares de ellos, aun cuando tal hogar sirva como centro de adoración para un grupo local de testigos de Jehová. Esto está en armonía con los principios bíblicos. Segunda de Juan 9, 10 dice: “Todo el que se adelanta y no permanece en la enseñanza del Cristo no tiene a Dios. El que sí permanece en esta enseñanza es el que tiene al Padre y también al Hijo. Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo.” Romanos 16:17 también aconseja: “Ahora les exhorto, hermanos, a que vigilen a los que causan divisiones y ocasiones de tropiezo contrario a la enseñanza que ustedes han aprendido, y que los eviten.”

      El transgresor pierde además otros privilegios preciosos. Se le remueve de todo puesto de servicio especial en la congregación. Aunque puede asistir a todas las reuniones en el Salón del Reino que estén abiertas al público, no se le permitirá hablar a individuos, dirigirse a la congregación desde la plataforma, ni contribuir a discusiones por medio de ofrecer comentarios desde su asiento. Mientras se porte correctamente puede venir y sentarse, pero si se pone estrepitoso se le pedirá que se vaya. Adicionalmente, ya no representará a la organización de Jehová en el ministerio del campo. Su actividad no será reconocida por la congregación, y si entregara informe de actividad alguna, no se aceptará ni se registrará.

      La persona expulsada puede comprar literatura así como lo puede cualquiera del público, pero no se le entregará el Ministerio del Reino mensual, puesto que ya no es ministro de las buenas nuevas del Reino. Tampoco puede pensar que por medio de trasladarse a otra congregación será librada de las sanciones aplicadas a ella. La congregación local será notificada y un anuncio público se hará respecto a su expulsión para la protección de la congregación allí.

      No obstante, el expulsado puede con el tiempo llegar a reconciliarse con Jehová y con su organización y ser restablecido como hermano, siempre que se arrepienta, cambie su proceder, manifieste una actitud humilde y pruebe a través de un período de tiempo que sinceramente desea vivir en armonía con la Palabra de Dios. Sin embargo, aun después de ser restablecido, su posición nunca volverá a ser del todo igual. Él ha violado una confianza preciosa y no se le puede dar superintendencia en la congregación. Por lo tanto, sufre la pérdida de privilegios de siervo en la Tierra irrevocablemente.

      El principio aquí es parecido al caso del primogénito de Jacob, Rubén. Debido a que Rubén cometió inmoralidad incestuosa con la concubina de su padre, perdió el derecho a la primogenitura. No había de ser inscrito genealógicamente como tal, ni ejercería la tribu de Rubén los privilegios de superintendencia en la nación de Israel, ni como gobernantes ni como sacerdotes. (Gén. 49:3, 4; 1 Cró. 5:1) De manera parecida hoy, los siervos que son expulsados de la organización visible de Jehová quedan descalificados de jamás volver a ocupar una posición de superintendencia entre el pueblo de Jehová. Si una persona restablecida ha estado conduciendo estudios bíblicos con un grupo aislado, y este grupo entonces es organizado como congregación, otro hermano dedicado será nombrado como siervo. Sin embargo, hasta que se forme la congregación y se necesiten siervos, puede continuar conduciendo estudios con el grupo, puesto que puede participar en el ministerio del campo, publicando las buenas nuevas del Reino.

      ACTITUD DE LOS QUE ESTÁN EN LA CONGREGACIÓN

      Bajo el arreglo de la ley de Jehová para el Israel antiguo, la gente que estaba en la congregación ejecutaba la sentencia de muerte contra los que la merecían. En Deuteronomio 17:6, 7 leemos: “Por la boca de dos testigos o de tres testigos el que está muriendo debería ser muerto. No será muerto por la boca de un solo testigo. La mano de los testigos en primer lugar debería venir sobre él para matarlo, y la mano del pueblo después; y debes extirpar de en medio de ti lo que es malo.”

      En la congregación cristiana se halla un principio parecido de cooperación y participación. Aunque al descarriado no se le ha de matar, su excomunión es observada y puesta en vigor por todos los de la congregación. Este procedimiento bíblico se describe en 1 Corintios 5:11: “Les estoy escribiendo que cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que llamándose hermano sea fornicador, o avariento, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, ni siquiera comiendo con tal hombre.”

      Por eso los miembros de la congregación no se asociarán con el expulsado, ni en el Salón del Reino ni en otra parte. No conversarán con el tal ni le mostrarán reconocimiento de manera alguna. Si la persona expulsada tratara de hablar con otros de la congregación, deberían alejarse de ella. De esta manera sentirá el significado cabal de su pecado. De otra suerte, si todos se comunicaran libremente con el ofensor, éste se sentiría tentado a pensar que su transgresión no era cosa tan terrible. Si sucediera que alguien de visita en la congregación o en una asamblea más grande no está enterado de que una persona ha sido expulsada y trata de hablar con ella, otros hermanos que lo observan le informarán atinadamente de la situación. También, la persona expulsada que quisiera hacer lo correcto debería informar a cualquiera que se le acerque en inocencia que ella está expulsada y que no deberían estar conversándole.

      Hay otro aspecto de la necesidad de que los de la congregación cooperen con el comité que es responsable de haber tomado la acción de expulsión. 2 Juan 11 aclara cuál es: “Porque el que le dice un saludo es partícipe en sus obras inicuas.” Sí, la actitud de uno hacia la persona que está cortada de la congregación muestra su actitud hacia los justos principios de Jehová. Cuando uno pasa por alto la acción de expulsión y continúa su asociación con la persona expulsada, entonces eso muestra una actitud mala hacia las leyes de Jehová. Está, en efecto, manifestando que apoya al ofensor y cree que las leyes justas de Jehová no son de ningún valor. La gravedad del no acatar el procedimiento de expulsión puede verse en el hecho de que se le llama “participe” en las obras inicuas del que está expulsado. En realidad, la persona que deliberadamente no se sujeta a la decisión de la congregación se pone en línea para ser expulsada por seguir asociándose con el tal. Puesto que se le considera en la misma clase que el expulsado, “partícipe,” entonces es razonable que se tome la misma acción contra esta persona disidente. Ella también puede ser cortada del favor de Jehová y de su organización visible.

      ¿Qué hay si una persona expulsada y un miembro de la congregación trabajan en el mismo lugar de empleo seglar? ¿Podrían tener asociación entonces, puesto que su trabajo puede requerir que se comuniquen el uno con el otro? Aquí de nuevo, es asunto de reconocer el estado cambiado del que está expulsado. Mientras que es permisible conversar hasta el grado que fuese necesario para llevar a cabo las funciones del trabajo, no sería correcto asociarse en el sentido de comunicarse libremente, sin consideración a su estado. Solo los negocios necesarios se tratarían, nunca asuntos espirituales ni otro asunto alguno que no viniera bajo la categoría de negocios necesarios relacionados con el empleo seglar. Si el contacto que se requiere fuere demasiado frecuente e íntimo, el cristiano podría dar consideración a un cambio de empleo para no violar su conciencia.

      Sin embargo, ¿cuál es la posición de los que están relacionados por vínculos sanguíneos al que está expulsado? ¿Qué principios están implicados respecto a jefatura y la instrucción de niños en el hogar? ¿Cómo es posible el restablecimiento con el tiempo? Además, ya que están implicadas consecuencias tan graves, ¿debería ser tentado uno a no confesar su maldad si de otro modo nadie lo supiera? Y, finalmente, ¿cómo puede uno guardarse de un proceder que conduzca a la expulsión? Para información acerca de estos asuntos vitales, quedamos en espera de números subsiguientes de la revista La Atalaya.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1963 | 1 de octubre
    • Preguntas de los lectores

      ● ¿Cuál es el significado de Lucas 23:34, y por qué aparece en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras? ¿No es espuria una parte de ese texto?—J. W., EE.UU.

      La parte de Lucas 23:34 que ha sido puesta en tela de juicio dice: “Pero Jesús decía: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.’” La razón por la cual estas palabras aparecen en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santos Escrituras es que se encuentran en los Manuscritos Sinaítico y Alejandrino, en el Códice Ephraemi rescriptus, en la Vulgata latina y en las Versiones Curetoniana y Peshitta siríaca. Este es un conjunto formidable de autoridad en favor de estas palabras.

      Las palabras en cuestión, sin embargo, aparecen en paréntesis rectangular en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. Esto se debe a que el texto griego de Westcott y Hort, en el cual se basa la Traducción del Nuevo Mundo, tiene estas palabras en doble paréntesis rectangular. Mediante el doble paréntesis rectangular estos doctos del griego desean indicar que el testimonio en favor de estas palabras no es inequívoco. Hay unos cuantos manuscritos muy excelentes que no las incluyen, entre los cuales están el famoso Manuscrito Vaticano núm. 1209, el Códice Bezae y el códice sinaítico de la traducción siríaca. Considerando un conjunto de autoridades contra el otro, el Comité de Traducción de la Biblia del

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