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  • “Mantengan paz entre unos y otros”
    La Atalaya 1978 | 1 de enero
    • “Mantengan paz entre unos y otros”

      “Tengan sal en ustedes mismos, y mantengan paz entre unos y otros.”—Marcos 9:50.

      1. ¿Por qué es bueno que los miembros de un grupo de trabajadores mantengan paz unos con otros?

      SIEMPRE es bueno que los miembros de un grupo de trabajadores estén en paz unos con otros. Los desacuerdos, las rivalidades y la desunión pueden poner en peligro el proyecto común que se les haya encomendado. Una “guerra fría” que se lleva a cabo entre ellos armas letales puede resultar en que todos sean derrotados. La paz entre ellos resulta en que todos salgan vencedores, ganadores, que se sientan felices por un trabajo bien hecho.

      2. ¿Qué clase de maestro dijo las palabras: “Mantengan paz entre unos y otros”?

      2 No hay duda de que a compañeros de un mismo equipo, miembros de sociedades, matrimonios y familias naturales les es de provecho el prestar atención a las palabras: “Mantengan paz entre unos y otros.” ¿Quién dijo esas palabras? Un maestro de tiempos anteriores, que tuvo una visión de que con el tiempo habrá paz mundial. Él no se circunscribió a enseñar en alguna aula escolar o de colegio de enseñanza superior. Salió directamente al franco exterior, se mezcló con la gente, enseñó a la gente en privado y en reuniones públicas. Como libro de texto utilizó una colección de escritos sagrados, las Escrituras inspiradas que se habían escrito en su lengua natal, el hebreo. Sus enseñanzas han sobrevivido por más de diecinueve siglos hasta ahora, y se han traducido a más de mil idiomas. Los hechos indican que este maestro renombrado es, no, no Buda ni Confucio, sino Jesucristo, el “hijo” del rey David y el patriarca Abrahán.

      3. ¿A quiénes fue que Jesús dijo que mantuvieran paz entre sí, y por qué sorprende esto?

      3 ¿Quiénes fueron las personas a quienes Jesucristo tuvo que decir que mantuvieran paz entre sí? Nos sorprende saber que fueron un grupo de hombres escogidos que lo habían acompañado por dos años o más en su obra de maestro ambulante. Él había designado a este grupo de doce hombres como apóstoles suyos. Esta designación indicaba el propósito que él había tenido al escogerlos, pues el vocablo “apóstoles” significa “enviados.” El propósito era que llegaran a ser maestros como él, y él tenía presente enviarlos hasta más allá de las fronteras de la tierra natal de ellos, para que allá hicieran discípulos de él de gente de todas las naciones. El pensamiento de él era organizar una congregación mundial de discípulos suyos. Los apóstoles serían como piedras de fundamento para esa congregación.

      4. ¿No estaban familiarizados ya aquellos apóstoles con las enseñanzas de Jesús sobre la paz? Y por eso, ¿por qué dio este consejo sobre la paz ahora?

      4 Los apóstoles estaban bien familiarizados con la enseñanza de Jesús sobre el tema de la paz. Durante el año anterior habían oído su famoso Sermón del Monte no lejos del mar de Galilea, un sermón en el cual él habló acerca de ciertas felicidades. Una de éstas fue: “Felices son los pacíficos, puesto que ellos serán llamados ‘hijos de Dios.’” (Mat. 5:9) ¿Por qué, ahora, en la ciudad ribereña de Capernaum, se sintió obligado Jesús a decir a este grupo selecto de discípulos: “Mantengan paz entre unos y otros”? (Mar. 9:50) ¿Por qué decir eso ahora a sus asociados más íntimos? Algo tuvo que haber provocado este consejo. Algo tuvo que haber estado perturbando las buenas relaciones de unos con otros en contra de los mejores intereses de la causa común que tenían. A fin de captar el porqué de las palabras enfáticas de Jesús, tenemos que retroceder en el relato de aquella ocasión, según se da en el Evangelio de Marcos 9, en el capítulo nueve. Entonces podremos comprender por qué las palabras de Jesús a los apóstoles son buen consejo también para nosotros hoy día.

      5. ¿Qué había sucedido en una montaña encumbrada cerca de Cesarea de Filipo, y, después de eso, con qué caso de posesión demoníaca se había tratado?

      5 Jesús y sus apóstoles habían estado en el norte, alrededor de Cesarea de Filipo, cerca de la cabecera del río Jordán que fluye hacia el sur desde allí hasta el mar de Galilea. Allá arriba, en una montaña encumbrada, probablemente el monte Hermón de la cordillera del Antilíbano, Jesús experimentó una milagrosa transfiguración que fue un vislumbre por anticipado de la gloria que tendría en el reino de Dios al debido tiempo. Solo los apóstoles Pedro, Santiago y Juan presenciaron esta transfiguración de su Amo. Al descender de la montaña, Jesús encontró un caso de posesión demoníaca que los otros nueve apóstoles no habían podido curar durante la ausencia de Jesús. Ante la súplica del desesperado padre del muchacho angustiado, Jesús expulsó al demonio especialmente terco. De esta manera la fe del padre en Jesús fue remunerada y fortalecida grandiosamente.—Mar. 9:14-29; 2 Ped. 1:16-18.

      6. Después de llegar a Capernaum, ¿cómo respondieron los apóstoles a la pregunta que Jesús les hizo?

      6 Desde aquel vecindario hacia el sur por toda Galilea hasta la ciudad de Capernaum había una distancia de cuarenta kilómetros. Calladamente, juntos, Jesús y sus doce apóstoles caminaron hasta la ciudad que Jesús había convertido en su centro de actividad, de modo que llegara a ser llamada “su propia ciudad.” (Mat. 9:1) Lo que sucedió en su caminata a aquella ciudad ribereña lo inferimos del relato que se encuentra en el Evangelio de Marcos, que dice: “Y entraron en Capernaum. Ahora bien, cuando estuvo en la casa les hizo la pregunta: ‘¿Qué discutían en el camino?’ Se quedaron callados, porque en el camino habían discutido entre sí sobre quién era el mayor.”—Mar. 9:33, 34.

      7. ¿A qué se debió que su discusión envolviera naturalmente asuntos relacionados con el Reino?

      7 Parece que en el camino los apóstoles se habían rezagado detrás de su Caudillo, Jesús. Él, sin embargo, de algún modo discernió que había surgido una discusión entre ellos, y que había habido alguna expresión acalorada de ese hecho. Era apropiado que él se encargara de que se zanjara una discusión entre sus seguidores. La manera en que él abordó el asunto indica que él sabía qué asunto habían estado discutiendo. Por lo que Jesús les había dicho con anterioridad, según Marcos 9:30-32, ellos sabían que se estaba llegando a un punto crucial en los desenvolvimientos que tenían que ver con su Caudillo. Ellos creían que él era el Mesías, el Rey en perspectiva de Israel. Le habían oído dar muchas parábolas acerca del Reino; y exactamente antes de su transfiguración en la montaña encumbrada, le habían oído decir al conjunto de los doce: “En verdad les digo: Hay algunos de los que están de pie aquí que de ningún modo gustarán la muerte hasta que primero vean el reino de Dios ya venido en poder.”—Mar. 9:1.

      8. En relación con eso, ¿por qué se habían puesto a compararse unos con otros los apóstoles?

      8 Junto con sus esperanzas de que próximamente se estableciera el reino mesiánico, había razón para que pensaran en los respectivos puestos oficiales que ocuparían con su Caudillo en ese reino. Con relación a eso, la tendencia natural de la persona inclinada a lo político sería engrandecerse a sí misma más bien que engrandecer a sus contrarios o candidatos rivales. De modo similar, los apóstoles empezaron a compararse unos con otros. La discusión no giró solamente en torno de quién estaba mejor capacitado para este puesto o aquél, sino también alrededor de quién calificaba para el puesto más grande después del Mesías mismo.

      9. ¿Por qué no contestó ninguno de los apóstoles la pregunta de Jesús?

      9 No se trataba de quién apreciaba más al Mesías y por lo tanto quería estar más cerca de él en el Reino. Se trataba de quién quería ser el más alto después de él. Entre hombres imperfectos, ¿cómo pudiera ser que no entrara en tal discusión una cosa que no fuera el egoísmo? Con razón los ambiciosos apóstoles “se quedaron callados” después que Jesús presentó la pregunta: “¿Qué discutían en el camino?” Les parecía que su discusión no merecía encomio alguno. Percibían que habían mostrado egoísmo, interés personal, autoglorificación, en este asunto. Por eso, ninguno le contestó a Jesús.

      10. ¿Qué reveló Jesús por la manera en que abordó el problema, y qué regla gobernante declaró?

      10 Sin embargo, Jesús no necesitaba oír una admisión procedente de ninguno de ellos. El silencio significativo de ellos revelaba bochorno por ellos. Mostraba que se sentían avergonzados. Pero Jesús, que hasta cierto grado podía descifrar los pensamientos de la gente, detectó cuál era la base para su discusión, el punto en cuestión. Reveló que sabía esto por la manera en que pasó a tratar el problema. “De modo que se sentó y llamó a los doce y les dijo: ‘Si alguien quiere ser el primero, tiene que ser el último de todos y ministro de todos.’” (Mar. 9:35) Con esta declaración Jesús reveló cuál sería la regla que gobernaría tocante a posición en su reino.

      11. Por eso, ¿en qué respecto diferirían de los políticos de los reinos de este mundo los que estarían asociados con Jesús en Su reino?

      11 Su reino había de ser diferente de los reinos de este mundo, en los cuales la ambición egoísta impele al político, junto con el estar inclinado a recibir servicios más bien que a servir a otros en el puesto. La acción de esta índole denuncia un sentimiento de autoimportancia, una falta de humildad. Jesús mismo no mostraba tal disposición. Los discípulos que estarían asociados con él en su reino tenían que manifestar la misma actitud mental que él tenía. Por eso el que después fue el apóstol Pablo escribió a herederos en perspectiva del reino celestial y dijo: “Retengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien, aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a un arrebatamiento, a saber, que debiera ser igual a Dios. No, antes bien se despojó a sí mismo y tomó la forma de esclavo y vino a estar en la semejanza de los hombres. Más que eso, hallándose en estilo de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento.”—Fili. 2:5-8.

      12. ¿Cómo ilustró Jesús la regla gobernante que él mismo había declarado a sus apóstoles?

      12 Por parte de Jesús, ¿no fue esto hacerse “el último de todos y ministro de todos”? ¿Qué mejor ejemplo de humildad pudiera haber por parte de criatura alguna? Y no obstante, al tomar una posición tan humilde y aceptar un ministerio que le costó su vida terrestre, Jesús fue remunerado con la primera posición en toda la creación. Este ensalzamiento que se le dio al Hijo de Dios lo hizo segundo al Creador mismo. Esto estuvo en armonía con el hecho de que él nunca dio consideración alguna a un arrebatamiento a fin de ser igual a su Padre celestial, el Dios Altísimo. Entre otras cosas, Jesús era lo suficientemente sensato como para saber que tal cosa era inalcanzable.—Sal. 148:13.

      13. Según la regla gobernante de Jesús, ¿quién se hace el miembro más valioso en una organización, y por qué es esto así?

      13 Así, Jesús no se hizo una excepción a la regla que él declaró a sus apóstoles. Se suministró él mismo como el ejemplo perfecto que han de imitar todos los que hayan de unirse a él en el reino celestial. De hecho, todos los que hayan de ser los súbditos terrestres de su reino tendrán que imitarlo en su humildad y en lo servicial. Entonces, ¿quién figura en primer lugar en una organización en cuanto a valor e importancia verdaderos? ¿No es el que es lo suficientemente humilde como para aceptar toda forma de servicio y el que trata de ser útil a todos los demás? Si alguien tratara de ser primero de manera egoísta, no se rebajaría a rendir toda forma de servicio a todos los demás de la organización. Para que estuviera anuente a rendir hasta el servicio más servil a cualquier otra persona, tendría que considerarse como el “último de todos” en la organización. Pero esto no rebaja su valor intrínseco. Porque presta servicio a todos sin excepción, se hace el miembro más valioso.

      14. ¿Cómo sería en realidad tal individuo servicial el “primero” de todos?

      14 De modo que este individuo humilde, servicial, sería a quien más se echaría de menos si se viese obligado a ausentarse. Se sentiría la falta de su servicio. Al medírsele por lo servicial, realmente sería el “primero” de todos, aunque no pudiera figurar así en posición. Si figuramos así a los ojos de Dios, esto es de mucho más importancia que cómo figuramos entre los hombres de rango en la vida.

      RECIBIENDO A OTROS CON EL NOMBRE DE CRISTO COMO BASE

      15. Utilizando a un niñito para una ilustración, ¿qué dijo Jesús en cuanto a que uno reciba a otros?

      15 El que seamos considerados para con otros, prescindiendo de lo inferiores que sean exteriormente, desempeña un papel importante en el asunto de llevarnos bien juntos. Para grabar este punto, Jesús pasó a ilustrarlo. El relato que se halla en Marcos 9:36, 37 nos dice exactamente cómo lo hizo, como sigue: “Y tomando a un niñito, lo puso de pie en medio de ellos y lo rodeó con los brazos y les dijo: ‘Cualquiera que reciba a uno de tales niñitos sobre la base de mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, no me recibe a mí solamente, sino también al que me envió.’”

      16. ¿Cómo desplegó amor Jesús a los niños aun en su hogar en Nazaret?

      16 Hay casos registrados que muestran que Jesús amaba a los jovencitos. Puesto que él fue el hijo mayor de su propia familia terrestre, sin duda tuvo que hacer mucho en dar atención a sus medio hermanos más jóvenes (Santiago, José, Simón y Judas) y sus dos o más medio hermanas, allí en Nazaret de Galilea. (Mat. 13:53-56) No los despreció por las imperfecciones y faltas de ellos. No les dio motivo alguno para que tropezaran por causa de él debido a que no participara en mantener a la familia, sino que trabajó diligentemente como carpintero perito. (Mar. 6:3) Aprendió a apreciar las cualidades inocentes de los niños y también las cualidades como de niños en personas plenamente desarrolladas. Utilizó muy bien a los niños en sus ilustraciones.

      17. ¿Qué pregunta surge acerca de las personas semejantes a niños con relación a que uno sea abordable?

      17 Cuando estamos intensamente ocupados en trabajar, quizás no querramos prestar atención a los niños. Las personas que se dan importancia o que perciben el peso y dignidad de su puesto de responsabilidad quizás se consideren por encima de prestar atención a los niños de mente sencilla, o a adultos con cualidades como de niños. Pero ¿qué hay si esas personas semejantes a niños son cristianos o personas inteligentes que quieren hacerse cristianos? ¿Nos haremos abordables y atentos a sus necesidades nosotros los que ya somos discípulos de Cristo?

      18. ¿Por qué estaría recibiendo también a Jesús tal recibidor?

      18 Si rehusáramos ayudar a los individuos semejantes a niños, perderíamos un gran privilegio y una gran bendición. Si cristianos maduros como los apóstoles de Jesús rehusaran recibir a un cristiano recién bautizado que figurativamente fuera como el niñito a quien Jesús abrazó y usó como ilustración, no estarían recibiendo a Jesús mismo. ¿Por qué sería cierto eso? Porque Jesús dijo que todo el que recibe a “uno de tales niñitos” recibe también a Jesús, porque lo hace “sobre la base de mi nombre [el de Jesús].” Esto significa que para Jesús es como si se le estuviera recibiendo a él mismo como el Mesías o Cristo. ¡Lo contrario de esto también sería cierto!

      19. El que uno reciba a una persona semejante a niño de tal manera afecta la relación de uno ¿con quién, y por qué?

      19 Cuando llevamos a cabo una tarea humillante ‘sobre la base del nombre de Cristo’ o por causa de su nombre, esto hace eso más fácil, más agradable. El acto tiene un incentivo noble. Además, tiene que ver no solo con nuestra relación con Jesucristo, sino también con nuestra relación con su Padre celestial. Las palabras adicionales de Jesús indican esto: “Y cualquiera que me recibe a mí [es decir, por medio de recibir “a uno de tales niñitos”], no me recibe a mí solamente, sino también al que me envió.” (Mar. 9:37) Aquel que envió a Jesús a la Tierra para que llegara a ser el Mesías fue su propio Padre celestial, Jehová Dios. No debemos desasociar a Jesucristo de su Padre celestial. Van juntos, inseparablemente, puesto que son uno en propósito y en actividad. Por eso lo que uno le hace al Hijo Jehová Dios lo acepta como hecho a él también. Él muestra que acepta la recepción como si se le hubiese dado a él al bendecir al recibidor.

      20. ¿Cómo aplica este principio en el caso de nuestros tratos con nuestros compañeros en el cristianismo, y qué cualidad es esencial que tengamos para que tengamos parte en el Reino?

      20 Es importante que recordemos este principio en nuestros tratos con nuestros compañeros en el cristianismo, especialmente en el caso de los que son simples “bebés,” por decirlo así, tocante a entendimiento de la Biblia o a ser miembros de la congregación cristiana. El apóstol Pedro les dijo a aquellos a quienes escribió su primera carta inspirada: “Como criaturas recién nacidas, desarrollen el anhelo por la leche no adulterada que pertenece a la palabra, para que por medio de ella crezcan a la salvación, si es que han gustado que el Señor es bondadoso.” (1 Ped. 2:2, 3) Podemos compartir la “palabra” con los que son como “criaturas recién nacidas,” para que crezcan a la salvación y se adhieran a ella como cristianos maduros. En consecuencia, los que se manifiestan accesibles, anuentes a recibir “a uno de tales niñitos sobre la base de mi nombre [el de Cristo],” muestran que ellos mismos son semejantes a niños. El que lo sean le es esencial para tener parte en el Reino.—Mat. 18:2-4; Luc. 18:16.

      21. ¿Cómo benefician a una congregación la humildad de mente y de actitud y el que no haya rivalidad ni competencia?

      21 Así como en una familia humana natural, cuando los miembros de una congregación son humildes en mente y actitud como niñitos, la relación de cada uno con el otro asume una cualidad de paz. La ausencia de rivalidades egoístas y competencias encarnizadas induce un ambiente tranquilizante que calma los nervios. Si estamos prestos y dispuestos a servir hasta en la tarea más humilde, de modo que podamos ministrar a las necesidades y el consuelo de otros, esto contribuye a edificar y fortalecer a la entera congregación y la mueve a obras positivas de bondad.

      22. ¿Qué factor puede contribuir poderosamente a que ‘mantengamos paz entre unos y otros’?

      22 Por lo tanto, ni siquiera a los más jóvenes, los más retraídos ni a los más retardados en la verdad bíblica y en la experiencia cristiana se les pasa por alto. Al que se encuentra en esa situación se le incluye afectuosamente en el abrazo de la congregación ‘sobre la base del nombre de Cristo.’ En un ambiente de esa clase en la congregación rige el espíritu del Señor Jehová Dios. Es un factor poderoso en ayudar a los miembros de la congregación a ‘mantener paz entre unos y otros.’ El resultado es unidad fraternal.

  • “Tengan sal en ustedes mismos”
    La Atalaya 1978 | 1 de enero
    • “Tengan sal en ustedes mismos”

      1. ¿Con qué debe ser sazonada nuestra “habla,” y por qué?

      LAS sales de clase orgánica, vegetal, son muy esenciales para nuestra salud corporal. Hay una sal que es muy esencial para la salud de un cuerpo organizado de adoradores de Dios. En armonía con esto está el consejo de uno de los preeminentes guardianes de la salud espiritual de la congregación cristiana del primer siglo, a saber, el apóstol Pablo. Al escribir a una congregación con la cual todavía no se había familiarizado personalmente, dijo: “Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno.”—Col. 4:6.

      2. Por eso, ¿qué pregunta surge en cuanto a los apóstoles que trataron de impedir que “cierto hombre” expulsara demonios por el uso del nombre de Jesús?

      2 Esto nos hace preguntar cuánta de tal “sal” sazonó la expresión de los hombres en la ocasión que el apóstol Juan llamó a la atención de su Maestro, Jesucristo. De esto leemos lo siguiente: “Juan le dijo: ‘Maestro, vimos a cierto hombre que expulsaba demonios por el uso de tu nombre y tratamos de impedírselo, porque no nos acompañaba.’”—Mar. 9:38.

      3, 4. (a) ¿Qué es probable que estuviera esperando Juan entonces, y por qué? (b) ¿Qué elemento egoísta se presentó en la explicación de Juan, y qué indica esto en cuanto a su modo de ver los asuntos?

      3 Esto da la impresión de que Juan esperaba una palabra de encomio, una palmadita de aprobación en la espalda, del Maestro que los estaba instruyendo en el camino cristiano. Es posible que Juan haya estado pensando en la curación que Jesús efectuó en aquel caso de posesión demoníaca en el cual el demonio fue particularmente terco, allá al norte cerca de Cesarea de Filipo. Es posible que le haya parecido que estaba protegiendo el derecho de Jesús a autorizar a otros a expulsar espíritus inmundos, demonios, de sus víctimas que no se podían ayudar a sí mismas. Desde el punto de vista de Juan, una persona que no hubiera sido autorizada así por Jesús no tenía ningún derecho a usar Su nombre poderoso para exorcizar inicuos demonios de espíritu. Pero entra en el cuadro un elemento egoísta en la razón que Juan dio para tratar de impedir que cierto hombre innominado echara fuera demonios. Juan dijo que ellos habían participado en acciones preventivas “porque no nos acompañaba.”

      4 La mención de “nos” reveló que Juan no tenía presente a Jesús solamente, sino también al conjunto total de los doce apóstoles. En una ocasión anterior Jesús había enviado a estos doce apóstoles a predicar las buenas nuevas del Reino y a ejecutar curaciones, en lo cual se incluía el liberar de posesión demoníaca a las víctimas. (Mat. 10:1-8; Mar. 6:7-13) De modo que Juan consideraba a los apóstoles como un equipo de sanadores exclusivo, con título.

      5. Para guía de sus apóstoles celosos que mostraban indignación, ¿qué comentario hizo Jesús tocante a aquel “cierto hombre”?

      5 En consecuencia, según razonaron Juan y sus coapóstoles, ¿qué derecho tenía aquel “cierto hombre” a usar el nombre del Maestro de ellos al trabajar en la expulsión de demonios? Aquel hombre, al proceder así, claramente estaba violando los derechos de Jesús y sus apóstoles. Sin embargo, ¿consideró Jesús el asunto de esa manera? El registro bíblico muestra que él no tuvo ni una sola palabra de aprobación para sus apóstoles celosos que manifestaban indignación. “Pero,” como Marcos 9:39-41 pasa a decir, “Jesús dijo: ‘No traten de impedírselo, porque nadie hay que haga una obra poderosa sobre la base de mi nombre que pronto pueda injuriarme; porque el que no está contra nosotros, está a favor de nosotros. Porque cualquiera que les dé un vaso de agua de beber debido a que pertenecen a Cristo, verdaderamente les digo, de ninguna manera perderá su galardón.’”

      6. Al usar el nombre de Jesús para expulsar demonios, ¿qué estaba haciendo aquel “cierto hombre” tocante a ese nombre?

      6 ¿Por qué debería impedírsele a este “cierto hombre” que efectuara su obra de expulsar demonios utilizando el nombre de Jesús? ¿Había estado tratando de injuriar el nombre de Jesús al proceder así? ¿Había estado arrastrando así el nombre del Mesías en el lodo, dándole apariencia vil, dándole mala asociación? Él no estaba utilizando el nombre de Jesús de la manera en que los siete hijos del sacerdote principal judío Esceva lo hicieron posteriormente como una fórmula para exorcismo, como un nombre mágico. (Hech. 19:13-16) El demonio no le dijo a aquel “cierto hombre”: ‘Conozco a Jesús, pero ¿quién eres tú?’ y luego rehusó salir de la persona poseída por el demonio. Más bien, este “cierto hombre” realmente tenía fe en el nombre de Jesús y lograba expulsar demonios. Mediante este proceder realmente estaba engrandeciendo el nombre de Jesús, haciendo que se manifestara el poder de ese nombre.

      7. ¿Por qué todavía estaba este “cierto hombre” a favor de ellos, aunque no estuviera acompañando a Jesús y sus apóstoles?

      7 Por lo tanto, este “cierto hombre” que no estaba acompañando a Jesús y sus apóstoles no estaba contra ellos y apartando la atención de la obra de testificar de ellos. Lógicamente, puesto que no estaba contra ellos, tenía que haber estado a favor de ellos, aunque no los estuviera acompañando. Difícilmente pudiera haberse esperado que en un instante estuviera efectuando milagros que ensalzaban y hablaban bien del nombre de Jesús, pero que al siguiente instante estuviera hablando mal de Jesús. Sería inconsistente, irrazonable, el que esperáramos que, por medio de un milagro poderoso, aquel hombre trajera honra y respeto al nombre y después de eso hablara mal del nombre en privado y obrara en contra del que llevaba ese nombre y sus apóstoles. De modo que los apóstoles no deberían tomar ninguna acción preventiva adicional en contra de aquel hombre.

      8. ¿Con qué principio como fundamento no quedaría sin galardón este “cierto hombre”?

      8 El hombre innominado no perdería su galardón por lo que estaba haciendo. Evidentemente iba encaminado a ser discípulo de Jesucristo. Estaba efectuando algo que salía en condición favorable cuando se le comparaba con lo que Jesús dijo que merecía un galardón, a saber, el dar un vaso de agua a un sediento porque éste fuera un discípulo que perteneciera a Cristo. Tal acto pudiera parecer lo menor que uno pudiera hacer para aliviar a otro, pero indicaba algo que quería decir mucho para Jesucristo. Quería decir que el que daba el vaso de agua estaba a favor de Jesús como el Mesías y daba hasta donde podía para apoyar la causa de Cristo. La regla que posteriormente formuló Jesús aplica aquí: “Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí me lo hicieron.” (Mat. 25:40) Jesucristo como Rey no dejaría que esto quedara sin recompensa.

      TROPIEZO VOLUNTARIO A OTROS PARA CAÍDA FATAL

      9. ¿Qué nos interesa en cuanto al efecto que en el “cierto hombre” tuviera la intervención de los apóstoles de Jesús? ¿Por qué?

      9 Cuando los apóstoles trataron de impedir que aquel “cierto hombre” siguiera expulsando demonios por el uso del nombre de Jesús, ¿fue el habla de ellos a él con gracia, sazonada con sal o de buen gusto? Hay razón para que dudemos de ello. Lo que nos interesa es: ¿Le causaron tropiezo al hombre las palabras y acciones de los apóstoles para con él cuando estaba efectuando una obra excelente que no tenía la desaprobación del Maestro de ellos? Esto es algo verdaderamente grave, pues Jesús pasó a decir: “Pero cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen, mejor le sería que se le pusiera alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y realmente fuera arrojado en el mar.”—Mar. 9:42.

      10. El causar voluntariamente el tropiezo de uno de esos “pequeños” ¿a qué equivaldría, y por qué?

      10 El individuo a quien se hiciera tropezar y caer pudiera ser ‘uno pequeño’ pero eso no minimizaría la gravedad para el que causara el tropiezo en este caso. ¿Por qué no? Porque envolvía “a uno de estos pequeños que creen.” Esto designaría a alguien que creyera en Jesús como el Hijo Mesiánico de Dios. La creencia de estos “pequeños” los coloca en el camino a la vida eterna. Por eso, si alguien voluntariamente, de propósito, inconsideradamente, hiciera que tal ‘pequeño’ que estuviera en el camino a la vida eterna se ofendiera naturalmente y tropezara de modo que se saliera del camino de la vida y cayera en la destrucción, tal acción equivaldría a cometer asesinato. Mostraría falta de amor al que se le hubiera causado el tropiezo.

      11. ¿En qué respectos difiere el causar tropiezo involuntariamente a otros de causarles tropiezo voluntariamente?

      11 En 1 Juan 3:15 está escrito: “Todo el que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene vida eterna permaneciente en él.” Es posible que sin saberlo, involuntariamente, ofendamos a otros —lo cual es bastante grave— y esperamos que tal cosa no resulte en un apostatar sin posible recuperación de la creencia cristiana. Al enterarnos de haber cometido tal ofensa, le daríamos la debida atención y repararíamos el daño hecho. Pero cuando una persona muestra indiferencia y que no se interesa en el bienestar espiritual de un compañero de creencia y afirma que cada individuo tiene derechos por conciencia y tiene libertad para aprovecharse plenamente de sus derechos, despliega desatención egoísta y desamorosa por la vida eterna de otro, y también por la relación de ése con Dios. Menosprecia el valor de ese creyente por el cual Cristo murió.—Rom. 14:15.

      12. ¿Cómo expresó Jesús indignación para con el que voluntariamente hace tropezar y caer a otro?

      12 ¿Qué hay si a uno que afirma ser cristiano no le importa causar tropiezo “a uno de estos pequeños que creen” y así revela el poco valor que tiene para él la vida eterna de ése? Entonces Jesucristo no da mucha importancia a la vida del que voluntariamente hace que otro caiga. Jesús expresó su indignación para con el que así deliberadamente hace tropezar a otro. ¿Cómo? Dijo que sería mejor y más seguro para otros el que a tal ofensor criminalmente negligente se le hundiera en alta mar, y que una gran piedra de molino le impidiera salir a la superficie.

      13. Tocante a causar tropiezo, ¿de qué debemos guardarnos especialmente?

      13 De modo que nos aprovecha el que evitemos causar el tropiezo y la caída de otros, aun del más insignificante. También hacemos bien en no dejar que se conviertan en un tropiezo para nosotros algunas personas de quienes hubiéramos esperado más debido a sus alegaciones de cristianismo. Pero ¿damos a nuestras propias expectativas de vida eterna tan alto valor que nos guardamos de causar nuestro mismo tropiezo? ¿Qué... causar nuestro mismo tropiezo? Sí, eso mismo. ¿Cómo?

      14. Según las palabras de advertencia que añadió Jesús, ¿cómo pudiéramos causarnos nuestro propio tropiezo y caída?

      14 Después de hablar en cuanto a causar tropiezo “a uno de estos pequeños que creen,” Jesús agregó la advertencia: “Y si en cualquier tiempo tu mano te hace tropezar, córtala; mejor te es entrar manco en la vida que con dos manos irte al Gehena, al fuego que no se puede apagar. Y si tu pie te hace tropezar, córtalo; mejor te es entrar cojo en la vida que con dos pies ser arrojado en el Gehena. Y si tu ojo te hace tropezar, tíralo; mejor te es entrar con un solo ojo en el reino de Dios que con dos ojos ser arrojado en el Gehena, donde su cresa no muere y el fuego no se apaga. Pues todos tienen que ser salados con fuego.”—Mar. 9:43, 45, 47-49.

      15. ¿Qué fue el Gehena del cual habló Jesús, y de qué lo usó como símbolo?

      15 En los casos que se acaban de mencionar, Jesús señala a destrucción por fuego. En el día de Jesús el Gehena, o valle de Hinón, que él mencionó estaba al sur y sudoeste de Jerusalén. Las palabras de Jesús confirman el hecho de que este Gehena se utilizaba como incinerador para la basura de la ciudad y que allí se arrojaban los cadáveres de los criminales a los cuales se consideraba indignos de entierro honroso con una esperanza de resurrección. Si un cadáver no caía en el fuego, sino que caía en una ladera o parte saliente que estuviera siendo calentada por el fuego del Gehena, se descomponía y era consumido por las cresas que se criaban allí. El fuego se mantenía ardiendo continuamente, día y noche, para que consumiera completamente lo que se arrojaba en el basurero de la ciudad. De modo que Gehena llegó a ser símbolo de destrucción eterna, como cuando Jesús dijo a los escribas y fariseos judíos: “Serpientes, prole de víboras, ¿cómo habrán de huir del juicio del Gehena?”—Mat. 23:33.

      16. ¿De qué manera es que los que son arrojados al Gehena no entran en la vida ni en el reino de Dios?

      16 Los que son sentenciados al Gehena no entran en el reino de Dios, sea que se trate del gobierno celestial con Cristo o de su región de dominio terrestre durante el reinado milenario de Cristo. Los que Dios condena al Gehena de ninguna manera entran en la vida, aunque tengan todos los miembros de su cuerpo. Por lo tanto, Gehena representa la condición de inexistencia, aniquilación, destrucción por el juicio adverso de Dios. Tal como los escribas y fariseos hipócritas del día de Jesús se causaron tropiezo a sí mismos y cayeron en el Gehena, así hoy un cristiano dedicado y bautizado puede causarse tropiezo a sí mismo y ser condenado por Dios al Gehena, a la destrucción eterna. Recordemos a Judas Iscariote.

      17. ¿Cómo se causó tropiezo a sí mismo Judas Iscariote y cayó en el robo?

      17 Este Judas de Keriyot llegó a ser el tesorero de Jesús y sus doce apóstoles. Con el tiempo se puso a codiciar lo que se ponía en la caja del dinero. De modo que metía la mano y se servía de lo que su ojo codicioso veía y se lo embolsaba. Él dejó que el ojo y la mano le causaran tropiezo y lo hicieran caer en el robo, de modo que hasta le robara al Mesías de Jehová. Cinco días antes de la muerte de Jesús, en un banquete que se celebró en honor de Jesús en Betania (cerca de Jerusalén), Judas hizo un comentarlo hipócrita a favor de la caridad pública. Tocante a esto, leemos: “Dijo esto, sin embargo, no porque le importasen los pobres, sino porque era ladrón y tenía la caja del dinero y se llevaba el dinero que se echaba en ella.”—Juan 12:6.

      18. ¿Hasta caer en qué, finalmente, dejó Judas que los miembros de su cuerpo le causaran tropiezo, y cómo?

      18 Finalmente, en busca de más ganancia financiera, Judas dejó que sus pies lo llevaran a una reunión con los principales sacerdotes y capitanes del templo y concertó el traicionar a su Amo Jesús por treinta piezas de dinero en plata. (Luc. 22:1-6) Luego, a fin de tener en el agarro de sus manos el pago que se daba a un traidor, los pies de Judas condujeron a la partida de hombres armados a arrestar a Jesús en el Jardín de Getsemaní en la noche de la Pascua. (Luc. 22:47, 48; Mar. 14:10, 11, 43-46; Mat. 26:14-16, 47-50; 27:3-5) Después de su acto de traición Judas tuvo la satisfacción, por un rato, de dejar que sus ojos codiciosos se posaran en aquellas treinta piezas de plata en sus mismísimas manos. Ahora para Judas no había modo alguno de deshacer las cosas, lo que se había producido por la colaboración de ojo, mano y pie de él. Había dejado que estos miembros de su cuerpo le causaran tropiezo y caída en el pecado imperdonable. (Mat. 27:4) Desesperanzado, se suicidó. Aunque su cuerpo desentrañado quizás no haya sido arrojado al Gehena literal de Jerusalén, su “alma” fue destruida en lo que Gehena simbolizaba. (Hech. 1:16-19; Mat. 10:28) Con buena razón Jesús lo había llamado “el hijo de destrucción.”—Juan 17:12.

      19. ¿Qué quiso decir Jesús al declarar que “todos tienen que ser salados con fuego”?

      19 Jesús terminó su consideración en cuanto a que un discípulo dejara que su mano, pie y ojo lo hicieran tropezar y caer en el Gehena diciendo: “Pues todos tienen que ser salados con fuego.” (Mar. 9:49) Es decir, todo el que fuera culpable de dejar que miembros de su cuerpo lo llevaran al tropiezo en una caída de la cual no hubiera recobro tenía que ser ‘salado con fuego.’ El fuego con el cual tenía que ser salado así era el “fuego” acerca del cual había estado hablando Jesús, el fuego del Gehena. ¿Qué significaría para el individuo el ser salado de esta manera? No lo mismo que el efecto de ser salado con sal. Significaría la destrucción del individuo. Cuando las antiguas ciudades de Sodoma y Gomorra fueron rociadas o ‘saladas’ con fuego desde el cielo en el vecindario del mar Muerto (o Salado), fueron destruidas. (Luc. 17:28, 29) Jehová Dios se adhiere a esta regla del trato que da a los que solo se pueden culpar a sí mismos por tropezar y caer, tal como se adhiere a un inviolable “pacto de sal.”—Lev. 2:13; Núm. 18:19; 2 Cró. 13:5.

      20. A fin de salvaguardarnos de ser “salados con fuego,” ¿cómo removemos la mano, el pie y el ojo ofensores?

      20 Como salvaguarda contra el que se nos ‘sale con fuego,’ ¿cómo nos cortaremos la mano o el pie ofensor o tiraremos nuestro ojo ofensor? El que lo hiciéramos literalmente no corregiría ni removería los impulsos incorrectos que se hubieran expresado por medio de la mano, el pie o el ojo naturales. El procedimiento de remoción se tiene que llevar a cabo de manera figurativa. El apóstol Pablo mostró cómo seguir el consejo de Jesús, al decir: “Amortigüen, por lo tanto, [¿qué?] los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en lo que toca a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría. Por causa de esas cosas la ira de Dios viene.”—Col. 3:5, 6.

      21. ¿Cómo llevamos a cabo este procedimiento ‘amortiguador’?

      21 Para efectuar tal ‘amortiguar,’ realmente tenemos que ejercer gobierno de nosotros mismos sobre los miembros literales de nuestro cuerpo que están sobre la Tierra. Por ejemplo, tenemos que restringir nuestros ojos de leer literatura pornográfica o ver películas o presentaciones de televisión sucias, o abstenernos de usar nuestras manos en robo o prácticas inmorales, o restringir la satisfacción del deseo impulsor de nuestros pies de ejecutar bailes sugestivos o de andar en compañía de un ‘amigo de este mundo’ a zonas de tentación. Tenemos que matar espiritualmente nuestro amor a “las cosas que están en el mundo,” es decir, “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno.”—1 Juan 2:15-17; Pro. 6:16-19.

      LA “SAL” A TENER EN NOSOTROS MISMOS

      22, 23. (a) Finalmente, ¿a qué salar se refirió Jesús? (b) ¿Qué clase de sal dijo Jesús a sus apóstoles que tuvieran en sí mismos, y por qué esto a ellos?

      22 Jesús no terminó su consideración con una referencia a la sal de manera desfavorable. (Mar. 9:33-49) Pasó a decir: “La sal es excelente; pero si en cualquier tiempo la sal pierde su fuerza [o se hace insípida], ¿con qué la sazonarán? Tengan sal en ustedes mismos, y mantengan paz entre unos y otros.”—Mar. 9:50, y lectura marginal de la New World Translation of the Holy Scriptures, edición de 1961.

      23 Como sustancia sazonadora, la sal literal por lo general es excelente. “¿Se comerá lo insípido sin sal,” pregunta Job (6:6), “o hay sabor en el jugo viscoso del malvavisco?” Sin duda la sal puede hacer más apetitosos los comestibles. Pero si alguna vez el tipo de sal que se usaba comúnmente en el día de Jesús perdía su fuerza saladora, no podía ser refinada de su mezcla extraña y se hacía inservible para propósitos de cocinar y comer. En sí no podía volver a ser sazonada para que la comieran los seres humanos. Apropiadamente, Jesús utilizó la sal como ilustración. Dijo a sus doce apóstoles: “Tengan sal en ustedes mismos.” Pero ¿por qué les dijo Jesús a ellos que tuvieran sal? Fue porque, en la discusión que habían tenido entre sí cuando regresaban a Capernaum, habían revelado una falta de esta excelente sal figurativa dentro de sí mismos.

      24. ¿Qué es esa “sal” figurativa?

      24 Sal de tal clase representaba la cualidad de la personalidad de uno que hace que las obras de uno sean de buen gusto en el trato con otros. Hace que lo que uno diga sea más apetitoso para otros y más fácil de tragar, más digerible para el modo de pensar de otro. Por lo tanto hace que uno sea más ameno como compañía, sí, más deseable.—Pro. 16:21, 23.

      25. ¿Por qué resultaba provechoso hasta el comer juntos sal literal?

      25 El comer sal juntos, como en el caso de un anfitrión y su huésped, produce buenos sentimientos, relaciones excelentes entre los comensales. La sal hasta se utilizaba para pagar el salario de un empleado por los servicios que rendía. (Esd. 4:14) El apóstol Pablo dio énfasis al hecho de que el tener la sal figurativa como rasgo de nuestra personalidad es una cosa buena y valiosa, cuando escribió: “Sigan andando en sabiduría para con los de afuera, comprándose todo el tiempo oportuno que queda. Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno.” (Col. 4:5, 6) Note también Proverbios 15:1.

      26. El que tengamos la “sal” figurativa en nosotros nos ayuda a observar ¿qué admonición final de Jesús a sus apóstoles, y con qué consecuencias para nosotros mismos como discípulos de él?

      26 El tener “sal” en nosotros mismos y el sazonar nuestra habla con ella nos ayudará a hacer lo que dijo Jesús al terminar su consideración con sus doce apóstoles: “Mantengan paz entre unos y otros.” (Mar. 9:50) No hay duda de que el que seamos discretos, considerados, sanos y pacificadores en el habla y la conducta promoverá relaciones pacíficas entre unos y otros como discípulos de Cristo. Hará patente que el espíritu de Dios está dentro de nosotros, pues “el fruto del espíritu es: amor, gozo, paz.” (Gál. 5:22) También, “la sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica.” (Sant. 3:17) De modo que se despliega un alto grado de sabiduría cuando obedecemos la exhortación de Jesús en cuanto a la paz. Es una marca del discipulado cristiano verdadero en medio de un mundo competidor, desunido, que se está desintegrando. Nos mantiene juntos como el pueblo organizado de Dios bajo Cristo.

      [Ilustración de la página 28]

      El ‘tener sal en uno mismo’ significa poseer la cualidad que haga que las obras de uno para con otros sean de buen gusto

  • ¿Es su fe una fe viva?
    La Atalaya 1978 | 1 de enero
    • ¿Es su fe una fe viva?

      SUMAMENTE deseable es la cualidad piadosa de la fe. (Juan 3:16; 2 Cor. 5:7; Heb. 10:38) Pero en la fe está envuelto mucho más que simplemente creer. “¿Quieres saber, oh hombre vano,” pregunta el escritor bíblico Santiago, “que la fe aparte de las obras es inactiva?” (Sant. 2:20) Agrega: “En verdad, como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” (Sant. 2:26) La fe del cristiano no puede ser estática, sino que como vegetación que embellece la tierra, la fe tiene que permanecer viva y continuar creciendo.—2 Tes. 1:3.

      Tocante a esto se puede aprender una lección valiosa de la manera en que el Israel antiguo respondió cuando Dios prometió darle la tierra de Canaán. Dios les aseguró a los israelitas su apoyo sobrehumano, al decir:

      “Aquí estoy enviando un ángel delante de ti para mantenerte en el camino y para introducirte en el lugar que he preparado. Cuídate a causa de él y obedece su voz. No te portes rebeldemente contra él, porque no perdonará la transgresión de ustedes; porque mi nombre está dentro de él. Sin embargo, si obedeces estrictamente su voz y verdaderamente haces todo lo que yo hable, entonces yo ciertamente seré hostil para con tus enemigos y hostigaré a los que te hostiguen.”—Éxo. 23:20-22.

      Israel estaba bajo la obligación de trabajar junto con Dios para exterminar a los cananeos. Dios mandó: “Sin falta debes darlas irrevocablemente a la destrucción. No debes celebrar pacto alguno con ellas ni mostrarles

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