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¿Cómo guía usted su vida?La Atalaya 1982 | 15 de noviembre
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¿Cómo guía usted su vida?
“Felices son los que en su camino son exentos de tacha, los que andan en la ley de Jehová.”—Salmo 119:1.
1. ¿Qué muestra la historia que es importante para obtener felicidad?
‘¿QUÉ se requiere para tener una vida feliz?’ Muchas personas mencionarían, en respuesta a esta pregunta, cosas materiales como el alimento, la ropa y el abrigo, o formas de recreo y placer. Sin embargo, la historia prueba que el concepto que uno tiene de la vida, y su modo de vivir, son de más importancia para la felicidad de uno. Al tratar con su patrono, asociados y familia... ¿dirá uno la verdad? ¿tomará lo que no le pertenece? ¿participará en trabajo o formas de diversión de índole cuestionable?
2. ¿Cómo guían su vida algunas personas, y a qué preguntas nos lleva esto?
2 Al decidir preguntas como éstas, algunas personas prefieren reglas precisas que ellas o conocen o pueden encontrar al buscarlas cuando surge la necesidad. Otras personas hacen lo que les “parece” correcto conforme a su conciencia. Sin embargo, puede que el lector se sienta inclinado a preguntar: Puesto que la Biblia dice mucho acerca de la “conciencia,” ¿qué es esto? ¿Cómo funciona? ¿Desempeña un papel vital en lo que tiene que ver con el tomar nosotros decisiones y hallar la felicidad? ¿Y cómo pudiera hacérsenos posible decir como lo hizo el apóstol Pablo: “Me he portado delante de Dios con conciencia perfectamente limpia hasta este día”?—Hechos 23:1.
Su conciencia... ¿qué es?
3, 4. ¿Qué es la “conciencia,” y quiénes tienen una?
3 La mayoría de las personas creen que la conciencia es un sentido general de lo que es correcto e incorrecto. Sin embargo, tenemos una fuente de información más exacta al respecto: la Palabra de Dios. La Biblia nos ayuda a comprender que la conciencia es un dador de testimonio interno. Por eso Pablo dijo: “Mi conciencia da testimonio conmigo en espíritu santo.” (Romanos 9:1) El usó la palabra griega synéidesis, que significa, literalmente, conciencia con uno mismo. De modo que la conciencia es la capacidad de mirarse uno a sí mismo y dar un fallo acerca de sí mismo, dar testimonio a uno mismo.
4 La conciencia no es simplemente algo que la sociedad haya desarrollado, pues la Biblia muestra que Dios la implantó en la pareja humana original. (Génesis 3:7, 8) Al considerar la responsabilidad que tenían los judíos y los gentiles, Pablo escribió: “Porque siempre que los de las naciones [gentiles] que no tienen ley hacen por naturaleza las cosas de la ley, éstos, aunque no tienen ley, son una ley para sí mismos. Son los mismísimos que demuestran tener la sustancia de la ley escrita en su corazón, mientras su conciencia da testimonio con ellos y, entre sus propios pensamientos, están siendo acusados o hasta excusados.” (Romanos 2:14, 15) Sí; hasta pueblos que no han tenido una ley escrita procedente de Dios han visto como incorrectas tales cosas como el asesinato, el robo y el incesto. De estos versículos también podemos ver que la conciencia es una acción recíproca entre el corazón y la mente (”pensamientos”).
5. Mencione una función de su conciencia.
5 Puede que la función de la conciencia con la cual estemos más familiarizados sea la del juicio que ésta hace de nuestra conducta ’después del hecho,’ después de la acción incorrecta. Cuando concluimos que hemos hecho lo incorrecto u obrado de manera deshonrosa, nuestra conciencia nos acusa y nos condena. (Compare con 2 Samuel 24:10; 1 Juan 3:20.) Si respondemos a ella, este papel que desempeña la conciencia puede ayudarnos, puesto que nos moverá a evitar la repetición de un mal. Y pudiera hacer que nos arrepintiéramos, pidiéramos perdón o hasta reparáramos el daño, si fuera posible.—Salmo 32:3, 5; Mateo 5:23, 24; Lucas 19:1-8.
6. ¿De qué otra manera puede funcionar su conciencia?
6 Nuestra conciencia puede servir de otra manera. Aunque hay quienes dicen que una conciencia buena es una conciencia silenciosa, cuando nos enfrentamos a una decisión o problema nuestra conciencia debe hablar con claridad y aguijonearnos para que hagamos lo que es correcto. Hallamos un buen ejemplo de esto en el caso de José, quien rechazó las propuestas inmorales de la esposa de Potifar. Aunque Dios todavía no había dado una ley escrita en contra del adulterio, la conciencia de José lo movió a rechazar la inmoralidad. (Génesis 39:1-9) Si, antes de obrar, prestamos atención a nuestra conciencia, bien puede ser que evitemos la angustia de una conciencia afligida.
7. ¿Qué deseamos determinar mediante este estudio?
7 Permanece la pregunta: ¿Cuánta influencia debe ejercer la conciencia? ¿Cree usted que la conciencia debería ser la base sobre la cual decidir la mayoría de las cuestiones morales y personales, o son preferibles las reglas? Es preciso que sepamos estas cosas. Además, ¿habrá peligros de los cuales debamos estar al tanto? ¿Qué indica la Palabra de Dios, la cual se declara “provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia”?—2 Timoteo 3:16.
Puntos de vista extremados
8. ¿Desde qué dos extremos se ha visto la moralidad?
8 El conflicto entre las reglas y la conciencia es antiquísimo. En el artículo “Casuística” la Encyclopaedia Britannica (edición 11.a) explica que “[la moralidad] a veces se ha considerado como ley externa, a veces como disposición interna. ... Los que creen en la ley han cifrado su confianza en la autoridad o la lógica; mientras que los que creen en la disposición acuden principalmente a nuestras facultades instintivas: la conciencia, el sentido común o el sentimiento.” Existían extremos respecto a ambas posiciones cuando Jesús y los apóstoles anduvieron en la Tierra. Al notar la situación que era general entonces, podremos apreciar a mayor grado el equilibrio beneficioso y la sabiduría divina de la Biblia.
9, 10. (a) ¿Cómo manifestaron los fariseos un enfoque extremo? (b) En contraste, ¿qué posición era común entre los griegos y romanos?
9 Los fariseos judíos abogaban celosamente por las reglas. No estando satisfechos con la ley mosaica, desarrollaron muchísimas reglas o “mandatos de hombres” que invalidaban los mandatos de Dios. Además de desarrollar estas reglas que exigían más de lo que Dios pedía, su actitud legalista estimuló el punto de vista de que la justicia podía obtenerse como resultado de conocer y observar estos reglamentos humanos.—Mateo 15:1-20; 23:1-5; Lucas 18:9-12.
10 “En el polo opuesto estaba la antigua Grecia,” comenta el erudito en materia clásica Samuel H. Butcher. “Entre los griegos ... jamás se transmitió en forma documental ningún sistema de doctrina y observancia, ningún manual que contuviera reglas autorizadas de moralidad. ... las reglas invariables paralizaban la acción.” En cuanto a los romanos, la Encyclopaedia Britannica dice: “Cicerón y Séneca tomaron por guía suya el sentido común. Decidían cada problema según sus méritos intrínsecos, y se llevaban más por el espíritu que por la letra.” Esta filosofía grecorromana era popular en el primer siglo. ¿Atraería a los cristianos? Pablo escribió: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya por medio de la filosofía y del engaño vano ... según las cosas elementales del mundo y no según Cristo.”—Colosenses 2:8; Hechos 17:18-21.
11. ¿Cómo se hicieron patentes más tarde en la historia los dos extremos?
11 En siglos posteriores, también, ambos puntos de vista extremos tuvieron quienes abogaran por ellos, aun entre personas a quienes se llamó cristianos. Los jesuitas fueron conocidos por el énfasis que dieron a una moralidad basada en un sinnúmero de leyes de la Iglesia. Después de la Reforma, el protestantismo subrayó el individualismo y la conciencia, lo cual ha llevado al punto de vista de la actualidad conocido como “ética regida por la situación,” popularizado por el Dr. Joseph Fletcher, episcopal. La publicación The National Observer informa: “El Dr. Fletcher ha dado en forma clara un polémico manifiesto sobre libertad y responsabilidad individuales, basado en una ética de amor fraternal, que, según él, debería liberar al hombre moderno de reglas y códigos anticuados y rígidos como los ‘Diez Mandamientos.’ ... Entonces, teniendo el amor como la única guía, el aborto, las relaciones sexuales premaritales, el divorcio, ... y otros males convencionales se le hacen moralmente aceptos al Dr. Fletcher en algunas situaciones.”
12. ¿A qué peligro nos enfrentamos que nos es preciso evitar?
12 Está claro que los seres humanos se inclinan a los extremos... y se dejan guiar o por reglas o por la conciencia. Algunas personas que ven la debilidad de un extremo reaccionan de modo exagerado y van al otro extremo, como un péndulo oscila desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. Por ejemplo, durante la Edad Media el péndulo osciló desde la actitud de los jesuitas de atenerse a reglas hasta el énfasis que los reformadores daban a la libertad y a la conciencia. También, tal vez usted haya sabido de ciertos padres que fueron demasiado estrictos en la crianza de sus hijos. Pero cuando estos hijos crecieron, la reacción de ellos fue la de ir al otro extremo y permitir que su propia prole se tomara cualquier y toda libertad, con resultados desastrosos. Podemos ver la verdad de este comentario bíblico: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso.”—Jeremías 10:23.
La guía equilibrada y beneficiosa de Dios
13. ¿Qué ayuda nos provee la Biblia respecto a la moralidad y la conciencia?
13 En las Escrituras, Jehová ha provisto ayuda equilibrada para los cristianos a fin de que podamos evitar: (1) el obrar de modo legalista y dar más énfasis del debido a las reglas, lo cual puede resultar en un punto de vista mezquino y rígido de la vida y la adoración, o (2) el dar más énfasis del debido a la libertad de conciencia, lo cual ha resultado en que algunos se hayan entregado a razonamientos humanos que hasta excusan la comisión de males. Para absorber el equilibrio de la Palabra de Dios y beneficiarnos de su guía, es preciso que manifestemos esta actitud de David: “Hazme conocer tus propios caminos, oh Jehová; enséñame tus propias sendas. Hazme andar en tu verdad y enséñame, porque tú eres mi Dios de salvación.”—Salmo 25:4, 5.
14, 15. ¿Qué podemos aprender de las Escrituras Griegas Cristianas respecto al punto de vista que los judíos tenían de la Ley, y el que Dios tenía?
14 La Biblia revela que Jesús desaprobó la mentalidad de los escribas y fariseos, que estaba orientada hacia las reglas. Puede que a unos cuantos judíos, que no querían usar el raciocinio que Dios les había dado, les haya agradado tener reglamentos sobre hasta dónde en el brazo habrían de lavarse, qué era “trabajo” en el día de descanso,a qué cosechas tenían que diezmar, y así por el estilo. Aquel enfoque resultó en reglas gravosas, exigió interpretaciones continuas y apartó la atención del espíritu y de los aspectos más importantes de las Escrituras. Jesús dijo a los líderes religiosos: “Ustedes ... dan el décimo de la hierbabuena y del eneldo y del comino, pero han desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber, la justicia y la misericordia y la fidelidad.”—Mateo 23:23; Marcos 7:3, 4.
15 La ley mosaica contribuyó a la espiritualidad, la moralidad y la salud de los judíos, y además les probó que, por ser pecadores, necesitaban al Mesías. (Gálatas 3:19, 23-25; Romanos 7:7-14) Debido a que era una norma perfecta, ningún israelita podía observarla impecablemente y así conseguir una conciencia perfecta. (Hebreos 9:9, 10) Por lo tanto, aunque este código legal era de origen divino, una vez que este código hubo cumplido el propósito de Dios, Dios lo quitó del camino. Entonces, en vez de tratar con el pueblo que llevaba su Nombre sobre la base de un extenso código escrito, Dios pondría ‘sus leyes en la mente y el corazón de ellos.’—Jeremías 31:33; Hebreos 10:16; 2 Corintios 3:5-11.
16. ¿Qué lección se presenta aquí para (a) las personas que son muy estrictas consigo mismas, y (b) nosotros y nuestro modo de ver las reglas?
16 Teniendo esto presente, es preciso que las personas que hoy día tienen a su cargo la supervisión o coordinación de las actividades de otras tengan cuidado para no cargar a estas últimas personas con reglamentos humanos innecesarios. Puede que haya una fuerte inclinación a hacer eso en los que son muy estrictos o exigentes consigo mismos y que por eso creen que otros deben ver los asuntos de la misma manera como ellos los ven. Sin embargo, Pablo escribió esto a los cristianos: “No que seamos nosotros amos sobre la fe de ustedes, sino que somos colaboradores para el gozo de ustedes, porque es por su fe que ustedes están firmes.” (2 Corintios 1:24) Relacionado con esto: Por lo general los cristianos deben guardarse de querer que alguien que tiene autoridad haga reglas en cuanto a todo asunto. Más bien, debemos aumentar nuestro conocimiento de lo que dice la Palabra de Dios a fin de entrenar nuestra conciencia y facultades perceptivas.—Hebreos 5:14.
17. ¿En contra de qué otro punto de vista incorrecto tenemos que guardarnos?
17 Otro peligro, sin embargo, es el oscilar hasta el extremo opuesto y creer que cada cristiano tiene libertad para hacer casi cualquier cosa que su conciencia le permita. Últimamente, unas cuantas personas han hecho de esto un punto en disputa, al decir: “El cristianismo no es una religión de reglas” y referirse a pasajes como éste: “Ustedes fueron llamados, por supuesto, para libertad, hermanos; solamente no usen esta libertad como incentivo para la carne; antes bien, mediante el amor, sírvanse como esclavos unos a otros. Porque toda la Ley queda cumplida en un dicho, a saber: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’” (Gálatas 5:13, 14) Es cierto que los cristianos no están bajo la ley mosaica ni bajo ningún otro código extenso de leyes divinas. No obstante, debemos vigilar para que ‘nadie nos alucine con argumentos persuasivos (”argumentos persuasivos y atractivos y habla seductora,” Amplified Bible),’ puesto que un examen honrado de la Biblia muestra que ésta sí nos provee algunas leyes o reglas.—Colosenses 2:4.
Los cristianos no son personas sin ley
18, 19. ¿Cuál es la posición de los cristianos respecto a leyes y reglas bíblicas?
18 Pablo escribió a los corintios y dijo que se debía expulsar al hombre que fuera culpable de fornicación. Añadió que los idólatras, adúlteros, homosexuales, ladrones, avarientos, borrachos, injuriadores y los que practican extorsión “no heredarán el reino de Dios.” (1 Corintios 5:1, 6, 7, 11-13; 6:9-11) También leemos que los cristianos tienen que ‘abstenerse de cosas sacrificadas a ídolos, de sangre, de cosas estranguladas y de fornicación,’ y que los supuestos hermanos que promueven enseñanzas falsas han de ser rechazados. (Hechos 15:28, 29; Tito 3:10; 2 Juan 9-11) Claramente, hay leyes envueltas en esto. El que practica tales pecados no puede llegar a ser cristiano verdadero. Y si un siervo de Dios lleva a cabo estos pecados sin arrepentirse, tiene que ser expulsado.
19 También hallamos reglas bíblicas sobre asuntos que no son ofensas que incurran en expulsión. Por ejemplo, Pablo escribió que los cristianos solteros deben casarse “solo en el Señor,” y mandó que “si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.” (1 Corintios 7:39; 2 Tesalonicenses 3:10) Alguien pudiera razonar así: ‘Puesto que no se me expulsaría por desobedecer ese consejo, éstas no deben ser reglas serias.’ ¡Qué modo imprudente de pensar! Dios considera que estas reglas son serias. ¿No dijo Pablo a los tesalonicenses que ‘señalaran’ y ‘dejaran de asociarse con’ personas holgazanas que voluntariosamente desobedecían las reglas acerca de trabajar?—2 Tesalonicenses 3:14, 15.b
20, 21. ¿Qué podemos aprender acerca de pautas relacionadas con las congregaciones, y cuál debe ser nuestra actitud para con ellas?
20 Algunas reglas se dan específicamente para el bien de la congregación. Por ejemplo, en el pasado algunos cristianos podían hablar en lenguas. Pablo mandó que solo dos o tres personas hablaran en una sola ocasión, que lo hicieran por turno, y que estuviera presente un traductor... reglas que promovían la paz y el buen orden. (1 Corintios 14:26-33) De modo parecido, hoy día los ancianos de una congregación pudieran dar instrucciones respecto a mantener libres de obstáculos las salidas del Salón del Reino, no reservar asientos innecesariamente, o el tomar en consideración a los vecinos y la seguridad al estacionar los vehículos. El imponer reglas como éstas a la congregación no es contrario a las Escrituras, puesto que éstas tienen el mismo propósito (la paz y el buen orden) que el consejo de Pablo acerca de las lenguas. Relacionado con esto está el siguiente consejo bíblico: “Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes.” (Hebreos 13:17) Puesto que el evitar pecados como el mentir o robar implica obediencia a Dios, este texto tiene que referirse a que obedezcamos la guía de los ancianos en asuntos de congregación. Y no es difícil hacerlo si ellos no están, en sentido legislativo, “enseñoreándose de los que son la herencia de Dios.”—1 Pedro 5:3.
21 Otras “reglas” o modos de hacer las cosas benefician al rebaño en todas partes del mundo. Por ejemplo, a los testigos de Jehová se les pide que entreguen informes sobre su testificación. (Compare con Hechos 2:41, 42; 8:14.) Puede que la persona que tiende a favorecer el extremo de la libertad individual no esté de acuerdo con este procedimiento. Pero considere el bien que se ha logrado porque, gracias a los informes, los que tienen la superintendencia del rebaño han podido saber a qué grado se ha dado el testimonio del Reino, dónde se necesita ayuda, y cuándo se puede formar una congregación con los discípulos nuevos. Y, ¿no hemos disfrutado de leer los informes mundiales? (Ezequiel 9:11; Marcos 6:30; Hechos 14:21-23; 15:3; 19:1-6) Fiados en que Dios está dirigiendo a su pueblo, podemos manifestar un espíritu de apoyo y cooperación.
22. ¿Por qué es necesario que estudiemos más acerca del asunto de la conciencia?
22 Además de leyes o reglas específicas, las Escrituras contienen principios útiles que los cristianos prudentes pueden aplicar a fin de ser ‘exentos de tacha en su camino.’ (Salmo 119:1) Los principios son especialmente útiles para nosotros respecto a armonizar nuestra conciencia con el modo de pensar de Dios. Pero, ¿qué significa eso tocante a ‘asuntos de conciencia’? A algunos les ha parecido de esta manera: ‘Si es algo que le toca a mi conciencia decidir, lo que yo haga es asunto enteramente personal.’ Examinemos la cuestión en el siguiente artículo y aprendamos más acerca de cómo podemos entrenar nuestra conciencia para sacar el mayor provecho de ella.
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Beneficiándose de la conciencia que Dios le ha dadoLa Atalaya 1982 | 15 de noviembre
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Beneficiándose de la conciencia que Dios le ha dado
“La ley de su Dios está en su corazón; sus pasos no titubearán.”—Salmo 37:31.
1, 2. ¿Por qué debemos interesarnos en cómo nos guía la conciencia? (Proverbios 12:15; 14:12)
AUNQUE Dios no ha dado a los cristianos un extenso código de leyes, nos ha provisto algunas leyes, o reglas directas, y muchos principios para que los apliquemos de acuerdo con nuestra fe y nuestra conciencia. Pero una cosa es tener conciencia, y otra es beneficiarnos plenamente de ella. Muchas personas opinan: ‘Si algo no le causa perturbación a mi conciencia, está bien.’ ¿Es correcta esta forma de pensar?
2 La Biblia muestra que, debido a nuestra carne pecaminosa, nuestra conciencia puede darnos mala dirección, causarnos extravío; puede que sea débil, que haya recibido guía equivocada, o que esté contaminada. Podemos comprender mejor lo peligroso que es el punto de vista: “Deje que su conciencia sea su guía” si consideramos a los habitantes de Creta del primer siglo, a quienes se conocía como “mentirosos, bestias salvajes perjudiciales, glotones desocupados.”—Tito 1:10-12.
3. ¿Qué efecto tuvo la conciencia en los cretenses?
3 Al igual que todos los pueblos, los cretenses tenían conciencia innata. Pero no estaban beneficiándose de ésta. Al escribir a Tito, quien se hallaba en Creta, el apóstol Pablo dijo: “Todas las cosas les son limpias a los limpios. Pero a los contaminados y sin fe nada les es limpio, sino que tienen contaminada tanto su mente como su conciencia.” (Tito 1:15; Romanos 2:14, 15) La mayoría de los cretenses tenían una conciencia insensible que no les ayudaba a hacer lo que era moral o limpio. (1 Timoteo 4:2) ‘Nada era limpio’ para muchos cretenses. ¿A qué se debía eso? Con conciencia contaminada, ellos veían cada situación como una oportunidad para hacer lo que era inicuo. Quizás hayan dicho: ‘Mi conciencia no se siente perturbada por eso.’ ¡Pero debería haberse perturbado! Sin embargo, algunos judíos o prosélitos cretenses habían estado en Jerusalén para la celebración del Pentecostés de 33 E.C. El conocimiento espiritual de ellos les habría ayudado a no ser mentirosos, injuriadores ni glotones. Y a los que aceptaron a Jesús se les ayudó adicionalmente, mediante la enseñanza que provino de él, a tener una buena conciencia, una que funcionara bien.—Hechos 2:5, 11; Tito 1:5; 2:2-5; 3:3-7.
4, 5. ¿Qué podemos aprender acerca de la conciencia en el caso de Pablo?
4 No obstante, la conciencia puede hacer que hasta alguien que esté en contacto con la Palabra de Dios y desee hacer lo correcto se extravíe. Saulo, o Pablo, estaba familiarizado con las Escrituras y rendía adoración celosa de acuerdo con la Ley. Sin embargo, no se mantuvo al paso con el desarrollo progresivo de la voluntad de Dios. Después que el Mesías llegó, predicó y murió en cumplimiento de las profecías, Pablo continuó practicando el judaísmo farisaico. Su conciencia no le impidió que ‘persiguiera a la congregación’ y ‘estuviera respirando amenaza y asesinato contra los discípulos del Señor.’—Filipenses 3:4-6; Hechos 9:1, 2.
5 Estos ejemplos muestran que nuestra conciencia puede darnos mala guía. Puesto que nos encaramos a muchas decisiones que no están abarcadas por leyes bíblicas específicas, sino que son asuntos de conciencia, es necesario que sepamos cómo podemos entrenar nuestra conciencia y beneficiarnos de ella al grado más pleno. Consideremos tres áreas al respecto.
¿Qué indica la Palabra de Dios?
6, 7. Mencione una manera como la Palabra de Dios puede ayudarnos en asuntos de conciencia.
6 La Palabra de Dios, que es perfecta, contiene mucha información que puede comunicarnos esclarecimiento en cuanto a la manera de pensar de Dios, o sus principios, y educar nuestra conciencia. Como ya se ha dicho, José no tenía una ley de Dios en forma escrita en contra del adulterio. Pero la conciencia de José había sido educada correctamente. Sin duda él había razonado sobre el hecho de que el propósito de Dios era que el esposo y la esposa (”los dos”) fueran una sola carne, sin la intrusión de una tercera persona con intenciones adulterinas. Y José ciertamente estaba enterado de la experiencia en que estuvo envuelto el amigo de Dios, Abrahán, la cual indicó la posición que toma Dios en cuanto al adulterio.—Mateo 19:5; Génesis 2:24; 20:1-18.
7 Nosotros podemos beneficiarnos de manera similar. Por ejemplo, quizás nos encaremos a la decisión de aceptar una invitación para comer o hablar sobre negocios con alguien de nacionalidad, raza o antecedentes diferentes a los nuestros. Esto es algo que requiere una decisión personal. Pero si hemos absorbido de la Biblia la actitud de imparcialidad y ecuanimidad de Dios, nuestra conciencia educada contrarrestará cualquier prejuicio en medio del cual se nos haya criado. Obraremos en armonía con este entendimiento. (Hechos 10:34, 35; Santiago 2:1-4) Así, los principios bíblicos pueden ser una ayuda para nosotros también.
8. Al encararnos a alguna decisión en que esté envuelta la conciencia, ¿qué debemos hacer?
8 Cuando tenemos que decidir algún asunto a fin de ‘tener una buena conciencia,’ debemos enterarnos de lo que Jehová dice respecto al asunto, puesto que esto puede tener efecto en nuestra conciencia y en la decisión que tomemos, y debe tenerlo. (1 Pedro 3:16) Además de buscar leyes específicas, debemos interesarnos en saber si hay principios bíblicos relacionados con el asunto. ¿Hizo o dijo algo Jesús que indicara el modo de pensar de él tocante a una decisión de esa índole? Podemos buscar información en las ayudas para el estudio de la Biblia que consideren el asunto. Y podemos consultar con compañeros cristianos que puedan ayudarnos a hallar principios bíblicos relacionados con el asunto. Por supuesto, no debemos dar este paso con la idea de que ellos lleven nuestra responsabilidad, ni debemos preguntar: ‘Si a usted le correspondiera decidirlo, ¿qué haría?’—Gálatas 6:5.
9. ¿Cuál es nuestra meta al tomar decisiones sobre asuntos de conciencia?
9 En situaciones en que hay que tomar una decisión personal, los cristianos sinceros deben seguir un proceder que los deje con una conciencia limpia y tranquila delante de Dios. Debe ser su intenso anhelo poder decir: “Da testimonio nuestra conciencia ... que con santidad y sinceridad piadosa ... nos hemos comportado en el mundo, pero más especialmente para con ustedes.” (2 Corintios 1:12) La profundidad del amor del cristiano a Jehová y Sus principios se puede evidenciar por las decisiones que toma en asuntos de conciencia.
¿Cómo afectará a otras personas?
10, 11. ¿Qué segundo aspecto sobre asuntos en que esté envuelta la conciencia queda ilustrado por la cuestión tocante al alimento en la antigua Corinto?
10 Puesto que los cristianos quieren que su conciencia los mueva a imitar a Dios, el interés amoroso en otras personas debe ser influencia importante en las decisiones que envuelvan la conciencia. Se sacó a relucir este aspecto cuando Pablo escribió acerca de diversos asuntos relacionados con el alimento.
11 En la congregación corintia surgió preocupación tocante a carne que había sido sacrificada a ídolos. Hubiera sido idolatría el que un cristiano comiera carne de un sacrificio durante una ceremonia idolátrica. Pero Pablo explicó que no era pecado comer el sobrante de la carne que se hubiera comprado en una tienda similar a un restaurante y que estuviera conectada con algún templo, o en carnicerías públicas. (1 Corintios 8:10; 10:25; Hechos 15:29) No obstante, algunos cristianos que anteriormente habían sido adoradores de ídolos eran sensibles (tenían conciencias débiles) tocante a comer aquella carne hasta cuando se vendía públicamente sin conexión con lo religioso. Aunque sin expresar aprobación de las conciencias débiles, Pablo animó a otros cristianos a que desplegaran consideración para con aquellos hermanos. Habría sido falto de amor el hacer algo que pudiera haberlos llevado al tropiezo, o que los hubiera llevado a sentirse libres, con conciencia tranquila, para participar de nuevo en la idolatría.
12, 13. ¿Por qué debemos considerar los puntos de vista y la conciencia de otras personas? Dé un ejemplo.
12 Pablo desplegó la actitud que todos necesitamos: “Si el alimento [o cualquier otra cosa] hace tropezar a mi hermano, no volveré a comer carne jamás.” Si en algún asunto que dependiera de nuestra propia conciencia, y en el que, por lo tanto, tuviéramos libertad para obrar, pasáramos por alto la conciencia de otras personas y así ‘arruináramos a nuestros hermanos por cuya causa Cristo murió,’ pudiéramos perder nuestra posición de favor delante de Dios. Pablo preguntó: “¿Por qué debería ser que se juzgue mi libertad por la conciencia de otra persona?” (1 Corintios 8:3, 11-13; 10:29) Aunque uno piense que algo es ‘asunto personal de conciencia,’ si tal proceder perjudica a otras personas puede resultar en que uno reciba el juicio adverso de Jehová. Eso demuestra lo engañoso que puede ser el pensar: ‘Si es asunto que se deja a mi conciencia, está bien.’
13 Considere la experiencia de un matrimonio: ellos estudiaban la Biblia, asistían a las reuniones y pensaban bautizarse. Un anciano de la congregación dijo al esposo que él había disfrutado de cierta película cinematográfica. El hombre contestó: ‘¡Qué! ¿Usted va a ver películas clasificadas R?’a El anciano trató de excusar su proceder y dijo que algunas de esas películas (que hasta el mundo considera de reputación dudosa) tienen valor si se pasan por alto los aspectos objetables. Pero parece que tal acción afectó al hombre. Después de aquello su progreso no fue tan rápido como el de su esposa. Si el anciano hubiera reflexionado en textos bíblicos tales como Colosenses 3:2-8, Efesios 5:3-5 y Mateo 7:12, éstos pudieran haber afectado su conciencia y conducta.—1 Corintios 9:22, 25-27.
14, 15. ¿Cómo pudiera tener que ver con ciertos asuntos personales la conciencia del cuerpo de ancianos?
14 El considerar a otras personas también incluye no pedirles que aprueben algo que vaya en contra de la conciencia de ellas. Por ejemplo, los ancianos de la congregación tienen la responsabilidad respecto a permitir ceremonias nupciales en el Salón del Reino, el modo como hayan de conducirse éstas, la decoración que haya de darse al salón, y así por el estilo.b Los ancianos de cierta congregación escribieron: “En una boda, todas las damas de honor caminaron por el pasillo abanicándose. La siguiente boda tenía que ser mejor que la primera, de modo que las damas, mientras caminaban por el pasillo, hacían girar unas sombrillas. La boda que siguió a aquélla tenía que ser más grande y mejor; querían tener veinte damas y veinte caballeros de honor. El salón estaba comenzando a usarse como si fuera un circo.”
15 ¿Era éste ‘un asunto de conciencia,’ de decisión privada? No. Aunque las conciencias de una pareja comprometida les permitieran algo que fuera exagerado o extravagante, no se pudiera pasar por alto la conciencia de los ancianos en conjunto. Aunque los ancianos no quieren imponer sus gustos personales, se interesan sinceramente en la paz, la armonía y la espiritualidad de toda la congregación. Y con la conciencia en función deben ayudar a las personas ‘a saber comportarse en la casa de Dios, que es columna y apoyo de la verdad.’—1 Timoteo 3:15; 1 Corintios 10:31.
16. Si uno tiene que tomar una decisión que se deja a su conciencia, ¿qué debe tomar en consideración?
16 Por lo tanto, cuando nos encaramos a una decisión que es ‘asunto de conciencia’ tenemos que reflexionar en (1) lo que la Palabra de Dios dice al respecto, y (2) cómo la decisión que tomemos pudiera afectar o envolver en el asunto a otras personas. Sin embargo, hay un tercer aspecto que es importante.
¿Cómo nos afectará a nosotros mismos?
17. ¿Cómo influyó en cierto hermano de la ciudad de Nueva York la conciencia de éste?
17 La revista Natural History de agosto de 1981 contenía un artículo sobre mensajeros de la ciudad de Nueva York que van en bicicleta y llevan paquetes y cartas urgentes a negocios de toda la ciudad. Entre los ejemplos de hombres que han emprendido esta forma de trabajo estaba el siguiente: “Donald, mensajero de 41 años de edad, puede mantener a su esposa y su hijo de 15 años de edad con lo que gana. Donald trabajaba revelando películas, pero abandonó su profesión porque, como testigo de Jehová, no podía hacer la vista gorda ante el papel que él desempeñaba en la producción de material pornográfico. Como mensajero, no solo siente que su conciencia está limpia, sino que puede terminar su trabajo a su discreción para dedicar más tiempo a hacer prosélitos.”
18. (a) ¿Cómo, quizás, haya llegado este hermano a la decisión que tomó? (b) ¿Qué lección puede aprender usted de esto?
18 Hay varios factores que tienen que considerarse al tomar decisiones relacionadas con el empleo (vea el recuadro de la página 26). Parecido a lo que sucedió en el caso de Donald, puede que un cristiano esté trabajando para una compañía que revele películas... fotografías, películas domésticas, películas de anuncios y películas cinematográficas comerciales. Gradualmente, la compañía acepta algún material pornográfico. En cierto punto la conciencia del cristiano comienza a molestarle. Quizás se dé cuenta de que se le está obligando a involucrarse en la pornografía u otra actividad ilegal. Sea porque se le identifica con una empresa que maneja material pornográfico o debido a lo que se le pide que haga, quizás comprenda que es necesario que él deje tal empleo para mantenerse “irreprensible,” lo cual es de interés especial para las personas que tienen o procuran privilegios en la congregación. Al buscar otro empleo, puede esperar con confianza que Jehová le bendecirá. (1 Timoteo 3:2, 8-10; Romanos 13:5) Sin duda hay muchos cristianos que han abandonado empleos de esa índole para no dejar que la impureza los socave. (Compare con Mateo 5:28.) Por eso, cuando nos encaremos a una decisión que envuelva nuestra conciencia, debemos preguntarnos: ‘Si hago esto, o rehúso hacerlo, ¿qué efecto tendrá ello en mí?’ Ciertamente no debemos pasar por alto nuestra conciencia y cauterizarla, lo que nos facilitaría a mayor grado el hacer lo malo en el futuro.—1 Timoteo 4:2; Judas 10; Efesios 4:18, 19.
19, 20. (a) ¿Cómo pueden influir en nuestro ministerio tanto la conciencia como la fe? (b) Seamos ricos o no, ¿qué debemos desear?
19 Al reflexionar sobre la decisión que Donald tomó según los dictados de su conciencia, debemos notar que, además de interesarse en tener una relación aprobada con Jehová, él quería proclamar su fe a mayor grado. Esto está de acuerdo con la relación que Pablo establece entre la conciencia y la fe: “El objetivo de este mandato es amor procedente de un corazón limpio y de una buena conciencia y de fe sin hipocresía.”—1 Timoteo 1:5.
20 Es digno de encomio el que tanto la fe de alguien como su deseo de tener una buena conciencia lo muevan a efectuar ajustes para que ‘sus pasos no titubeen’ y pueda dedicar más tiempo y atención a difundir “todo el consejo de Dios.” (Hechos 20:26, 27) Sin embargo, ¿cómo debemos considerar a otras personas cuyas circunstancias parecen permitirles dedicar más tiempo a la predicación, pero que no lo hacen? Quizás reciban un buen salario de sus empleos o negocios, y quizás parezca que ya tienen suficiente dinero como para vivir cómodamente en este sistema. Pero en vez de regocijarse como precursores en la obra de tiempo completo de hacer discípulos, continúan dando expansión a sus negocios, casas y comodidades.c (Compare con Marcos 10:17-22; Lucas 12:16-21.) No nos toca a nosotros juzgar a otras personas respecto a dichos asuntos, porque “cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios.” Más bien, que nuestra fe nos mueva, sin hipocresía, a servir plenamente a Dios para que podamos disfrutar de una buena conciencia.—Romanos 14:1-4, 10-12.
Guiados por una buena conciencia
21. ¿Qué efecto positivo puede tener en nosotros nuestra conciencia?
21 La conciencia cristiana que sea sensible y haya sido educada apropiadamente nos guiará a hacer lo que es bueno. Lo hizo en el caso de Pablo. El estaba tan interesado en ‘sus hermanos,’ judíos como él, que escribió: “Mi conciencia da testimonio conmigo en espíritu santo, de que tengo gran desconsuelo e incesante dolor en mi corazón.” (Romanos 9:1-3) Sí, él hizo todo lo posible por compartir las buenas nuevas del cristianismo con ellos.
22. ¿Por qué puede movernos la conciencia a mayor grado aún de lo que pudieran hacerlo las reglas?
22 Así debe ser en nuestro caso. Si comprendemos con aprecio lo valiosa que es la conciencia que Dios nos ha dado, no nos inclinaremos a pensar solo en términos de reglas. Las reglas pueden establecer requisitos mínimos, o metas. Pero una conciencia estimulada por amor y fe probablemente exija aún más de nosotros, y nos mueva a hacer mayores sacrificios y a ser más altruistas. De ese modo ciertamente nos beneficiaremos de nuestra conciencia. Esta nos mantendrá alejados de las cosas que pueden resultar en la desaprobación divina, y nos ayudará a hacer las cosas que El claramente aprueba. Esto es especialmente cierto a medida que nuestra conciencia nos guía a participar a mayor grado en la proclamación de las buenas nuevas. ¿Qué beneficio pudiera ser mayor que el que Pablo le mencionó a Timoteo? Dijo él: “Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza. Persiste en estas cosas, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan.”—1 Timoteo 4:16.
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