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    Guía para la Escuela del Ministerio Teocrático
    • hay por qué tratar de sostener una conversación forzada cuando las personas no responden. Pero verá que algunos escuchan gustosamente, tal como lo hizo la samaritana en el pozo.

      15 Otra manera de crear oportunidades para conversar acerca de la Palabra de Dios es colocar literatura bíblica donde pueda ser fácilmente vista. Cuando esto se hace en el hogar, los visitantes a menudo comentan acerca de ello, y así se abre el camino para un excelente testimonio. Si usted asiste a la escuela pública, con toda probabilidad un libro o una revista dejada sobre su escritorio hará que alguien pregunte: “¿Qué es eso?” Entonces usted tiene oportunidad de decirle y dar un testimonio. O si usted lee literatura bíblica durante su hora de merienda o al viajar en la transportación pública, esto puede presentar la oportunidad de hablar acerca del reino de Dios a las personas inquiridoras.

      16 Las conversaciones con personas conocidas pueden también llevar naturalmente a hablar acerca de las verdades bíblicas. Esas conversaciones por lo general tienen que ver con lo que las personas han hecho —a dónde fueron, qué oyeron o vieron— o las cosas que piensan hacer. Por eso, cuando a usted se le presenta la oportunidad de hablar, ¿por qué no habla acerca de lo que ha estado haciendo? Después de asistir a una asamblea de circuito, menciónele a un compañero de trabajo o a un vecino adónde fue y el título del discurso principal; puede que él haga preguntas acerca de ello. Comente a otros acerca de lo que ha leído en La Atalaya o ¡Despertad! tal como ellos hablan acerca de lo que ellos hacen. Si ha dado en algo que les interesa, pedirán más información. Ahora usted tiene la oportunidad de dar más testimonio. Esas conversaciones que tienen el fin de dirigir la atención a los propósitos de Dios ciertamente edifican.

      17-20. Ofrezca sugerencias en cuanto a temas para conversaciones edificantes al estar con compañeros Testigos.

      17 Al estar con compañeros de creencia. Al estar en compañía de los hermanos y hermanas espirituales, también, es solo lo correcto el que la conversación esté en un plano elevado, uno que sea digno del ministro de las buenas nuevas. El propósito de la conversación no debe ser simplemente pasar el tiempo, sino edificar.

      18 Hay excelentes oportunidades para conversar edificantemente antes y después de las reuniones en el Salón del Reino. No tenga como práctica el salir apresuradamente tan pronto terminan las reuniones. ¿Por qué no conversar con los hermanos de más edad y experiencia, así como con los que quizás sean tímidos y tengan la tendencia a mantenerse aislados? Son muchísimas las cosas de las cuales se puede hablar. Considere puntos de interés especial en números recientes de La Atalaya. Pudiera hablar acerca de alguna asignación que pronto haya de tener en la Escuela del Ministerio Teocrático. Otros quizás tengan ideas nuevas que usted pueda usar en su discurso, o es posible que usted pueda sugerir ideas para ayudar a otra persona a preparar su asignación. Se pueden compartir experiencias del campo, o usted pudiera hablar acerca de alguna parte de que particularmente disfrutó en la reunión de ese día. Esas conversaciones ciertamente edifican.

      19 En las asambleas grandes hay oportunidades de hablar con hermanos y hermanas de diferentes lugares. Muchos Testigos tienen por regla comenzar conversaciones en la fila de los refrescos o cuando viajan hacia el lugar de la asamblea o de regreso. Una manera excelente de hacer esto es dar al hermano o la hermana su nombre, y preguntarle el de él o ella. Pregúntele cómo llegó a ser Testigo. Esto por lo general lleva a una conversación deleitable y edificante.

      20 Mientras va de camino para participar en el servicio del campo usted tiene otra oportunidad para entrar en conversación provechosa. En vez de participar en conversación insubstancial, ¿por qué no considerar cómo abordar a los amos de casa de aquella zona particular, o los asuntos de que ellos con más probabilidad podrían hablar? Es bueno también considerar cómo encargarse de objeciones que pudieran presentarse. Es muy refrescante y apropiado el pensar y hablar sobre asuntos espirituales en esas ocasiones.—Fili. 4:8, 9.

      21-24. Si la conversación de un grupo cesa de ser edificante, ¿qué podemos hacer personalmente en cuanto a ello?

      21 Si en cualquier ocasión usted está en un grupo de hermanos y hermanas y la conversación se convierte en habla inútil o no edificante, ¿qué puede hacer? ¿Por qué no hacer una pregunta para dirigir la conversación a sendas más provechosas? Hable de un asunto específico y haga preguntas acerca de él. Esa conversación es aun más provechosa si todos los que participan siguen por algún tiempo hablando sobre un solo tema o asunto, dando a cada participante la oportunidad de decir algo.

      22 Cuando en la conversación se considera a otros miembros de la congregación cristiana, es necesario ejercer cuidado para que la conversación no llegue a mostrar falta de respeto ni se haga crítica, en vez de edificante. Si alguien comenzara a hablar de las debilidades de otra persona, ¿tendrá usted el valor de dirigir la conversación de nuevo a un plano edificante? ¿Será leal a la organización de Jehová y protegerá a uno de sus miembros? Quizás alguien diga que ésa es una cosa pequeña. ¡Pero no es tan pequeña cuando se recuerda que el criticar a uno de los siervos dedicados de Dios puede llevar a quejarse de los propios arreglos de Dios!—Sant. 5:9; 2 Cor. 10:5.

      23 A veces la conversación puede hacerse entretenida, y se cuentan anécdotas humorísticas. Conversación de esa índole puede ser refrescante y provechosa también. Pero es necesario ejercer cuidado para que no degenere en habla que no sea propia de ministros cristianos. Este consejo bíblico debe tenerse presente: “Que la fornicación e inmundicia de toda clase o avaricia ni siquiera se mencionen entre ustedes, así como es propio de personas santas; tampoco comportamiento vergonzoso, ni habla necia, ni bromear obsceno, cosas que no son decorosas, sino más bien el dar gracias.”—Efe. 5:3, 4.

      24 En vista de eso, como ministros de Jehová, que nuestra conversación sea a todo tiempo un honor para Él. Al hacer esto también estaremos aplicando este excelente consejo que registró el apóstol Pablo: “Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para su edificación.”—Rom. 15:2.

  • Cómo escribir cartas
    Guía para la Escuela del Ministerio Teocrático
    • Estudio 17

      Cómo escribir cartas

      1, 2. ¿Qué buenos propósitos pueden cumplir las cartas?

      1 En la congregación cristiana primitiva se dio buen uso a las cartas de varias maneras. Eran un medio de mantenerse en comunicación con las congregaciones. (Fili. 1:1) Se usaron para animar a los que habían recibido responsabilidades especiales. (2 Tim. 1:1, 2, 6) Por cartas se edificó a los que recientemente habían llegado a ser creyentes o a los que afrontaban dificultades.

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