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Perseverancia animosa en el servicio de DiosLa Atalaya 1964 | 1 de febrero
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levantándome temprano y hablando, pero ustedes no prestaron atención.” (Jer. 25:3) A pesar de todo, Jeremías todavía estaba en la obra, predicando animosamente después de cuarenta años. Permaneció en ella hasta cuando Jehová efectuó las cosas que había enviado a Jeremías a predicar. Ejemplos animosos como ésos son los que nos estimulan a ‘correr con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros.’
ÁNIMO ANTE DESILUSIÓN
14. ¿Qué experiencia desilusionadora se tiene a menudo cuando volvemos a visitar a personas que primero estuvieron anuentes a escuchar las buenas nuevas, y por qué?
14 Entre aquellos a quienes usted habla acerca de Dios y de su reino va a encontrar a algunos que prestan atención, pero aun muchos de ellos desilusionarán, y es bueno saberlo. Usted va a encontrar personas que prestan atención cuando las conoce por primera vez pero que no muestran ningún interés en absoluto cuando usted regresa. Jesús asemejó esta situación a semilla que cayó a lo largo del camino y fue arrebatada por las aves antes de poder echar raíces. En estos casos el Diablo ha usado a los que manifiestan un espíritu como el de él para presentar en falsos colores la Palabra de Dios y así para destruir cualquier interés que haya habido. No se desanime.—Mat. 13:3, 4, 19.
15. ¿Por qué es que otros que por un tiempo manifiestan gozo considerable por lo que están aprendiendo más tarde cesan de estudiar con los testigos de Jehová?
15 Otros harán más que solo escuchar cuando usted los visite; recibirán la palabra con gozo, y le hará sentir bien a usted el haberles hablado. Quizás hasta lo acojan bien cuando usted vuelva varias veces. No obstante, algunos de ellos son como plantas que brotan rápidamente en tierra somera; sus raíces no penetran mucho. Cuando sus parientes y otros asociados los ridiculizan, es más de lo que quieren arrostrar. Quizás sepan que las cosas que han escuchado de la Biblia son la verdad, y se disculpan algo cuando le dicen a usted que creen que sería mejor descontinuar el estudiar la Biblia con usted. Pero, dominados por el temor al hombre y faltándoles suficiente amor a Dios para ser impulsados a obedecer sus mandamientos, apostatan.—Mar. 4:5, 6, 16, 17.
16. ¿Qué otra cosa ahoga la palabra en la vida de la gente?
16 Los de otro grupo, como semilla que cae entre los espinos, quizás permitan que la palabra comience a crecer, pero están tan agobiados con otros asuntos, problemas que son causa de ansiedad para ellos y que ellos creen que exigen su primera atención—largas horas de trabajo seglar, el agasajar a invitados y el buscar diversión—que simplemente no tienen tiempo. Quizás sean tratables; quizás digan que desean poder sentarse y prestar atención, pero simplemente no creen tener tiempo.—Luc. 8:7, 14.
17. ¿Cómo deberíamos reaccionar ante estas experiencias?
17 ¿Va usted a permitirse el llegar a estar descorazonado y desanimado por estas experiencias? Equipado con presciencia, evite eso. Más bien, por medio de asirse de la verdad y ‘llevar fruto con perseverancia,’ demuestre en su caso que la Palabra de Dios ha sido recibida en un corazón excelente y bueno. Por medio de continuar celosamente en el ministerio, muestre que usted no es un individuo que se debilita ante la persecución o uno que abandona la perspectiva del nuevo mundo de Dios por las ganancias materiales del viejo mundo. Demuestre que usted tiene el ánimo de seguir haciendo la voluntad de Dios.—Luc. 8:8, 15; 2 Tim. 4:10, 11.
18. ¿Qué debería hacerse cuando otros en quienes uno confía lo desilusionan?
18 El que tiene un punto de vista equilibrado de estas cosas va a ser fortalecido para enfrentarse también a otros problemas. Él no va a permitir que los problemas personales lo desanimen. Es cierto que a veces los asociados de uno, aun los que están dentro de la congregación cristiana, hacen cosas que pueden desilusionar a uno. Tratan de hacer lo que es correcto, pero no son perfectos; ninguno de nosotros lo es. ¿Qué debemos hacer cuando otros nos desilusionan? Considere el dechado puesto para nosotros por Cristo Jesús, el Agente Principal de nuestra fe.
19, 20. En conexión con esto, ¿qué experiencia sufrió Jesús, y qué ejemplo puso del cual podemos sacar provecho?
19 Fue en la última noche de su vida como humano que se dirigió al jardín de Getsemaní con sus discípulos a orar. No pasó mucho tiempo antes que una chusma con espadas y garrotes entrara y lo arrestara. Los discípulos se quedaron bastante tiempo para ver qué sucedía, pero, luego, como el registro nos dice, “todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.” (Mat. 26:56) Más tarde esa noche, en el patio del sumo sacerdote, una sirvienta al ver a Pedro dijo que él debería ser uno de los seguidores de Jesús. Mas Pedro replicó: “No lo conozco, mujer.” Tres veces sucedió esto, y todas en el patio donde Jesús lo vio después de cantar el gallo. (Luc. 22:55-61) Pero Jesús no vaciló. No permitió que las faltas de sus asociados lo hicieran tambalear en su fidelidad a Dios. Acudió a su Padre en el cielo y confió en él.
20 Luego, al tercer día, cuando fue levantado de entre los muertos, Jesús tuvo ante sí la oportunidad de zanjar cuentas con los que lo habían desilusionado si hubiera querido, pero, ¿qué hizo? No los regañó por lo que habían hecho. El no dijo: ‘Después de lo que hicieron la otra noche, no me vuelvan a hablar. ¡Hemos terminado!’ Ni los trató con frialdad ni rehusó hablar con ellos. Al contrario, estudió con ellos y oró con ellos y los ayudó a hacerse fuertes para que no vacilaran otra vez, sino que demostraran ser siervos animosos de Dios. Estuvo más interesado en la fidelidad de ellos que en el amor propio de él. ¡Qué maravilloso ejemplo para que lo sigamos nosotros!—Luc. 24:44-50.
“PELEANDO LADO A LADO POR LA FE”
21. ¿Cuál debería ser nuestra actitud tocante a la asociación con la congregación del pueblo de Jehová Dios?
21 Nadie que quiere demostrarse fiel en el servicio de Dios puede darse el lujo de permitir que el amor propio herido, o las búsquedas materialistas o la persecución lo separen de la congregación del pueblo de Jehová. Cada cristiano verdadero necesita esa asociación espiritual edificativa. Es en las reuniones regulares de la congregación que uno llega a estar equipado para servir a Dios. Es allí donde la fe de uno es fortalecida para que pueda perseverar animosamente en hacer la voluntad divina. Hoy los siervos de Dios deben sentirse en cuanto a estas reuniones como los cristianos primitivos, que estuvieron dispuestos no solo a sufrir incomodidades, sino a enfrentarse a peligro a fin de congregarse con sus compañeros creyentes. Aun cuando la persecución contra ellos fue intensa, pues el rey Herodes había dado muerte a Santiago y retenido a Pedro en prisión, los otros no aflojaron por miedo en su asistencia a las reuniones. Aunque ejercían precaución debida, reuniéndose a puerta cerrada, no obstante se congregaban para orar y fortalecerse unos a otros. Sabían que necesitaban aquellas reuniones a fin de permanecer vivos espiritualmente y tener el ánimo para continuar dando testimonio, como Jesús les había mandado. (Hech. 12:1-5, 12-17) La necesidad es exactamente igual de grande hoy día. Cada cristiano verdadero debe estimar ese privilegio de reunirse para instrucción de la Palabra de Dios como los hermanos de Troas, quienes, cuando Pablo les hizo una visita breve, se quedaron a escuchar lo que se decía aunque Pablo habló toda la noche y la reunión no terminó hasta el amanecer. (Hech. 20:7-11) Cuando usted tenga la oportunidad de reunirse con la congregación del pueblo de Jehová, aprovéchese plenamente de ello. En esto, estimúlelo el ejemplo de David, uno de aquella grande nube de testigos precristianos de Jehová, quien dijo: “Me regocijaba cuando me decían: ‘Vamos a la casa de Jehová.’”—Sal. 122:1.
22. ¿Por qué medios nos ayuda Jehová a ser animosos, y cuál debería ser nuestra determinación?
22 ¡Qué maravilloso estímulo hay para todos los que aman a Dios a fin de hacer su voluntad! Por medio de los relatos bíblicos de la vida de sus fieles siervos Jehová ha provisto un maravilloso estímulo para todos los que aman la justicia a fin de que se asgan de la oportunidad de ser predicadores del reino de Dios, señalando a otros los ‘nuevos cielos y la tierra nueva en los cuales la justicia habrá de morar.’ (2 Ped. 3:13) Mediante provisiones para que ellos se reúnan y prediquen junto con compañeros testigos, él los ayuda a hacerse fuertes y a permanecer firmes en la fe. Mediante su Palabra él los insta a perseverar en el ministerio, a esforzarse vigorosamente en su servicio, ‘comprando el tiempo oportuno que queda porque los días son inicuos.’ (Efe. 5:15-17) Les extiende el privilegio de acercarse a él en oración, y con su espíritu él los apoya. Si usted se aprovecha regularmente de estas provisiones divinas, usted tiene toda razón para estar animoso; usted podrá permanecer ‘firme en un mismo espíritu, con una misma alma peleando lado a lado por la fe de las buenas nuevas, y en ningún sentido atemorizado por sus contrarios. Esto mismo es prueba de destrucción para ellos, pero de salvación para usted; y esta indicación proviene de Dios’.—Fili. 1:27, 28.
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Católicos recomiendan el celo de los TestigosLa Atalaya 1964 | 1 de febrero
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Católicos recomiendan el celo de los Testigos
EL APÓSTOL Pablo dijo que los cristianos deben ‘fulgurar con el espíritu,’ y ‘hacer la obra de evangelizadores, efectuando su ministerio plenamente.’ (Rom. 12:11; 2 Tim. 4:5) Los sacerdotes y laicos católicos han observado que la celosa actividad ministerial de los testigos de Jehová está en armonía con el ejemplo bíblico. Alberto Muller escribió en la revista católica America recientemente (junio 24 de 1961) que “los Testigos verdaderamente se pueden jactar de su actividad intensa.” “Su enorme celo,” dijo él, “es su gran fuerza.”
“Es raro el norteamericano que no sabe acerca de un grupo de personas llamadas comúnmente Testigos de Jehová,” declaró el sacerdote católico J. S. Kennedy en el número del 3 de junio de 1962 de Our Sunday Visitor. “En ciudades y pueblos por todas partes del país, se ve con regularidad a algunos de ellos vendiendo las publicaciones de su peculiar secta religiosa. Su campaña de puerta en puerta en busca de conversos es intensa y nunca para. . . . su celo y autosacrificio deberían hacernos pensar.”
En respuesta a la pregunta: “¿Por qué acudiría un católico a esta secta?” Kennedy señaló al “boletín de una iglesia católica en París [que] dio la siguiente respuesta: ‘Tres factores contribuyen—el descubrimiento de comunidades afectuosas y fraternales; el descubrimiento de la Biblia; el descubrimiento de predicación viva, fácilmente entendida. Si hubieran hallado estas cosas aquí, no habrían buscado en otro lugar.’”
El sacerdote católico Juan A. O’Brien recomendó a unos 200 sacerdotes del Seminario de San José en Nueva York, en 1961, el método apostólico de predicación de casa en casa empleado por los testigos de Jehová. “Para reclutar conversos y reclamar miembros caídos, nada le gana al contacto personal,” dijo él. “Esto lo logra el apóstol que toca los timbres de las puertas, que es prudente, cortés, bien entrenado. El secreto del éxito fenomenal de San Pablo fue su uso incansable del método de casa en casa en reclutar conversos. Es irónico que este método apostólico lo usan ahora sectas no católicas, especialmente los Testigos de Jehová, cuyos numerosos conversos nos avergüenzan a nosotros los católicos.”
En el número del 6 de mayo de 1962 de Our Sunday Visitor, edición canadiense, el sacerdote católico Ricardo Griffin señaló a los testigos de Jehová como una de las religiones de más rápido crecimiento del mundo, mientras notaba que “demasiados laicos católicos parecen estar medio avergonzados del hecho de que son católicos.” Griffin preguntó si los Testigos logran “este fantástico progreso adoptando la actitud de ‘deja que mi compadre lo haga’ de tantos católicos.” “Yo creo que no,” respondió él. “En promedio cada Testigo informa de 10 a 12 horas al mes yendo de puerta en puerta distribuyendo literatura para interesar a los conversos en perspectiva. El año pasado la secta informó un converso por cada nueve miembros; en los EE. UU. se necesitaron 279 católicos para ganar un converso a la Iglesia.”
“Esta alarmante desproporción se debe principalmente a la apatía del ‘Sr. y la Sra. Católicos del Término Medio’ exactamente en el nivel parroquial,” aseguró Griffin. “No se puede ganar el mundo para Cristo ni siquiera
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