-
Capacitados para ser ministrosLa Atalaya 1956 | 15 de marzo
-
-
Capacitados para ser ministros
“El estar nosotros adecuadamente capacitados proviene de Dios, quien de hecho nos ha capacitado adecuadamente para ser ministros de un pacto nuevo.”—2 Cor. 3:5, 6, NM.
1. ¿Qué resultados deseados producen los ministros adecuadamente capacitados?
EN ESTA época en que el materialismo y comunismo se esparcen el género humano tiene gran necesidad de ministros adecuadamente capacitados. En sí mismo, el estar adecuadamente capacitado significa ser lo apropiado, ser lo apto, tener lo que es necesario para el ministerio, llenar los requisitos del ministerio, con el fin de efectuarlo con buen éxito y producir los resultados deseados, a saber, otros cristianos verdaderos capaces de hacer frente a las pruebas del día, capaces de vencer todas las influencias que destruyen la fe y corrompen la moralidad, capaces de continuar imitando a Cristo y capaces de conseguir la aprobación de Dios para vida eterna en el nuevo mundo.
2, 3. (a) ¿Cuáles dos cosas son primariamente esenciales para que sea uno un ministro· adecuadamente capacitado? (b) ¿A pesar de cuáles logros no estaba capacitado Saulo de Tarso, y por qué no?
2 A menos que una persona sea ordenada por Dios y haya sido enviada por él para efectuar el ministerio o servicio, jamás puede ser un ministro adecuadamente capacitado. Consideren al apóstol Pablo, por ejemplo; para comenzar, él se llamaba Saulo de la ciudad de Tarso en el Asia menor, hebreo de ascendencia hebrea, un judío que pertenecía a la nación de Israel que Jehová Dios había escogido para pueblo especial suyo. Era miembro de la tribu de Benjamín, miembro de la secta de los fariseos, tratando celosamente de vivir en conformidad con las justas normas de la ley de Dios por medio de Moisés, pero pensando que tenía que perseguir a la recién empezada congregación cristiana con el fin de lograr eso. Desde el punto de vista judío Saulo era intachable. Como estudiante de la ley mosaica asistía a la escuela en Jerusalén y se sentaba a los pies del notable abogado Gamaliel. Esforzándose por lograr que la ley de Moisés lo declarara justo, Saulo de Tarso trataba de vivir bajo el viejo pacto que Jehová Dios había hecho con los israelitas en el monte Sinaí en Arabia. (Fili. 3:3-6, NM; Hech. 22:1-5) Manifiestamente en ese tiempo Saulo quería ser un ministro de Dios, un ministro de su viejo pacto de la ley con Israel, pero ¿capacitaban adecuadamente a Saulo todas estas cosas o lo hacían apropiado, apto, para el ministerio de Dios? ¡No! ¿Por qué no?
3 Porque Jehová había abolido el viejo pacto con su ley mosaica y había comenzado un nuevo pacto con el pueblo que él había elegido. El viejo pacto de la ley había tenido a Moisés como mediador suyo. Tenía su sacerdocio de la familia de Aarón y sus siervos del templo de la tribu de Leví. Tenía su templo material en Jerusalén y sus sacrificios animales. Tenía su ley, cuyos Diez Mandamientos habían sido escritos con el “dedo de Dios” sobre dos tablas de piedra. Esta ley puso a Jehová Dios en relación de pacto con las doce tribus de Israel, con quienes estaba asociada una grande muchedumbre de transeúntes o residentes temporarios no israelitas. Pero esa ley representó mayores arreglos por Dios; prefiguró buenas cosas que vendrían. Después de 1,545 años de vigencia dicho pacto se había envejecido y había de ser quitado cuando Cristo muriera, fuera resucitado, hubiera ascendido al cielo y aparecido en la presencia de Dios con el valor de su sacrificio humano. Por eso el día del Pentecostés, en 33 d. de J.C., Jehová Dios inauguró el nuevo pacto por medio de Jesucristo como Mediador suyo. Jehová ya había jurado con un juramento hecho por su propio nombre que Jesús sería un sacerdote semejante a Melquisedec, rey de Salem, y ahora él hizo a este sacerdote melquisedeciano Jesucristo el Sumo Sacerdote del nuevo pacto.
4. Los ministros del nuevo pacto de Jehová llegaron a ser eso al cumplir ¿con qué condiciones, y por qué?
4 Los cristianos sobre la tierra que aceptaron a Jesús como Mediador y Sumo Sacerdote suyo fueron admitidos en este nuevo pacto, sus pecados les fueron perdonados de acuerdo con las estipulaciones del nuevo pacto, y ellos fueron constituídos el pueblo del pacto, el “Israel de Dios” espiritual. Llegaron a ser el pueblo de Jehová, quienes habían de conocerlo “desde el menor de ellos hasta el mayor de ellos,” y llevaban el nombre de él. La fe en Jesucristo más bien que la circuncisión en la carne era ahora la señal de su justicia. (Jer. 31:31-34; Gál. 6:15, 16) Fueron constituídos subsacerdotes de Jehová, con Jesucristo su Mediador como su gran Sumo Sacerdote, por medio de quien habían de ofrecer los sacrificios de alabanza y buenas obras a Dios. De modo que Dios ya no estaba capacitando a ministros del viejo pacto de la ley, y los esfuerzos de Saulo de Tarso para ser un ministro de ese pacto demostraron que él seguía un proceder anticuado. Jehová Dios ahora estaba capacitando a sus ministros del nuevo pacto. El ser un ministro del nuevo pacto de Dios quería decir ser uno de los subsacerdotes de Jesucristo el Sumo Sacerdote, uno del “sacerdocio real” de Jehová Dios. (Heb. 3:1; 1 Ped. 2:9; Apo. 5:9, 10, NM) El depender Saulo de sus obras carnales y de lo que él mismo era en la carne ya no valía. Por ninguna de estas cosas podría Saulo capacitarse adecuadamente como ministro de Dios. Tampoco puede algún otro hombre capacitarse o capacitar a otro hombre adecuadamente. Pero lo que no podemos hacer nosotros, Dios puede hacerlo.
5. Saulo de Tarso, como blasfemo y perseguidor del pueblo de Jehová, ilustra ¿qué resultado animador que Jehová puede lograr?
5 Ahora bien, según se ilustra en el caso de Saulo de Tarso, ¿cómo capacita Dios a alguno adecuadamente y lo introduce al ministerio cristiano? El caso de Saulo muestra que hay esperanza aun para personas que ahora persiguen al pueblo de Jehová, si éstas son personas honradas y están dispuestas a recibir corrección, porque Saulo también fué un perseguidor manchado de la sangre del “Israel de Dios” cristiano. Él necesitaba la misericordia de Dios. Manifestándole misericordia, Dios lo detuvo a fin de introducirlo al ministerio del nuevo pacto. Dice Pablo el apóstol: “Estoy agradecido a Cristo Jesús nuestro Señor, que me delegó poder, porque me consideró confiable al asignarme a un ministerio, aunque antes era blasfemo y perseguidor y hombre insolente. No obstante se me mostró misericordia, porque era ignorante y obré con falta de fe. Pero la bondad inmerecida de nuestro Señor sobreabundó junto con la fe y el amor que hay en conexión con Cristo Jesús. Confiable y digno de plena aceptación es el dicho de que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a pecadores. De éstos yo soy el más notable. No obstante, la razón por la cual se me mostró misericordia fué para que por medio de mí como el caso más notable Cristo Jesús pudiese demostrar toda su gran paciencia para ejemplo de los que descansarán su fe en él para vida eterna.” (1 Tim.1:12-16, NM) Si alguien ha sido perseguidor del pueblo de Jehová y ahora se da cuenta de su error y perversidad vergonzosa, que cobre ánimo. Considere a Saulo como ejemplo y tenga fe esa persona en que a ella también se le puede mostrar misericordia.
6, 7. (a) ¿Cómo se le informó a Saulo, el perseguidor interrumpido, cuál era la voluntad de Jehová en lo que se refería a él? (b) ¿Al cumplir con qué requisitos llegó a ser él entonces un ministro capacitado de Dios?
6 Recuérdese que el sacrificio humano perfecto de Jesucristo como Mediador puso en vigor el nuevo pacto. Esto permitió que Dios perdonara el pecado y la iniquidad de acuerdo con su promesa expresa en ese nuevo pacto. De modo que Jesús el glorificado Mediador de ese pacto detuvo a Saulo el perseguidor en el camino a Damasco, cegándolo, y lo envió a la ciudad a que aguardara la llegada de un cristiano fiel a quien Saulo había estado resuelto a perseguir, Ananías de Damasco. Cuando Ananías vino a Saulo en su tercer día de ceguera, explicó cómo Jehová Dios estaba capacitando adecuadamente a Saulo para el ministerio del nuevo pacto. “Él dijo: ‘El Dios de nuestros antepasados te ha escogido para que llegues a conocer su voluntad y veas al Justo y oigas la voz de su boca, porque tú has de ser testigo de él a todos los hombres acerca de cosas que has visto y oído. Y ahora ¿por qué te demoras? Levántate, bautízate y lava tus pecados por medio de invocar el nombre de él.’” (Hech. 22:14-16, NM) “E inmediatamente cayó de sus ojos lo que se asemejaba a escamas, y él recobró la vista, y se levantó y fué bautizado,” y fué “lleno de espíritu santo.” (Hech. 9:17, 18, NM) Lavó sus pecados en la sangre purificadora del Mediador del nuevo pacto invocando el nombre del gran Autor del nuevo pacto, Jehová Dios, que había pactado el perdonar la iniquidad y no recordar más el pecado.—Heb. 9:14-26.
7 Saulo, ahora bautizado, perdonado y lleno de espíritu santo, se sintió adecuadamente capacitado y enviado por Dios. Por consiguiente al instante emprendió el ministerio para el cual había sido hecho apto. Observe cómo probó estar capacitado: “Estuvo por algunos días con los discípulos en Damasco, e inmediatamente en las sinagogas él comenzó a predicar a Jesús, que Este es el Hijo de Dios. . . . Saulo continuó adquiriendo tanta más fuerza y estaba confundiendo a los judíos que habitaban en Damasco al probar lógicamente que éste es el Cristo.” A causa de un complot para matarlo, “sus discípulos lo tomaron y lo bajaron de noche a través de una abertura en el muro, bajándolo en una canasta.” Luego descendió a Jerusalén y fué presentado al apóstol Pedro y a Santiago el medio hermano de Jesús. “Y continuó con ellos, llevando su vida diaria en Jerusalén, hablando denodadamente en el nombre del Señor, y hablaba y disputaba con los judíos de habla griega. Pero éstos hicieron esfuerzos por quitarle la vida.” Por eso los hermanos cristianos lo enviaron de vuelta a su ciudad natal de Tarso.—Hech. 9:19-30, NM.
PASOS HACIA CAPACIDAD
8, 9. ¿Cuáles pasos en dirección a estar capacitado uno como ministro preceden a la remoción del “velo de incredulidad”?
8 Nadie puede estar adecuadamente capacitado para ser un ministro de Dios en su nuevo pacto a menos que, semejante a Saulo, brille sobre él la luz de Dios por medio de Cristo, se arrepienta de su proceder pecaminoso, acepte la misericordia de Dios, invoque el nombre de Dios como el Perdonador de pecados para que sus pecados sean lavados en la sangre del sacrificio de Jesús y se bautice en agua y así manifieste fe y haga una confesión pública de esa fe. El apóstol Pablo nos recalca estos puntos cuando considera los requisitos para el ministerio y como él los llenaba. Él hace mención del velo de incredulidad que en otro tiempo lo cegaba y dice:
9 “Cuando se vuelve uno a Jehová, el velo es quitado. Ahora, Jehová es el espíritu; y donde está el espíritu de Jehová, hay libertad. Y todos nosotros, mientras que con caras descubiertas reflejamos como espejos la gloria de Jehová, somos transformados a la misma imagen de gloria a gloria, exactamente como obra Jehová el espíritu. Por eso es que, puesto que tenemos este ministerio según la misericordia que nos fué mostrada, no nos portamos incorrectamente, sino que hemos renunciado a las cosas disimuladas de las que hay que avergonzarse, no caminando en astucia ni adulterando la palabra de Dios, sino haciendo manifiesta la verdad recomendándonos a toda conciencia humana en la vista de Dios. . . . Porque no nos estamos predicando a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como esclavos de ustedes por causa de Jesús. Porque Dios es el que dijo: ‘De las tinieblas resplandezca la luz,’ y él ha resplandecido en nuestros corazones para iluminarlos con el glorioso conocimiento de Dios por el rostro de Cristo. Sin embargo, tenemos este tesoro [del ministerio] en vasijas de barro, para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros mismos. . . . Ahora porque tenemos el mismo espíritu de fe como aquel del cual se escribió [Salmo 116:10]: ‘Yo ejercí fe, por eso hablé,’ nosotros, también, ejercemos fe y por eso hablamos, sabiendo que el que levantó a Jesús también nos levantará a nosotros junto con Jesús. . . . Por eso no cedemos.”—2 Cor. 3:16 a 4:16, NM.
10. ¿Qué efecto tuvo la gloria de Jehová en los mediadores de los dos pactos, el antiguo y el nuevo, y en Pablo?
10 Aquí Pablo se refirió a Moisés el mediador del viejo pacto de la ley. Moisés, a causa de comunicarse con el ángel de Jehová en el monte Sinaí, llegó a estar cargado de una luz de gloria, de modo que, al descender del monte, “la piel de su rostro emitía rayos” y tuvo que cubrirse el rostro con un velo mientras hablaba con los aterrorizados judíos y hasta que regresó para hablar con el ángel de Jehová. (Éxo. 34:29-35, NM) Ahora el apóstol Pablo estaba reflejando como un espejo la gloria de Jehová conforme brillaba ésta en el rostro de Jesucristo, el Mediador del nuevo pacto, Pablo estaba siendo transformado a la misma imagen de un grado de gloria espiritual a otro, exactamente como obra Jehová el espíritu a quien él estaba llegando a conocer más y más.
11. ¿Cómo ‘glorificó Pablo su ministerio’?
11 Sin duda mientras Pablo estaba así reflejando luz de gloria y estaba siendo transformado, no podía portarse incorrectamente en su ministerio. No podía caminar en astucia ni adulterar la Palabra de Dios con alguna impureza. Tenía que renunciar a las cosas disimuladas de las que hay que avergonzarse. Por medio de manifestar la verdad en su pureza tenía que recomendarse a toda conciencia humana a la vista de Dios. Él no les podía encubrir cosa alguna a aquellos a quienes él predicaba como ministro del nuevo pacto. De modo que si las buenas nuevas que él declaraba estaban encubiertas, Pablo no tenía la culpa. Satanás el Diablo, el dios de este sistema de cosas, las había encubierto cegando la mente de todos los que no creían, “para que la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios, no penetre a través.” (2 Cor. 4:3, 4, NM) Al no encubrir nada, Pablo no podía ser un vendedor ambulante comercial de la Palabra de Dios como lo son los clérigos pagados de la cristiandad. Pablo tenía que decir sinceramente el mensaje con que Dios lo enviaba. Sabiendo que estaba a “la vista de Dios, en compañía con Cristo,” Pablo tenía que ‘glorificar su ministerio,’ no degradarlo.—2 Cor. 2:17 y Rom. 11:13, NM.
12. Igual a Pablo, ¿a quién tienen que conocer todos los ministros del nuevo pacto, y por qué?
12 El nuevo pacto del cual Pablo fué un siervo declaraba: “Todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor de ellos, dice Jehová,” y en Hebreos 8:11 el apóstol Pablo citó esas mismas palabras. (Jer. 31:34) Pablo conocía a Jehová Dios y por lo tanto fué un testigo de Jehová. Todos los ministros del nuevo pacto tienen que conocer a Jehová, de otra manera no podrían estar adecuadamente capacitados para estar en el ministerio de su nuevo pacto. Tienen que ser testigos de lo que conocen, por consiguiente tienen que ser testigos de Jehová. Teniendo eso presente Pablo dijo a sus compañeros en el ministerio: “Les ruego, por lo tanto, háganse imitadores de mí.” (1 Cor. 4:16, NM) En imitación de Pablo todos los ministros del nuevo pacto tienen que ser testigos de Aquel a quien ellos conocen como Dios de ese pacto, Jehová, el Perdonador de sus pecados. Como Dios mismo dijo a su pueblo típico en el pacto de la ley: “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo a quien he escogido; para que me conozcáis y me creáis, y entendáis que yo [soy] ÉL.” Estas palabras de ordenación para que sean testigos aplican ahora con más vigor a la clase siervo de Dios que está en el nuevo pacto y de la cual él dijo proféticamente: “He formado a este pueblo para mí mismo: ellos publicarán mi alabanza.” (Isa. 43:10, 21, Darby) Obteniendo la luz de gloria procedente de Jehová conforme se refleja en el rostro de Jesucristo que ha aparecido al género humano, los ministros de hoy del nuevo pacto tienen que, semejante a espejos, reflejar esa luz del conocimiento de la gloria de Dios a otros para que él sea alabado y ellos sean iluminados. En esta época oscura grande es la necesidad de hacer esto.
-
-
Ordenación de los ministros capacitadosLa Atalaya 1956 | 15 de marzo
-
-
Ordenación de los ministros capacitados
1. ¿Cómo se tipificó en el caso de Jeremías la ordenación de los ministros capacitados de Jehová?
PABLO dice: “El estar nosotros adecuadamente capacitados proviene de Dios, quien de hecho nos ha capacitado adecuadamente para ser ministros de un pacto nuevo.” (2 Cor. 3:5, 6, NM) Eso significa que tiene que ser Dios quien ordene o nombre a una persona para que sea ministro suyo. Este hecho se tipificó en el caso de Jeremías, que fué un ministro del viejo pacto de la ley de Israel. Puesto que era de la familia sacerdotal de Aarón, Jeremías estaba automáticamente en línea para ser un sacerdote en el templo en Jerusalén. Pero para ser más que sacerdote, a saber, un profeta que profetizaría concerniente a todas las naciones de la tierra, Jeremías necesitaba algo más que haber nacido como hijo de Helcías el sacerdote. Ningún hombre podía hacerlo tal profeta. Dios, quien inspira la profecía, era por lo tanto el que había de ordenarlo o nombrarlo como profeta, el que había de capacitarlo adecuadamente. Jeremías indica su ordenación o nombramiento de parte de Dios, cuando dice: “La palabra de Jehová llegó hasta mí, diciendo: Antes de formarte en el vientre te conocí; y antes que salieras del seno te santifiqué, te nombré [ordené, VA] profeta a las naciones. . . . tú irás a quienquiera que te envíe, y todo lo que te mande tú hablarás. . . . Y Jehová extendió la mano y me tocó la boca; y Jehová me dijo: He aquí, he puesto mis palabras en tu boca. Mira, este día te he puesto sobre las naciones.”—Jer. 1:4-10, Darby.
2. ¿Por qué requirió Jesús la misma clase de ordenación?
2 Aun Jesús el carpintero de Nazaret necesitó esta ordenación procedente de Jehová Dios. Como hombre Jesús no era de una familia sacerdotal de Israel. Como miembro de la tribu real de Judá él era un heredero del trono terrestre de David pero no de un trono y realeza celestiales. Para ser sumo sacerdote semejante al sacerdote regio, el rey Melquisedec, Jesús tenía que ser ordenado por Jehová, y Jehová había jurado proféticamente que Jesús debería ser dicho sacerdote real. Para ser un rey celestial sentado en el propio trono de Jehová a su diestra, Jesús tenía que ser ungido con algo más que el aceite de unción a manos de un profeta o sacerdote humano. Tenía que ser ungido y de esta manera ordenado o nombrado con el espíritu santo procedente de Jehová Dios. Como Pablo escribe: “Tampoco el Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que fué glorificado por aquel que habló con referencia a él: ‘Tú eres mi Hijo; hoy he venido a ser tu Padre.’ Tal como él dice también en otro lugar: ‘Tú eres un sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec.’”—Heb. 5:5, 6, NM.
3. ¿Cómo demostró Jesús que su ordenación no provino de Juan el Bautista, sino de Jehová?
3 Jesús recibió la ordenación necesaria procedente de Dios. Cuando Juan, el hijo del sacerdote Zacarías, bautizó a Jesús en el río Jordán, él no ordenó a Jesús para que fuera sacerdote o rey. Él no podía hacerlo. Juan no sabía por qué estaba bautizando a Jesús. Él no entendió entonces que él bautizaba a Jesús sólo para simbolizar que Jesús se había dedicado a hacer la voluntad de Dios, para lo cual había venido al mundo. El bautismo en agua simbolizó la dedicación de Jesús, para un cambio de proceder en su vida. Fué por primera vez después que Jesús se había bautizado y hubo salido del agua que su Padre celestial Jehová Dios lo ordenó o nombró por medio de reconocer audiblemente al dedicado Jesús como Hijo espiritual suyo y ungirlo con su espíritu santo. (Mat. 3:13-17) Poco tiempo después, para manifestar que fué Jehová y no el sacerdotal Juan el Bautista quien lo había ordenado, Jesús fué a la sinagoga en Nazaret y leyó a la gente la profecía de Isaías: “El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, me envió para predicar.” Luego Jesús dijo a la congregación: “Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír.”—Luc. 4:16-21, NM; 3:21-23.
4. La ordenación de Pablo por Jehová se muestra en ¿qué textos?
4 ¿Tuvo Pablo también esta ordenación o nombramiento que viene de Dios? Él dijo: “Con el propósito de dar este testimonio fuí nombrado [ordenado, VA] predicador y apóstol . . . maestro de naciones en el asunto de la fe y la verdad.” (1 Tim. 2:7, NM) ¿“Nombrado” u “ordenado” por quién? Pablo contesta en sus propias palabras a los gálatas: “Pablo, apóstol, no de parte de hombres ni por medio de un hombre, sino por medio de Jesucristo y Dios el Padre, . . . cuando Dios, quien me separó del seno de mi madre y me llamó por su bondad inmerecida, consideró bueno revelar a su Hijo en conexión conmigo, para que yo declarara las buenas nuevas acerca de él a las naciones, no fuí inmediatamente a conferenciar con carne y sangre. Tampoco subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo.” (Gál. 1:1, 15-17, NM) Pablo fué bautizado, probablemente por Ananías, quien le dijo que se bautizara. Después Pablo fué “lleno de espíritu santo” en evidencia de que Jehová lo había ordenado o nombrado mediante Cristo, que lo había escogido como vaso para llevar su nombre.—Hech. 9:15-18, NM.
5, 6. ¿Qué parte desempeñó Pedro, si acaso desempeñó alguna, en la ordenación de Cornelio, sus parientes y amistades estrechas?
5 Aun los primeros conversos gentiles incircuncisos tuvieron esta ordenación o nombramiento de Dios para ser ministros de su nuevo pacto. Si su ordenación no hubiese sido por Dios los cristianos judíos no hubieran estado listos ni dispuestos a reconocerlos entonces como ministros cristianos ordenados. Antes de que el apóstol Pedro terminara de predicar al italiano Cornelio y a muchos de sus parientes e íntimos amigos estos incircuncisos no judíos creyeron y aceptaron la misericordia de Dios por medio de Cristo, y Dios los ordenó o nombró como testigos ministeriales suyos. La historia bíblica dice: “Mientras todavía estaba hablando Pedro acerca de estos asuntos el espíritu santo cayó sobre todos los que escuchaban la palabra. Y los fieles que habían venido con Pedro que eran de los circuncisos estaban asombrados, porque el don gratuito del espíritu santo estaba siendo derramado también sobre gente de las naciones. Pues los oían hablar con lenguas y glorificar a Dios. Entonces Pedro respondió: ‘¿Puede alguien prohibir agua para que éstos no sean bautizados, quienes han recibido el espíritu santo igual que nosotros?’ Con eso mandó que los bautizaran en el nombre de Jesucristo.” Más tarde, en Jerusalén, Pedro explicó a sus compañeros cristianos judíos: “Cuando comencé a hablar el espíritu santo cayó sobre ellos tal como también lo hizo sobre nosotros originalmente. . . . Por lo tanto, si Dios les dió el mismo don gratuito a ellos que también nos dió a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para que pudiese estorbar a Dios?”—Hech. 10:44-48; 11:15-17, NM.
6 De modo que Pedro hizo que se bautizaran, no para ordenarlos (Dios ya había hecho eso), sino para que simbolizaran su fe y dedicación que Dios ya había aceptado con evidencia milagrosa.
7, 8. En cuanto al resto actual de testigos ungidos, ¿qué prueba tenemos de que hayan sido nombrados por Dios?
7 ¿Qué hay de los testigos dedicados de Jehová hoy día? Estos también confían en este nombramiento u ordenación que viene de él con el fin de ser capacitados como ministros suyos en cuanto a esto que es lo más necesario. Hoy sobre la tierra sólo hay un resto de aquellos a quienes Jehová Dios ha estado escogiendo durante los diecinueve siglos pasados y nombrando u ordenando para ser ministros ungidos suyos del nuevo pacto. Estos son el resto o “los que quedan” de la simiente de la organización semejante a mujer de Dios. (Apo. 12:17, NM) A ellos él dice: “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi Siervo, a quien he escogido.” (Isa. 43:10) Como grupo los del resto ahora forman un cuerpo siervo o un cuerpo esclavo. Forman lo que Jesús en su profecía llamó “el esclavo fiel y discreto,” que ha sido nombrado “sobre sus domésticos para darles el alimento al debido tiempo.” ¿De quién ha recibido el resto su nombramiento u ordenación como tal? No de los hombres, sino de su Amo o Señor, el Rey reinante Jesucristo. Desde que él recibió su reino en 1914 y desde que vino al templo en 1918 para el juicio primero de la “casa de Dios,” ha encontrado a los de este resto de cristianos dedicados y ungidos haciendo lo que se les asignó hacer. De modo que él les ha hecho lo que prometió: “De cierto les digo: Lo nombrará al cargo de todos sus bienes.”—Mat. 24:45-47, NM.
8 ¿Qué prueba tenemos de que hayan sido nombrados por Dios mediante su invisible y glorificado Cristo y de que estén adecuadamente capacitados? La prueba es el que dan el “alimento [espiritual] al debido tiempo.” No fué respecto a ellos que Jehová profetizó: “He aquí que vienen días, dice Jehová el Señor, en que enviaré hambre sobre la tierra; no hambre de pan, ni escasez de agua, sino de oír las palabras de Jehová.” (Amós 8:11) Fué con respecto a los clérigos de la cristiandad y sus congregaciones. Ellos rechazan el alimento que sirven las manos y boca de la clase del “esclavo” y por eso sufren hambre espiritualmente. Todo a causa de que no reconocen la ordenación o nombramiento heterodoxo de la clase del “esclavo fiel y discreto.” Pero hay cientos de miles de otras personas que están conscientes de su necesidad espiritual y que encuentran dónde conseguir el alimento espiritual y que lo aceptan de las manos del resto ungido de los testigos de Jehová. Estas son las personas honradas, humildes, de actitud semejante a oveja, a quienes el Pastor Propio de Jehová, Jesucristo, admite en la manada para que sean sus “otras ovejas,” constituyéndolas “un solo rebaño” con el resto ungido.—Juan 10:16.
MINISTROS BAJO EL NUEVO PACTO
9, 10. Aunque las “otras ovejas” no pueden ser “ministros de un pacto nuevo,” ¿por qué están ellas también entre los ministros adecuadamente ordenados de la actualidad?
9 Dado que las “otras ovejas” tienen que seguir al Pastor Propio de Jehová, también tienen que ser ‘testigos fieles y verdaderos’ como él lo fué; también tienen que ser ministros adecuadamente capacitados de Jehová Dios. Naturalmente, no pueden ser “ministros de un pacto nuevo” en el sentido que lo fué el apóstol Pablo, que estuvo en el nuevo pacto como miembro de la “nación santa” del Israel espiritual y quien fué por lo tanto un ministro sacerdotal, un miembro del “sacerdocio real” con una vocación celestial. Pero tenemos que recordar que el Israel espiritual fué tipificado o prefigurado por el Israel natural de tiempos antiguos. Como miembros de esa nación escogida los israelitas naturales estuvieron en el viejo pacto de la ley con Jehová su Dios. Pero entre los israelitas naturales había muchos no israelitas que eran residentes temporarios o transeúntes extranjeros y que sirvieron de diversas maneras en Israel, algunos hasta siendo esclavos del templo. Estos también adoraban a Jehová como Dios suyo y Su ley los protegía y les suministraba muchas bendiciones y privilegios. Ellos eran “tu residente temporario que está dentro de tus puertas” que no habían de trabajar el sábado de Israel. (Éxo. 20:8-10, NM) No habían de traer ningún oprobio al nombre de Jehová, sino que habían de alabarlo junto con los israelitas naturales. Tenían que mostrar cuánto los bendecía él mediante su simiente natural de Abrahán.
10 Igualmente sucede con las “otras ovejas,” el moderno “residente temporario que está dentro de [las] puertas” de los israelitas espirituales. Ellas no son israelitas espirituales en el pacto nuevo, pero viven bajo las bendiciones y provisiones de ese pacto nuevo y tienen que armonizar su vida con él. Tienen que ser una sociedad del Nuevo Mundo con el resto del Israel espiritual. Están bajo la única ley general de ser testigos de Jehová y predicar las nuevas del Reino para dar un testimonio a todas las naciones, antes de que termine completamente este sistema de cosas mundano. (Mat. 24:14, NM) Para hacer esto, ellos también tienen que estar adecuadamente capacitados y esto requiere, ante todo, que tengan una ordenación de Dios. Como el paso necesario hacia esto anuente y amorosamente se han dedicado a Dios por medio de su Hijo Jesucristo, y esta entrega completa que ellos han hecho de sí mismos a Dios la han simbolizado como lo hizo Jesús, por bautismo en agua. En vista de su dedicación correcta Dios los acepta en el “un solo rebaño” de su Pastor Propio Jesucristo, no para ser miembros del Israel espiritual o del sacerdocio real con una herencia celestial ni para ser ministros sacerdotales del nuevo pacto, sino para ser testigos de Jehová y ministros adecuadamente capacitados bajo el nuevo pacto. Él los ordena o nombra como ministros terrestres suyos, para servir con el resto ungido del Israel espiritual. Todos ellos tienen esta ordenación o nombramiento en virtud de que Jehová acepta la dedicación que ellos hacen mediante Jesucristo el Mediador del nuevo pacto. Por eso todos ellos son sus ministros ordenados, ya sean varones o hembras según la carne.
11. Considerado desde un punto de vista bíblico, ¿qué efecto tienen en los ministros a quienes Jehová ordena los reglamentos de ordenación de las naciones mundanas?
11 Sobre esta base en sí misma sería correcto el que todas las naciones que pretenden dar consideración a los ministros cristianos los reconocieran como ministros bíblicamente ordenados. Las naciones son obstinadas y dictatoriales cuando establecen sus propias reglas y requisitos y mediante ellos declaran quién es un verdadero ministro ordenado reconocido por Dios. Cuando las naciones exigen una autorización escrita emitida por algún hombre, grupo de hombres u organización religiosa, o que se ejecute alguna ceremonia hecha por hombres antes de reconocer a estos hombres y mujeres dedicados como ministros de Dios, bíblicamente eso es algo que no está en regla. Los legisladores no inspirados de este mundo no escribieron las Escrituras, sino que Dios hizo que se escribieran esas Escrituras por la fuerza impelente de su espíritu, y sus ministros verdaderos tienen el testimonio de sus Escrituras inspiradas concerniente a su ordenación por él a causa de haberse dedicado a él. La prueba de lo que sus ministros ordenados han de ser debería tomarse de la Palabra escrita de Dios que hace la ordenación, no debería tomarse de leyes hechas por el hombre y de la interpretación legal que los jueces dan a éstas.
12, 13. A los mundanos que tratan de estorbar la formación y funcionamiento de una sociedad de ministros, tal como la de los testigos de Jehová, se les contesta correctamente ¿cómo, y por qué?
12 Dios el Soberano Universal tiene el derecho de determinar cómo será formada y cómo será dirigida su organización visible de su pueblo y quiénes serán sus ministros en ella y de acuerdo con qué condiciones. Aun las sectas religiosas de la cristiandad reconocen este derecho de su organización sectaria. Hace casi dos años el principal funcionario administrativo de la Iglesia presbiteriana en los EE. UU., cuando hablaba a 400 delegados de la Alianza Presbiteriana Mundial en Princeton, Nueva Jersey, incluyó entre las libertades religiosas fundamentales la ‘libertad de determinar el gobierno y condiciones internas de un cuerpo eclesiástico.’ Luego dijo: “Cuando en el juicio considerado y piadoso de una iglesia el estado o la sociedad la privan esencialmente de la libertad para descargar estas responsabilidades, es el deber de la iglesia decir ‘no’ al estado y ‘no’ a la sociedad.” (El Times de Nueva York del 29 de julio de 1954) Los testigos de Jehová teocráticamente se adhieren a las reglas y nombramientos de Dios en lo que toca a cómo Su organización del Nuevo Pacto debe ser edificada y funcionar. Ellos dicen no a los mundanos que intervienen.
13 Ellos no necesitan que hombres religiosos les impongan las manos para que sean ordenados. Su ordenación proviene de Dios y les resulta de dedicar su existencia eterna a él por medio de Cristo. Ellos no son ordenados por las manos impuestas sobre ellos por el que los bautiza en agua en símbolo de su dedicación. Pero, puesto que su bautismo en agua tiene una relación con su ordenación procedente de Dios, ellos pueden, con propósitos de registro, presentar la fecha de su bautismo como el tiempo aproximado de su ordenación, para satisfacer la ley del país en caso de que se pida una fecha de ordenación. Lo que los testigos de Jehová quieren sobre ellos para capacitarlos es la mano de Dios, la mano de Aquel que tocó la boca de Jeremías y dijo: “He aquí que pongo mis palabras en tu boca.” (Jer. 1:9) Ellos quieren la mano de Aquel que trajo a salvo a Esdras el sacerdote a Jerusalén, “la buena mano de su Dios sobre él”; la misma mano de la cual dice Nehemías, el constructor de los muros de Jerusalén: “De modo que el rey me [las] dió, conforme a la buena mano de mi Dios sobre mí.” (Esd. 7:6, 9, 28; Neh. 2:8, 18, NM)
-