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El testimonio de las cosas vivas¡Despertad! 1974 | 22 de enero
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El testimonio de las cosas vivas
CUANDO miramos al mundo de las cosas vivas mayores, ¿hay alguna evidencia de que un género de cosas vivas cambia a otro género? ¿Hay una serie gradual de animales y plantas entre las clases que se conocen como las “más bajas” y las “más elevadas”?
Si la evolución es verdad, debería haber tal serie gradual. Si la Biblia es verdad, no debería haber tal evidencia.
Cuando estudiamos el reino vegetal y animal que está vivo en la actualidad, ¿qué nos dice? ¿Podemos observar el cambio gradual de un género a otro?
Un libro partidario de la evolución, Processes of Organic Evolution dice lo siguiente: “Ciertamente ningún biólogo ha visto en realidad el origen por medio de la evolución de un grupo importante de organismos.”
¿Por qué no? ¿Por qué es que nadie ha visto jamás la evolución de un grupo importante de organismos?
Los evolucionistas contestan esa pregunta diciendo que eso se debe a que la evolución requiere millones de años y el hombre no vive lo suficiente para observarla. Pero esa conclusión no es una evidencia. Es, otra vez, “una conjetura.” Cuando solo tratamos con la evidencia, ésta nos da una respuesta diferente.
No hay transiciones
La razón por la que actualmente no se puede ver esa evolución entre las cosas vivas se debe a que todas las formas de vida están completas. No se observa que ninguna esté en una etapa de transición, cambiando a otro género de vida. En ninguna parte se encuentran órganos parciales o extremidades que evolucionan en algo distinto. Dondequiera que hay un ojo, oreja, ala, mano, pie o algún otro órgano o estructura, no está en una etapa “intermedia.” Está completo, y es útil al organismo que lo posee.
Es cierto que algunos han señalado a órganos como el apéndice y las amígdalas en el hombre, afirmando que éstos han sido ‘sobrantes’ de la evolución. Pero un conocimiento posterior reveló que esos órganos no eran ‘sobrantes’ en ningún sentido, sino que tienen un uso definido. El problema fue que los investigadores no entendieron sus funciones sino hasta recientemente.
El hecho de que no hay formas de transición entre las cosas vivas también lo notó en su día Carlos Darwin, el “padre” de la evolución moderna. Hace más de un siglo escribió:
“¿Por qué, si las especies han descendido de otras especies por graduaciones delicadas, no encontramos por todas partes incontables formas de transición? ¿Por qué no está toda la naturaleza en confusión, en vez de estar las especies, como las vemos, bien definidas?”
Darwin contestó diciendo que todas las formas de transición ya habían sido exterminadas. Pero, ¿parece esto ser razonable? ¿No deberíamos esperar que por lo menos algunas transiciones todavía estuvieran en evidencia, puesto que se dice que la evolución continúa?
Por qué no hay transiciones
¿Por qué no hay formas de transición entre las cosas vivas? ¡Sencillamente porque no están en transición! No están cambiando de un género a otro, sino que permanecen dentro de sus géneros.
Aunque hay mucha variedad, o cambio, efectuándose dentro de cada género, los géneros se mantienen separados. Y se mantienen de ese modo debido a una barrera que ningún científico ha podido vencer. ¿Cuál es? La barrera de la esterilidad entre los géneros básicos.
Ilustremos: entre los humanos vemos una gran variedad de tamaños, formas, colores y habilidades. Difícilmente dos personas se parecen. ¡De los 3,8 mil millones de personas que actualmente viven en la Tierra, pocas, si es que algunas, siquiera tienen el mismo juego de huellas digitales! Sin embargo, sin importar cuán diferentes sean, en todas partes se reconoce a la gente como parte de la familia humana.
Toda la gente se puede casar entre sí y producir hijos prescindiendo de las variaciones que existen. Pero los humanos no se pueden aparear con ningún animal y producir prole. Solo se pueden reproducir si permanecen dentro de su género, el género humano. Si tratan de salir de esos límites, fuera de su género, no se pueden reproducir con ninguna otra cosa viva. No hay excepción a esta regla.
Lo que muestran los experimentos de cría
En los experimentos de cría, los científicos han tratado de continuar cambiando varios animales y plantas indefinidamente. Querían ver si con el tiempo podían desarrollar nuevas formas de vida. ¿Con qué resultado? La publicación médica inglesa On Call informa:
“En los procedimientos de cría, los criadores por lo general hallan que después de unas pocas generaciones, se alcanza un punto óptimo más allá del cual es imposible continuar mejorando, y no se han formado nuevas especies que sean estériles con sus formas ancestrales, y fértiles con otros individuos de las mismas especies. Los procedimientos de cría, por lo tanto, parecen refutar, en vez de apoyar, a la evolución.”
En su propia investigación extensa acerca de este asunto, el abogado Norman Macbeth llegó a la misma conclusión. Dijo:
“Aunque el tema casi nunca lo consideran [los evolucionistas], mi opinión es compartida por científicos de buena reputación. Así es que [Loren] Eiseley dice: ‘Tal parece que la cría doméstica cuidadosa, prescindiendo de lo que haga para mejorar la calidad de los caballos de carrera o de las coles, no es en sí el camino a la interminable desviación biológica que es la evolución. Esta situación es muy irónica, porque más que casi ningún otro factor individual, la cría doméstica se ha usado como un argumento a favor de la realidad de la evolución.’ . . .
“El profesor [Edward] Deevey suministra frases suaves como ‘la barrera de las especies’ . . . entonces confiesa su completo fracaso: ‘Se han hecho algunas cosas notables por medio de la cruza y la selección dentro de la barrera de las especies, o dentro de un círculo mayor de especies relacionadas estrechamente, como con los trigos. Pero el trigo todavía es trigo, y no, por ejemplo, toronja; y no podemos hacer que los cerdos tengan alas como tampoco pueden las gallinas poner huevos cilíndricos.’”
Así es que, se halla que los géneros básicos de las cosas vivas son notablemente estables. Los experimentos de cría más intensos no los pueden llevar más allá de cierto punto. Cuando van demasiado lejos, llegan a la frontera de la esterilidad. Un ejemplo de eso es la mula, que se produce por medio de aparear a un burro y a un caballo. Pero evidentemente la mula ha llegado al límite externo del género del caballo, porque la mula por lo general es estéril.
Así es que aunque los experimentos y las observaciones de lo que acontece en el estado natural muestra gran variedad y adaptabilidad dentro de los géneros básicos, las plantas o los animales nunca cambian tanto que comiencen a transformarse en algo distinto.
Eso no es lo que uno esperaría si la evolución fuera verdad. Sin embargo, es precisamente lo que esperaría si la Biblia es verdad, si las cosas vivas fueron creadas y se reproducen solo “según sus géneros.”
El evolucionista Isaac Asimov reconoce que esto es lo que muestran los hechos, diciendo:
“La vida solo proviene de la vida en el caso de cada animal que el hombre reúne en rebaños y de cada planta que el hombre cultiva. . . .
“Para ser más exactos, deberíamos decir que la vida proviene solo de vida similar. . . . Cada cual tiene su propia prole igual a sí; cada uno nace de padres iguales a él; cada uno proviene de un largo linaje (que se extiende indefinidamente en el pasado) de unas criaturas exactamente iguales a él.”
¿Qué hay de la humanidad? Lo mismo es cierto, como lo muestra el testimonio de toda la historia registrada. En Statement on Race, Ashley Montague dice:
“Los científicos han llegado a un acuerdo general en reconocer que la humanidad es una: que todos los hombres pertenecen a la misma especie, . . . Además hay acuerdo general entre los científicos de que todos los hombres probablemente se derivan del mismo tronco común. . . .
“El aforismo de San Pablo de que ‘Dios hizo de una sola sangre a todo el linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la Tierra’ está en perfecta armonía con los hallazgos de la ciencia.”
El profesor Moore también dice: “No hay absolutamente ninguna evidencia experimental de algún cambio de una forma animal a otra forma animal; o en cuanto a eso, algún cambio de una forma de planta a otra forma de planta . . . La única evidencia de cambio que se puede clasificar apropiadamente como el resultado de sólido método científico es la evidencia de variación genética DENTRO de los límites de los géneros o formas animales, o DENTRO de límites de los géneros o formas vegetales.”
Lo que revela el registro de los fósiles
También es de interés la observación de Moore con respecto a las plantas y animales que han vivido en el pasado, pero que desde entonces han muerto. Dice él:
“No hay absolutamente ninguna . . . evidencia en la principal fuente histórica, el registro de los fósiles, de ninguna verdadera relación en la secuencia de estos géneros. Muy probablemente no se han hallado formas de transición en el registro de los fósiles debido a que no existen en absoluto formas de transición en la etapa de los fósiles. Muy probablemente, las transiciones entre los géneros de animales y/o las transiciones entre los géneros de las plantas nunca han ocurrido.”
Esta es la evidencia después de más de un siglo de excavar. El registro permanece precisamente como cuando, hace un siglo, Darwin exclamó: “Como por esta teoría [de evolución] incontables formas de transición tienen que haber existido, ¿por qué no las hallamos incrustadas en números y cantidades innumerables en la corteza de la Tierra?”
Salvó la dificultad declarando que el registro de los fósiles estaba incompleto. Pero después de más de un siglo de intensa excavación, ya no se puede usar esa excusa válidamente. El registro de los fósiles está bastante completo para mostrar lo mismo que muestra el registro vivo... una cosa viva solo se reproduce “según su género.” No se le halla cambiando de un género a otro.
Además, Darwin dijo que si se podía mostrar que grupos de cosas vivas, “realmente habían comenzado a vivir a la vez, ese hecho sería fatal para la teoría de la evolución.” ¿Qué muestra la evidencia? El profesor Moore informa:
“En The Fossil Record, una publicación de 1967, . . . patrocinada conjuntamente por la Sociedad Geológica de Londres y la Asociación Paleontológica de Inglaterra . . . unos 120 científicos, todos especialistas, prepararon 30 capítulos en una obra monumental de más de 800 páginas para presentar el registro fósil para plantas y animales divididos en aproximadamente 2.500 grupos. . . .
“Una generalización concluyente que se extrae de este cuadro es la siguiente: ¡Se muestra que cada forma o género principal de planta o animal tiene una historia separada y distinta de todas las otras formas o géneros!!!
“Los grupos tanto de plantas como de animales aparecen repentinamente en el registro fósil. . . . Ballenas, murciélagos, caballos, primates, elefantes, liebres, ardillas, etc., todos son tan diferentes en su primera aparición como lo son ahora. No hay ni un rastro de un antepasado común, mucho menos un eslabón con algún reptil, el supuesto progenitor. . . .
“Y los que proponen la Teoría General de la Evolución, que están familiarizados con los hechos de la paleontología, reconocen la existencia de brechas entre todas las categorías superiores. Reconocen que este es un hecho innegable del registro de los fósiles.”
Los evolucionistas ciertamente reconocen esto. Por ejemplo, en Processes of Organic Evolution, G. L. Stebbins dice de la evidencia de los fósiles con respecto al origen y evolución de los grupos principales de las cosas vivientes: “Sobre todo los evolucionistas están impresionados con la imperfección del registro de los fósiles para este propósito.” Él habla de “brechas profundas” y de la “naturaleza incompleta y torcida [¡prejuiciada!] del registro de los fósiles.”
Sin embargo, también dice: “El registro de las formas de vida pasadas [en la forma de fósiles] ahora es extenso y constantemente está aumentando en valor.” Así es que hay suficiente cantidad de fósiles para llegar a conclusiones. Pero en ningún lugar se hallan las formas de transición que deberían haber existido si un grupo se transformó en otro por medio de la evolución.
Se reconoce que este es el caso también con las formas de vida más pequeñas, porque Asimov admite: “Por primitiva que parezca una criatura unicelular [de una célula] en comparación con un hombre, o aun con una ostra, tiene que ser en sí misma el producto final de una larga cadena de evolución, de la cual no ha quedado rastro.” Y dice de formas superiores: “Quizás tanto los cordados como los equinodermos se ramificaron de un antepasado común del cual no tenemos registro.” [Bastardillas nuestras]
Así es que, podemos entender por qué Stebbins se lamenta: “El registro de los fósiles es exactamente el de la clase incorrecta para los evolucionistas que desean saber cómo se originaron los grupos principales de organismos.”
Y el evolucionista Edmund Samuel, profesor asociado de biología en el Colegio Antioch, de Ohio, admite lo siguiente: “El concepto de la evolución no se puede considerar como una sólida explicación científica para la presencia de las diversas formas de vida en el espacio y el tiempo. . . . Esto se debe a que hay que usar la información circunstancialmente y a que ningún análisis en detalle . . . del registro de los fósiles puede apoyar directamente a la evolución.”—Order: In Life (1972), pág. 120.
Por lo tanto, del registro de las cosas vivas, y del registro de los fósiles, ¿a qué conclusión llegaría usted honradamente? ¿Apoyan los hechos una evolución gradual de un género vivo a otro? O, ¿apoyan más bien el punto de vista de la Biblia de que Dios creó diferentes géneros de cosas vivas y que éstas se multiplican solo “según sus géneros”?
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¿Qué hay de los “hombres-monos”?¡Despertad! 1974 | 22 de enero
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¿Qué hay de los “hombres-monos”?
SIN embargo, ¿qué hay de los informes a través de los años de que se han descubierto restos fósiles de hombres parecidos a monos? ¿No son prueba de transiciones entre los monos y los hombres?
Si esto fuera cierto, ¿entonces por qué es que actualmente sigue en existencia la familia “inferior” del mono, pero ni una sola de las clases de “hombres-monos,” que supuestamente eran superiores? ¿No debería haber sobrevivido a los monos inferiores por lo menos una de esas clases superiores? Pero en la actualidad vemos chimpancés, mandriles, orangutanes, gorilas y hasta monos en abundancia, pero ningún “hombre-mono” superior.
Desde el punto de vista de la evolución, es extraño que cada uno de los “eslabones” entre los monos y el hombre moderno haya desaparecido, pero no los monos inferiores. Sin embargo, no es del nada extraño si vemos el registro desde el punto de vista de la Biblia. La Biblia muestra la razón sencilla de por qué no existen eslabones en la actualidad: jamás existieron.
Brecha gigantesca
No se puede negar que entre las cosas vivas de la actualidad observamos una brecha gigantesca entre el género humano y cualquier animal. En Populations, Species and Evolution, un evolucionista, el profesor Ernst Mayr de la Universidad de Harvard, declara:
“No se puede hacer una equivocación más trágica que considerar al hombre como ‘un mero animal.’ El hombre es singular; se diferencia de todos los otros animales en muchas propiedades, como el habla, tradición, cultura, y un período de crecimiento y cuidado paternal enormemente prolongado.”
La unicidad del hombre no puede explicarse por medio de la evolución, porque ese proceso ciertamente debía haber resultado en que por lo menos otras pocas cosas vivas tuvieran cualidades algo parecidas a las humanas. Pero ese no es el caso. De todas las criaturas en la Tierra, solo los humanos son capaces de un razonamiento abstracto, de usar idiomas complejos, acumular y edificar sobre el conocimiento y transmitir las mejoras a sus hijos. Solo los humanos inventan y mejoran herramientas. Solo ellos aprecian la belleza, componen música y pintan cuadros.
Además, en contraste con los animales, solo los humanos tienen un sentido moral innato. Es cierto, pueden pervertirlo o hasta ir en contra de él, pero aún así tienen la facultad de la conciencia. Es por eso que en todas las sociedades humanas, aun en las ateas, hay leyes que protegen la moral, la vida humana, la propiedad y otros derechos. Pero en ninguna parte vemos esa conciencia entre los animales.
Sí, por lo general se admite que en la actualidad existe esta brecha gigantesca entre la humanidad y los animales. Pero, ¿fue siempre así? ¿Qué hay acerca de esos “hombres-monos” que se supone vivieron en el pasado?
Fósiles de “hombres-monos”
A juzgar por todas las historias que aparecen en los periódicos, revistas y libros, y por las exhibiciones en los museos, parecería que hay evidencia abundante para mostrar que el hombre moderno evolucionó de criaturas parecidas a monos. Eso es lo que en general cree el público ingenuo. Pero, ¿es ése realmente el caso?
Richard Leakey, director del Museo Nacional de Kenia, quien es muy conocido en el campo de la antropología, declaró recientemente: “Los que trabajan en este campo tienen tan poca evidencia sobre la cual apoyarse para basar sus conclusiones que frecuentemente tienen que cambiar de conclusiones. Así es que nunca parece haber ninguna estabilidad en las interpretaciones.”
A pesar de la escasez de evidencia fósil para la evolución, en años recientes los evolucionistas por lo general han concordado en una línea de ascendentes desde el mono hasta el hombre. Un eslabón vital en su cadena fue la criatura llamada Australopiteco, del cual se hallaron fósiles en África. Tenía un pequeño cráneo, una quijada pronunciada, y se le representó encorvado y de apariencia simiesca.
La evolucionista Ruth Moore declaró de él: “Según toda la evidencia los hombres al fin habían encontrado a sus por mucho tiempo desconocidos, primitivos antepasados.” Ella dijo enfáticamente: “La evidencia fue abrumadora . . . el eslabón perdido por fin había sido hallado.” En 1971 el Times de Nueva York declaró: “Fue Australopiteco . . . el que con el tiempo evolucionó en el Homo sapiens, u hombre moderno.”
El evolucionista Stebbins dijo también: “Los antepasados inmediatos del Homo [hombre] fueron los australopitecos.” La mayoría de los científicos en el campo de la evolución concordaron. Como lo señaló el Times de Los Ángeles en 1972: “La actual teoría evolucionaria sostiene que el Homo sapiens —el hombre moderno— evolucionó dentro del pasado millón de años de Australopiteco, un fósil con las características tanto del mono como del hombre.”
Pero, porque quizás haya una similitud en la estructura ósea entre una criatura simiesca y el hombre moderno, ¿significa eso de que están emparentados? Es igual que si una persona hoy día examina los huesos de un chimpancé y después los de un humano, que han muerto recientemente, y entonces llega a la conclusión de que uno vino directamente del otro. Pudiera afirmarlo, pero no sería cierto.
Pero cualquier teoría que se base sobre una evidencia endeble e inexistente, o un razonamiento superficial, tarde o temprano es reducida a la nada. Frecuentemente ha sucedido así con muchos ejemplos pasados de supuestos “hombres-monos.” Así, también, pudiera suceder ahora con el Australopiteco, solo unos pocos años después de que se haya afirmado dogmáticamente que era el más vital de todos los eslabones perdidos.
Para fines de 1972, Richard Leakey y su equipo hallaron en África un cráneo y los huesos de la pierna de una criatura que se dice vivió al mismo tiempo que el Australopiteco. ¡Pero se afirma que ésta tiene características humanas!
Con respecto al nuevo hallazgo, el East African Standard de Nairobi, Kenia, dijo:
“No solo el tamaño y la forma del cerebro de este nuevo hallazgo, sino también los huesos de las extremidades que se encontraron en los sitios arqueológicos que los expertos están ahora investigando en East Rudolf se parecen notablemente a los del hombre moderno.
“Y son estos descubrimientos que han arrojado nueva luz sobre la teoría de la evolución humana que requerirán una completa revaluación y modificación de la interpretación de los ejemplares de hombre primitivo previamente conocidos.”
Como resultado de este hallazgo, Leakey dijo a los periodistas que el Australopiteco “puede ser excluido de nuestra línea de antepasados.” Y el Daily News de Nueva York informó: “[Leakey] dijo que el descubrimiento hará necesario abandonar la teoría de la evolución del hombre que ahora se acepta comúnmente.” La conclusión fue: “El Homo sapiens [el hombre] no evolucionó del Australopiteco.”
Sin embargo, prescindiendo de cuál fósil antiguo sea colocado entre los antepasados del hombre, ¿no son simiescos, bestiales y de expresión estúpida? ¿No indica esto una evolución de un antepasado parecido a un mono?
Es cierto, así es como se les describe. Pero, ¿cuál es la base para esto? En The Biology of Race se nos dice: “La suposición de la bestialidad y la baja moralidad de diferentes personas se ha hecho patente en los esfuerzos de los paleontólogos por reconstruir a los hombres fósiles.” Entonces declara: “La carne y el cabello en esas reconstrucciones tienen que ser añadidas recurriendo a la imaginación.”
Así es que la apariencia bestial que se les da a los hombres anteriores no se basa en hechos, sino en la suposición de que así deben haber parecido si hubieran descendido de los monos. Reconocidamente la reconstrucción simiesca resulta solo de la imaginación, la fantasía de los científicos que están determinados a sostener la teoría de la evolución aunque esto signifique engañar al público en general.
La verdad es que es imposible determinar el parecido de una persona basándose en el cráneo u otros huesos. Este es el caso si el esqueleto de un hombre tiene solo cuatro años, o cuatro mil años de antigüedad. Los ojos, nariz, piel, cabello —de hecho todos los rasgos externos— no se preservan en los fósiles antiguos.
Es por eso que la publicación supracitada reconoce que con respecto a esos rasgos externos, “no sabemos absolutamente nada de ningún hombre prehistórico.” En vista de esto, ¿cuán honradas diría usted que son esas reconstrucciones bestiales?
Sin embargo, debido a evidencia reciente que muestra que muchos humanos primitivos tuvieron una cultura relativamente elevada, están ocurriendo algunos cambios de opinión. Como declara The Biology of Race: “Más recientemente los restauradores han comenzado a mostrar una tendencia a elevar las formas de los primeros hombres.” El Times de Nueva York dijo:
“Ahora parece que los hombres que vivieron en las cavernas de piedra caliza esparcidas por Europa, desde 32.000 a. de la E.C. hasta hace unos 10.000 años eran de modo innato muy semejantes a nosotros. De hecho, algunos antropólogos arguyen que eran más altos que el hombre moderno y que poseían cerebros más grandes.”
Así es que, una mirada veraz al registro nos dice esto: la brecha colosal entre el hombre y las bestias que es tan obvia en la actualidad siempre existió. Cualquier esfuerzo de poner a criaturas simiescas en la línea del hombre es un mito. Como dijo New Scientist, no hay “suficiente evidencia de materiales fósiles para sacar nuestra teorización de la región de la fantasía.”
La verdad es lo que muestran los hechos, que Dios creó al hombre separado y distinto de los animales, y que el hombre solo se reproduce según su género. Lo hace así en la actualidad, y siempre lo hizo en el pasado. Cualquier criatura simiesca que haya vivido en el pasado perteneció al género de los monos, no al género humano. Los fósiles de los hombres verdaderos sencillamente fueron variedades del género humano, tal como hoy día conviven muchas variedades o razas.
De lo que hemos visto, los más recientes descubrimientos científicos definitivamente no apoyan la enseñanza de la evolución. La evolución no le ha hecho frente al desafío que hicieron surgir estos descubrimientos científicos, porque no es verdad.
Pero el desafío al cual se enfrenta la evolución tiene otro aspecto más. Por ejemplo, merece atención cuidadosa el efecto de la evolución en el clima moral del mundo. Además, ¿qué esperanza ofrece la evolución para el futuro?
Las respuestas tienen que ver con usted.
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¿Cuál cree usted: la evolución o la Biblia?¡Despertad! 1974 | 22 de enero
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¿Cuál cree usted: la evolución o la Biblia?
LA PREGUNTA “¿En cuál cree usted: en la evolución o en la Biblia?” no es de ninguna manera una pregunta académica. La respuesta tiene implicaciones de largo alcance.
Si la evolución tiene razón, entonces la Biblia está equivocada. Si la Biblia, que enseña ‘No debes mentir,’ es en sí misma culpable de mentir con respecto al origen del hombre, ¿por qué tendría uno que respetar lo que ésta dice acerca de otros asuntos? ¿Por qué creer que ‘uno no debe robar’ y que ‘uno no debe cometer adulterio’? ¿Por qué creer en sus promesas de vida en un nuevo orden de justicia? ¿Por qué creer en su explicación acerca de la actual condición del hombre?
Por otra parte, si la Biblia tiene razón acerca del origen del hombre, entonces la evolución está equivocada. Entonces hay
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