-
¿Qué mueve a alguien a hacerse criminal?¡Despertad! 1985 | 8 de agosto
-
-
[Recuadro en la página 8]
Cuadro de una carrera criminal en cierne
Desde niño, el criminal es un ser humano que tiene voluntad de hierro y espera que otros consientan todos sus caprichos. Se arriesga, se envuelve en dificultades, y luego exige que se le saque del apuro y se le perdone.
Los padres llegan a ser los primeros de la larga cadena de víctimas del criminal.
El niño levanta una barrera cada vez más impenetrable para la comunicación. Lleva una vida que quiere ocultar de sus padres. Considera que lo que él hace no les concierne.
El delincuente miente tan frecuentemente y por tanto tiempo que su costumbre de mentir parece ser compulsiva. Sin embargo, la costumbre de mentir está totalmente bajo su dominio.
El niño no solo desprecia el consejo y la autoridad de sus padres, sino también el modo como ellos viven, prescindiendo de sus circunstancias sociales y económicas. Para él, el pasarlo bien es todo lo que encierra la vida.
Si hay otros niños en la familia, son víctimas de su hermano delincuente, quien los intimida, se adueña de las pertenencias de ellos y les echa la culpa cuando se va a dar algún castigo.
El delincuente opta por asociarse con adolescentes arriesgados que hacen lo prohibido.
El delincuente rehúsa someterse a la autoridad de cualquier otra persona. Más bien prefiere participar en algo más excitante, frecuentemente algo ilícito.
A menudo los padres de esta clase de niños no saben dónde están sus hijos, no debido a negligencia, sino debido a la ingeniosidad del adolescente al encubrir sus actividades.
El delincuente recibe, pero rara vez da. No sabe lo que es la amistad porque la confianza, la lealtad y el compartir con otros no son rasgos compatibles con su modo de vivir.
Parte del panorama social del joven delincuente es el consumo de bebidas alcohólicas, que comienza aun antes de la adolescencia.
El criminal rechaza la escuela mucho antes que esta lo rechace a él. Se aprovecha de que está en la escuela para usarla como escenario para cometer delitos o tal vez como velo para ocultarlos.
Lo que otros califican de meterse en dificultad, él lo ve como estímulo para el concepto que tiene de sí mismo.
(Sírvase notar que uno o dos de estos factores por sí solos quizás no indiquen que un niño esté principiando una carrera criminal. Pero en caso de que se combinen varios de ellos, hay razón para preocuparse.)
-
-
El delito... ¿hay solución?¡Despertad! 1985 | 8 de agosto
-
-
El delito... ¿hay solución?
PUESTO que el delito nos afecta a todos, directa o indirectamente, la pregunta restante es: ¿Hay solución? El juez Richard Neely, del Tribunal Supremo de Apelaciones de Virginia Occidental (E.U.A.), sugiere: “El llegar a las causas fundamentales del delito implica una reorganización de la sociedad de tal magnitud que pocos están dispuestos a emprender”. (Las cursivas son nuestras.) Sostiene que “no hay ni el conocimiento científico ni la voluntad política para eliminar las causas fundamentales del delito”.
¿A qué se debería esto? Él razona que las personas más afectadas por el delito, las que “viven en barrios pobres o vecindarios decadentes de la clase obrera”, son las que menos poder político directo tienen. El juez Neely declara: “Las víctimas del delito, debe notarse, no componen un grupo organizado que tiene un mismo interés”. Por consiguiente, ellas tienen poca o ninguna influencia política. Los que tienen poder político viven principalmente fuera de la esfera de actividades delictivas comunes... no usan transporte público ni viven en barrios bajos. Y en algunos casos —sostiene él—, la mayor aplicación de la ley pondría en peligro sus propios actos delictivos de oficina. Esto es básicamente así en la mayor parte del mundo. Así que las masas de personas de ingresos más bajos son con más frecuencia las víctimas del delito y la hipocresía política.
Pero hay otro factor vital que estorba el progreso de la lucha contra el delito... la naturaleza humana misma. “La lujuria, la avaricia, la agresión y el autoengrandecimiento forman inherentemente parte del carácter de la gente”, dice el juez Neely. Ese hecho se ha hecho patente desde que Caín asesinó a su hermano Abel. (Génesis 4:3-11.)
-