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¿Qué mueve a alguien a hacerse criminal?¡Despertad! 1985 | 8 de agosto
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como algo fundamental para que haya un cambio de personalidad cuando alude a “la fuerza que impulsa su mente” (Efesios 4:23). La Nueva Biblia, Latinoamérica, vierte ese pasaje: “Han de renovarse en lo más profundo de su mente, por la acción del Espíritu”. De igual manera hoy día, tiene que haber un cambio radical en el modo de pensar, ya que los “delitos graves se derivan del modo como piensa la persona”. (Inside the Criminal Mind.)
Esto todavía no contesta la pregunta: ¿Cómo adquirió en primer lugar el criminal o delincuente sus formas antisociales de pensar?
Cuándo se siembran las semillas
“Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él.” (Proverbios 22:6.) Esta máxima bíblica va al meollo de la cuestión. La clave es ‘entrenar al muchacho’, no al joven, sino antes de eso... al niño. ¿Por qué es necesario comenzar cuando el niño es tan joven? Porque los patrones de pensamiento y comportamiento se establecen durante la infancia y la niñez.
Es cierto que algunas características negativas son innatas porque todos nacemos imperfectos (Romanos 5:12). Como dice la Biblia: “La tontedad está atada con el corazón del muchacho”. Sin embargo, ese texto bíblico sigue diciendo: “La vara de la disciplina es lo que la alejará de él”. (Proverbios 22:15.)
Muchos criminales y delincuentes tratan de justificar su conducta remontándose a influencias de la niñez, a la vez que echan la culpa a sus padres, maestros y otras personas. El doctor Samenow llega a una conclusión diferente: “Los criminales alegan que fueron rechazados por sus padres, vecinos, escuelas y patronos, pero rara vez un criminal dice por qué fue rechazado. Incluso cuando era niñito, se comportaba de modo vil y desafiante, y mientras más crecía, más mentía a sus padres, hurtaba y destruía los bienes de ellos, y los amenazaba. Hacía insoportable la vida en el hogar [...] Fue el criminal quien rechazó a sus padres, más bien que viceversa”. (Véase la página 8, “Cuadro de una carrera criminal en cierne”.)
Sí, las semillas del comportamiento criminal frecuentemente se siembran durante la niñez y a veces son alimentadas involuntariamente por padres demasiado indulgentes. El doctor Patterson, sicólogo del Centro de Estudios Sociales de Oregón, opina que “la mayor parte de la delincuencia bien puede desarrollarse debido a destrezas ineficaces de los padres”. Se refiere a padres “que son incapaces de mantener reglas claras, supervisar la obediencia y encargarse hasta de infracciones menores mediante castigo no físico”.
El doctor Samenow concluye: “La desviación, por parte del niño delincuente, de las expectativas paternas, maternas y sociales abarca más que actos aislados. A partir de un período tan temprano como los años preescolares se desarrollan patrones que llegan a ser parte de un estilo de vida criminal”. (Las cursivas son nuestras.) Por consiguiente, algunos sicólogos están volviendo ahora su atención al campo de la prevención del delito durante la niñez al ofrecer ayuda a los padres y niños que tienen un problema potencial de delincuencia.
El delito, sus causas y posibles soluciones, es un asunto complejo. ¿Cambiaría el cuadro para algunos si hubiera más empleos y un ambiente mejor? ¿Consiste la solución en que haya más cárceles y estas sean más grandes? ¿Disminuiría la criminalidad si hubiera más policías rondando? En realidad, ¿hay alguna solución práctica para el delito en nuestra sociedad humana actual?
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El delito... ¿hay solución?¡Despertad! 1985 | 8 de agosto
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El delito... ¿hay solución?
PUESTO que el delito nos afecta a todos, directa o indirectamente, la pregunta restante es: ¿Hay solución? El juez Richard Neely, del Tribunal Supremo de Apelaciones de Virginia Occidental (E.U.A.), sugiere: “El llegar a las causas fundamentales del delito implica una reorganización de la sociedad de tal magnitud que pocos están dispuestos a emprender”. (Las cursivas son nuestras.) Sostiene que “no hay ni el conocimiento científico ni la voluntad política para eliminar las causas fundamentales del delito”.
¿A qué se debería esto? Él razona que las personas más afectadas por el delito, las que “viven en barrios pobres o vecindarios decadentes de la clase obrera”, son las que menos poder político directo tienen. El juez Neely declara: “Las víctimas del delito, debe notarse, no componen un grupo organizado que tiene un mismo interés”. Por consiguiente, ellas tienen poca o ninguna influencia política. Los que tienen poder político viven principalmente fuera de la esfera de actividades delictivas comunes... no usan transporte público ni viven en barrios bajos. Y en algunos casos —sostiene él—, la mayor aplicación de la ley pondría en peligro sus propios actos delictivos de oficina. Esto es básicamente así en la mayor parte del mundo. Así que las masas de personas de ingresos más bajos son con más frecuencia las víctimas del delito y la hipocresía política.
Pero hay otro factor vital que estorba el progreso de la lucha contra el delito... la naturaleza humana misma. “La lujuria, la avaricia, la agresión y el autoengrandecimiento forman inherentemente parte del carácter de la gente”, dice el juez Neely. Ese hecho se ha hecho patente desde que Caín asesinó a su hermano Abel. (Génesis 4:3-11.)
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