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  • Dios remunera a los que buscan encarecidamente
    La Atalaya 1970 | 1 de enero
    • luego oye que un ángel identifica a los que en ella participan como “la novia, la esposa del Cordero,” refiriéndose a Cristo Jesús y a la clase de su novia, la verdadera iglesia, o congregación cristiana.—Rev. 21:2, 9; vea también Revelación 14:1, 4.

      26, 27. (a) ¿Cómo se cumple hoy el cuadro de la ciudad de Dios? (b) ¿Quiénes están estrechamente asociados con los que tienen la esperanza de la ciudadanía celestial? (c) ¿Qué pregunta esperamos con deleite contestar?

      26 ¿Ve usted la fuerza de este cuadro de la ciudad de Dios? En el cuadro, o tipo, la ciudad de Jerusalén literal, terrestre, situada en el monte Sion, era la amada ciudad capital sobre la entera tierra del Israel carnal de la antigüedad. En realidad, solo unos cuantos israelitas podían decir que tenían ciudadanía en Jerusalén misma. Así mismo en el cumplimiento, Cristo Jesús y la iglesia verdadera con él en el cielo forman la organización capital que rige sobre todo el dominio terrestre de Dios, un arreglo que produce “nuevos cielos y una nueva tierra.” (2 Ped. 3:13) En estos días de la conclusión del viejo sistema de cosas, los cristianos verdaderamente dedicados que tienen la esperanza y ciudadanía celestiales ya han sido restaurados a una unidad estrechamente enlazada. (Fili. 3:20) En estrecha asociación con éstos hay una “grande muchedumbre” de hombres y mujeres dedicados que tienen la esperanza de vida en la Tierra como súbditos del reino de Dios. “Le están rindiendo [a Dios] servicio sagrado día y noche en su templo,” en asociación con el resto de los que componen la casa o templo espiritual de Dios. (Rev. 7:15; Efe. 2:19-22) Con el mismo espíritu como el de Abrahán, Isaac y Jacob, estos hombres y mujeres dedicados de hoy tienen que abandonar el viejo sistema de cosas. Especialmente tienen que huir de esa inicua ciudad simbólica, Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa. En cambio, en prueba de una fe viva, tienen que buscar encarecidamente la ciudad de Dios, su arreglo semejante a ciudad, como se manifiesta claramente entre los testigos de Jehová.

      27 Bueno, quizás usted pregunte, pero ¿cómo me ayudará en mis oraciones el hallar la ciudad de Dios? Esperamos con deleite considerar esta pregunta en el siguiente artículo.

  • Jehová Dios, el Oidor de la oración
    La Atalaya 1970 | 1 de enero
    • Jehová Dios, el Oidor de la oración

      1. ¿Cómo demostró David de joven su fe y devoción para con Jehová?

      DAVID fue un hombre de fe que buscó encarecidamente a Dios. Fue remunerado ricamente en su búsqueda. En su juventud fue ungido por Samuel, bajo la dirección de Dios, para ser el futuro rey de Israel, pues fue a quien Jehová halló “agradable a su corazón.” No mucho después, en el bien conocido encuentro con el gigante filisteo, Goliat, David le demostró su fe y devoción fuertes a Jehová en acción. Aun más temprano, siendo un pastorcillo, había demostrado ese mismo espíritu al matar a un león y un oso cuando rescató las ovejas de su padre de la mismísima boca de aquellas feroces criaturas. David tenía buenos antecedentes, y podemos aprender mucho de él.—1 Sam. 13:14; 16:11-13; 17:34-36, 45-47.

      2. Cuando fue entronizado en Sion, ¿qué acción emprendió David, y por qué?

      2 Cuando David finalmente llegó al trono y capturó a Jerusalén, que estaba en poder de los jebuseos, y en particular la “fortaleza de Sion,” estableció su trono en aquella ciudad. En la primera oportunidad, David subió el Arca sagrada con gran regocijo a Sion. Reconoció que representaba la presencia de Jehová, que era el “arca del Dios verdadero, donde se invoca un nombre, el nombre de Jehová de los ejércitos, que se sienta sobre los querubines.”—2 Sam. 5:5-7; 6:2.

      3. ¿Qué siguiente paso deseó dar David, y con qué resultado?

      3 Sin embargo, David no quedó satisfecho con eso. Como dijo más tarde en una ocasión: “Estaba junto a mi corazón el edificar una casa de descanso para el arca del pacto de Jehová y como banquillo de los pies de nuestro Dios.” Aunque no se le permitió edificar esta casa, o templo, puesto que había derramado mucha sangre en guerra, no obstante Jehová permitió que David efectuara mucho de lo requerido para realizar el deseo de su corazón. En preparación, reunió una cantidad inmensa de los materiales de construcción que se necesitaban, algunos de ellos a gran costo para él mismo. Como dijo él: “Conforme a todo mi poder he preparado para la casa de mi Dios . . . [y] todavía hay una propiedad especial mía, oro y plata; la doy en efecto a la casa de mi Dios además de todo lo que he preparado para la casa santa.”—1 Cró. 28:2, 3; 29:2, 3.

      4. ¿Qué comparación se ve entre la oración de David y el padrenuestro?

      4 Finalmente, David bendijo a Jehová delante de toda la congregación en oración, con lenguaje de la mayor dignidad y reverencia. Es muy interesante notar cuán estrechamente paralelos corren sus pensamientos con los puntos principales abarcados en lo que se conoce como el padrenuestro. (Mat. 6:9-13) Por considerarlo de primera importancia, David ensalza y santifica el nombre de Dios, atribuyéndole “la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad . . . estamos dándote las gracias y alabando tu hermoso nombre.” Dando énfasis a la importancia del reino de Dios y de que se haga la voluntad de Dios en el cielo y en la Tierra, ora: “Porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, El que también te alzas como cabeza sobre todo. . . . tú lo estás dominando todo.” Tal como en el padrenuestro viene después la petición de que se suministren las necesidades personales y la petición de perdón de pecados, así mismo David pasa a reconocer de parte de él y de todo el pueblo su dependencia completa en las provisiones de Jehová y su propia indignidad personal. Finalmente, David expresa la esencia del espíritu de dedicación y devoción de toda alma con estas palabras: “Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificarte una casa para tu santo nombre, de tu mano es, y a ti todo ello pertenece.”—1 Cró. 29:10-16.

      5. ¿De qué manera muestra el Salmo 122 aprecio vehemente a la casa y la ciudad de Dios?

      5 La casa de Dios y la ciudad de Dios, éstas fueron manifiestamente las dos cosas predominantes en la mente de David y en las que estaba el afecto de su corazón. Su identificación estrecha con ellas lo ayudó grandemente y lo guió en sus oraciones. Un ejemplo excelente de esto se ve en el Salmo 122, que recomendamos que usted lea. Toda línea habla de su deseo vehemente, en compañía con otros, de adorar y “dar gracias al nombre de Jehová” en la casa de Jehová, situada “dentro de tus puertas, oh Jerusalén . . . ciudad que ha sido bien trabada en unidad.” Especialmente pide a su pueblo que ore por “la paz de Jerusalén.” ¿Por qué? En parte, como dice él, “por amor de mis hermanos y mis compañeros ciertamente hablaré ahora: ‘Haya paz dentro de ti.’” Pero más importante: “Por amor de la casa de Jehová nuestro Dios ciertamente seguiré buscando el bien para ti.”

      6. Relativo a acercarse a Dios en oración, ¿qué indica el Salmo 65?

      6 En armonía con nuestro tema, note también las palabras de David registradas en el Salmo 65. Muestran que la adoración se puede expresar a modo de contraste, pues él ora: “Para ti hay alabanza —silencio—, oh Dios, en Sion; y a ti se pagará el voto.” Luego dice: “Oh Oidor de la oración, aun a ti vendrá gente de toda carne.” ¿Significa esto un acercamiento incondicional, que podemos hallar a Dios en todas partes, en cualquier lugar, como algunos creen? De ninguna manera. Note lo que David enseguida dijo por inspiración: “Feliz es aquel a quien tú escoges y haces que se acerque, para que resida en tus patios. Ciertamente quedará satisfecho con lo bueno de tu casa, el lugar santo de tu templo.”—Sal. 65:1-4.

      7. ¿Qué amplitud alcanza el llamamiento que se hace en la Palabra de Dios para que haya un acercamiento a él?

      7 Sin embargo, notamos que David no dijo que solo su propio pueblo, los israelitas, podían acercarse a Dios. Él definidamente dijo que a Jehová, el “Oidor de la oración, aun a ti vendrá gente de toda carne.” ¡Qué benévola invitación se denota en estas palabras! En estrecha armonía con esto, ¡cuán atrayentes y definidas son las palabras registradas por Isaías: “Y los extranjeros que se han unido a Jehová para ministrarle y para amar el nombre de Jehová, a fin de llegar a ser siervos de él . . . yo también ciertamente los traeré a mi santa montaña [Sion] y los haré regocijarse dentro de mi casa de oración . . . Porque mi propia casa será llamada hasta casa de oración para todos los pueblos”!—Isa. 56:6, 7; vea también 2 Crónicas 6:32, 33.

      8. ¿Cómo ha demostrado Jehová gran misericordia, primero al Israel espiritual y luego también a muchos “extranjeros”?

      8 ¿Se ve usted mismo como uno de estos “extranjeros,” es decir, no como israelita espiritual con la esperanza celestial, sin embargo regocijándose por llegar a conocer a Jehová y amarlo y servirle? ¿Ha respondido usted a la invitación de participar con otros adoradores sinceros y venir a la casa de oración de Jehová? Aun los del Israel espiritual tuvieron que ser reunidos así, pues durante el período de la I Guerra Mundial incurrieron en la cólera de Jehová y cayeron en una condición de estar enfermizos y dispersos. Mas Jehová, en su gran misericordia, los restauró a su favor, además de hacer accesible el camino para que una grande muchedumbre de personas semejantes a ovejas fuera reunida en unión estrecha con el resto del Israel espiritual. La profecía de Isaías, al seguir, confirma esto muy claramente, diciendo: “La expresión del Señor Jehová, que está juntando a los dispersos de Israel, es: ‘Le juntaré otros a él además de los suyos ya juntados.’”—Isa. 56:8; vea también Isaías 12:1; Revelación 7:13-15.

      9. ¿Quiénes fueron los primeros que le enseñaron a David el conocimiento verdadero de Dios, y con qué resultados?

      9 El hecho de que David sabía orar lo prueban abundantemente sus muchos salmos. Pero, ¿quién le enseñó? Debe haber respondido bien a la instrucción y entrenamiento de sus padres. Ellos obedecieron el mandamiento dado por medio de Moisés, de “amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma y toda tu fuerza vital. Y estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; y tienes que inculcarlas en tu hijo” a todo tiempo. (Deu. 6:4-7) Así David aprendió a apreciar los requisitos principales de primero embeber conocimiento exacto de una fuente confiable, la Palabra escrita de Dios, y cumplir con ellos. Puesto que era enseñable y tenía la condición correcta de corazón, este conocimiento y entendimiento fortalecieron su fe, que, como hemos visto, no fue tardo en demostrar desde su juventud temprana en adelante. Junto con su fe, se formó en él un gran amor y una gran lealtad a Jehová, que nada podría quebrantar, aunque una o dos veces pecó lamentablemente.

      10. ¿Es posible y necesario proceder hoy de manera semejante a la de David? ¿A qué pregunta nos lleva esto?

      10 Quizás usted no tenga las mismas ventajas de que disfrutó David desde la infancia temprana, pero no hay otra manera. No hay método abreviado. Usted puede

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