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Dios libra al que muestra consideraciónLa Atalaya 1979 | 15 de octubre
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circunstancias que se describen en este salmo encajan bien con los años turbulentos de la vida de David después que pecó con Bat-seba. (2 Sam. caps. 11-18) Sin embargo, relata experiencias como las que han experimentado siervos devotos de Dios en todo período de la historia.
El salmo comienza: “Feliz es cualquiera que obra con consideración para con el de humilde condición.” (Sal. 41:1a) La palabra hebrea para “el de humilde condición” literalmente significa “delgado,” “descarnado,” “flaco.” Denota a alguien que es débil debido a pobreza, enfermedad o circunstancias desalentadoras, y que necesita ayuda. El individuo que “obra con consideración” discierne la necesidad de esa persona de humilde condición. Más bien que pasar por alto a la persona necesitada sin interesarse en ella, la cuida y la atiende, a la vez que le muestra un tierno sentimiento de compañerismo. La persona que muestra consideración es verdaderamente “feliz,” tanto por que disfruta del estado especial de bienestar del que es generoso, como por tener el favor del Dios Altísimo, cuya generosidad ella imita.—Hech. 20:35; Sant. 1:17.
El salmista pasa a decir acerca del que muestra consideración: “En el día de calamidad Jehová le proveerá escape. Jehová mismo lo guardará y lo conservará vivo. Será pronunciado feliz en la tierra; e imposible es que lo entregues al alma de sus enemigos.”—Sal. 41:1b, 2.
“El día de calamidad” puede referirse a cualquier ocasión calamitosa o hasta a un extenso período de penalidades. El Sal. 41 versículo 3 indica que el salmista tenía presente particularmente alguna enfermedad que había reducido a la persona que mostraba consideración al de humilde condición a un serio estado de debilidad. La persona considerada expresó confianza en que Jehová la protegería durante la enfermedad y la ayudaría a salir viva de ella. Cuando otros observaran la evidencia de que Dios la había liberado de la situación aparentemente desesperada, ‘la pronunciarían feliz en la tierra’ por medio de divulgar las noticias de los tratos misericordiosos de Dios con ella.
Entonces el salmista dice: “Jehová mismo lo sustentará [al considerado] sobre un diván de enfermedad; ciertamente cambiarás toda su cama durante su enfermedad. En cuanto a mí, dije: ‘Oh Jehová,muéstrame favor. De veras sana mi alma, porque he pecado contra ti.’”—Sal. 41:3, 4.
La experiencia del salmista “sobre un diván de enfermedad” puede haber ocurrido mientras su hijo Absalón tramaba usurpar el trono. La Biblia indica que los asuntos de estado estaban en desorden durante aquel período de la gobernación de David. Esto pudo haberse debido a que la enfermedad del rey le impidiera manejar los asuntos debidamente. (2 Sam. 15:1-6) La rebelión de Absalón y otros desenvolvimientos calamitosos en la casa de David fueron cumplimiento del juicio de Dios contra el rey por haber cometido David adulterio con Bat-seba y haber manipulado los asuntos para matar al esposo de ésta. (2 Sam. 11:1-12:12) David sabía que Dios lo había perdonado por participar en aquella vergonzosa conducta. (2 Sam. 12:13) Pero, al estar en debilidad física, es natural que recordara que había pecado tan seriamente.
Sin embargo, el salmista pensaba que si su línea de conducta general había sido la de mostrar consideración a los de condición humilde, Dios lo ‘sustentaría,’ y le daría apoyo y fuerza mientras se encontrara indefenso o en un lecho de enfermo. (Compare con Salmo 18:24-26.) Aunque estaba gravemente enfermo, el escritor bíblico confiaba en que Dios ‘cambiaría su cama,’ no por remover la enfermedad milagrosamente, sino por fortalecer al adolorido con pensamientos consoladores que engendraran la esperanza de recuperación. Sería como si Dios estuviera transformándole la cama de un lecho de enfermedad a uno de recuperación. Su reconocimiento de que había “pecado contra” Dios puso a David en la posición de recibir Su favor una vez más. Por esto, podía pedir a Dios que le ‘sanara el alma,’ o le ayudara a recuperarse de su enfermedad.—Compare con Salmo 32:1-5.
El salmista pasa a relatar la traición que experimentó de parte de sus asociados mientras se hallaba en debilidad: “En cuanto a mis enemigos, ellos dicen lo que es malo respecto de mí: ‘¿Cuándo morirá y realmente perecerá su nombre?’ Y si uno sí viene a verme, falsedad es lo que su corazón habla; recoge para sí algo perjudicial; sale; allá afuera habla de ello.”—Sal. 41:5, 6.
Los enemigos de David no decían nada bueno acerca de él. Maliciosamente decían que él era inicuo. Impacientemente anhelaban que muriera y nadie lo recordara más. Aun cuando alguien ‘venía a verle’ en su lecho de enfermo, las palabras de condolencia de éste eran “falsedad,” impulsadas por un corazón que realmente le deseaba la muerte al indispuesto. En vez de tratar de impartir consuelo, el simpatizador hipócrita andaba ‘recogiendo para sí algo perjudicial,’ buscando algo en las palabras, el comportamiento o la condición física del que sufría que pudiera usar de manera perjudicial contra él. Tan pronto como el visitante salía “afuera” de la residencia del rey enfermo, ‘hablaba de ello,’ es decir, difundía en todas partes cualquier noticia perjudicial para el rey que hubiera conseguido durante su visita.
Señalando lo rápidamente que se difundía tal chisme malicioso, el salmista dice entonces: “Unidos contra mí todos los que me odian cuchichean los unos a los otros; contra mí siguen tramando algo malo para mí: ‘Una cosa que para nada sirve está derramada sobre él; ahora que se ha acostado, no volverá a levantarse.’”—Sal. 41:7, 8.
Los que conspiraban contra David se reunían y ‘cuchicheaban,’ o consideraban en tono bajo el surtido común de rumores que tenían, para perjuicio del rey. Continuaban “tramando” algo malo contra el salmista al esparcir habla viciosa en el sentido de que “una cosa que para nada sirve,” es decir, la enfermedad, tenía tal agarro en el rey que era como si hubiera sido “derramada sobre él.” Aquella enfermedad parecía algo de lo cual él nunca escaparía o ‘volvería a levantarse.’ Con esto se añadiría considerable combustible al fuego de la rebelión contra el reinado de David.
Pero David sufrió una traición aún peor. Escribe: “También el hombre que estaba en paz conmigo, en quien yo confiaba, que estaba comiendo mi pan, ha engrandecido contra mí su talón.”—Sal. 41:9.
Hasta un amigo íntimo, uno que ‘estaba comiendo pan’ como persona que frecuentemente disfrutaba de la hospitalidad de David, se volvió contra él. El traidor ‘engrandeció su talón’ contra el rey tal como un caballo podría volverse y patear al que estuviera alimentándolo. Se entiende que esto es una referencia al consejero personal de David, Ahitofel, cuyo consejo se estimaba como si fuera la palabra directa de Jehová. (2 Sam. 15:12; 16:23) Ahitofel se hizo traidor y se unió a Absalón en un golpe de estado contra el rey. (2 Sam. 15:31; 16:15)a De modo que ninguno de aquellos hombres que tramaron contra David demostró que fuera el “feliz” que ‘obraba con consideración para con el de humilde condición,’ como se menciona en el primer Sal. 41 versículo 1 de este salmo.
El salmista continúa: “En cuanto a ti, oh Jehová, muéstrame favor y hazme levantar, para que les dé el pago.”—Sal. 41:10.
Ahora el rey, debilitado, se dirige a Dios. Puesto que los compañeros de David habían alegado que ‘no volvería a levantarse’ (Sal. 41 Vss. 8), el salmista pidió que Dios ‘hiciera que él se levantara.’ Es decir, que lo ayudara a recobrar la salud y el vigor. El deseo de ‘dar el pago’ a sus enemigos no se expresaba como manifestación de un espíritu de venganza personal. Más bien, el rey, en la posición de magistrado más encumbrado de la nación, sabía que a aquellos conspiradores traicioneros se les debería castigar por debido procedimiento de ley para bien de toda persona.—Vea Deuteronomio 19:15-21.
Después, David expresa confianza en que Dios oiría su oración, al decir: “Por esto sí sé que te has deleitado en mí, porque mi enemigo no grita en triunfo sobre mí. En cuanto a mí, a causa de mi integridad me has sostenido, y me colocarás delante de tu rostro hasta tiempo indefinido.”—Sal. 41:11, 12.
El hecho de que Dios se había deleitado en el salmista se manifestaba “por esto,” a saber, por el hecho de que Dios le daba seguridad interna de que sus enemigos no ‘gritarían en triunfo’ sobre él como combatientes victoriosos en una guerra. Durante la enfermedad de David, Dios dirigió los pensamientos de éste a la firme convicción de que se le sostendría ‘a causa de su integridad.’ El salmista no está negando con esas palabras su propia condición de pecaminoso y sus actos injustos, pero alega tener un derrotero de vida general de devoción de todo corazón a Dios. En vez de que fuera a sucumbir a una muerte prematura, el salmista esperaba continuar viviendo por largo tiempo (“hasta tiempo indefinido”) ‘delante del rostro de Dios,’ es decir, en relaciones de amistad con el Creador y recibiendo la protección de Dios.
El versículo final de este salmo declara: “Bendito sea Jehová el Dios de Israel desde tiempo indefinido aun hasta tiempo indefinido. Amén y Amén.” (Sal. 41:13) Con esto termina el primero de los cinco libros de los Salmos; el versículo 13 es una doxología o forma de palabras para dar alabanza a Jehová Dios y corresponde a la doxología con la cual termina cada uno de los otros cuatro libros, a saber, Salmos 72, 89, 106 y 150.
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Ponderando las noticiasLa Atalaya 1979 | 15 de octubre
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Ponderando las noticias
La opulencia de Armstrong
● Recientemente, cuando unos miembros disconformes de la Iglesia Mundial de Dios acusaron a Herbert W. Armstrong de mal manejo de los fondos de su iglesia, el Tribunal Superior de California puso temporalmente en administración judicial las finanzas de aquella iglesia. Las quejas enfocaban en las enormes cantidades de dinero que se gastaban en agasajar a prominentes políticos mundanos y el lujoso estilo de vida y los enormes salarios de oficiales principales de la iglesia.
El segundo a Armstrong en su organización, Stanley R. Rader, defiende del siguiente modo el dinero que se gasta en el alquiler de aviones de reacción, hoteles, restaurantes y regalos muy caros para los dignatarios extranjeros: “Teníamos la comisión de esparcir el evangelio.” Y el abogado de Rader, Allan Browne, admite que al “proclamar la palabra de Jesús,” los oficiales de la iglesia gastan “enormes cantidades de dinero.” ¿Por qué? “Cuando uno visita a los primeros ministros y otros líderes mundiales, uno les lleva algo, y eso quizás sea de [la casa de vestir elegante] de Gucci.” “En el hogar de Stan Rader se alojan personas importantes. No se les lleva a [un lugar de comidas rápidas] McDonalds. Se les lleva a [un restaurante de lujo] Perino.”
Para aclarar los asuntos, es interesante notar la verdadera comisión evangélica que Jesús dio a sus discípulos. En agudo contraste con la opulencia que se refleja en lo que ya se ha mencionado, Jesús indicó que ellos necesitarían solamente fondos muy limitados: “No consigan oro, ni plata, ni cobre para sus bolsas al cinto.” ¿Se suponía que agasajaran a políticos mundanos con comidas y regalos lujosos? Ciertamente Jesús dijo que ‘los llevarían ante gobernadores y reyes por causa de él,’ pero esto no sería para agasajar a estos gobernantes. Más bien, era para que respondieran a las acusaciones que se levantarían contra ellos como ‘objeto de odio de toda la gente’ debido a su predicación. El registro de Jesús mismo y de los primeros cristianos prueba que esto sucedió.—Mat. 10:9, 10, 18, 22.
No están comprendiendo
● El Standard, una publicación católica nacional publicada en Ghana, recientemente presentó un editorial acerca de la obra de la Iglesia Católica, y señaló que ésta “ha hecho una enorme contribución al desarrollo del país.” El editorial llama atención a las escuelas, hospitales y clínicas edificados por la iglesia, así como a proyectos agrícolas y de excavación de pozos. “Pero ha llegado el tiempo para empezar a mirar en otra dirección,” dice. “El desarrollo de la gente debe tener mayor prioridad que el desarrollo del país y las instituciones.” ¿Cómo?
“La mayoría del pueblo de Dios que pasa su tiempo en oficinas, haciendas, escuelas y fábricas tiene hambre de alimento espiritual más fuerte. Estas personas están dispuestas a vivir el Evangelio en su plenitud, pero, ¿quién les mostrará el camino? . . . No estamos suministrando a la gente el alimento espiritual que necesita.”
Si esta iglesia no ha hecho esto para el hombre común después de siglos de existencia, ¿qué razón hay para creer que ahora ha de empezar a suministrar el “alimento espiritual” que sus miembros realmente necesitan? El apóstol Pedro mismo recibió el mandato de Jesús sobre esto tres veces, para énfasis, cuando se le preguntó si amaba al Cristo. “Apacienta mis corderos . . . mis ovejas” (no: ‘construye escuelas y hospitales’), se le dijo a Pedro, para que probara su amor. Evidentemente Pedro comprendió, pero la Iglesia Católica no.—Juan 21:15-17, Versión Nácar-Colunga, católica.
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