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Las enfermedades y la muerte... ¿por qué?La felicidad... cómo hallarla
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Capítulo 11
Las enfermedades y la muerte... ¿por qué?
¿Por qué son causa de perplejidad las enfermedades y la muerte? (1, 2)
PRESCINDIENDO de lo que haga la gente para cuidar de su salud, envejece, enferma y por fin muere. Nadie puede evitarlo. Ni siquiera pudieron evitarlo hombres que estaban dedicados a Dios. (1 Reyes 1:1; 2:1, 10; 1 Timoteo 5:23) ¿A qué se debe esto?
2 Parece que las células de nuestro cuerpo podrían seguir reemplazando por un tiempo mucho más largo que el período que tienen ahora a las células que se gastan, y la capacidad del cerebro humano es mucho mayor que la que pudiéramos emplear en la duración de muchas vidas. ¿Por qué debería ser así... si no hubiera de suponerse que usáramos esas capacidades? En realidad, los científicos no pueden explicar por qué envejecemos, enfermamos y morimos. Pero la Biblia lo explica.
CAUSA DE LAS ENFERMEDADES Y LA MUERTE
¿Cómo llegaron a afectarnos las enfermedades y la muerte? (3-5)
3 El apóstol Pablo nos dirige a la respuesta correcta al decir: “En Adán todos están muriendo.” (1 Corintios 15:21, 22) Aquí Pablo se refiere al relato bíblico acerca de Adán y Eva, un relato cuya exactitud corroboró Jesucristo. (Marcos 10:6-8) El Creador había puesto a la primera pareja en un hogar-jardín, y éstos tenían ante sí la feliz perspectiva de disfrutar de una vida sin fin en armonía con la voluntad de Dios. Los diferentes árboles y la demás vegetación les suministraban una abundancia de alimento saludable. Además, Adán y Eva eran seres humanos perfectos. Su mente y cuerpo no tenían defecto alguno, y no había razón para que se deterioraran, como sucede ahora en el caso de los seres humanos.—Deuteronomio 32:4; Génesis 1:31.
4 A aquella primera pareja humana solo se le impuso una restricción. Dios dijo: “En cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer de él, porque en el día que comas de él positivamente morirás.” (Génesis 2:17) Al cumplir con esta limitación, mostrarían que reconocían que Dios tiene la autoridad de determinar lo que es bueno y lo que es malo para los seres humanos. Con el tiempo, aquella pareja humana estableció sus propias normas de lo bueno y lo malo. (Génesis 3:6, 7) Al desobedecer el mandato que Dios había expresado claramente, cometieron lo que la Biblia llama “pecado.” Tanto en hebreo como en griego “pecar” significa “errar [el blanco].” Adán y Eva erraron el blanco de la obediencia perfecta, o no alcanzaron a obedecer perfectamente. Ya no reflejaban la perfección de Jehová, y se acarrearon la justa sentencia de Dios.—Lucas 16:10.
5 El pecado de Adán y Eva afectó a ellos y nos afectó a nosotros. ¿Por qué a nosotros? Pues, porque Dios no ejecutó inmediatamente a Adán y Eva. Jehová, mostrando consideración por todo lo que estaba envuelto en la situación, dejó que la primera pareja tuviera hijos. Pero Adán y Eva ya no eran perfectos; cuando pecaron entraron en deterioro físico y mental. De modo que no podían tener hijos perfectos. (Job 14:4) La situación en que se hallaban pudiera compararse a la de un matrimonio de hoy día que tuviera un defecto genético que transmitieran a sus hijos. Nosotros heredamos el defecto del pecado, porque todos venimos de una primera pareja en imperfección. Pablo lo explica de la siguiente manera: “Por medio de un solo hombre [Adán] el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.”—Romanos 5:12; Salmo 51:5.
¿Por qué depende de Dios la solución a las enfermedades y la muerte? (6, 7)
6 ¿Era desesperanzada tal situación? Tanto la historia como la Biblia corroboran el hecho de que si hubiera dependido de los seres humanos, la situación habría sido desesperanzada. Nosotros mismos no podemos limpiarnos de la mancha del pecado ni librarnos de la condenación divina. Si hubiera de haber liberación, Dios la proveería. La ley que había sido violada era la de él, de modo que a Él le atañía determinar cómo se podría satisfacer la justicia perfecta y se podría proveer liberación. Jehová Dios mostró su bondad inmerecida al hacer provisión para el alivio de la prole de Adán y Eva, entre la cual estamos nosotros. La Biblia explica la provisión y cómo podemos beneficiarnos de ella.
7 Los siguientes pasajes presentan la base para entender el asunto:
“Tanto amó Dios al mundo [de la humanidad] que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.”—Juan 3:16.
“El Hijo del hombre [Jesús] no vino para que se le sirviese, sino para servir y para dar su alma en rescate en cambio por muchos.”—Marcos 10:45.
“Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios, y es como don gratuito que por su bondad inmerecida se les está declarando justos mediante la liberación por el rescate pagado por Cristo Jesús. Dios lo presentó como ofrenda [que cubre] por medio de fe en su sangre.”—Romanos 3:23-25.
¿QUÉ ES “EL RESCATE”?
¿Cómo se ha provisto un rescate? (8-11)
8 En dos de esos textos se menciona un “rescate.” Básicamente, un rescate es el precio que se paga para librar a un cautivo. (Isaías 43:3) Frecuentemente se oye usar esa palabra respecto al dinero con que se consigue la libertad de la víctima de un secuestro. En nuestro caso, el cautivo es la humanidad. Adán nos vendió a una condición de esclavitud al pecado, con el resultado de que enfermamos y morimos. (Romanos 7:14) ¿Qué cosa valiosa pudiera rescatar a la humanidad y presentarnos la perspectiva de una vida que esté libre de los efectos del pecado?
9 Recuerde que la Biblia dice que Jesús ‘dio su vida en rescate.’ (Marcos 10:45) De esto podemos ver que se necesitaba una vida humana. Por haber pecado, Adán había perdido la vida humana perfecta. Para abrir el camino al recobro de la vida en perfección para la humanidad, se necesitaba otra vida humana perfecta que equilibrara o recobrara por compra lo que Adán había perdido. Esto da énfasis a la razón por la cual ningún descendiente imperfecto de Adán podría proveer el rescate. Como dice Salmo 49:7, 8: “Nadie a sí mismo ha de comprarse, no pagará a Dios nadie su rescate. Cuesta mucho comprar la propia vida, no hay riqueza que baste.”—Sagrada Biblia (Editorial Herder).
10 Para proveer el precio de rescate, Dios envió desde el cielo a su Hijo perfecto de la región espiritual e hizo que naciera como criatura humana. Un ángel le explicó a la virgen casta María cómo Dios se aseguraría de que Jesús fuera perfecto al tiempo de nacer: “Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso también lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios.” (Lucas 1:35; Gálatas 4:4) Porque no tenía padre humano imperfecto, Jesús estaba libre del pecado heredado.—1 Pedro 2:22; Hebreos 7:26.
11 Después de haber vivido como criatura humana en completa armonía con la voluntad de Dios, Cristo entregó su vida humana perfecta. Era una vida como la que Adán tenía cuando fue creado, de modo que Jesús llegó a ser un “rescate correspondiente por todos.” (1 Timoteo 2:5, 6; 1 Corintios 15:45) Sí, fue “por todos” en el sentido de que pagó el precio para comprar a la entera familia humana. Por consiguiente, la Biblia dice que hemos sido “comprados por precio.” (1 Corintios 6:20) Así Dios, por medio de la muerte de Jesús, colocó la base para contrarrestar lo que Adán había hecho al imponer a la humanidad pecado, enfermedad y muerte. Esta verdad puede tener verdadero significado en cuanto a hacer feliz nuestra vida.
¿CÓMO SE NOS PUEDEN PERDONAR LOS PECADOS?
¿Qué base hay para que se nos perdonen los pecados? (12-17)
12 Es excelente saber, por lo que la Biblia dice, que Jesús pagó el precio del rescate. Pero todavía hay algo que puede servir de barrera e impedir que recibamos la aprobación y bendición de Dios. Eso es el hecho de que todos, personalmente, somos pecadores. ‘Erramos el blanco’ muchas veces. Pablo escribió: “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios.” (Romanos 3:23) ¿Qué se puede hacer en cuanto a eso? ¿Cómo podemos hacernos aceptables a nuestro Dios justo, Jehová?
13 Ciertamente no esperaríamos que Dios nos mirara con aprobación si persistiéramos en cierto proceder, a pesar de saber que fuera contrario a Su voluntad. Tenemos que arrepentirnos sinceramente de nuestros deseos incorrectos y de nuestra forma de hablar y conducta incorrectas, y entonces tratar de ajustarnos a las normas de él que se expresan en la Biblia. (Hechos 17:30) Aun así, es preciso que nuestros pecados —pasados y presentes— sean cubiertos por completo. A ese respecto el sacrificio de rescate de Jesús es útil para nosotros. Pablo da una indicación de que así es, al escribir que Dios ‘presentó a Jesús como ofrenda que cubre por medio de fe en su sangre.’—Romanos 3:24, 25.
14 Aquí el apóstol se refería a algo que era un arreglo de Dios hecho mucho antes, y que habría de representar a Cristo, o señalar hacia él. En el antiguo Israel con regularidad se ofrecían a favor del pueblo sacrificios animales por los pecados. Y en casos especiales de comisión de maldad, los individuos mismos podían hacer ofrendas por la culpa. (Levítico 16:1-34; 5:1-6, 17-19) Dios aceptaba aquellos sacrificios en que se derramaba sangre como sacrificios que expiaban o cancelaban los pecados humanos. Pero esto no traía alivio duradero, porque la Biblia dice que “no es posible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados.” (Hebreos 10:3, 4) No obstante, aquellos rasgos de la adoración de Dios que incluyeron a sacerdotes, templos, altares y ofrendas fueron “una ilustración” o “una sombra de las buenas cosas por venir” relacionadas con el sacrificio de Jesús.—Hebreos 9:6-9, 11, 12; 10:1.
15 La Biblia muestra lo importante de esto con relación a que consigamos perdón, al decir: “Por medio de él tenemos la liberación por rescate mediante la sangre de ése [Jesús], sí, el perdón de nuestras ofensas.” (Efesios 1:7; 1 Pedro 2:24) De modo que la muerte de Jesús, además de proveer el rescate, puede cubrir nuestros pecados; podemos obtener el perdón de nuestros pecados. Pero se exige algo de nosotros. Puesto que hemos sido comprados, sí, “comprados por precio” por el rescate de Cristo, tenemos que estar dispuestos a aceptar a Jesús como nuestro Señor o Dueño y obedecerle. (1 Corintios 6:11, 20; Hebreos 5:9) Por consiguiente, tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados y unir a esto fe en el sacrificio de Jesús nuestro Señor.
16 Si hacemos eso, no tenemos que esperar por el perdón hasta que Dios libre a la humanidad de todos los efectos del pecado y ponga fin a las enfermedades y la muerte. Las Escrituras hablan acerca de este perdón como de un beneficio del cual podemos disfrutar ahora mismo, con el resultado de que tenemos una conciencia limpia delante de Dios.—1 Juan 2:12.
17 Por eso, cada día el sacrificio de Jesús debe tener un significado muy personal para nosotros. Por medio de ese sacrificio Dios puede perdonar los males que cometemos. El apóstol Juan explica: “Les estoy escribiendo estas cosas para que no cometan un pecado. Y no obstante, si alguno comete un pecado, tenemos un ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo.” (1 Juan 2:1; Lucas 11:2-4) Ésta es una enseñanza fundamental de la Biblia y es vital para nuestra felicidad duradera.—1 Corintios 15:3.
¿QUÉ HARÁ USTED?
¿Cómo responde usted a lo que han hecho Dios y Jesús? (1 Juan 4:9-11) (18-21)
18 ¿Cómo responde usted a lo que la Biblia dice acerca de la causa de las enfermedades y la muerte, el rescate y la provisión que hace posible que recibamos perdón mediante Jesucristo? Alguien pudiera recibir estos detalles en la mente sin que afectaran su corazón y su vida. Pero se exige más de nosotros.
19 ¿Apreciamos el amor que Dios ha desplegado al haber provisto el rescate? El apóstol Juan escribió: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito.” (Juan 3:16) Recuerde que los seres humanos para quienes Dios hizo eso eran pecadores, alejados de Dios. (Romanos 5:10; Colosenses 1:21) ¿Entregaría o daría usted a la persona que le fuera la más querida a favor de individuos que en su mayoría mostraran poco o ningún interés en usted? Sin embargo, Jehová hizo que su Hijo puro y fiel, su amado Primogénito, viniera a la Tierra y se encarara al desdén, la ignominia y la muerte a fin de proveer alivio a la humanidad. Eso indujo a Pablo a escribir: “Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.”—Romanos 5:8.
20 También el Hijo mostró su amor. Cuando llegó el tiempo, gustosamente se rebajó y llegó a ser hombre. Trabajó como lo haría un esclavo a favor de seres humanos imperfectos, impartiéndoles instrucción y sanándolos. Y, aunque era inocente, aceptó burla, tormento y una muerte ignominiosa a manos de los enemigos de la verdad. Como ayuda para comprender eso, tome tiempo para leer el relato de la traición, proceso, maltrato y ejecución de Jesús, según se registra en Lucas 22:47 a 23:47, inclusive.
21 ¿Cómo responderá usted a todo esto? Ciertamente uno no debe dejar que su aceptación de la amorosa provisión del rescate llegue a ser una excusa para comportarse incorrectamente. Eso sería desaprovechar el propósito del rescate, y hasta pudiera resultar en pecado que no se pueda perdonar. (Hebreos 10:26, 29; Números 15:30) En vez de hacer eso, debemos tratar de vivir de una manera que resulte en honra para nuestro Creador. Y fe en la magnífica provisión que él ha hecho por medio de su Hijo debe movernos a hablar a otros acerca de esa provisión y ayudarles a comprender cómo ellos también pueden beneficiarse de ella.—Hechos 4:12; Romanos 10:9, 10; Santiago 2:26; 2 Corintios 5:14, 15.
¿Qué perspectiva puede estar envuelta con perdón de nuestros pecados? (22)
22 Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra dijo que él podía extender el perdón de pecados que procedía de Dios. Algunos enemigos lo criticaron por haber dicho eso. De modo que Jesús probó que podía hacerlo al sanar a un paralítico. (Lucas 5:17-26) Así, tal como el pecado produjo efectos físicos en el género humano, el perdón de los pecados puede resultar en beneficios. Es importante saber eso. Lo que Jesús hizo en la Tierra muestra que Dios puede poner fin a las enfermedades y a la muerte. Eso está en armonía con lo que Jesucristo mismo dijo, a saber, que Jehová Dios dio a su Hijo para que las personas que tienen fe tengan “vida eterna.” (Juan 3:16) Pero, ¿cómo? ¿Cuándo? Y ¿qué hay de las personas a quienes amamos que ya han muerto?
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La muerte no es enemigo invencibleLa felicidad... cómo hallarla
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Capítulo 12
La muerte no es enemigo invencible
¿Por qué debemos hacer un examen del “enemigo” la muerte? (Job 14:1, 2) (1-3)
CON relación a la vida, la muerte es un enemigo. Cada funeral muestra que la muerte es comparable a un rey que parece conquistar a toda persona. (Romanos 5:14) Algunos árboles viven más de 1.000 años; algunos peces, 150; sin embargo, el hombre solo alcanza 70 u 80 años antes que la muerte se lo trague.—Salmo 90:10.
2 Con buena razón la Biblia presenta a la muerte en papel de enemigo. Aunque parece que tenemos un deseo innato de vivir y aprender sin cesar, prescindiendo de lo que el hombre haya aprendido, las aptitudes que tenga, cuánto lo estimen los amigos y parientes, la muerte lo reclama. (Eclesiastés 3:11; 7:2) La mayoría de las personas, por convenir en que la muerte desempeña el papel de enemigo, tratan desesperadamente de dilatar la victoria de ésta. Otras se esfuerzan frenéticamente por sacar todo el placer que puedan de la vida antes de que se les derrote.
3 Sin embargo, a través de toda la historia muchas personas han creído que hay vida después de la muerte. El filósofo griego Platón enseñaba que tenemos un alma inmortal que sobrevive al cuerpo. ¿Es cierto eso? Últimamente se ha avivado el interés en esta pregunta debido a los relatos de personas que supuestamente murieron, fueron revivificadas y más tarde describieron lo que ‘vieron más allá del umbral de la muerte.’ ¿Están vivos los muertos en algún lugar? ¿Es posible vencer a la muerte?
LA PRIMERA VICTORIA DE LA MUERTE
¿Cómo le sobrevino la muerte a la humanidad? (4, 5)
4 La Biblia muestra que las criaturas humanas fueron creadas para vivir, no para morir. Dios colocó a Adán y Eva en un jardín deleitable en el cual podían disfrutar de la vida. Él designó a uno de los árboles “el árbol de la vida.” Probablemente si Adán y Eva hubieran demostrado su aprecio y lealtad a Dios, él les habría permitido comer de aquel árbol, lo cual hubiese simbolizado que les concedía vida eterna. (Génesis 1:30; 2:7-9) Pero Adán y Eva optaron por desobedecer a Dios. Su pecado les acarreó la sentencia de muerte.—Génesis 3:17-19.
5 Para que entendamos si la muerte como enemigo es realmente invencible o no, es preciso que examinemos el resultado de la victoria de la muerte sobre Adán y Eva. ¿“Murieron” ellos completamente? ¿O fue aquella “muerte” solo una transición a otra clase de vida?
¿Qué quiso decir la “muerte” para Adán? (6, 7)
6 Después que Adán hubo cometido la insensatez de pecar, Jehová se atuvo estrictamente a su palabra justa y recta. Dijo a Adán:
“Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.”—Génesis 3:19.
¿Qué significó eso para Adán y para nosotros hoy día?
7 En el relato de la creación de Adán al que ya hemos hecho referencia se nos dice: “Procedió Jehová Dios a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente.” (Génesis 2:7) Piense en lo que eso significa. Antes de que Dios creara a Adán del polvo, no había ningún Adán. Por eso, después que Adán muriera y volviera al polvo, no habría ningún Adán.—Génesis 5:3-5.
¿ESTÁN CONSCIENTES LOS MUERTOS?
¿Cómo pudiera usted usar su Biblia para mostrar a alguien si los muertos están conscientes o no? (8-11)
8 A muchas personas quizás les sorprenda la idea de que una vez que Adán murió ya no existía. Sin embargo, la pena que se declaró por el pecado —el que Adán moriría y volvería al polvo— no contenía ningún indicio de que su vida continuaría. La muerte es lo contrario de la vida, sea que se trate de un hombre o de una bestia. Los dos tienen el mismo “espíritu,” o fuerza vital. Por eso la Biblia comenta así:
“Hay un suceso resultante con respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante con respecto a la bestia, y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, así muere la otra; y todos ellos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia . . . Todos procedentes del polvo han llegado a ser, y todos están volviendo al polvo.”—Eclesiastés 3:19, 20.
9 ¿Significa eso que los muertos ni piensan ni pueden sentir nada? Eclesiastés 9:4, 5 contesta: “Un perro vivo está en mejor situación que un león muerto. Porque los vivos están conscientes de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto.” Cuando muere una persona, “perecen sus pensamientos,” no puede ni sentir ni trabajar.—Salmo 146:3, 4; 31:17.
10 Puesto que la Biblia nos asegura que los muertos están inconscientes y no pueden sentir, eso significa que la muerte pone fin al dolor y el sufrimiento. Job, un fiel siervo de Dios, sabía eso. Cuando estuvo sufriendo de una enfermedad dolorosa, dijo:
“¿Por qué desde la matriz no procedí yo a morir? . . . ¿Por qué fue que rodillas se presentaron delante de mí, y por qué pechos para que mamase? Pues para ahora me hubiese acostado para estar libre de disturbio; hubiese dormido entonces; estuviera descansando.”—Job 3:11-13.
11 Pero, ¿está esto tomando en cuenta el alma?
Según la Biblia, ¿qué es un “alma”? (12, 13)
12 Para expresarlo simplemente: las Escrituras enseñan que su alma es usted. Lo que ya hemos leído en Génesis 2:7 muestra eso. Recuerde que Dios formó del polvo el cuerpo del hombre. Entonces Dios proveyó la vida y el aliento que se necesitaban para sostener esa vida. ¿Con qué resultado? Según la propia Palabra de Dios, el hombre “vino a ser alma viviente [hebreo, nephesh].” (Génesis 2:7) No se le dio un alma a Adán, ni llegó a tener un alma. Él era un alma. Al enseñar eso, la Biblia se atiene a ello desde el principio hasta el fin. Muchos siglos después el apóstol Pablo citó Génesis 2:7 cuando escribió: “El primer hombre Adán vino a ser alma viviente [griego, psykhe].”—1 Corintios 15:45.
13 La palabra hebrea nephesh y la palabra griega psykhe, que se hallan en estos textos, se han traducido de varias maneras. Se notará que en muchas versiones de la Biblia se han traducido “alma” en Ezequiel 18:4 y Mateo 10:28. En otros textos esas mismas palabras originales se han traducido “ser,” “criatura,” o “persona.” Éstas son traducciones válidas de las palabras originales, y una comparación de ellas muestra que el alma es la criatura o persona misma, no alguna parte invisible del hombre. La Biblia en los idiomas originales aplica estas mismas palabras a animales, lo cual muestra que éstos son almas o tienen vida como almas.—Génesis 2:19; Levítico 11:46; Revelación 8:9.
¿Puede morir un alma? ¿qué cosas implicaría esto? (14-16)
14 Como alma, Adán, o cualquiera de nosotros, podría comer, sentir hambre y cansarse. En el hebreo original, la Biblia dice que las almas hacen todo eso. (Deuteronomio 23:24; Proverbios 19:15; 25:25) Al declarar una prohibición que aplicaba a los israelitas respecto al trabajo en cierto día, Dios aclaró otro punto importante acerca del alma cuando dijo: “En cuanto a cualquier alma que haga trabajo de clase alguna en este mismo día, tendré que destruir a esa alma de entre su pueblo.” (Levítico 23:30) Así, la Biblia muestra aquí, y en muchos otros textos, que un alma puede morir.—Ezequiel 18:4, 20; Salmo 33:19.
15 El conocer esas verdades bíblicas puede ayudarnos a valorar los relatos que recientemente se han divulgado acerca de personas que supuestamente murieron (no se advertía latido del corazón ni actividad cerebral), y que, sin embargo, después de haber sido revivificadas, contaron que habían estado flotando fuera del cuerpo. Una posibilidad es que hayan tenido alucinaciones causadas por el medicamento o por un cerebro que haya sufrido privación de oxígeno. Sea ésa la explicación completa o no, sabemos con certeza que ningún alma invisible salió del cuerpo.
16 Además, si los muertos están totalmente inconscientes y ningún “alma” se va flotando del cuerpo, entonces no puede haber un infierno de llamas esperando la llegada de las almas de los inicuos, ¿verdad? Sin embargo, muchas iglesias enseñan que a los inicuos se les atormenta después de la muerte. Al aprender la verdad acerca de los muertos, algunas personas se han sentido molestas y con buena razón, y han preguntado: ‘¿Por qué no nos dijo nuestra religión la verdad acerca de los muertos?’ ¿Qué respuesta provoca esto en usted?—Compare con Jeremías 7:31.
¿QUÉ FUTURO PARA LOS MUERTOS?
¿Qué le sucede a la persona después de la muerte? (17-20)
17 Si el único futuro que aguardara a las personas que ahora viven fuera la inconsciencia en la muerte, entonces la muerte sería un enemigo invencible. Pero la Biblia muestra que no es tal cosa.
18 El futuro inmediato para la persona que muere está en el sepulcro. Los idiomas en los cuales se escribió la Biblia tenían palabras para el lugar de los muertos, el sepulcro común de la humanidad. En hebreo se le llamaba Seol. En griego se le llamaba Hades. En algunas Biblias estas palabras se han traducido con términos como “sepulcro,” “hoyo” o “infierno.” Prescindiendo de cómo se traduzcan, el significado de los términos en los idiomas originales no es un lugar ardiente de sufrimiento, sino el sepulcro de los muertos, que están inconscientes. Leemos lo siguiente:
“Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismísimo poder, porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol [infierno, Versión Douay; el sepulcro, Versión Moderna], el lugar adonde estás yendo.”—Eclesiastés 9:10.
El apóstol Pedro nos asegura que, al morir, hasta Jesús fue al sepulcro, a Seol, Hades o el infierno.—Hechos 2:31; compare con Salmo 16:10.
19 Por supuesto, la persona muerta no tiene poder que le permita cambiar de condición. (Job 14:12) Entonces, ¿es el estado inconsciente de la muerte todo lo que el futuro encierra? Para algunas personas, sí. La Biblia enseña que las personas a quienes Dios rechaza por completo permanecen muertas para siempre.—2 Tesalonicenses 1:6-9.
20 Los judíos de la antigüedad creían que las personas que eran extremadamente inicuas no tendrían ningún futuro más allá de la muerte. Los judíos no enterraban a aquellas personas. Más bien, arrojaban aquellos cadáveres en un valle que estaba fuera de Jerusalén donde se mantenían ardiendo los fuegos para deshacerse de los desperdicios. Éste era el valle de Hinón o Gehena. Basándose en esta práctica, Jesús usó el Gehena como símbolo de la destrucción completa, que elimina toda perspectiva en cuanto al futuro. (Mateo 5:29, 30) Por ejemplo, dijo:
“No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo mas no pueden matar el alma [o la perspectiva de vivir como alma]; sino, más bien, teman [a Dios] que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena.”—Mateo 10:28.
Sin embargo, las palabras de Jesús nos dan razón para abrigar la esperanza de que muchos que han muerto vuelvan a vivir en el futuro, y así venzan a la muerte.
VICTORIA MEDIANTE LA RESURRECCIÓN
¿Cómo es posible la victoria sobre la muerte? (21, 22)
21 Dios, en uno de los actos más importantes de la historia, levantó a Jesucristo a la vida después que Jesús hubo estado muerto por días. Jesús llegó a ser una criatura espiritual viviente, como lo había sido antes de venir a la Tierra. (1 Corintios 15:42-45; 1 Pedro 3:18) Centenares de personas vieron a Jesús aparecer después que fue resucitado. (Hechos 2:22-24; 1 Corintios 15:3-8) Aquellos testigos estuvieron dispuestos a arriesgar la vida en apoyo de su fe en la resurrección de Jesús. La resurrección de Jesús prueba que la muerte no es enemigo invencible. ¡Es posible la victoria sobre la muerte!—1 Corintios 15:54-57.
22 Se pueden lograr otras victorias sobre la muerte. Puede haber resurrección de personas para que vivan como seres humanos en la Tierra. Jehová, que no puede mentir, nos asegura en su Palabra “que va a haber resurrección así de justos [personas que conocían la voluntad de Dios y la hacían] como de injustos [los que no practicaron la justicia].”—Hechos 24:15.
¿Por qué puede ser excitante el futuro? (23-25)
23 Podemos confiar en que Dios puede hacer que personas que han muerto vuelvan a la vida humana. Los hombres pueden registrar en películas o cinta magnética la imagen, voz y peculiaridades de una persona. ¿No puede Dios hacer mucho más que eso? La memoria de él abarca mucho más que cualquier película o cinta, de modo que él puede volver a crear perfectamente a las personas a quienes desea resucitar. (Salmo 147:4) Ya ha demostrado eso. La Biblia contiene varios relatos que indican que Dios, por medio de su Hijo, hizo volver a la vida a algunos humanos. Usted puede leer dos de estos relatos excitantes en Juan 11:5-44 y Lucas 7:11-17. Los hombres que adoraban a Dios en el pasado tenían razón para estar a la expectativa del tiempo en que Dios se acordaría de ellos y los resucitaría. Sería como despertarlos de la inconsciencia de un sueño.—Job 14:13-15.
24 Aquellas resurrecciones del pasado deben haber llenado de alegría a parientes y amigos. Pero aquellas resurrecciones solo vencieron a la muerte temporalmente, porque con el tiempo las personas que fueron resucitadas volvieron a morir. No obstante, nos dan un excitante “avance” de lo que vendrá, porque la Biblia señala a una venidera “resurrección mejor.” (Hebreos 11:35) Será mejor, sí, muchísimo mejor, porque los que vuelvan para vivir en la Tierra no tendrán que morir de nuevo. Eso significará una victoria mucho más grande sobre la muerte.—Juan 11:25, 26.
25 Lo que la Biblia dice acerca de que Dios puede vencer y vencerá a la muerte ciertamente indica el interés amoroso de él en los seres humanos. Esto debe ayudarnos a entender la personalidad de Jehová y atraernos más a él. Esas verdades también nos ayudan a lograr equilibrio, porque se nos protege contra el morboso temor de la muerte, un temor que atormenta a tantos. Podemos tener la feliz esperanza de hasta volver a ver a nuestros parientes y amados fallecidos cuando, mediante la resurrección, la muerte sea vencida.—1 Tesalonicenses 4:13: Lucas 23:43.
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