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  • Cara a cara con la muerte
    ¡Despertad! 1980 | 8 de agosto
    • Cara a cara con la muerte

      EL JOVEN estaba afligido. Bajo sus pies yacían los restos recién enterrados de su hermano mayor.

      Con hombros temblorosos a causa del llanto, él murmuró: “¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué tiene que morir la gente? ¿Adónde se ha ido?” Conteniendo a duras penas su gemir, dijo: “Joel, mi hermano . . . ¿dónde estás?”

      Joel, a quien le faltó poco para cumplir 28 años, era el primero de ocho hijos. Sus padres eran simples campesinos que se ganaban la vida por medio de cultivar una pequeña porción de terreno. Habían hecho grandes sacrificios para pagar los costos de la educación de Joel; pero cuando él se graduó de doctor en medicina, ellos se sintieron muy orgullosos de él. Pensaron también: “Ahora podrá ayudarnos a atender a los demás niños. Nuestra vida dejará de ser tan difícil.”

      ¡Pero cinco meses después de haber completado su internado en el Hospital de Enseñanza Universitaria Joel murió!

      El joven pensaba en todas estas cosas y otras. Joel había sido más que un hermano para él. Había sido consejero, compañero de trabajo y amigo. ¡Y ahora se había ido tan repentinamente! Sucedió un domingo. Era un día de calor sofocante. Joel dijo a sus amigos del hospital que quería “darse una zambullida” en el río después de almorzar y los invitó a venir con él. Ellos no se sintieron dispuestos a ir, y él se fue solo.

      No regresó vivo. ¡Qué dolor sintieron sus parientes y amigos cuando unas personas trajeron el cadáver al hogar más tarde aquel día!

      El joven se esforzaba por aceptar la realidad de lo que había sucedido. En el funeral “cristiano” el sacerdote dijo que Joel había sido “llamado a un servicio superior.” Los aldeanos habían dicho que él estaba regresando a sus antepasados, para vivir entre ellos. Hasta estaban haciendo arreglos para celebrar un “segundo entierro,” para librar su espíritu para que fuera al mundo de los espíritus de sus predecesores.

      El joven se preguntaba: “Pero, ¿está mi hermano realmente vivo ahora? ¿Está compartiendo mi tristeza? ¿Es feliz? ¿Dónde está? ¿Es su muerte el fin de todo?”

      La mayoría de la gente ha tenido pensamientos similares en tiempos de dolor por la muerte de un ser amado. Piense en los que han perdido a sus amados en accidentes trágicos, en guerras, o debido a enfermedades repentinas. Piense en la madre cuyo hijito sucumbe a la muerte; o en la familia que pierde al padre o a la madre. Entonces, piense también en todos los que mueren de lo que algunos llaman causas naturales.

      ¿No se pregunta usted por qué, y cómo se ha llegado a aceptar a la muerte como lo “natural”? ¿No se ha preguntado si la muerte pone fin a todo? ¿Se puede derrotar a la muerte?

  • Intentan derrotar la muerte
    ¡Despertad! 1980 | 8 de agosto
    • Intentan derrotar la muerte

      A LA mayoría de la gente se le hace difícil aceptar que la muerte sea la condición final. Muchos prefieren creer que la vida consciente continúa después de la muerte.

      Muchos científicos probablemente no crean que continúe. Sin embargo, cuando se encaran a la muerte como realidad, buscan medios “científicos” para prolongar la vida del hombre. Como dice la Biblia: “El tiempo indefinido . . . [está] en el corazón de ellos.”—Ecl. 3:11.

      Metas científicas

      Se está llevando a cabo mucha investigación en un esfuerzo por descubrir la naturaleza de la vida y la composición de la célula viviente. Experimentos con células vivas de seres humanos han mostrado que, bajo condiciones favorables, éstas pudieran existir indefinidamente. Otra investigación ha mostrado que el ADN (ácido desoxirribonucleico) en casi toda célula de cualquier criatura contiene la información sobre la entera composición de esa criatura individual.

      Teniendo esto como base, los biólogos están experimentando con el trasplante de genes, o con “reproducir agámicamente.” Algunos científicos creen que se pudiera utilizar la manipulación de genes para curar enfermedades genéticas, prolongar la vida y hacer cambios significativos en el hombre mismo.

      Hay otras teorías que han ofrecido posibilidades de derrotar la muerte. Algunos hablan de trasplantar el cerebro, la suspensión momentánea de las funciones vitales y la reanimación. Algunas personas han pensado en la plena conservación de su cuerpo por medio de congelación instantánea al momento de morir. Estas esperan que los científicos encuentren alguna manera de reanimarlos en el futuro.

      Logros verdaderos

      En contraste con las teorías sobre la prolongación de la vida humana, la investigación médica ha producido algunos resultados tangibles. Una mejor higiene ha contribuido a alargar el promedio de la vida de la gente en general. La mortalidad infantil se ha reducido.

      Se han desarrollado mejoras en los métodos que se siguen para tratar las enfermedades, lo cual permite que los pacientes se recuperen de enfermedades que, no hace mucho, hubieran sido fatales. Los adelantos en la tecnología médica, junto con un mejor entendimiento del organismo humano, también han producido en la cirugía logros que posiblemente se hubieran considerado imposibles hace 40 años.

      Es por esto que se ha alargado la duración de la vida de millones de individuos. Sin embargo, la duración de la vida de la humanidad en general no ha aumentado. Aun en países en que hay un alto nivel de vida, el promedio de vida es de 70 a 80 años. Hace más de 3.000 años la Biblia declaró que “nuestros años son setenta años; y si debido a poderío especial son ochenta años, sin embargo en lo que insisten es en penoso afán.” Eso es todavía cierto hoy.—Sal. 90:10.

      Tradiciones que buscan derrotar la muerte

      Pero la gente trata de suavizar el golpe de esa realidad de varias maneras. Muchos piensan en términos de una supuesta inmortalidad del alma humana, de una supervivencia y traslado a un mundo de espíritus, y de ir al cielo.

      La mayoría de las religiones promueven estas creencias. Las iglesias de la cristiandad consideran como doctrina central de su fe el que el alma sobrevive y pasa a una región espiritual. Aunque en algunas naciones industrializadas esta creencia está perdiendo terreno, en las Américas del Centro y del Sur, África y en el Oriente estas creencias están bien arraigadas.

      Por ejemplo, Brasil es un país principalmente católico romano, y la gente en general tiene las ideas católicas sobre la vida después de la muerte: el cielo, el purgatorio y el infierno. Sin embargo, también tienen allí la influencia de las religiones africanas y algo del espiritismo europeo. A las imágenes de las iglesias se les identifica como “santos,” pues se cree que sobrevivieron y entraron en el mundo de espíritus. Se cree que los mediums del vodú están poseídos de espíritus de dioses africanos o antepasados. Y por todo África hay fetiches, ídolos y amuletos que están asociados con los espíritus de los antepasados.

      El precio que pagan

      Es digno de notar que todos estos esfuerzos por derrotar la muerte por medio de apegarse a las tradiciones exigen un precio. Algunas veces es monetario. En otros casos es el temor.

      Por ejemplo, la enseñanza de la cristiandad acerca de la inmortalidad del alma está acompañada por el temor a un infierno de fuego. Y a los que creen en el purgatorio se les enseña que se deben hacer oraciones para librar las almas de sus amados. Pero, por supuesto, se espera dinero de las personas que quieren estos servicios.

      Cuando alguna persona en el norte de Transvaal (África) muere, los parientes consultan a un hechicero. En este caso también se espera nuevamente un pago. Al médico brujo se le considera como el mediador entre los que viven y el muerto. Se cree que el difunto ha ido a la tierra de los dioses, donde se le rinden honores de los cuales nunca había disfrutado antes de morir. Se le tiene gran temor, pues se cree que tiene poder para causar daño a los que viven. Por lo tanto se le ofrece apaciguamiento en la forma de un banquete especial en el día de su entierro.

      Los zulúes de África del Sur creen que los muertos pueden proteger y ayudar a los vivos. Se les ofrecen sacrificios regularmente para seguir disfrutando de su favor.

      En el pasado, el que hubiese creencias como ésas en algunas partes del África resultó en la práctica de ofrecer sacrificios humanos. Cuando moría un rey o un jefe, se enterraba a algunos de sus sirvientes con él para que le sirvieran en el mundo de los espíritus. En Ghana, a algunos de los muertos todavía se les entierra con dinero, ropa y otros artículos por una razón similar.

      En el Oratorio (católico) de San José, en Montreal, los devotos gastan dinero en encender velas que se mantienen encendidas por mucho tiempo. Creen que éstas ayudan a las almas de los que están en el purgatorio.

      Sí, pagan un precio en sus esfuerzos por derrotar la muerte... ¿pero es necesario eso? Para tener una respuesta verdaderamente satisfaciente, debemos saber lo que la Biblia misma dice que es la muerte.

      [Ilustración en la página 6]

      La molécula en espiral ADN

  • ¿Qué es la muerte?
    ¡Despertad! 1980 | 8 de agosto
    • ¿Qué es la muerte?

      “HAY un suceso resultante con respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante con respecto a la bestia, y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, así muere la otra.”—Ecl. 3:19.

      Pero es más fácil aceptar lo definitivo de la muerte en el caso de los animales que en el caso del hombre. Un resultado de esto es que muchas personas creen que el hombre posee un alma inmortal, y por esa razón es superior a los animales.

      Lo que es el alma

      Sin embargo, la Biblia no establece una diferencia entre el hombre y el animal con relación a ser un “alma.” Las mismas palabras del hebreo y el griego que se traducen “alma” en muchas Biblias, o “criatura” o “ser” en otras, se usan tanto para el hombre como para el animal. Sírvase leer por sí mismo lo citado en Números 31:28, Génesis 1:20-24 y Revelación 16:3, donde se encuentran estos términos en los lenguajes originales.

      Por lo tanto, lejos de ser un espíritu en el cuerpo de la criatura, sea humana o animal, el “alma” designa a la entera criatura. Incluye el cuerpo y el espíritu de vida.—Ecl. 3:21; 12:7.

      Esto se indica en la descripción bíblica de la creación del hombre: “Procedió Jehová Dios a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente.” (Gén. 2:7; “criatura,” New English Bible; “ser,” Versión Valera Revisada) Por lo tanto, el “alma” no fue añadida al cuerpo del hombre. “Alma” fue lo que el hombre vino a ser cuando su cuerpo fue activado por el aliento de vida. No, el hombre no tiene un alma. Es un alma. Los animales son almas también.

      El cuerpo humano, como el de los animales, está compuesto de miles de millones de células vivas. Todas son animadas por el “espíritu de vida.” Es con relación a este “espíritu,” o “fuerza de vida,” que la Biblia dice que la humanidad y los animales “tienen un solo espíritu.” (Ecl. 3:19-21) Este espíritu de vida se sostiene en el cuerpo por medio de la respiración, y esta respiración activa al organismo entero.

      Si cesa la respiración, o si se obstruye a los elementos que reabastecen y sostienen a las células del cuerpo, estas células mueren. Esto se ve en la cola de un lagarto, o la mano de un hombre, cuando estas cosas son cortadas del cuerpo.

      Por eso, realmente, las almas humanas y las almas animales tienen la misma fuerza de vida procedente de Dios. Pero ésta no tiene personalidad ni sigue viviendo después que la criatura muere.

      Diferente el propósito para los humanos

      ¿Quiere decir esto que no hay diferencia entre el propósito de Dios para el hombre en contraste con el que tiene para la bestia? De ningún modo.

      En primer lugar, el hombre tiene un cerebro con procesos de pensamiento muy superior al de los animales, lo cual da a los humanos el poder de la razón junto con una memoria superior y un concepto del tiempo. El hombre no es guiado principalmente por el instinto como lo son los animales, sino que está dotado de libertad para escoger y tomar decisiones. Además, el hombre fue hecho a la imagen de Dios, por lo tanto tiene hasta cierto grado las cualidades de Dios de sabiduría, justicia, amor y poder, de las cuales carecen los animales.

      Hay otra gran diferencia: ¡El hombre no fue creado para morir! ¡Por el contrario, Dios creó al hombre con la capacidad de vivir para siempre! El registro de los primeros dos capítulos de Génesis muestra que Dios creó perfectos al hombre y la mujer. Ellos también habrían de tener hijos perfectos. Luego habrían de extender su paraíso hasta los fines de la Tierra, y vivir para siempre en ella.—Gén. 2:8-25.

      Los animales, sin embargo, no fueron creados con perspectiva alguna de vivir para siempre. Ellos ya estaban viviendo y muriendo antes de que el hombre fuera creado; y continúan haciéndolo. Antes del diluvio del día de Noé, se mataba a los animales para proveer ropa para los humanos, y para sacrificios. (Gén. 3:21; 4:4) Después del Diluvio, Dios dio al hombre la autoridad de matarlos para usarlos como alimento también. (Gén. 9:3) Por lo tanto, la duración de vida de éstos siempre ha sido limitada; ha tenido como fin definitivo e inevitable la muerte.—2 Ped. 2:12.

      Es verdad que Dios creó a los humanos del polvo del suelo tal como creó a los animales. Pero diseñó a los humanos para que duraran indefinidamente —para siempre— bajo las condiciones apropiadas.

      Por qué muere el hombre

      Si ése es el caso, ¿por qué muere el hombre? Porque la vida eterna depende de la obediencia a las leyes del Creador. La obediencia a esas leyes por parte de nuestros primeros padres, Adán y Eva, hubiera significado que ellos hubieran continuado con vida. La desobediencia significó muerte: “Positivamente morirás,” fueron las palabras de Dios. (Gén. 2:17) La desobediencia cortó la línea de sostén de la vida con el Sustentador de la vida, pues con Dios está “la fuente de la vida.” (Sal. 36:9) Si Adán y Eva no hubieran desobedecido a Dios, no habrían muerto.

      Triste es decirlo, pero nuestros primeros padres usaron mal su libre albedrío y decidieron seguir un derrotero de vida en independencia de Dios. Esto fijó la mente y la vida del hombre en un cauce que era contrario a la voluntad de Dios. Ahora, el hombre ya no era perfecto, puesto que la rebelión lo llevó a errar el blanco de la perfección. A medida que el hombre fue gastando la tremenda vitalidad que Dios le había dado, envejeció y con el tiempo murió, ‘volviendo al polvo del suelo.’ (Gén. 3:1, 19) Puesto que él mismo era ahora un ‘patrón’ defectuoso, pasó a toda su prole imperfección y muerte.—Rom. 5:12.

      Cómo muere el hombre

      Al sobrevenir la muerte ocurre lo contrario de lo que sucedió en la creación del hombre. La respiración cesa. El espíritu, o la fuerza de vida que funciona en todas las células, se extingue. El cerebro deja de funcionar y los pensamientos perecen. “Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos.”—Sal. 146:4; Eze. 18:4.

      Esto concuerda con lo que se conoce científicamente acerca del proceso de la muerte. Cuando el corazón deja de latir, la sangre deja de distribuir el alimento y oxígeno (de la respiración) a las células del cuerpo. Sin embargo, las células no mueren inmediatamente. Por eso es posible hacer revivir a algunas personas que han dejado de respirar y cuyo corazón ha dejado de latir. La muerte absoluta viene cuando la fuerza de vida, o el espíritu de vida, desaparece del cuerpo.—Sal. 104:29.

      La muerte significa un estado de inactividad total. Los muertos “no están conscientes de nada en absoluto, . . . porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol [la sepultura].” Esto significa que a los muertos no les pueden ayudar los esfuerzos de los religiosos o espiritistas ni los medios científicos humanos.—Ecl. 9:5, 6, 10.

      Manifestaciones espirituales

      ¿Pero qué hay de las manifestaciones espirituales que se asocian con los muertos? La Biblia explica que las criaturas espirituales fueron creadas antes de que el universo material fuera creado. Algunos de esos ángeles, entre ellos Satanás, se rebelaron contra Dios. Ellos son los que se hacen pasar por los muertos, y lo hacen con el propósito de dar apoyo a la primera mentira de Satanás, de que el hombre ‘positivamente no moriría’ si se rebelaba contra Dios.—Gén. 3:4; Juan 8:44; Jud. 6.

      Por lo tanto, el consultar a los muertos, los ritos funerales para apaciguar a los muertos o darles homenaje, las oraciones a favor de ellos y todas las prácticas espiritistas se basan en el engaño, en la mentira. El dinero que se paga en servicios de esa índole no resulta en el favor de Dios, ni ejerce influencia en los muertos. En vez de eso, facilita las cosas a los demonios. Es por eso que Dios prohíbe el participar en esas prácticas.—Deu. 18:10-12; Isa. 8:19.

      El entender la verdad acerca de la muerte y obrar en armonía con ella libera a la persona del temor y de prácticas inútiles. También pone a la persona en condiciones de apreciar el propósito de nuestro Creador de suministrar la verdadera victoria sobre la muerte, y beneficiarse de ese propósito.

      [Ilustración en la página 9]

      Su alma es usted

  • ¡La muerte no pone fin a todo!
    ¡Despertad! 1980 | 8 de agosto
    • ¡La muerte no pone fin a todo!

      LA CIENCIA no puede crear vida humana, ni puede devolver la vida a los muertos. ¡Pero el Creador de los humanos sí puede! Él tiene conocimiento absoluto de la vida humana y de sus funciones. Él puede hacer cosas que los biólogos no pueden siquiera entender.

      Puesto que Dios fue quien creó al hombre originalmente, Él sabe cómo sostenerlo para siempre, y hasta recrearlo una vez que éste muere. Y ahora que Dios ha permitido tiempo para que toda persona vea los resultados de desobedecer sus leyes, se está acercando rápidamente el tiempo señalado en que él corregirá los asuntos en esta Tierra. Eso incluye levantar a los muertos de las tumbas y guiar a la humanidad a vida eterna en la Tierra.

      ¡No, la muerte no pondrá fin a todo! El propósito de Dios es restaurar por toda la Tierra las condiciones paradisíacas que una vez existieron en Edén, y restaurar a la humanidad la perfección que una vez tuvo. Esto hará posible que las personas vivan para siempre en la Tierra transformada en un paraíso deleitable. Es por eso que Jesús pudo decir a un hombre que estaba a punto de morir: “Estarás conmigo en el Paraíso.” Y es por eso que el salmista pudo escribir: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.”—Luc. 23:43; Sal. 37:29.

      Pero para que la vida en el nuevo orden de Dios valga la pena, los seres humanos necesitan más que vida eterna. Necesitan que se efectúe algo más que una resurrección de entre los muertos. ¿Qué otra cosa es sumamente necesaria? El presente sistema de cosas impío, injusto y violento tiene que ser removido. Y, además, tiene que haber un gobierno justo sobre toda la humanidad.

      Un gobierno perfecto

      Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar, asoció el cumplimiento de la voluntad de Dios sobre la Tierra con la venida del reino celestial de Dios. (Mat. 6:9, 10) Ese reino, o gobierno, celestial es el medio por el cual Dios administrará la restauración del Paraíso.

      Apropiadamente, Jesús es el rey a quien Dios nombra para ese gobierno celestial. Él es el Cristo de quien se prometió que vendría como salvador, un profeta mayor que Moisés, un rey que heredaría un reino eterno.—Deu. 18:15; Isa. 9:6, 7; Luc. 1:30-33; Juan 4:42.

      Para comenzar, el reino bajo Cristo destruirá totalmente de sobre la Tierra el inadecuado sistema de cosas actual. Esto removerá todos los gobiernos y sistemas sociales y económicos que por largo tiempo han dirigido mal a la humanidad. (Dan. 2:44) Pero la profecía bíblica predice que habrá una “grande muchedumbre” de sobrevivientes. A éstos se les introducirá en el nuevo orden de Dios para dar comienzo de nuevo a la vida sobre una Tierra que habrá sido limpiada de la iniquidad, con la perspectiva de vida interminable ante ellos.—Rev. 7:9, 10, 14.

      Resurrección de los muertos

      No solo los sobrevivientes del fin de este sistema tendrán tales perspectivas de vida; también la tendrán muchos de los muertos. Jesús habló de esto cuando dijo: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán.” El apóstol Pablo también dijo: “Va a haber resurrección así de justos como de injustos.”—Juan 5:28, 29; Hech. 24:15.

      Esto será un crear de nuevo —una re-creación— de los que han muerto. Regresarán de los sepulcros dotados de la personalidad que tenían antes de morir, incluso sus recuerdos y funciones mentales. Puesto que cada cuerpo original ya habrá vuelto al polvo, Dios construirá un cuerpo que tenga el patrón o modelo de ADN en sus células y la capacidad cerebral que la persona tenía antes de morir. Jesús, mientras estuvo en la Tierra, demostró este poder de Dios por medio de resucitar a personas muertas, como a Lázaro, al hijo de la viuda de Naín y a la hija de un funcionario.—Juan 11:38-44; Luc. 7:11-17; 8:49-56.

      También, tal como Jesús sanó a los enfermos cuando estaba en la Tierra, de igual manera sanará a la humanidad redimida de los efectos del pecado y la restaurará a la perfección de mente y cuerpo. Luego, “como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a la nada.” ¡Nunca más reclamará otra víctima la muerte heredada!—1 Cor. 15:26; Rev. 21:1, 3, 4.

      Entonces no habrá nada que estropee la paz y armonía que existirá en la Tierra. La humanidad redimida extenderá el Paraíso hasta los mismísimos fines del planeta. Disfrutará para siempre de los frutos de su gozoso trabajo, pues la tierra producirá abundantemente. Toda persona quedará satisfecha con cosas buenas, porque Jehová ‘abrirá su mano y satisfará el deseo de toda cosa viviente.’ (Sal. 145:15, 16) Hasta los animales llegarán a estar nuevamente en sujeción bajo el hombre amoroso, como lo estuvieron en Edén.—Gén. 1:28.

      ¿Qué debe hacer usted?

      ¿Quisiera usted disfrutar de estas bendiciones en el Paraíso restaurado en la Tierra? Entonces, adquiera conocimiento exacto del Creador, quien se ha propuesto estas cosas. Eso fue lo que Jesús dijo que hiciéramos. (Juan 17:3) Con fe, siga obedientemente las instrucciones y la dirección del Gran Maestro, Jesucristo. (Juan 3:36) Muchas personas de todas partes del mundo están haciendo eso y están cosechando verdaderos beneficios en la actualidad.

      Por ejemplo, cuando una asiática que vivía en África del Sur perdió a su esposo, deseó dejarse morir de hambre para estar con él. Los testigos de Jehová la visitaron y, gratis, le mostraron con la Palabra de Dios la verdad acerca de los muertos. Ella llegó a entender que, aunque era natural que ella sintiera dolor, podría sobreponerse y trabajar por un futuro verdaderamente feliz. Su entero punto de vista cambió. Ahora hasta enseña a otros acerca de la esperanza que hay en cuanto al futuro.

      ¡No, la muerte no pone fin a todo! Jehová extiende la maravillosa esperanza de la resurrección, con la perspectiva de vida sin fin en un Paraíso restaurado. Entonces habrá tiempo ilimitado para participar de lleno en actividades que valgan la pena. ¡Qué bueno será el poder en verdad llegar a conocer la Tierra y todas las cosas maravillosas que hay en ella, y entender el majestuoso universo!

      Sobre todo, será profundamente satisfaciente el realmente llegar a conocer a nuestro Gran Creador, Jehová, y disfrutar de una relación eterna y feliz con él, “porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas están cubriendo el mismísimo mar.”—Isa. 11:9.

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