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Cómo mantener la delincuencia fuera de su hogarLa Atalaya 1963 | 1 de marzo
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si usted vincula la obediencia a la ley de Dios con su meta en la vida.
UNA META Y RESPONSABILIDAD
La falta de una meta en la vida hace que muchos jóvenes sean arrastrados a la dificultad. Son parecidos a un barco sin destino. Sin la Biblia para guiarles, ni siquiera tienen timón. Sea cual fuere el ramo o profesión que su hijo prefiera para ganarse la vida, le corresponde a usted mostrarle que su meta básica en la vida es la de andar con Dios y recibir la vida eterna. (Juan 17:3) Señale que la paz y la seguridad pueden ser suyas ahora a pesar de nuestros tiempos críticos, si su meta es la de hacer la voluntad de Dios. Cuando eso llegue a ser su propósito firme él verá que el leer, escribir y estudiar la historia sagrada y seglar son medios de alcanzar su meta. Él comprenderá que el andar de truhán ocioso constituye una pérdida de tiempo valioso, que el estudio es una inversión sabia y que aun actos de delincuencia menores lo estorbarían de lograr su propósito en la vida. Cuando vea lo que es su propósito básico en la vida, entonces muéstrele que su propósito tiene significado aquí y ahora por medio de darle alguna responsabilidad.
El desempeñar un papel de responsabilidad y productivo en la vida debería constituir gran parte del propósito de vivir de su hijo. Él debería comenzar a aprender este sentido de responsabilidad y productividad tan pronto como sea posible. Usted puede comenzar por medio de enseñarle a vestirse a sí mismo, a recoger sus prendas de vestir, juguetes y libros. Si usted vive en los suburbios, es muy probable que haya muchas responsabilidades que puedan asignarse, tales como el cortar el césped, recortar setos vivos, rastrillar hojas, pintar una cerca, limpiar el desván o el sótano. Si vive en un apartamento alquilado en la ciudad, la mesa tiene que ponerse, hay que lavar y secar platos, las alfombras tienen que ser limpiadas al vacío, hay que encerar pisos, hay que despolvorear y lustrar muebles y hay que planchar ropa, y siempre hay las camas y compras. Si estas cosas no proveen suficientes oportunidades, otro lugar donde puede usted enseñarle responsabilidad es en el lugar de reunión de la congregación.
Anime a su hijo a ofrecerse como voluntario para ayudar a mantener limpio el lugar de reunión de la congregación o a poner en orden las sillas, ayudar a doblar tratados bíblicos, cerrar las ventanas después que se haya ido a casa la mayoría, y traspalar nieve. Ponga el ejemplo correcto por medio de ofrecerse usted mismo como voluntario, si fuere de manera alguna posible.
Al cumplir tales asignaciones su pequeñuelo aprenderá algo que falta notablemente en el entrenamiento de niños delincuentes—cómo trabajar y cómo cooperar con otros. Aprenderá el gozo de un trabajo bien hecho. Con ese sentimiento viene el respeto y un paso hacia la madurez. No deje que su hijo aprenda esta lección de la manera dura, como lo hizo un joven de diecinueve años. Solo después de cumplir una condena en un campamento estatal para jóvenes pudo decir: “Me enseñaron a trabajar, el... placer que el hombre puede sacar de hacer algo por sí mismo.” El que dé a su hijo responsabilidades proveerá también una manera de comprobar su iniciativa, minuciosidad y confiabilidad. Tal como dice Proverbios 20:11: “Aun por sus prácticas el muchacho se hace reconocer en cuanto a si su actividad es pura y recta.” Se puede dar atención especial a puntos en su disposición que requieren mejoramiento. El fiel desempeño de deberes provee oportunidad para encomio y privilegios extraordinarios. En este respecto usted tiene una oportunidad para enseñar la valiosa lección acerca de cómo trabajar y ahorrar para cosas deseadas. Por supuesto, ya que es prole suya, su hijo no es más perfecto que lo que es usted. No espere perfección, pero tampoco pase por alto la disciplina necesaria.
DISCIPLINA Y AMOR
Al dar instrucciones o mandatos, exprésese con claridad y que lo expresado por usted sea en serio. Si usted da órdenes de una manera regañadora, le enseña a su hijo a desobedecer, porque sabe que puede pasar por alto su mandato y usted complacerá por medio de repetirlo. Pero él no tardará si usted demuestra que sus palabras se respaldan por acciones. Por supuesto que muchas veces puede que sea sabio el dar una razón por cierto mandato o restricción. Tal vez opine usted que no tiene por qué dar a su hijo razón alguna por sus órdenes, pero recuerde esto: Por entender por qué cierto proceder es sabio o desatinado, su hijo tendrá buena razón para escoger el curso sabio cuando usted no esté presente. Note cómo la Biblia frecuentemente da la razón por la cual cierto proceder es bueno o malo. Imite ese buen ejemplo.—Pro. 23:20, 21; 24:15, 16, 19, 20.
Cuando su hijo escoge ir en el proceder desatinado, a pesar del buen consejo suyo, recuerde Proverbios 22:15: “La necedad está enlazada con el corazón del muchacho; la vara de la disciplina es lo que la alejará de él.” Jehová le insta a que no detenga la disciplina del simple muchacho. (Pro. 23:13, 14) Usted sabe cuándo su hijo está haciendo lo indebido, y muy probablemente él también lo sabe. Según dijo un delincuente a un periodista: “Yo nunca recibía una zurra, aunque, en realidad, yo a menudo opinaba que debía recibirla.” No irrite a sus hijos por medio de constantemente cambiar las “reglas” o castigando un acto desobediente un día y no el siguiente. Imite a Jehová. Cumpla con su palabra, sea consistente y discipline por amor.—Pro. 13:24; Heb. 12:6.
En estos tiempos críticos cuando muchos carecen de afecto natural es importante que su hijo sepa que es amado y deseado. (2 Tim. 3:3) Al establecer usted restricciones razonables en cuanto a horas avanzadas y asociación correcta y hacer cumplir estrictamente sus deseos usted muestra que es un padre amoroso que es verdaderamente solícito. Se siente el amor suyo, aunque tal vez no se aprecie por el momento, cuando usted insiste en que su hijo siempre pida permiso para ir a alguna parte y que le diga con quién va. Vez tras vez se descubre que cuando los niños se meten en dificultades, como por ejemplo la ratería, sus padres no tienen ni pizca de idea en cuanto a dónde están. Si su hijo le importa a usted, hará que sea asunto suyo el saber dónde está. También le enseñará a su hijo a mantenerse alejado de cualquiera que mediante el ridículo o la coerción quisiera inducirlo a violar los deseos de su Dios o de sus padres. Enséñele que su reputación para con Dios es la que verdaderamente importa. Si la adversidad le sobreviene a la familia, conviértala en una ventaja por medio de mostrar a su hijo cómo acercarse a Dios para hallar consuelo y guía. Todo esto es parte del inapreciable entrenamiento de su hijo en el camino en que tiene que seguir para obtener la vida eterna.—Pro. 22:6.
Si usted le ha dado a su hijo el Reino como meta suya, si le ha enseñado a acudir a la Palabra de Dios por guía y le ha entrenado a manejar responsabilidad, él verá que el vandalismo, el hurto, la inmoralidad y cualquier otra forma de delincuencia son todas cosas que pueden apartarle del camino que conduce a la vida. (Mat. 7:14) Mantenga fuera de su hogar la delincuencia por medio de manejarlo en estricta armonía con el consejo autoritativo de Jehová. “Con sabiduría se edificará una casa y con discernimiento resultará firmemente establecida.”—Pro. 24:3.
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“Di Shibboleth, por favor”La Atalaya 1963 | 1 de marzo
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“Di Shibboleth, por favor”
◆ Ahora quizás no parezca cosa que signifique mucho el decir “Sibboleth” en vez de “Shibboleth,” pero en los vados del Jordán significó la diferencia entre quedar vivo y morir. Quizás tener la religión correcta no le parezca importante a usted ahora, pero en el Armagedón significará su vida.—Jue. 12:5, 6.
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