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  • La clase de lugares que son las discotecas
    ¡Despertad! 1979 | 22 de junio
    • haber tenido que ver con los niveles de ruido, y eso es fácil de entender.

      El año pasado se efectuó una verificación del sonido en las discotecas de Long Island, Nueva York, en los Estados Unidos, y los inspectores hallaron que 18 establecimientos tenían niveles de ruido que sobrepasaban 95 decibelios por más de 30 segundos. A cada uno de estos establecimientos se le obligó a fijar en su entrada una señal de advertencia: “LOS NIVELES DE SONIDO EN EL INTERIOR PUEDEN OCASIONAR DAÑO PERMANENTE AL OÍDO.” La investigación médica revela que los niveles de ruido que por lo general se experimentan en las discotecas pueden ocasionar daño permanente al oído de ciertas personas, particularmente a las que se exponen a estos niveles de ruido con regularidad.

      Las luces también presentan un posible peligro a la salud. ¿Cómo es eso? Pues bien, ciertas discotecas tienen un sistema de luces laser. “Si el haz de luz entra en el ojo,” dice el profesor Paul L. Ziemer de la Universidad Purdue, “se puede recibir una quemada en la retina... un punto ciego permanente.” Además, las luces estroboscópicas que oscilan al compás del ritmo de la música, pueden producir mareo, náusea y accesos alucinatorios. Entre los que han emitido advertencias acerca de estos posibles peligros se encuentra el gobierno británico, que hizo esto en un folleto sobre la seguridad en las escuelas.

      ¿Le ayuda esta consideración de las discotecas —sus raíces y la clase de lugares que las discotecas son— a ver por qué aquellos superintendentes cristianos que se reunieron en Brooklyn, Nueva York, el pasado diciembre estaban preocupados acerca de la creciente popularidad de las discotecas?

      Sin embargo, muchas personas disfrutan de las discotecas debido a las mismas cosas acerca de ellas que otros consideran peligrosas. Creen que los riesgos son mínimos, y que vale la pena correrlos para disfrutar de lo que ellos consideran un rato de placer. En realidad, ¿cuán grandes son los peligros? ¿Representa el ir a las discotecas un riesgo para el bienestar y felicidad duraderos? Estos son asuntos que merecen nuestra consideración.

  • El modo cristiano de ver las discotecas
    ¡Despertad! 1979 | 22 de junio
    • El modo cristiano de ver las discotecas

      ¿ES PRUDENTE que los cristianos vayan a las discotecas? ¿Es prudente que vean películas como Fiebre del Sábado Noche? En muchas familias cuestiones como éstas han sido temas de conversación, y han producido cierta medida de preocupación.

      Algunos superintendentes cristianos han hablado de estos asuntos en la plataforma pública, aun ante los auditorios de grandes asambleas. Por lo general, han señalado el peligro que corren los cristianos al ir a estos lugares. ¿Qué opina usted del consejo de ellos? ¿Considera usted que esos superintendentes cristianos son personas que ‘estropean la diversión,’ que se preocupan innecesariamente acerca de las actividades recreativas de sus compañeros cristianos?

      Lo que otros aconsejan

      Bueno, ¿qué aconsejan los expertos en materia de discotecas... los publicadores de Discoworld? Una jovencita de 15 años de edad de Chicago, Illinois, escribió a esa revista: “Solía concurrir a las discotecas hasta hace dos semanas cuando uno de los maestros de mi escuela me sorprendió en ello y se lo dijo a mi padre. Me propongo volver a asistir después que las cosas se tranquilicen. Porque para mí la forma más deleitable de entretenimiento es bailar al compás del sonido de DISCOTECA.”

      Discoworld publicó la carta de la jovencita en su número de mayo de 1977, junto con esta respuesta:

      “Estimada Lidia,

      “En realidad el que una niña de tu edad asista a las discotecas no es una buena idea. En el mundo de hoy día hay realidades duras y el que tengas que encararte a una de ellas pudiera ocasionar un dilema para ti y para tu familia. Sin duda tienes un tocadiscos en casa y suficientes discos para bailar hasta quedar plenamente satisfecha. Si necesitas un grupo, invita al resto de tus amigos.”

      ¿“Realidades duras . . . un dilema”?

      ¿A qué ‘duras realidades del mundo de hoy día’ quizás tenga uno que encararse al ir a las discotecas? ¿Cómo puede esto resultar en un “dilema” para una joven y su familia?

      Una realidad dura fundamental es que el alma —la esencia misma— de las discotecas es la libertad de expresión sexual. El ambiente en esos establecimientos está diseñado para disminuir las inhibiciones. Una persona que actualmente es testigo de Jehová y que antes solía tomar drogas y frecuentar las discotecas, dijo: “En ciertas ocasiones podía excitarme más en una discoteca que con drogas debido al efecto de las luces estroboscópicas, la vibración de la música y el ambiente hipnótico.”

      Otro Testigo, que lamentablemente tuvo que ser expulsado de la congregación cristiana debido a que fue devorado por la experiencia de las discotecas y cometió fornicación de todas clases, más tarde reconoció: “Es una selva. Hasta si uno va con su esposa y desea disfrutar de un poco de baile, los hombres que están allí la desnudan y violan en la mente de ellos aun antes que uno la saque a bailar.”

      De modo que las realidades duras son que el ir a las discotecas expone a uno a encuentros sexuales, así como a un ambiente que disminuye las inhibiciones sexuales. Por supuesto, eso quizás sea lo que muchos, tal vez la mayoría, buscan. Sin embargo, el cristiano verdadero obedece el mandato apostólico: “Huyan de la fornicación.” (1 Cor. 6:18) Pero, francamente, ¿cómo pueden los cristianos estar prestando verdadera atención a este mandato y al mismo tiempo frecuentar las discotecas?

      El envolvimiento en la inmoralidad no es una posibilidad remota. Es una posibilidad muy real. Con regularidad se reciben informes de que esto les sucede a los que van a las discotecas. Y frecuentemente ¿cuál es el resultado? Usted sabe... embarazos indeseados, enfermedades venéreas, familias rotas, problemas emocionales, temor, confusión, para no decir nada de una mala conciencia. El encararse a realidades tan duras ciertamente puede ocasionar un dilema, sí, una situación verdaderamente triste para la persona y para su familia.

      ¿Para qué estamos viviendo?

      Los cristianos tienen que enfrentarse a un factor vital: No todo lo que es placentero es bueno; hasta es posible que a Dios le desagrade lo que a nosotros nos deleita. Considere al Moisés de la antigüedad, de quien la Biblia dice: “Por fe Moisés, ya crecido, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo ser maltratado con el pueblo de Dios más bien que disfrutar temporalmente del pecado . . . porque miraba atentamente hacia el pago del galardón.”—Heb. 11:24-26.

      Puede haber disfrute, sí, diversión, en ir con la muchedumbre que participa del disoluto modo de vivir orientado a los placeres que caracteriza el estilo de vida de las discotecas. Pero, ¿realmente produce verdadero beneficio ese modo de vivir? ¿Eligió Moisés el siervo de Dios ese estilo de vida? No, pues debido a que amaba a Jehová y deseaba la recompensa que Dios ofrecía, Moisés rehusó disfrutar temporalmente del pecado.

      Recientemente a una Testigo joven que anteriormente había estado envuelta en una vida disoluta, orientada a las drogas, se le preguntó acerca de su anterior modo de vivir. “No puedo negar que era divertido,” contestó ella. “No cesé de hacer esas cosas debido a que no eran divertidas —aunque por dentro sentía cierta inseguridad e infelicidad— sino que dejé de hacerlas debido a que llegué a aprender lo que le agradaba a Jehová Dios, y deseaba agradarle sobre todas las cosas.”

      Por eso, ¿qué es lo de verdadera importancia para usted? ¿Es el ir en pos de la diversión temporera, algo que en vez de producir beneficio duradero pudiera causarle un encuentro con realidades duras? O, ¿es el agradar a Jehová, ganando su aprobación y vida eterna en su justo nuevo sistema? ¿Dónde está su corazón?

      Es interesante el hecho de que el cristiano Clemente de Alejandría del siglo II escribió acerca de este asunto del entretenimiento mundano: “Nadie en posesión de sus facultades mentales preferiría lo que es agradable a lo que es bueno.” Como cristianos, que lo que escojamos para entretenimiento no sea sencillamente lo que consideremos placentero, divertido, antes bien, que nuestra selección sea determinada en particular por lo que es bueno.

      La música y el baile... necesidad de precaución

      Sin embargo, algunos cristianos quizás se sientan privados de algo, como si estuvieran perdiendo algo. ‘No todas las discotecas son tan malas,’ quizás arguyan. ‘¿Qué tiene de malo divertirse un poco?’

      Como se hizo notar antes, el nombre discoteca puede fijarse a lugares que difieren mucho unos de otros. Algunas “discotecas” pueden ser restaurantes, y la música y el baile tal vez hasta sean muy incidentales, o ni siquiera se presenten durante las horas normales de cenar. Tales lugares, y tal vez hasta otros, pudieran presentar una forma de música y baile que los cristianos hallaran aceptable. Pero esas “discotecas” no reflejarían el estilo de vida de las discotecas, que está en conflicto con los preceptos del cristianismo verdadero.

      Jehová Dios sin duda alguna no condena el entretenimiento. Su Palabra habla con aprobación de la música y el baile. (2 Sam. 6:14; Sal. 87:7; 149:3; Mat. 11:17; Luc. 15:25) Pero debido a que los cristianos verdaderos conocen los peligros muy reales de participar en tales cosas con personas que no respetan las leyes de Jehová, muchos prudentemente optan por disfrutar de ellas solos o con compañeros cristianos. Pero, ¿elimina esto necesariamente todas las posibilidades de dificultades? No, no lo hace. Por ejemplo, la música puede ser peligrosa hasta cuando uno la escucha solo. Estos comentarios de una joven que ahora es Testigo lo ilustran:

      “Eran populares las canciones acerca de la diversión y la libertad. Hacer ‘lo que uno quiera’ y ‘lo que se le antoje’ se representaba como el modo de vivir. Puesto que constantemente dejaba que estas ideas entraran en mi mente y corazón, fui profundamente influenciada por mis ‘amigos’ músicos. Aunque personalmente nunca hablé con ellos, llegaron a contarse entre mis más íntimos asociados. ¡Mis compañeras de escuela y yo llegamos a estar tan familiarizadas con nuestros músicos favoritos como lo estábamos con el vecino del lado!

      “Puesto que ya no era una niña, y no obstante en realidad todavía no era una mujer, rebosaba de emoción, imaginación e idealismo. Por lo tanto mis sentimientos y puntos de vista se ‘sintonizaban’ fácilmente con los de mis ‘amigos’ músicos. A medida que ‘lloraban’ sus canciones, yo también lloraba por dentro. A medida que ‘reían,’ yo reía. No pasó mucho antes que este poderoso impacto sobre mis sentimientos me ocasionara gran daño.

      “Quise experimentar el amor romántico, verme colmada con el afecto que los músicos parecían tener. Mi conciencia, debilitada por este pensar mundano, ya no me protegía cuando comencé a concertar citas. Probé la marihuana y el LSD a fin de sentirme ‘parte del grupo.’ Mis acciones, sin darme cuenta de ello, eran influenciadas por los deseos que mis ‘amigos’ músicos me habían inculcado. Cuando uno de mis novios no resultaba ser mi amor ‘verdadero,’ esperaba hallar otro. ¿Dónde estaba la feliz relación que la música había descrito? Pasé de una relación a otra. Mis novios no podían encajar en el molde que yo había hecho para ellos. Así es que

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