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Cómo vencer el desaliento¡Despertad! 1975 | 8 de junio
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Cómo vencer el desaliento
UNA mujer de cincuenta y tres años de edad de Brooklyn, Nueva York, ha estado postrada en cama por veintiún años debido a parálisis. Otra mujer vio a su hijita de cinco años de edad hacerse cada vez más débil y morir debido a la temida leucemia. Otros padres se han desalentado por la actitud crecientemente rebelde de sus hijos. Miles de personas son despedidas de sus empleos.
A medida que aumentan las presiones de la vida, parece que se multiplican las causas del desaliento. ¿No nos hemos enfrentado todos en una ocasión u otra a una situación desalentadora? ¿Qué se puede hacer para vencer el desaliento?
Una fuerza superior a la suya
La verdadera solución es reconocer que tenemos a nuestro alcance una fuente de ayuda superior a nosotros. Quizás uno nunca haya pensado seriamente en esto, pero hay un verdadero beneficio en considerar lo que dice la Biblia acerca de este asunto: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará.”—Sal. 55:22.
¡Aquí verdaderamente hay una fuente de fortaleza y estímulo! Dios se interesa y nos puede suministrar ayuda. Pero necesitamos valernos de su ayuda. Considere cómo se puede hacer esto.
Uno puede estar desanimado porque alguien, aparentemente, lo ha desairado de algún modo. Esto pudiera entristecerlo, apenarlo. Pero, ¿cuál sería el resultado? Probablemente uno se desanimaría más. Por otra parte, podría preguntarse, ¿qué derrotero recomienda Dios?
La respuesta no se suministra de un modo misterioso. Más bien, Jehová Dios ha inspirado su Palabra escrita para guiarnos. Y ésta nos aconseja: “Sigan siempre tras lo que es bueno los unos para con los otros.” (1 Tes. 5:15) Así es que, más bien que tener una actitud negativa, de autocompasión, se estimula a la acción positiva. Pero, ¿cuál?
Un principio fundamental de la Palabra de Dios nos da una clave, al decir: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” (Hech. 20:35) Pruebe eso. En vez de enfocar sus pensamientos en sí mismo, busque cosas que pueda hacer por otros. Muchos que han seguido este consejo dado por Dios han recibido ayuda para vencer el desaliento. Hasta han encontrado verdadero disfrute en la vida a pesar de graves problemas de salud. Considere a esa señora paralizada que se mencionó al comienzo.
Fue a principios de los años 1950 que una desafortunada operación quirúrgica inició su parálisis. Ella pudiera haberse amargado por la experiencia, perdiendo interés en la vida. Pero no. Tiene un verdadero interés en las cosas. Es una ávida lectora, que se mantiene bien informada de los acontecimientos mundiales, y comparte lo que aprende con otros. De hecho, además de mantenerse en comunicación con amigos, toma nota de las personas que sufren alguna desgracia y entonces les escribe o las llama por teléfono.
Recientemente llamó a los padres de una niña que había sido asesinada, y ellos quedaron profundamente agradecidos por el interés que ella mostró. Además, en un programa de televisión vio a un paciente de cáncer terminal. Anotó el pueblo en el cual vivía, y más tarde lo llamó por teléfono y lo animó con pensamientos reconfortadores acerca del prometido alivio de las enfermedades bajo el gobierno justo del reino de Dios.—Mat. 6:9, 10; Rev. 21:3, 4.
La señora explica: “Estoy tan ocupada que casi nunca me siento desanimada. Hay tantas cosas para leer y estudiar, que difícilmente hay tiempo durante el día para compartirlas con todas las personas con las que quisiera hacerlo. Estoy tan agradecida a Jehová Dios por su promesa de un nuevo sistema de cosas. Más que ninguna otra cosa, esta esperanza hace del vivir un verdadero gozo.”—2 Ped. 3:13.
Si nosotros, también, nos dirigimos a Dios en busca de ayuda, y adoptamos un interés similar en edificar a otros, incluso a los miembros de nuestra propia familia, el desaliento no plagará nuestra vida. La madre, cuya hijita de cinco años de edad contrajo leucemia, compartió su esperanza en el nuevo orden de Dios con su hijita. ¡Y qué consuelo y ánimo produjo esto más tarde! La madre escribe:
“Ella vivió solo tres meses después de la primera señal de la enfermedad. Tuvo la clase ósea. Aunque tratamos de ocultárselo, era demasiado inteligente y alerta. . . . Dijo: ‘Sé que no estaré en la tumba por mucho tiempo. Es como si una noche me fuera a dormir y al despertar estará aquel nuevo orden de Jehová y podré jugar con los animales, y todas las personas inicuas habrán desaparecido.’
“No se pueden imaginar el consuelo que nos dio ver esa fe. La mañana antes de morir ella dijo: ‘No llores, mamita. Te buscaré en el nuevo orden.’ . . . ¡Qué preciosa es la vida, y cuán bueno y maravilloso es nuestro Gran Dios al darnos esta maravillosa esperanza de la resurrección!”
Al enfrentarse a la pérdida de empleo
Hoy en día, especialmente, la pérdida de empleo es una creciente fuente de desaliento. Muchos cabezas de familia temen que quizás ni siquiera puedan alimentar y vestir a sus familias. Pero, si uno pierde su trabajo, el sentarse en casa y preocuparse no mejorará la situación. Si las agencias de empleo no ofrecen nada, haga planes usted mismo. Considere: ¿Sería posible hallar empleo en otra clase de trabajo? ¿Hay quizás algún servicio que pueda suministrar a la gente... sea limpiar, pintar, cuidar un jardín, trabajos de reparación, o alguna otra cosa? Quizás consiga buenas sugerencias si habla con sus amigos acerca de las posibilidades. Es cierto, puede que el sueldo sea inferior al que ganaba antes, pero, si uno tiene los artículos de primera necesidad, ¿no es eso lo que realmente importa?—1 Tim. 6:6-8.
Jesucristo les enseñó a sus seguidores a orar: “Danos hoy nuestro pan para este día.” Y les advirtió: “Nunca se inquieten acerca del día siguiente.” (Mat. 6:11, 34) ¿Aplica usted eso en su vida? Las personas que han aprendido a estar agradecidas por tener lo suficiente para el día, en vez de preocuparse por el futuro, disfrutan más de la vida. Además, la persona que no se apoya principalmente en las cosas materiales para la felicidad, sino que edifica su vida en torno de una buena relación con Dios, tiene razón para tener confianza; porque Dios dice: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé.”—Heb. 13:5, 6.
Problemas con los hijos
¿Qué pueden hacer los padres que se han desanimado debido a las actitudes rebeldes de sus hijos? En esta situación, también, el buscar la guía de Jehová traerá ánimo y esperanza. La Palabra de Dios identifica a las malas asociaciones como la fuente principal de los males. Por lo tanto, para contrarrestar las malas influencias insta a los padres, no sencillamente a dar órdenes a sus hijos, sino a pasar tiempo con ellos, hablándoles acerca de Jehová Dios y de sus requisitos justos. ¿Lo hace usted?—1 Cor. 15:33; Deu. 6:1, 4-9.
Esto requiere verdadero esfuerzo. No es sencillamente un asunto de ordenarles: ‘¡Haz esto!’ o, ‘No hagas eso.’ Es provechoso pensar por adelantado lo que uno les va a decir, y cómo se los va a decir. Se mejora la comunicación de la familia cuando los padres reciben bien lo que expresan sus hijos en vez de criticar prontamente sus opiniones. Por lo general esto produce un mejor ambiente en el hogar.
Pero si a pesar de sus esfuerzos, su hijo sigue un derrotero malo, cobre ánimo. Recuerde el relato bíblico del hijo pródigo quien, después de un período temporario de rechazar la guía de su padre, regresó repentinamente. Eso ha sucedido muchas veces.—Luc. 15:11-32.
Prescindiendo del problema al que tenga que enfrentarse, nunca se olvide de orar, pidiendo guía y ayuda a Jehová Dios. Porque es verdad que: “Él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo.”—Sal. 55:22.
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‘No siga a la muchedumbre para efectuar fines malos’¡Despertad! 1975 | 8 de junio
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‘No siga a la muchedumbre para efectuar fines malos’
LAS manifestaciones públicas y las protestas en conjunto están a la orden del día, particularmente en las naciones que componen la llamada “cristiandad.” Muchas personas que normalmente son ciudadanos callados, que no son dogmáticas, y hasta los clérigos han estado promoviendo y participando en estas formas de protesta... presión por la fuerza de grupo.
No hay duda de que hay injusticias y de que un gran porcentaje de estas acciones en conjunto presentan algunas quejas válidas. A menudo los participantes piensan que éste es el único modo de lograr que se les preste atención.
Pero, ¿es prudente el que una persona participe en esas manifestaciones públicas? Muchas de éstas han comenzado muy pacíficamente. Pero han terminado en violencia o en una revuelta. ¿Por qué?
Hay una “psicología de muchedumbre” que le infunde a la gente un sentimiento de anonimidad. Debido a que la identidad de ellas no se destaca tan claramente entre una muchedumbre, las personas sienten que pueden hacer lo que quizás ordinariamente jamás hubieran pensado en hacer. Pero el que participa en las acciones de una muchedumbre participa de la culpa de cualquier cosa que haga la muchedumbre, o los individuos en ella.
El temor a la muchedumbre ha hecho que los funcionarios y los jueces también pasen por alto la ley y sus propias conciencias. Para evitar que esto ocurriera en el antiguo Israel, la ley de Dios tal como está registrada ahora en la Biblia, decía: “No debes seguir tras la muchedumbre para efectuar fines malos; y no debes testificar acerca de una controversia para desviarte con la muchedumbre a fin de pervertir la justicia.”—Éxo. 23:2.
Este mandamiento fue dirigido principalmente a los jueces y a los testigos en casos judiciales, los cuales podrían ser seducidos por la muchedumbre a dar un juicio pervertido o dar un testimonio falso. De igual modo, aplicaba a los que conspirarían juntos para presionar a los jueces o a los hombres en puestos administrativos.
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