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  • ¿Cuáles son las causas del problema?
    ¡Despertad! 1975 | 22 de julio
    • se frustran fácilmente y quieren que se les complazca el gusto inmediatamente. Ingresan al hospital exigiendo que se satisfagan sus necesidades más bien que queriendo cambiar.” Obviamente, esas palabras describen a hijos muy malcriados.

      Además, las tensiones que parecen perjudiciales a los adultos quizás lo sean debido a deficiencias en la personalidad. La depresión mental es un síntoma que se halla más frecuentemente en una cultura moderna en la cual el trabajo mismo ya no se considera como algo digno que trae satisfacción. No es que las condiciones de trabajo sean siempre más tensas hoy en día, sino que a menudo el problema es que las expectativas de los trabajadores son mucho más elevadas. Ellos quieren que sus trabajos no solo provean un medio de vida para sí mismos y sus familias, sino que también satisfagan su ego.

      Puesto que la enfermedad mental es un asunto tan complicado, es fácil de apreciar el porqué hay muchas diferencias de opinión en cuanto a cuál es la mejor manera de tratar las varias enfermedades mentales. ¿Cuáles son los métodos que se están usando y cuánto éxito han tenido?

  • ¿Pueden el choque, las drogas o la psicocirugía resolver el problema?
    ¡Despertad! 1975 | 22 de julio
    • ¿Pueden el choque, las drogas o la psicocirugía resolver el problema?

      EL TRATAMIENTO de los enfermos mentales en la mayoría de los países ha progresado considerablemente. ¿Cómo se trataba con los enfermos mentales en tiempos pasados? Una autoridad dice: “El hambrear, congelar, sujetar y aterrorizar eran procedimientos de rutina, y uno de los métodos menos crueles era sencillamente golpear, golpear con palos, azotes, alambres, cadenas, y puños.”

      Especialmente famoso fue el Bethlehem Royal Hospital de Londres, el cual llegó a ser conocido como Bedlam. Allí en ciertos días la gente pagaba un penique para observar cómo se maltrataba a los pacientes mentales. Hasta este día “bedlam” se usa para referirse a “un lugar o escena de salvaje gritería.” No se perdonaba ni a miembros de la realeza si estaban mentalmente enfermos, siendo el rey Jorge III de Inglaterra una de esas desventuradas víctimas.

      El destino de los enfermos mentales cambió de un tratamiento que usaba la crueldad a un tratamiento que usaba la dejadez, inmundicia atroz y sabandijas en las prisiones. Pero para principios del siglo diecinueve ciertas personas humanitarias iniciaron el tratamiento de los enfermos mentales con educación, recreación y bondad humana, tratándolos como personas enfermas en vez de como personas poseídas por los demonios. Desde fines del siglo diecinueve se han presentado muchas teorías y métodos nuevos de tratar a los enfermos mentales.

      Por una parte están las psicoterapias, a menudo denominadas en honor de hombres como Freud y Jung. Por otra parte, están los métodos “somáticos” u “orgánicos,” entre los cuales los que más se usan son el choque y las drogas. La psicocirugía, que en un tiempo era muy popular y luego cayó en descrédito, una vez más está siendo reavivada aunque de un modo grandemente alterado. Por lo general se acostumbra a usar más de uno de estos métodos diferentes al tratar a ciertos pacientes.

      El uso de choque

      Se podría decir que el choque para tratar a los pacientes mentales ha pasado por tres etapas. Primero, se inducía al choque por medio de la insulina, en el cual el pionero fue Manfred Sakel. Pero éste tenía sus desventajas. Para ser más eficaz el choque por insulina tenía que durar de 30 a 50 horas, y a veces el paciente no salía del choque. También era costoso, puesto que requería mucha atención por enfermeras o asistentes. Así es que, después de unos diez años, quedó prácticamente abandonado en la década de los años cuarenta por otras formas de tratamiento de choque.

      Segundo, el uso de la droga Metrazol iniciado por el psiquíatra Meduna. Él halló que la Metrazol causaba convulsiones parecidas a las epilépticas, y éstas, él teorizó, podían curar las enfermedades mentales. Sin embargo, este método también se halló insuficiente o ineficaz por varias razones, no siendo la menor de éstas el hecho de que las convulsiones a veces causaban la fractura de los huesos.

      Estos tratamientos de choque han sido en su mayoría reemplazados por el tratamiento de electrochoque, el cual es el que hoy día se prescribe comúnmente. Consiste en aplicar corriente eléctrica al cerebro para hacer que el cuerpo se convulsione; por lo general se suministra una droga para que el paciente no sienta nada. Dura unos 50 segundos y resulta en un estado mental confuso que quizás dure por una hora, o en una amnesia que puede durar varias semanas. Muchos psiquíatras y pacientes aseguran que hace mucho bien.

      Pero la terapia del electrochoque, que se conoce en inglés como ECT, no carece de críticos. ¿Se debería usar tan frecuentemente? No según el doctor Perry C. Talkington (1972), presidente de la Asociación Americana de Psiquíatras. “El electrochoque,” dice él, se debe “usar para curar las depresiones agudas cuando las otras formas de tratamiento —quimioterapia [drogas], psicoterapia o combinaciones de estas dos— no son eficaces.”

      Nada menos que el profesor Cerletti, el primero en usar el electrochoque, lo definió como “antiestético... feo . . . horrible” y dijo que estaba tratando arduamente de hallar un sustituto. Y los doctores F. G. Alexander y S. T. Selesnick, en su obra The History of Psychiatry, declararon: “Los tratamientos de choque solo efectúan un alivio de los síntomas. No llegan a la perturbación psicológica fundamental que resulta en la enfermedad, y los pacientes que reciben el electrochoque sin psicoterapia —la cual llega a la fuente de la enfermedad— frecuentemente recaen.”

      La biografía de un psiquíatra señala que el tratamiento de electrochoque quizás sea tan popular debido a que está protegido por el seguro, lo cual hace que los psiquíatras obtengan 35 dólares (en 1972) cada vez que ellos ‘oprimen el botón.’

      El uso de las drogas

      A principios del siglo veinte, se hicieron experimentos con drogas radicales con resultados que rayaban en lo milagroso... pero solo por cuestión de minutos u horas. Entonces se hizo popular el uso de los bromuros. Pero aquí también vino la desilusión. Concerniente a todos esos esfuerzos se nos dice: “Prescindiendo de las repetidas desilusiones con las drogas, los médicos todavía esperan que con el tiempo podrán aliviar las luchas internas del hombre por medios químicos.”

      Particularmente desde los años 1950 en el mundo occidental se están usando drogas para el control de la mente. Se dice que algunas son de un valor muy grande para tratar las esquizofrenias, otras para combatir la depresión y la ansiedad.

      El uso de estas drogas ha hecho que sea más fácil tratar a los pacientes y ha aliviado sus sufrimientos. Sin embargo, parece que se está abusando del uso de estas drogas y especialmente en las instituciones para los retardados mentales. Así es que The National Observer del 11 de enero de 1975, citó a muchos psiquiatras que tenían palabras ásperas para los guardianes que alivian su tarea “esencialmente intimidando al paciente a la semiconciencia.”

      “Lo que hemos hecho,” dice el profesor Dybwad de Brandeis, “es suplantar la restricción mecánica [chalecos de fuerza y confinamientos solitarios] con la restricción química. Esta es aun más cruel debido a que uno no la puede ver.” Se cita a otra autoridad que dice: “Tendremos que romper lo que ha llegado a ser un modelo aceptable de enviar a la gente a las instituciones y entonces drogarlas para que permanezcan tranquilas.”

      Las drogas frecuentemente no son sino una muleta. En realidad quizás atrasen en vez de apresurar la recuperación, y tal vez hasta perjudiquen el sistema nervioso. Así es que, concerniente a las drogas que se usan para contener a los pacientes violentos, un psiquíatra halló que del 20 al 30 por ciento de esos pacientes desplegaban un control muscular deficiente.

      Resumiendo la situación de las drogas psiquiátricas, un libro de texto de 1970 declara: “A pesar del progreso animador . . . se necesita mucho más esfuerzo. Lamentablemente ignoramos [lo que causa] la mayoría de las enfermedades que tratamos. Todavía tenemos que comprender cómo es que las drogas mejoran estas condiciones, o por qué quizás fracasen. Y aunque muchos pacientes se mejoran, siguen siendo muy pocos los que se curan.”

      ¿Psicocirugía?

      La psicocirugía, o los esfuerzos para curar a los enfermos mentales por medio de operar en sus cerebros, data particularmente desde 1936. Fue en ese año que un investigador portugués, Egas Moniz, observó que por medio de seccionar parte de los lóbulos frontales del cerebro, se podía aliviar la ansiedad. Pero después que él había realizado veinte de esas lobotomías el gobierno portugués las declaró ilegales. A pesar de eso, la operación continuó en los Estados Unidos. Walter Freeman, su principal defensor efectuó 4.000 de éstas.

      La operación se ha comparado a “blandir al aire un punzón para el hielo detrás de los ojos para destruir porciones del lóbulo frontal del cerebro.” Science News informa: “Después de alrededor de 50.000 lobotomías en los Estados Unidos, y 15.000 en Inglaterra, la moda se extinguió gradualmente en los años 1950, probablemente debido a los desarrollos del electrochoque y a las terapias con drogas.”

      Las lobotomías frecuentemente resultaron en desórdenes de personalidad mucho más graves. De hecho, aun su precursor estadounidense, Freeman, testificó que le roban a la persona su “moral,” su habilidad para imaginar, para prever y para ser altruista. El paciente experimenta una “progresiva pérdida de . . . percepción, empatía, sensibilidad, conciencia de sí mismo, juicio, sensibilidad emocional, y así por el estilo,” dice un importante psiquíatra de Washington, D.C.

      Sin embargo, recientemente ha salido a relucir otra vez el asunto de la psicocirugía, a medida que se usan métodos más refinados para destruir porciones del cerebro. Se informa que anualmente se efectúan de 400 a 600 de estas operaciones en los Estados Unidos, y, se nos informa que, “todo psicocirujano está de acuerdo con que recién estamos presenciando el comienzo de un gran aumento en la psicocirugía.” No obstante es de interés hacer notar que estas operaciones están proscritas en toda la Unión Soviética, lo cual da indicios de sus aspectos indeseables.

      Los planes de realizar psicocirugía en los criminales desequilibrados, siempre que éstos consintieran voluntariamente, suscitó un furor en los Estados Unidos en la primavera de 1973. Lo que muchos temen es de que estas operaciones abrirán la puerta para manipular a la gente por medio de la cirugía cerebral. Entre los que hablan fuertemente en contra de la cirugía cerebral está el cirujano cerebral, Dr. A. K. Ommaya. Él cree que, en vez de ser ayudados, los pacientes mentales son perjudicados debido a que “cada parte del cerebro requiere las otras partes para funcionar.”—Times de Nueva York, 2 de abril de 1973.

      Claramente, el electrochoque, las drogas y la psicocirugía, dejan mucho que desear en el tratamiento de los pacientes mentales. Hay, en realidad, una gran controversia en cuanto a si se deberían usar o no algunos de estos métodos. ¿Qué hay, pues, acerca de los tratamientos alternativos?

  • ¿Pueden ayudar las hormonas, las vitaminas y los minerales?
    ¡Despertad! 1975 | 22 de julio
    • ¿Pueden ayudar las hormonas, las vitaminas y los minerales?

      ¿PUEDE haber una relación entre el régimen alimenticio de uno y las enfermedades mentales y emocionales? ¿Se pueden aliviar las enfermedades mentales por medio de los elementos nutritivos u hormonales?

      Allá en el siglo quinto antes de la E.C., Hipócrates, llamado el ‘padre de la medicina,’ creía que podía haber una relación entre la mala alimentación y las enfermedades mentales. Y nada menos que Sigmund Freud, el ‘padre del psicoanálisis,’ escribió en sus últimos años: “Estoy firmemente convencido de que un día todas estas perturbaciones que estamos esforzándonos por comprender serán tratadas por medio de hormonas o sustancias similares.”

      Uso de hormonas

      En años recientes varios pacientes mentales se han beneficiado del tratamiento hormonal. Así es que un psiquíatra del Colegio Médico de Nueva York halló que las hormonas sexuales sintéticas son tanto eficaces como “menos traumáticas que los electrochoques y más rápidas que las drogas convencionales.” Por medio de las hormonas él ha curado a algunos pacientes masculinos de la depresión, y otros mejoraron.—El Star-News de Washington, del 9 de mayo de 1974.

      Los resultados que un equipo de bioquímicos y psiquíatras de Worcester, Massachusetts, han obtenido con hormonas sexuales similares son aun más asombrosos. Produjeron mejoras en el 80 por ciento de sus pacientes femeninos. Y obtuvieron estos resultados aunque escogieron como pacientes solo a mujeres hospitalizadas que habían sido “tratadas sin buen éxito con una ‘variedad’ de terapias convencionales, entre éstas el tratamiento de electrochoque, otras drogas antidepresivas y psicoterapia.”—El Globe de Boston, del 30 de septiembre de 1974.

      Nutrición

      El papel que desempeña la nutrición en las enfermedades mentales hace mucho que se reconoció en el caso de la pelagra. Esta es una enfermedad causada por la falta de la vitamina B3 (niacina), y tiene a la locura como uno de sus síntomas.

      Entre los que enfatizan el tratamiento nutritivo para la salud mental está George Watson, un anterior profesor universitario que ahora dedica todo su tiempo a la investigación psicoquímica. En su libro Nutrition and Your Mind él razona que la gente es oxidante lenta o rápida, y por lo tanto tiene que organizar su régimen alimenticio en armonía con esto. Él opina que: “Lo que uno come determina su estado mental, y en un sentido, la clase de persona que uno es.” Más adelante Watson afirma: “La mayor parte del comportamiento errático lo causa un cerebro mal alimentado, un sistema nervioso exhausto o cualesquiera de varios problemas físicos diversos que se relacionan directamente con un metabolismo que funciona imperfectamente.” Él relata de la cura de una paciente que tenía una forma extrema de esquizofrenia, por medio de alimentarla con las sustancias nutritivas que necesitaba o que carecía.

      Los más de 500 médicos y psiquíatras que pertenecen a la Fundación Hipoglicemia tratan las enfermedades mentales de un modo similar. Estos sostienen que la falta de azúcar en la sangre puede causar depresión, ansiedad, olvido, temblores, pesadillas y crisis nerviosas.

      El tratamiento alimenticio también enfatiza la importancia de los microelementos al tratar con las enfermedades mentales. Por ejemplo, el valor del litio es generalmente reconocido. Un bioquímico de Texas halló que en varias ciudades de Texas donde había mayores niveles de litio en el agua potable, había menos enfermedades mentales. Así es que el profesor de psiquiatría Dr. Leon Eisenberg de la Escuela Médica de Harvard dijo: “Podemos ayudar a los pacientes maníacos depresivos a que permanezcan bien después de que se recobran de un episodio de la enfermedad por medio de administrarles el elemento litio como profiláctico.”—World Health, octubre de 1974.a

      Además de litio, en ciertos alimentos se hallan otros microelementos, que incluyen el zinc, calcio, manganeso, magnesio, hierro, cobre, cobalto, cromio, selenio y el molibdeno que quizás también desempeñen en papel importante en las enfermedades mentales. De hecho, más y más psiquíatras están reconociendo la importancia de éstos.

      “Psiquiatría ortomolecular”

      El término “psiquiatría ortomolecular” fue inventado por el ganador del premio Nobel Dr. Linus Pauling para designar un tratamiento que enfatiza “la importancia de tener la concentración apropiada de sustancias apropiadas en los lugares apropiados.” El término viene de dos palabras raíces... orto que significa lo que es derecho, justo, correcto (como en la palabra “ortodoxo”), y molecular, que proviene de la palabra “molécula.”

      Pauling explica: “Es cosa sabida que el funcionamiento apropiado del cerebro requiere la presencia en el cerebro de moléculas de muchas sustancias diferentes,” las cuales llegan al cerebro en la sangre. Él sostiene que en ciertas enfermedades mentales hay una deficiencia de parte del cuerpo para utilizar apropiadamente las vitaminas y los microminerales que se hallan en el alimento. Para compensar este defecto genético, él recomienda que el paciente se alimente con grandes dosis de vitaminas y/o que su régimen alimenticio se ajuste de otros modos. Se pone énfasis en el uso de las vitaminas B1, B3, B6, B12, C y H.

      Sin embargo, existe el más violento desacuerdo acerca de los méritos relativos de la “psiquiatría ortomolecular.” El profesor Carlos A. León de Ecuador, por ejemplo, dice que ‘todavía no hay una prueba concluyente de [su] eficacia.’ De la misma opinión la Asociación Psiquiátrica Americana ha dado a conocer que los “proponentes de la terapia megavitamínica han hecho afirmaciones sorprendentes, y a menudo sin apoyo, con respecto a su eficacia.” Y el Dr. S. Kety, profesor de psiquiatría en la Escuela Médica de Harvard, afirma que este tratamiento es “una aplicación prematura de un conocimiento incompleto.”

      Por otra parte, el Dr. David Hawkins, en Manhasset, Nueva York, dice haber tratado a 5.000 pacientes esquizofrénicos de este modo, y afirma que más de 4.000 registraron mejoría. De hecho, él ha hallado que por medio de agregar el tratamiento vitamínico a la psicoterapia y a la quimioterapia regulares él puede casi duplicar el promedio de recuperación, reducir a la mitad la hospitalización y eliminar completamente los suicidios, los cuales son muy elevados entre los esquizofrénicos.

      El Dr. Abram Hoffer, presidente de la Fundación Canadiense de Esquizofrenia, así como de su entidad equivalente en los EE. UU., dice: “Mis pacientes piensan que yo soy un psiquíatra chiflado porque vienen a mí con problemas mentales y yo los envío a la casa con un régimen alimenticio. Pero con el tiempo se convencen de que es importante.”

      En la actualidad más de 300 psiquíatras estadounidenses están empleando este tratamiento “ortomolecular” en su práctica, y está aumentando su número. Estos afirman haber ayudado a más de 30.000 pacientes. Y algo que no hay que pasar por alto es que esta forma de tratamiento solo le cuesta a los pacientes y a sus familias una fracción de otros tratamientos.

      Qué hacer

      Quizás el lector o un familiar querido haya tenido que luchar con una enfermedad mental. Si es así, como se puede ver, hay cosas que se pueden hacer para ayudar a la recuperación.

      Puesto que la excesiva tensión a menudo es un factor precipitante en las enfermedades mentales, haga todo lo que pueda para quitar o disminuir la fuente de la tensión que quizás esté causando el problema. Uno quizás tenga ansiedad por alguna relación personal, una situación que afecta el matrimonio de uno, o alguna decisión concerniente al empleo o problemas similares de la vida. Entonces llegue a una decisión, o haga todo lo que pueda para sacar el asunto de su mente.

      En el caso de graves aberraciones mentales, está la posibilidad de usar drogas o aun el electrochoque para controlar la situación. Sin embargo, estos tratamientos solo se aconsejan bajo la supervisión profesional, y en general como un último recurso. En los últimos años se han informado algunos excelentes logros con el uso de vitaminas y hormonas. Quizás le sea provechoso el investigar las posibilidades.

      Pero básicamente el enfermo mental necesita ayuda para controlar sus pensamientos. Para conseguir ayuda muchos acuden a la psicoterapia, que quizás sea el método de tratamiento más conocido. ¿Qué es la psicoterapia? ¿Puede ayudar a una persona a recuperar el equilibrio mental?

      [Nota]

      a Debido a posibles efectos secundarios adversos el litio solo se debe tomar bajo una cuidadosa supervisión, según The Medical Letter del 3 de enero de 1975.

  • ¿Tienen los psiquíatras la solución?
    ¡Despertad! 1975 | 22 de julio
    • ¿Tienen los psiquíatras la solución?

      LA PSICOTERAPIA es el arte de tratar de ayudar a las personas mental o emocionalmente perturbadas por medio de escuchar sus problemas, y tratar de ofrecerles el discernimiento para hacer frente a estos problemas. En los Estados Unidos el número de psiquíatras —personas que emplean esta forma de tratamiento— se ha septuplicado durante los últimos veinticinco años.

      El enfoque psiquiátrico más popular ha sido la teoría psicoanalítica del “diván” de Sigmund Freud. Sin embargo, se ha empleado principalmente en los Estados Unidos. Así, la ciudad de Nueva York, con nueve millones de habitantes, tiene casi mil psicoanalistas, mientras que Tokio, con once millones de personas, ¡no tiene más que tres!

      El valor del tratamiento psiquiátrico no está reconocido universalmente. En realidad, hasta el director del Instituto Nacional de los Estados Unidos para la Psicoterapia habló recientemente acerca de “la controversia y frecuente desilusión que corrientemente caracterizan el campo de la psicoterapia.” El psiquíatra Karl Menninger declaró, también: “¡Nueve de cada diez personas con la llamada esquizofrenia se ponen bien sin acercarse a un hospital!”

      En una denuncia especialmente fuerte el Dr. H. J. Eysenck del Instituto de Psiquiatría de la Universidad de Londres, escribió en el Medical Tribune del 4 de abril de 1973, que el resultado “alegado para los diferentes métodos de psicoterapia y psicoanálisis fue casi igual al hallado para la remisión espontánea.” En otras palabras, según Eysenck, ¡las personas que recibieron ayuda psiquiátrica tuvieron más o menos el mismo promedio de recuperación que las que no recibieron ningún tratamiento psiquiátrico!

      Ayuda suministrada

      Sin embargo, no se puede negar que algunas personas han recibido ayuda genuina de parte de los psiquíatras. Un californiano escribe: “La ayuda que recibí de parte de ese hombre bondadoso fue extremadamente beneficiosa, y mi problema fue resuelto rápidamente.” Proponiendo la pregunta, “¿Qué hizo este psiquíatra por mí?” contestó: “Escuchó. Realmente me escuchó. . . . me ayudó a darme cuenta de que en mi interior tenía la habilidad de desarrollar gobierno de mí mismo.”

      Este hombre perturbado tenía un problema de conducta, uno que evidenciaba una seria aberración sexual. Pero con bondad y estímulo, el psiquíatra le ayudó a corregir su debilidad. Hasta casos extremos han respondido a ese tratamiento psiquiátrico. Da un testimonio pertinente en este sentido el relato de un caso descrito en The Vital Balance, redactado por un equipo encabezado por Karl Menninger.

      Este caso es el de “Mary Smith,” que, a la edad de sesenta y tres años, fue admitida a un hospital estatal. De algún modo había alimentado la idea de que su marido, un granjero típico, bondadoso y apacible, estaba implicado en el tráfico ilegal de bebidas y que repetidamente había tratado de envenenarla. Por eso ella lo había atacado con un martillo mientras él estaba durmiendo.

      Fue diagnosticada como “perturbada, inquieta y confusa.” Seis años después de su admisión en el hospital fue declarada incurablemente demente. Pasaron otros siete años, y vino un nuevo médico que se interesó en ella. Pacientemente escuchó sus estridentes quejas, se compadeció de ella y concordó con ella siempre que podía. Emprendió paseos con ella, ayudándola con buen tacto a aclarar algunas de sus ilusiones. Se encargó de que se le hicieran espejuelos, y que la enfermera le diera cosas para leer, y también que conversara con ella.

      Gradualmente cambió el tono de su voz, comenzó a ayudar tendiendo las camas y se le permitió caminar sola por el patio. Pronto se le permitió que se ausentara por unos pocos días. Después, a la edad de setenta y seis años obtuvo un cargo como enfermera practicante, cuidando a una mujer anciana. Años después su hija informó con respecto a ella: “Es una trabajadora excelente, útil y cooperativa . . . una de las mujeres mejor organizadas que jamás conocí a cualquier edad.”

      Ese buen éxito en ayudar a los perturbados mentales señala el tipo de tratamiento que ellos necesitan especialmente. Sir Geoffrey Vickers, como presidente del Fondo de Investigaciones de la Salud Mental, explicó hace años: “El descubrimiento más significativo sobre la ciencia mental es, por mucho, el poder del amor para proteger y restaurar la mente.”

      Sí, ahora se reconoce que el amor, la bondad, la paciencia y la comprensión son vitales para el tratamiento con buen éxito de los pacientes mentales. No obstante, como se hizo notar anteriormente, los psiquíatras a menudo fracasan en ayudar a los pacientes a recuperarse. ¿Hay alguna razón fundamental que explique el porqué?

      Fracaso básico en el enfoque

      Se ha observado bien que las personas necesitan saber la razón de su existencia, qué propósito tiene la vida, a fin de tener fuerzas para resistir al enfrentarse a la tragedia. Pero, ¿están mejor capacitados los psiquíatras para suministrar esto? ¿Pueden ellos ayudar a las personas a responder las preguntas básicas que ellas se hacen? Preguntas como: “¿Por qué estoy aquí?” “¿Cuál es el significado de la vida?” “¿Qué me depara el destino?”

      La verdad es que ningún hombre, sino solamente el Creador de la humanidad, el Dios Todopoderoso, puede suministrar respuestas sólidas y satisfactorias a estas preguntas. Y Él lo ha hecho así en su Palabra la Biblia para nuestra esperanza y consuelo. Pero, ¿qué piensan en general los psiquíatras acerca de Dios?

      Un estudio realizado en 1970 lo indica. De los psiquíatras entrevistados, el 55 por ciento dijo que ellos consideraban que la creencia en Dios era “infantil,” e “incongruente con la realidad.”

      ¡Qué conclusión tan irrazonable e ilógica! Porque piense: ¿De qué otro modo podemos explicar el origen de la vida si dejamos fuera del cuadro la existencia de un Dios supremo? O, ¿qué hay del amor?... ¿de dónde proviene esta maravillosa cualidad que es tan vital para la salud mental? Solamente la explicación bíblica es tanto razonable como lógica. Y ésta explica que un Creador supremo y amoroso es responsable. (Sal. 36:9; 1 Juan 4:8-11) Prominentes hombres de ciencia, que no eran en absoluto “infantiles,” han expresado creencia en ese Dios.

      Science Digest dice de uno de éstos: “La mayoría de los historiadores de la ciencia declararían enseguida que Isaac Newton fue la mente científica más grande que el mundo jamás ha visto.” Y en su obra maestra Principia, dijo Newton: “De su dominio verdadero se concluye que el Dios verdadero es un Ser vivo, inteligente y poderoso; y, de sus otras perfecciones, que es supremo, o perfectísimo. Es eterno e infinito, omnipotente y omnisciente.”

      El fracaso básico de los psiquíatras mundanos es que por lo general no se dirigen a este Dios verdadero en busca de guía y sabiduría para el tratamiento de los perturbados emocional y mentalmente. ¡Y sin duda una de las consecuencias de su actitud es que ellos mismos tienen la más alta proporción de suicidios entre todas las especialidades médicas! Con respecto a esto, uno de ellos dice: ‘Hasta que los psiquiatras tengan la más baja proporción, todas sus enseñanzas están bajo sospecha.’—Journal of the American Medical Association.

      Otros efectos del fracaso básico

      Al no reconocer la sana instrucción de la Palabra de Dios, los psiquíatras raras veces aplican el amor de un modo equilibrado. Por ejemplo, en un caso un padre que no podía apartar de las drogas a su hijo adolescente lo envió a un psiquíatra. ¿Con qué resultados? El padre acabó 2.000 dólares más pobre y el hijo no había cambiado en lo más mínimo.

      El padre quería ayudar a su hijo. Sin embargo, ni él ni el psiquíatra apreciaban la enseñanza de la Palabra de Dios, a saber, que la disciplina firme, aunque bondadosa, es una parte vital del ejercicio del amor. (Heb. 12:6-9; Pro. 23:13, 14) Al fin, el padre, prestando atención al consejo sano, le ordenó al hijo que se marchara del hogar hasta que estuviera dispuesto a ir a un centro de rehabilitación para aficionados a las drogas. Después el hijo le dijo a su padre: “Sabes, cuando tú y mamá me echaron, fue cuando supe que ustedes realmente querían ayudarme.” El hijo está curado ahora.

      El que los psiquíatras no aprecien a Dios ni a sus enseñanzas sobre moralidad ha resultado en que se haga gran daño. Como ejemplo, el Press de Long Island llevaba el título en primera plana: “Círculo de sodomía desbaratado. Grupo acusado de abusos sexuales con jovencitos.” El artículo decía: “Cuatro hombres... incluso un psiquíatra de niños internacionalmente conocido . . . fueron acusados de sodomía, abusos sexuales y cargos de conspiración que implicaban a adolescentes.”

      Si bien este puede ser un caso aislado, los incidentes de psiquíatras hombres que tienen relaciones sexuales con pacientes mujeres no lo son. De este modo una mujer cristiana fue a un psiquíatra en busca de ayuda a causa de su frustración en las relaciones maritales con su esposo. El psiquíatra le dijo que tenía tres caminos: Que tratara de que su marido viera a un psiquíatra; que se divorciara; o que tuviera un amorío extraconyugal con un “amigo,” y él se ofreció para servir de “amigo.”

      También estaba el psiquíatra al que se le entabló juicio porque, como se informó en el Daily News de Nueva York, “Prescribía relaciones sexuales con él mismo como terapia y luego cobraba por los ‘tratamientos.’” Otro psiquíatra fue demandado por un total de 1.250.000 dólares por daños, ante el Tribunal Supremo del Estado de Nueva York debido a que obligó a su paciente a tener relaciones sexuales con él bajo el disfraz de tratamiento psiquiátrico. De hecho, un psiquíatra escribió un libro en el que recomendaba que los psiquíatras fueran “sexualmente disponibles al paciente, pero que no ‘insistieran.’” Llamó al libro The Love Treatment (El tratamiento del amor).

      Dos expertos en medicina clínica que administran la principal clínica sexual norteamericana dijeron que una gran proporción de ochocientas pacientes que ellos trataron admitieron haber tenido relaciones sexuales con sus psiquíatras o consejeros. Si bien algunos de estos informes pueden ser meras fantasías, expresión de deseos o jactancias, uno de los médicos declaró: “Si tan solo el 25% de estos informes específicos son correctos, los profesionales en este campo todavía se enfrentan a una cuestión abrumadora.”

      Claramente, hay razones para ejercer cuidado con respecto a los psiquíatras mundanos. Porque, si bien uno quizás reciba ayuda, hay también una verdadera posibilidad de que se le estimule a seguir un derrotero de conducta contrario a los principios justos de Dios. Pero aun si esto no sucediera, el que los psiquíatras por lo general no sepan cómo aplicar apropiadamente la mejor medicina para las enfermedades mentales —la divina cualidad del amor— probablemente hace ineficaz su tratamiento.

      ¿Significa esto que no hay ninguna parte en que la gente pueda recibir psicoterapia confiable en el sentido de recibir ayuda para examinar sus problemas y resolverlos? Felizmente esa ayuda está disponible, y por medio de ella muchas personas han obtenido salud mental en este mundo turbulento.

  • La mejor manera de restaurar la salud mental
    ¡Despertad! 1975 | 22 de julio
    • La mejor manera de restaurar la salud mental

      CUANDO ataca la enfermedad mental es causa de gran tristeza para los afectados. Sin embargo la familia no tiene por qué avergonzarse cuando esto sucede. En muchos casos la enfermedad mental puede venir igual que algunas enfermedades físicas, como un resfriado o una afección cardíaca. Y aun cuando las causas físicas no son un factor principal, todavía hay razones para tener esperanzas y adoptar una actitud positiva. El asunto es: ¿Qué es lo mejor que se puede hacer?

      A menudo lo mejor es una combinación de tratamientos. Lo más importante, sin embargo, es que el afectado debe recibir ayuda de parte de miembros comprensivos de la familia o amigos que puedan impartir verdaderas esperanzas y estímulo. Estos pueden sentirse reconfortados por el hecho de que, lo mismo que en otras enfermedades,

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