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  • Un recordatorio de tiempos más tranquilos en Ulster
    ¡Despertad! 1977 | 22 de junio
    • Pero, por igual, es dudoso si la gente que vivió en aquellos tiempos y usó todas aquellas herramientas hubiera preferido los temores, inseguridad, tensión y odios de la actualidad a la tranquilidad relativa de sus tiempos. Parece que hemos reemplazado los agravios de su día con injusticias aún más monstruosas. Reflexionando sobre la actual frustración de muchos, un individuo ingenioso escribió la siguiente pregunta en un muro de Belfast: “¿Hay vida antes de la muerte?” De modo que es bueno tener un recordatorio de tiempos más tranquilos y abrigar la esperanza de que algún día la tranquilidad será restaurada.

  • Cómo dieron con nuestras vitaminas
    ¡Despertad! 1977 | 22 de junio
    • Cómo dieron con nuestras vitaminas

      EL MARINERO tenía tan hinchadas las piernas que no podía andar. Su capitán, esperando evitar la propagación de la temida ‘infección de escorbuto,’ hizo que el hombre desembarcara en una isla desolada del Atlántico. El pobre desafortunado estaba destinado a morir, así pensaba el capitán, pero tal vez de este modo se podría salvar al resto de la tripulación.

      El hombre abandonado masticó la hierba fresca que halló creciendo en manojos en un lugar y otro de la isla. ¡Qué sorpresa tuvo cuando en unos cuantos días descubrió que podía andar un poco! Pronto recobró sus fuerzas y con el tiempo consiguió que un barco que iba pasando lo llevara de regreso a su hogar en Londres. ¡Imagínese la sacudida de sus anteriores compañeros de abordo cuando lo vieron por primera vez... fue como si hubiese sido resucitado!

      El relato del marinero que ‘comió hierba cual bestia y vivió’ interesó mucho a un cirujano escocés, el Dr. James Lind. Puesto que él había estado con la armada británica, él sabía que cada año miles de marinos morían de escorbuto. La pregunta que Lind hacía era: ¿Contenía la hierba algo que no estaba en la dieta normal del hombre? ¿Había alguna conexión entre el escorbuto y la dieta? Lind decidió experimentar, y así se hizo responsable de un capítulo importante en el relato de ‘cómo dieron con nuestras vitaminas.’

      Esto no es decir que el Dr. Lind buscaba una vitamina. La palabra era desconocida antes de 1911. En realidad, el descubrimiento de casi todas las vitaminas fue accidental en el sentido de que los investigadores estaban atacando enfermedades específicas, no estaban estudiando alimentos ni nutrición.

      Adicionalmente, este relato no tiene un solo héroe, sino que abarca los esfuerzos de hombres de muchos diferentes países. A menudo estos precursores no sacaron provecho mutuo de sus descubrimientos, puesto que no tenían las ventajas de las vías de comunicación modernas. Sin embargo, los esfuerzos de estos hombres, a veces a pesar del desdén de médicos y científicos contemporáneos, constituyen un relato de valor, perseverancia y finalmente éxito.

      El relato de la vitamina C

      “El 20 de mayo de 1747, tomé a doce pacientes que tenían escorbuto . . . Sus casos fueron los más parecidos posible,” empieza el informe del Dr. Lind. Las conclusiones a que llegó mostraron “que los buenos efectos más repentinos y visibles que se advirtieron resultaron del uso de naranjas y limones; los que los habían tomado estaban listos para trabajar al fin de seis días.”

      ¿Se regocijó el mundo médico de su día? No. Más bien, desdeñaron y rechazaron la idea de que la dieta causara el escorbuto. ¿No era cierto que las marinerías de algunos buques habían bebido jugo de limón y no obstante sufrieron de escorbuto? Desafortunadamente, sí era cierto, pero habían hervido el jugo de limón, destruyendo lo que ahora conocemos como vitamina C.

      Finalmente, después de unos cuarenta y siete años, el ministerio de marina británico permitió que Lind volviera a hacer su experimento. Se abasteció una entera escuadra de buques con suficiente jugo de limón crudo para un viaje de veintitrés semanas. Los resultados fueron tan espectaculares que un año después, en 1795, el jugo de limón (más tarde reemplazado por jugo de lima) fue hecho parte de la dieta reglamentaria de los marineros británicos. ¡El escorbuto ya no era ‘amo de las olas,’ y aún hoy día los marineros británicos llevan el apodo “limeys”!

      Sin embargo, fue muy lento el progreso en cuanto a aislar la razón por la cual los limones eran eficaces, así como también otras frutas y verduras. En 1905 cierto holandés, el profesor Pekelharing, escribió lo siguiente después de experimentar con ratones: “La leche contiene una sustancia desconocida cuya ingestión, aunque en cantidades extremadamente pequeñas, es de tremenda importancia para la nutrición.” Demostró que aun en medio de lo que parecía ser una abundancia de alimento (grasas, proteínas, hidratos de carbono), si esta “sustancia desconocida” faltaba, los ratones morían. Desgraciadamente, su informe solo se publicó en holandés y no recibió una amplia circulación.

      A pesar de estos reveses, con el tiempo se publicó y se aceptó la idea de que existían ‘elementos misteriosos’ necesarios. Era posible comer grandes cantidades de ‘buenos alimentos’ y aun así no conseguir los ‘elementos necesarios.’ Estos no le servían de combustible al cuerpo, pero por algún motivo el cuerpo los necesitaba químicamente. ¿Sería posible aislar a uno de éstos?

      Poco después de 1900 varios equipos de científicos estaban ‘sobre la pista’ de la misteriosa sustancia antiescorbuto. ¡En 1931, se hizo una sustancia concentrada de jugo de limón que era 20.000 veces más fuerte que el jugo original! Entonces siguió un esfuerzo intenso por discernir la naturaleza exacta de este compuesto vital. Una vez que se determinara su estructura o “cadena” molecular, se podría producir por síntesis en grande escala. Y así sucedió que para 1935 la vitamina C (también llamada correctamente ácido ascórbico) llegó a ser la primera vitamina “pura” hecha disponible al público por medio de su producción en grande escala.

      Pero al buscar una cura para el escorbuto se descubrió más que una vitamina. El hombre se enteró de que la enfermedad no siempre se debe al ataque de alguna infección o bacteria. A veces la causa es una deficiencia en la dieta.

      Esa compleja familia B

      Los primeros indicios de la existencia de las vitaminas B se encontraron en la lucha contra la temible enfermedad beriberi, que ataca a los nervios y el corazón. El beriberi también afecta al sistema digestivo.

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