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    ¡Despertad! 1979 | 22 de septiembre
    • de Cuidados Intensivos al Aislamiento.

      Una mañana al despertar Gary ocurrió una señal innegable de que mejoraba de salud. “¿Tienes ganas de desayunarte esta mañana?” pregunté alegremente. Desde el accidente no había podido retener nada de lo que comía. Su respuesta me hizo saltar de la silla que usaba como cama, pues dijo: “Sí, creo que sí.”

      “Bueno, muy bueno,” dije efusivamente. El que le volvieran las ganas de comer reforzaba la prueba de que iba a vivir. Contrario a la opinión médica popular, había sobrevivido sin sangre, y, al mismo tiempo, había evitado las complicaciones, a veces fatales, que muchas veces ocurren cuando se dan transfusiones de sangre. Pero, por supuesto, la razón por la cual rehusamos sangre era la ley de Dios a los cristianos: “Sigan absteniéndose . . . de sangre.”—Hech. 15:28, 29.

      Otra crisis

      Antes que sacaran a Gary de la Unidad de Cuidados Intensivos, Bryan empezó a tener mucha fiebre. Tenía hinchada la fontanela, la parte blanda del cráneo, indicación de que se ejercía presión sobre el cerebro... uno de los primeros indicios de la meningitis espinal. Sentí una ola de horror y repugnancia descender sobre mí cuando la médica asistente anunció que necesitaba una transfusión de plaquetas sanguíneas. Me explicó que por estar tan bajo su recuento de plaquetas, el ejecutar el drenaje espinal presentaba el peligro de causar hemorragia, y posiblemente resultara en parálisis.

      La primera vez que habíamos permitido que Bryan se quedara en este hospital se había obtenido una orden judicial para quitar a Bryan de bajo nuestra custodia. Pero en esa ocasión no se le dio sangre porque ninguna cantidad hubiese sido útil. Bryan no podía manufacturar adecuadamente sus propias plaquetas. De modo que habíamos llegado a un acuerdo con el médico que trataba a Bryan de que no se le diera sangre.

      Por fin llegó el médico con quien habíamos hecho el acuerdo. Le relaté brevemente lo que había pasado. Dijo que seguiría con el drenaje espinal sin sangre. Así de sencillo fue... no se le daría sangre. No obstante, existía la posibilidad de morir desangrado y de parálisis. Se envió el fluido espinal al laboratorio, y se enteraron de que Bryan tenía meningitis viral. Di un suspiro de dolor.

      Un cambio dramático

      Desde que habíamos hecho el primer análisis de las plaquetas de Bryan el día en que descubrimos su enfermedad, su recuento había permanecido sin cambiar en 4.000 por milímetro cúbico. Pero unos cuantos días después de su ataque de meningitis, un análisis de su sangre reveló un cambio dramático. Con rostro alegre, el médico informó: “El recuento de Bryan subió un poco.”

      “¿Sí?” exclamé.

      “Sí,” continuó. “Subió hasta 25.000.”

      Me sentí muy excitada, y quería creer que Bryan viviría. Pero habíamos perdido toda esperanza porque se nos había dicho que muy pocos habían sobrevivido a esta enfermedad, por lo menos de que supiera el médico. Apenas podía contenerme al decirle a Gary las buenas nuevas de que había aumentado el recuento de las plaquetas de Bryan. “Eso todavía no es bueno, Jan,” dijo categóricamente, sin que le afectara mi entusiasmo. Trataba de protegerme. Uno de los médicos declaró que había una posibilidad en mil millones de que Bryan sobreviviera.

      Pasó una semana. Llevamos a Bryan para que le hicieran otro análisis de sangre. ¡Esta vez el recuento de sus plaquetas era de 50.000! Y uno tras otro los análisis semanales continuaron mostrando un aumento. El siguiente análisis indicó la cantidad abrumadora de 193.000; la semana siguiente 309.000. Por fin llegó a 318.000, que se considera normal. Los médicos se asombraron tanto que decían: ‘Aquí viene ese Niño Único,’ y: ‘Nos está haciendo a todos testigos de Jehová.’ Hasta atribuyeron el cambio en la condición de Bryan a ‘un milagro.’

      Tanto Gary como Bryan se han recuperado por completo, y yo estoy muy agradecida por el excelente resultado. Nadie quiere ver a personas a quienes ama sufrir o morir. No obstante, al mismo tiempo, estas experiencias me subrayaron el hecho de que hay algo más importante que nuestra vida actual. El que obedezcamos las leyes de Dios es de aún más importancia porque, si lo hacemos, tenemos la segura promesa de que Dios nos levantará de entre los muertos para estar en su justo nuevo sistema donde podremos disfrutar de vida eterna en perfecta salud y felicidad. (Rev. 21:3, 4) ¿No prueba la fidelidad de Jesucristo hasta la muerte y el hecho de que Dios lo resucitó que tal proceder de obediencia a los requisitos de Dios es el proceder más prudente?

      Le doy las gracias a Jehová, nuestro misericordioso y bondadoso Dios, por haberme dado las fuerzas para aguantar fielmente al obedecer sus leyes durante aquellos días penosos. Me parece que estas palabras inspiradas del apóstol Pablo verdaderamente aplicaban a mi caso: “Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros.” (2 Cor. 4:7)—Contribuido.

  • El Oriente se encuentra con el Occidente en Surinam
    ¡Despertad! 1979 | 22 de septiembre
    • El Oriente se encuentra con el Occidente en Surinam

      Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Surinam

      ¿QUÉ tal es cuando personas de muchas partes del mundo viven juntas en un solo lugar? Los residentes de la mayoría de los países que tienen poblaciones mezcladas probablemente estén de acuerdo en que esto no tiene por qué provocar algún problema serio. Un ejemplo sobresaliente de tal clase de “crisol de razas” es Surinam. Una visita a este sitio nos ayudará a conocer pueblos muy variados de muchas naciones que viven juntos en paz. ¿Le gustaría dar una mirada a nuestro país y pueblo pintorescos?

      Surinam se encuentra en la costa noreste de la América del Sur, entre Guyana al oeste y la Guayana francesa al este. Este país tiene un área de 163.000 kilómetros cuadrados. Un cálculo de las Naciones Unidas para el año 1975 indicó que Surinam tenía una población de aproximadamente 420.000 habitantes. La mayoría de ellos viven en una estrecha faja de tierra a lo largo de la costa. La mayor parte de Surinam está cubierta por densas selvas y está casi inhabitada.

      En cuanto a la historia primitiva de esta región, The New Enciclopædia Britannica (edición de 1976) declara: “Hasta el siglo XV los únicos habitantes de Surinam eran los indios caribes, arawakos y warraus. Se considera a otra tribu, los surinamés, que habitaban en el país en un tiempo anterior, y a quienes expulsaron los caribes, como la fuente del nombre Surinam.”

      Los españoles habían descubierto Surinam para el año 1500; pero no se inclinaron

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