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Las enfermedades... ¿señal de los últimos días?La Atalaya 1983 | 15 de agosto
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Lucas 21. De modo que la “señal” pudiera compararse con un rompecabezas. Una sola pieza no constituye el cuadro entero. De igual manera, un solo suceso no constituye la “señal”. Más bien, la “señal” se vería únicamente cuando todos los sucesos que Jesús predijo afectaran a una misma generación. (Mateo 24:32-34.)
En segundo lugar, parecería sumamente inconsecuente que se cumplieran hoy día las palabras de Jesús respecto a las pestes o enfermedades. ¿Por qué? Porque el adelantamiento científico nunca ha sido mayor que en nuestro tiempo. Nunca antes ha habido mejores recursos médicos. Nunca antes ha estado tan esparcido el conocimiento médico.
Por eso, ¿qué muestran los hechos? ¿Se están cumpliendo realmente las palabras de Jesús? Es importante que sepamos la respuesta a eso, pues el cumplimiento de la profecía de Jesús indicaría que estaríamos viviendo en el período más crítico de la historia humana.
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Las enfermedades... ¿desaparecerán algún día?La Atalaya 1983 | 15 de agosto
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Las enfermedades... ¿desaparecerán algún día?
SI USTED hubiera desarrollado cáncer en los huesos unos 10 años atrás, ciertamente sus perspectivas tocante al futuro habrían sido sombrías. Según el Instituto Nacional para Combatir el Cáncer, 10 años atrás 80 por 100 de los adultos jóvenes que tenían cáncer en los huesos morían dentro de un período de 3 años. Hoy, sin embargo, gracias a los adelantos de la ciencia, se afirma que 90 por 100 de los pacientes en tal condición quedan libres de la enfermedad tres años después de haberse hecho el diagnóstico.
Se han alcanzado progresos parecidos en el tratamiento de otras enfermedades. Por ejemplo, en 1979 una comisión mundial nombrada por la Organización Mundial de la Salud declaró que la viruela había sido erradicada mundialmente. En cuanto a la tuberculosis, aunque todavía mueren de ella unos 3.000.000 de personas cada año, la revista World Health afirma: “Ya tenemos todas la armas necesarias para acabar con la tuberculosis. Lo único que necesitamos para acabar con las enfermedades, de una vez para siempre, son los recursos financieros y la voluntad política”.
No se puede negar que la ciencia ha alcanzado grandes progresos en la lucha contra las enfermedades. No obstante, subsiste este hecho: La ciencia está lejos de vencer las enfermedades y dolencias. Por ejemplo, las enfermedades cardíacas continúan siendo la causa principal de muertes prematuras en los países industrializados. Además, considere el recuadro adjunto: “¿Está la ciencia acabando con las enfermedades?”. En éste se mencionan otras enfermedades que siguen frustrando a la ciencia médica.
Causa frustración el ver que la lista de enfermedades mortales parece alargarse, pues persisten las de antaño, y a éstas se añaden otras nuevas. Está claro que, aunque la ciencia ha adelantado mucho y nos ha dado mucho por lo cual estar agradecidos, de ninguna manera está eliminando las enfermedades y dolencias. ¿No hay ninguna esperanza en cuanto al futuro?
Fundamento para tener esperanza
Hay toda razón para tener verdadero optimismo respecto a que las enfermedades llegarán a su fin. Pero no mediante el trabajo de científicos dedicados, no. Más bien, el fin de las enfermedades vendrá de una fuente muy superior a ésa.
Para vencer permanentemente las enfermedades, hacen falta dos factores muy importantes: 1) El poder hacerlo y 2) el querer hacerlo. No basta una de estas cosas sin la otra. Recuerde que la revista World Health afirmó que el hombre puede acabar con la tuberculosis para siempre, pero carece de “los recursos financieros y la voluntad política”.
Al fin, solo hay un personaje en el universo que tanto puede como quiere acabar con todas las enfermedades para siempre... ¡Dios mismo! En verdad, cuando Jesucristo, quien reflejaba perfectamente las cualidades de su Padre, estuvo en la Tierra, demostró maravillosamente cómo el poder procedente de Dios puede vencer las enfermedades y males físicos. (Juan 14:9.)
No hay duda de que Jesucristo, mediante el ‘poder de Dios’, podía vencer las enfermedades (Lucas 9:43). En un sentido muy real, Jesús devolvió la salud a muchas personas enfermas y lisiadas... los cojos, los tullidos y los ciegos (Mateo 15:30, 31), los epilépticos, los paralíticos (Mateo 4:24), los leprosos (Lucas 17:12-14), una mujer que padecía de hemorragias (Marcos 5:25-29), un hombre que tenía una mano seca (Marcos 3:3-5), un hombre que tenía hidropesía (Lucas 14:2-4) y personas enfermas de “diversas dolencias” (Lucas 4:40). Pues, ¡hasta hay tres casos comprobados en que Jesús levantó de la muerte a unos difuntos! (Lucas 7:11-15; 8:49-56; Juan 11:38-44). En la mayoría de los casos, la curación fue instantánea; no se requirió un período de convalecencia o rehabilitación.
Por supuesto, es patente que Jesucristo quería vencer las enfermedades, pues llevó a cabo muchas curaciones. Sin embargo, la Biblia revela de modo muy enternecedor el deseo sincero que tenía Jesús de devolver la salud a otras personas.
Después que hubo oído acerca de la muerte de Juan el Bautizante, Jesús se retiró en una barca a un lugar aislado para estar a solas. Pero parece que una muchedumbre considerable de personas vieron zarpar la barca y dedujeron adónde se dirigía. La muchedumbre estaba esperándolo cuando Jesús llegó a aquel lugar. ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Se resintió? ¿Se enojó? Después de todo, ¿no tenía él derecho al descanso y al sosiego? Sin embargo, en vez de decir que él pensó que la gente era una molestia, el registro explica:
“Ahora bien, al salir vio una grande muchedumbre; y se compadeció de ellos, y curó a sus enfermos” (Mateo 14:13, 14). Cierto escriturario dice lo siguiente acerca de la palabra griega que en este texto se traduce “se compadeció”: “[Ésa es] la palabra que con más vigor expresa la misericordia compasiva en el idioma griego. Se forma de la palabra splagchna, que significa las entrañas, y describe la misericordia y la compasión que conmueven a un hombre hasta lo más recóndito de su ser”. Sí, Jesús no podía soportar el ver el sufrimiento de otras personas sin aliviar el dolor. (Lucas 5:12-14.)
No hay la menor duda. Dotado de poder por Dios, Jesucristo tanto podía como quería vencer las enfermedades. ¡Y todavía puede y quiere hacer lo mismo (Hebreos 13:8)! Las curaciones que efectuó mientras estuvo en la Tierra prefiguraron las bendiciones de curación que se extenderán a la humanidad por toda la Tierra bajo la gobernación del Reino de Dios. ‘Pero ¿cuándo será eso?’, pregunta usted.
¡El fin de las enfermedades está cerca!
Como se ha demostrado muchas veces en La Atalaya, la “señal” compuesta, de la cual forman parte las “pestes” o enfermedades, se ha hecho patente, sin lugar a dudas, desde 1914. Cuando uno examina la prueba, no le quedan dudas de que las palabras de Jesús se han cumplido. Así que muchas de las enfermedades y dolencias que vemos hoy día realmente cumplen la profecía de Jesús que se halla en Mateo 24:3-7 y Lucas 21:10, 11. ¡Esto significa que vivimos en “la conclusión del sistema de cosas”!
Pronto el Reino de Dios quitará al sistema inicuo actual y lo reemplazará con un Nuevo Orden justo (2 Pedro 3:13). Entonces, bajo la gobernación del Reino, las pestes o enfermedades ya no nos privarán de la salud y la vida. ¡Qué agradecidos podemos estar de que nuestro amoroso Padre celestial tanto quiera como pueda acabar completamente con las enfermedades y las dolencias para siempre! (Revelación 21:3, 4.)
¿Quisiera usted aprender más en cuanto a esas bendiciones que Dios ha prometido, y lo que debe hacer para beneficiarse de ellas? Los testigos de Jehová gustosamente le ayudarán. ¿Por qué no se pone en comunicación con los Testigos de su localidad, o escribe a los publicadores de esta revista?
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