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  • ¡Nos están inundando las epidemias!
    ¡Despertad! 1984 | 22 de febrero
    • ¡Nos están inundando las epidemias!

      EN 1975, año en que algunos científicos se imaginaban que con el tiempo se pondría fin a todas las enfermedades, en los Estados Unidos murieron de cáncer más personas que nunca antes. “Las enfermedades venéreas, plaga antigua que la medicina moderna creía haber conquistado, está alcanzando proporciones epidémicas por toda América”, dijo el analista de noticias Louis Cassels. Informes similares de un horrible y continuo saldo de muertes debido a la malaria, las enfermedades del corazón, la esclerosis múltiple, la bilharziasis —hasta la influenza— relatan la misma historia: Las epidemias todavía azotan a la humanidad.

      Pero las peores epidemias son más devastadoras que las enfermedades de la carne. Se trata de las epidemias de la violencia, del desafuero, de las normas relajadas tocante a lo sexual, del alcoholismo, del divorcio, de la desintegración familiar... enfermedades del espíritu que han dejado a la humanidad insensible, “más allá de todo sentido moral” (Efesios 4:19). Muchas de las actuales pestilencias de la carne son sencillamente el resultado de las enfermedades de índole espiritual.

      Epidemia de inmoralidad sexual

      Hace algunos años la revista Redbook llevó a cabo una encuesta entre 100.000 mujeres, mayormente madres jóvenes, blancas y de la clase media. Treinta por ciento de ellas habían cometido adulterio y 81 por 100 habían tenido relaciones sexuales premaritales.

      Esta información podría haberse descartado como sensacionalismo si, cinco años después, la revista Cosmopolitan no hubiera efectuado un estudio entre 106.000 mujeres que confirmó dichos hallazgos. La mitad de las mujeres casadas que respondieron habían participado en alguna clase de relaciones sexuales extramaritales.

      Otros síntomas de esta enfermedad son los siguientes: En 1980 fueron abortados 1.297.606 infantes en los Estados Unidos. Se calcula que en todo el mundo fueron abortados intencionalmente unos 40.000.000 de niños no nacidos... casi el doble de la población de Canadá. En 1982, en Polonia, país católico romano, hubo 702.000 nacimientos y por lo menos 800.000 abortos.

      Epidemia de embarazos entre los adolescentes

      En 1969, 77 por 100 de los estadounidenses consideraban que era malo tener relaciones sexuales premaritales; diez años después solo 41 por 100 pensaban así. En Suecia, durante los años cincuenta y sesenta, una de cada tres novias que iban al altar ya estaba encinta. Para 1978, uno de cada tres niños nacía fuera del lazo matrimonial y una de cada nueve parejas vivía bajo el mismo techo sin estar casada.

      En 1976, el Departamento de Sanidad Pública de los Estados Unidos calculó que 41 por 100 de las jóvenes estadounidenses solteras de 17 años de edad o menos ya habían tenido relaciones sexuales. Esto representaba un aumento de 54 por 100 en un período de cinco años. No es sorprendente que la proporción de jóvenes entre los 15 y 19 años de edad que tuvieron hijos ilegítimos haya aumentado drásticamente en 800 por 100 entre los años 1940 y 1980.

      Está claro que la mayoría de los jóvenes no estiman la moralidad sexual. La inmoralidad sexual se considera la norma. “No quiero que mi novio sepa que soy virgen”, dijo con vergüenza una joven de 17 años de edad, que cursaba el penúltimo año de escuela secundaria, al escribir a la consejera y columnista Ann Landers. En respuesta a otra carta, la columnista dijo: “Es inútil decir a una joven de 18 años de edad que se haya provocado dos abortos que la palabra ‘no’ es la manera más segura de controlar la natalidad”.

      Escuelas de inmoralidad

      ¿Dónde aprenden los jóvenes (y sus padres) esta clase de conducta? Por supuesto, la aprenden los unos de los otros. También están dispuestos a escuchar sugerencias de otras fuentes. En 1980 solo 4,6 por 100 de las películas que se mostraron en los Estados Unidos estaban clasificadas G, es decir, que los jóvenes podían verlas sin estar acompañados de un adulto. Más de 55 por 100 de ellas, debido a que presentaban inmoralidad o violencia de manera explícita, estaban clasificadas R (personas menores de 17 años de edad tienen que estar acompañadas de un adulto) o X (absolutamente prohibidas para personas de 17 años de edad o menos).

      ¿Sería mejor dejar a los niños en el hogar viendo la televisión? Para cuando cumple 15 años de edad, el joven de término medio que mira la televisión ha visto en la pantalla a 13.400 personas sufrir una muerte violenta. Y puesto que ahora se puede conseguir con mayor facilidad “cable TV”, los jóvenes pueden mirar la pornografía en el hogar.

      En algunos bares, en lugares como Los Ángeles y San Francisco, el entretenimiento incluye no solo a meseras con el busto descubierto y bailarinas desnudas, sino artistas desnudos que culminan su actuación teniendo relaciones sexuales en el escenario. En algunos casos se invita a los clientes que pagan a participar en el acto.

      Si se quieren más ideas, en las farmacias se vende una gran cantidad de libros en rústica que sugieren toda clase de experimentos en el campo de lo sexual. Algunos libros incluyen información errónea como la siguiente: “Usted tiene la buena suerte de poder tener relaciones sexuales en un tiempo en que la medicina puede curar rápidamente las enfermedades venéreas. [...] Corra a su ginecólogo y consiga el remedio”.

      ¿Realmente reclama muy pocas víctimas la epidemia de la inmoralidad? Considere brevemente lo que hay en la sala contigua.

  • Una epidemia de homosexuales
    ¡Despertad! 1984 | 22 de febrero
    • Una epidemia de homosexuales

      EN 1970 el Dr. Charles W. Socarides, del Colegio de Medicina Albert Einstein, de Nueva York, advirtió que la homosexualidad era una epidemia que estaba creciendo con mayor rapidez que las cuatro enfermedades principales.

      Nueve años después, funcionarios encargados de las elecciones en San Francisco calcularon que casi 30 por 100 de los votantes de la ciudad eran homosexuales. Hay funcionarios electos que francamente admiten ser homosexuales. Hay clubes políticos, iglesias, sinagogas, y un servicio para concertar citas, todo ello para homosexuales.

      Para 1982 los homosexuales estaban marchando por las calles y alegando que contaban con 25 por 100 de los votantes de Atlanta, Georgia, E.U.A. El Instituto de Investigaciones sobre lo Sexual calcula que 10 por 100 de la población de los Estados Unidos está compuesta de homosexuales. “Más que nunca antes hombres y mujeres homosexuales están dando a conocer que lo son y están viviendo abiertamente”, dice la revista Time. “Están colonizando zonas de ciudades grandes, reclamándolas como su propio territorio, están operando bares y hasta estableciendo iglesias en pueblos pequeños de tipo conservador, y están estableciendo una cadena nacional de organizaciones para ofrecer consejo y compañerismo a los homosexuales —que todavía constituyen la mayoría— que continúan ocultando su preferencia en cuanto a lo sexual.”

      En un tiempo las autoridades de salud mental trataban la homosexualidad como una enfermedad. Pero ¿no había sostenido Freud mismo que el comportamiento homosexual “no podía calificarse de enfermedad”? En 1973 la Junta Administrativa de la Asociación Norteamericana de Siquiatría declaró que “la homosexualidad... en sí no es necesariamente un trastorno siquiátrico”.

      Los cristianos del primer siglo no consideraban que la homosexualidad fuese normal, como lo son los ojos azules o la tez oscura. Consideraban que era cultivar “apetitos sexuales vergonzosos” cuando mujeres homosexuales ‘cambiaban el uso natural de sí mismas a uno que es contrario a la naturaleza’ y hombres homosexuales ‘obraban lo que es obsceno’ los unos con los otros. (Romanos 1:26, 27.)

      Pero como en el caso de otros apetitos inmundos y deseos dañinos, las tendencias homosexuales se pueden controlar y hasta vencer; uno puede despojarse de ellas como parte de la vieja personalidad. En la congregación corintia había algunos que habían sido homosexuales, al igual que otros que habían sido ladrones, avarientos, practicantes de extorsión, borrachos, adúlteros e idólatras. Sin embargo todos ellos habían cambiado. Habían sido “lavados [...] santificados [...] declarados justos”. (1 Corintios 6:9-11; Colosenses 3:5-11.)

  • El abuso de menores... la epidemia resultante
    ¡Despertad! 1984 | 22 de febrero
    • El abuso de menores... la epidemia resultante

      LA CONSTANTE obsesión con lo sexual, que aumenta cada vez más, resulta en el aumento de deseos anormales. Una de las prácticas más depravadas que está saliendo a luz es el abusar de los menores en sentido sexual. ¿Cuán extenso es este problema? Nadie sabe exactamente, pero en 1982 se dio a conocer un informe sobre el abuso de menores en los Estados Unidos en el que se calcula que no se informan por lo menos 1,5 millones de casos, o si se informan, la gente no lo cree.

      El abusar de los menores en sentido sexual puede tomar una variedad de formas, desde la exhibición impúdica hasta el ultraje sexual. Una de las formas más horrorosas es la pornografía de menores. Se sacan fotografías de niños en posturas explícitamente sexuales, a veces con un grado de depravación inimaginable, y se venden las fotografías a pederastas, que son personas moralmente enfermas que se sienten sexualmente atraídas a los niños.

      Otro aspecto de esta epidemia resultante es el problema del incesto. “Hace tan solo 15 años, los expertos afirmaban que el incesto [...] ocurría en solo una familia de cada millón”, informó el Reader’s Digest de enero de 1981. “Ahora algunos profesionales opinan que el porcentaje actual podría ser de hasta una familia de cada cien”.

      ¿Le horroriza a usted tan solo la idea de que se use a los niños para lo sexual? No toda persona comparte los sentimientos de usted. ¡La publicación oficial del Consejo Estadounidense para la Educación e Información sobre lo Sexual ha sugerido que el practicar incesto con los niños en el hogar podría ser mejor que mucha de la fornicación que cometen los adolescentes fuera del hogar!

      En Los Ángeles existe la Sociedad Rene Guyon, que, según se informa, está compuesta de médicos, abogados y otros hombres y mujeres que ocupan puestos respetables y de influencia, y dichos miembros creen que los niños deberían tener experiencias sexuales. El lema de este grupo es: “Para lo sexual, que a los ocho sea legal”. Se informa que este grupo usa la pornografía de menores para estimular a los jovencitos.

      También existe la NAMBLA (siglas en inglés para la Asociación Estadounidense para el Amor entre Hombres y Niños), grupo homosexual que se interesa en promover el “amor” entre hombres y niños. Tales nociones del “amor” nos recuerdan el siguiente proverbio bíblico: “Las misericordias de los inicuos son crueles” (Proverbios 12:10). Hoy día muchos niños sufren por tal crueldad.

      Y mientras el abusar de los menores en sentido sexual se vuelve cada vez peor, otras clases de abuso no están quedándose atrás. Más que nunca antes, los hijos están experimentando la violencia a manos de sus padres. En los Estados Unidos, el homicidio es una de las cinco principales causas de muerte entre los niños. De acuerdo con los CDC (siglas en inglés para Centros para el Control de las Enfermedades), en los últimos años tales homicidios han aumentado a un paso desconcertante, y en una tercera parte de éstos los responsables son los padres o padrastros. En la mayoría de los casos a niños y jóvenes entre las edades de 1 y 17 años se les quita la vida con armas de fuego, cuchillos o por estrangulación.

  • La cosecha... una epidemia de enfermedades venéreas
    ¡Despertad! 1984 | 22 de febrero
    • La cosecha... una epidemia de enfermedades venéreas

      “LAS enfermedades que se transmiten por contacto sexual (STDs, siglas en inglés) se han propagado hasta el grado que se las considera hiperendémicas.” Esa declaración del Journal of the American Medical Association da tan solo una indicación de la manera como la actual epidemia de inmoralidad ha resultado en epidemias literales de la carne. Al creer que la medicina había conquistado las enfermedades venéreas, esta generación ha ido en pos de lo sexual de tal modo que rivaliza con la Roma del tiempo de Nerón y con las ciudades de Sodoma y Gomorra. Pero la nueva moralidad ha sido contraproducente.

      Se pensaba comúnmente que la penicilina, droga milagrosa, había resuelto el problema de la gonorrea de una vez para siempre. Pero recientemente una publicación para los militares estadounidenses, Pacific Stars and Stripes, informó que durante el período de un año 8.000 soldados destacados en las Filipinas y Corea del Sur habían contraído un nuevo tipo de “supergonorrea” resistente a la penicilina.

      De Canadá procede este informe: “La gonorrea, de la cual se calcula que hay 120.000 casos, está ‘fuera de control’ en Canadá, pues hay más casos que nunca antes... incluso más que durante la II Guerra Mundial” (The Toronto Star). En Inglaterra se han publicado estadísticas parecidas. “La cantidad de mujeres que actualmente contraen gonorrea es casi dos veces mayor que durante la guerra.” (The Sunday Times.)

      Un relato parecido proviene de África. El periódico Fraternité Matin, de Abidján, Costa de Marfil, informa esto sobre un país vecino: “La mitad de las mujeres adultas [...] han padecido o están padeciendo de enfermedades venéreas”.

      Cierto agente patógeno cuyo nombre es poco corriente —Clamydia— también se transmite comúnmente mediante la actividad sexual. Produce un estado conocido como uretritis no gonocócica (en inglés, por las siglas NGU), que tiene cierto parecido con algunos síntomas de la gonorrea y que está amenazando con eclipsar la gonorrea como la principal enfermedad que se transmite por contacto sexual.

      La plaga del herpe

      Otra epidemia alarmante de la actualidad es el herpe (o herpes). Los virus herpéticos causan una amplia variedad de enfermedades; entre ellas la varicela, la mononucleosis y el herpe labial. No obstante, el que con más frecuencia se transmite por contacto sexual es el herpe simple II, el herpe genital. Éste produce unas vesículas o ampollitas en los órganos sexuales o cerca de éstos, a menudo está acompañado de fiebre, dolores musculares e inflamación de glándulas linfáticas... “como si alguien pusiera un soldador contra la piel de uno”, para citar a una víctima.

      El herpe genital no solo causa incomodidad dolorosa, sino que puede ser mortal. Es la causa más común de ceguera contagiosa en los Estados Unidos, y puede resultar en una mortal infección cerebral, problemas cardíacos, esterilidad, defectos congénitos, abortos, nacimientos de niños muertos y, posiblemente, cáncer en el cuello del útero.

      Los virus herpéticos son más difíciles de combatir que las infecciones bacteriales. Cuando esos virus no están atormentando activamente a sus víctimas, permanecen latentes en el cuerpo. “Los virus herpéticos pelean una guerra de guerrillas mientras se ocultan en algún lugar del sistema nervioso y lanzan ataques por sorpresa. Los investigadores creen que una vez que los virus se introducen en el cuerpo, se quedan para siempre”, según un comunicado de Prensa Asociada. Hasta el momento, la medicina no reconoce ninguna cura para esta enfermedad que se transmite por contacto sexual, y acerca de la cual los CDC anunciaron que estaba propagándose en los Estados Unidos con mayor rapidez que cualquier otro virus, excepto el resfriado común y la gripe (o influenza).

      Hace poco una nueva enfermedad monopolizó los titulares: SIDA, o síndrome de inmunodeficiencia adquirida. ¿Qué es eso?

      Dicho sencillamente, las víctimas de SIDA pierden la inmunidad a las enfermedades, y muchas de ellas sucumben a otros males, tipos muy raros de pulmonía o cáncer.

      En julio de 1982 se habían identificado 471 casos de SIDA en nueve países. Para agosto de 1983 se habían identificado casos de la enfermedad en 16 países, incluso 1.972 víctimas en los Estados Unidos y Puerto Rico. De éstas, 759 habían muerto, lo cual representa uno de los índices de mortalidad más altos que se hayan registrado tocante a cualquier enfermedad en la historia. Un informe de 1982 mostró que el índice de mortalidad era mayor de 60 por 100 entre los que habían tenido la enfermedad por más de un año.

      ¿Cuál es la causa del SIDA? Nadie sabe. ¿Cómo se transmite? Nadie está seguro, pero los médicos opinan que la mayoría de los casos se han transmitido por contacto sexual. Algo sí es seguro: La enfermedad surgió entre jóvenes homosexuales activos. Y continúa reclamando su mayor cantidad de víctimas entre los de ese mismo grupo. En mayo de 1983, según la revista Health, 71 por 100 de los casos de SIDA habían ocurrido entre hombres cuyo comportamiento era homosexual o bisexual.

      Sí, la inmoralidad —un mal del espíritu— ha segado una cosecha abundante de epidemias físicas.

  • El camino de escape
    ¡Despertad! 1984 | 22 de febrero
    • El camino de escape

      LA BIBLIA advierte: “Lo que el hombre sembrare, eso mismo cosechará” (Gálatas 6:7, Herder). Si estas palabras han resultado veraces en alguna generación, es en la de ahora. En las páginas precedentes hemos examinado la epidemia de la inmoralidad sexual y hemos visto algunas de las horribles plagas físicas que ésta ha causado. Otras enfermedades provocadas por la inmoralidad han producido resultados similares.

      Por ejemplo, dos de las principales causas de muerte hoy día son el cáncer y las enfermedades cardíacas. Respecto a estas dos plagas, la Organización Mundial de la Salud informa: “Noventa por ciento de los casos [de cáncer del pulmón] ocurren entre fumadores [de tabaco]. El riesgo de contraer cáncer de la boca, la garganta y el esófago es entre cinco y diez veces mayor en el caso de los fumadores”. Dice a continuación: “Las enfermedades cardíacas coronarias son la causa principal de muerte en la mayor parte de los países desarrollados, y el riesgo de morir como resultado de éstas es entre dos y tres veces mayor entre los fumadores que entre las personas que no fuman”.

      No, no todos los que mueren de cáncer o de alguna enfermedad del corazón fuman tabaco. Pero si nadie usara el tabaco, estas dos causas de muerte reclamarían muchísimas menos víctimas que en la actualidad. La satisfacción inmoderada de los propios deseos del fumador, quien arriesga la vida por un hábito, y la codicia de las empresas comerciales que sacan ganancias del vicio del fumador, se combinan y multiplican de manera horrenda las muertes innecesarias que resultan de estas epidemias.

      Los países del Tercer Mundo aún están tambaleando debido a epidemias que están bajo control en otras partes. El Sunday Times, de Londres, informa: “Hoy [...] más de 500 niños se quedarán ciegos... simplemente debido a deficiencia de vitamina A. Y por aproximadamente 3p [5 centavos, E.U.A.] por niño se podría evitar esto. La perspectiva de que se halle el dinero y de que se dispensen las vitaminas es poco prometedora”.

      Cada día alrededor del mundo mueren 25.000 personas debido a varias enfermedades físicas que resultan del beber agua contaminada. Existe la tecnología para proporcionar a todo humano sobre este planeta agua potable que sea limpia. El costo de poner en práctica dicha tecnología equivaldría a aproximadamente una décima parte de lo que el mundo gasta en tabaco y a solo una pequeña fracción de lo que se gasta en armamentos. Aún así, cada día mueren 25.000 personas. Ciertamente esto revela que existe una enfermedad de índole espiritual en la sociedad humana.

      Además, considere el extenso abuso de las bebidas alcohólicas, que resulta en cirrosis del hígado y causa “entre una tercera parte y la mitad de todas las muertes por accidentes de tráfico en los países industriales... y una creciente cantidad en el Tercer Mundo” (World Health). Tenga presente lo extensa que es la práctica de deshacerse de sustancias químicas peligrosas de maneras ilegales, lo cual presenta un grave peligro para la población en general. Sí, en muchísimos casos, los problemas de la salud física de la humanidad están estrechamente relacionados con las enfermedades de índole moral.

      Se predijo el problema

      Jesucristo profetizó que habría un tiempo en que la humanidad estaría bajo el ataque de epidemias. Dijo: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en un lugar tras otro pestes y escaseces de alimento”. (Lucas 21:10, 11.)

      El apóstol Pablo predijo un ataque violento de epidemias del espíritu. Advirtió: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, [...] sin gobierno de sí mismos, [...] amadores de placeres más bien que amadores de Dios”. (2 Timoteo 3:1-5.)

      No cabe duda alguna de que estas profecías se están cumpliendo hoy. ¿Significa esto que la raza humana está destinada a hundirse cada vez más profundamente en el fango de la decadencia moral y física, hasta que con el tiempo esté completamente sumida en dichas epidemias?

      Usted puede ayudarse

      No, éste no es el caso en absoluto. La Biblia no solo profetizó nuestra presente situación difícil, sino que también mostró el camino de escape. Aun hoy, si evitamos las epidemias que afligen a la humanidad en el campo de lo moral, nos protegemos hasta cierto grado de la enfermedad física. Considere este consejo bíblico:

      “Que la fornicación e inmundicia de toda clase o avaricia ni siquiera se mencionen entre ustedes”. (Efesios 5:3.)

      “Limpiémonos de toda contaminación de la carne y del espíritu”. (2 Corintios 7:1.)

      “Suministren a su [...] conocimiento gobierno de sí mismos, a su gobierno de sí mismos perseverancia”. (2 Pedro 1:5, 6.)

      ¿Pone usted en práctica este consejo en su vida? Si lo hace, está evitando la epidemia de la inmoralidad y así se está protegiendo de la pandemia de las enfermedades venéreas. Además, usted no es esclavo del tabaco, de las drogas ni del alcohol; así ha disminuido considerablemente el riesgo de contraer muchísimas otras enfermedades. Esto le da un sentido de bienestar, ¿no es cierto?

      Pero hemos mencionado solo parte del problema. ¿Qué hay de los vecinos que lo ponen a usted en peligro debido a las enfermedades de índole moral que ellos tienen? ¿Qué hay de la persona que, estando borracha, guía un automóvil y tal vez choque contra usted? O ¿qué hay de las personas que contaminan el ambiente? O ¿los intereses egoístas comerciales y nacionalistas que hacen que miles de personas se vuelvan ciegas o mueran innecesariamente? Está claro que no podemos evitar del todo los resultados de las epidemias de la inmoralidad de este sistema de cosas. Tampoco podemos evitar completamente las epidemias de índole física... las influenzas, los tipos de cáncer no relacionados con el fumar, y así por el estilo.

      Para vencer estos problemas necesitamos una poderosa autoridad central que nos proteja de las acciones moralmente depravadas de otras personas y que promueva el tipo de sociedad en la que se ataquen y se venzan las epidemias físicas de la humanidad. Dicha autoridad existe. Se llama el Reino de Dios.

      Se resuelve el problema

      El Reino de Dios tiene un programa para salvar a la raza humana de las epidemias y, hasta la fecha, dicho programa está desarrollándose como fue previsto. Primero, después que el Reino fue establecido en los cielos en 1914, se tuvo que arrojar a Satanás a la Tierra y limpiar los cielos de la influencia nociva de éste (Revelación 12:7-12). También se tuvo que organizar un programa mundial educativo para dar a conocer a la humanidad la existencia del Reino y las metas de éste y empezar a curar a las personas de buen corazón de sus enfermedades del espíritu. (Mateo 24:14; 28:19, 20; Isaías 61:1, 2.)

      La primera de estas dos medidas ya se ha tomado, y la segunda está en progreso. Cuando se haya completado la obra de predicar, los asuntos estarán listos para la tercera etapa: la intervención vigorosa del Reino en los asuntos mundiales. El profeta Daniel predijo esto: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”. (Daniel 2:44.)

      Así, el Reino de Dios ha de “causar la ruina de los que están arruinando la tierra” (Revelación 11:18). Producirá un sistema de cosas en el que las epidemias físicas serán eliminadas. Y, lo que es más importante aún, se pondrá fin a las epidemias de la inmoralidad. (Compare con Isaías 33:24.)

      Finalmente, la raza humana estará protegida para siempre de las epidemias de la carne y las epidemias del espíritu. Entonces se cumplirá plenamente la promesa divina: “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación 21:4.)

      Nadie dirá: “Estoy enfermo”. (Isaías 33:24.)

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