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  • La expulsión... desde qué punto de vista verla
    La Atalaya 1981 | 15 de noviembre
    • sabia había estado en íntima asociación con Jesús y sabía bien lo que Cristo había dicho acerca de saludar a otros. También sabía que el saludo común de aquel tiempo era “Paz.” A diferencia de algún “enemigo” personal u hombre mundano en autoridad que se opusiera a los cristianos, la persona expulsada o desasociada que estuviera tratando de promover o justificar su modo de pensar apóstata o estuviera continuando en su conducta impía ciertamente no sería nadie a quien desear “Paz.” (1 Tim. 2:1, 2) Y todos sabemos por nuestra experiencia de años que el decir un sencillo “¡Hola!” a alguien puede ser el primer paso que lleve a una conversación y tal vez hasta a una amistad. ¿Quisiéramos dar ese primer paso respecto a una persona expulsada?

      24 ‘Pero, ¿qué hay si el expulsado parece estar arrepentido y necesita estímulo?,’ pudiera preguntar alguien. Hay un arreglo por el cual se atiende a situaciones de esa clase. Los superintendentes de la congregación sirven de pastores y protectores espirituales del rebaño. (Heb. 13:17; 1 Ped. 5:2) Si algún expulsado o desasociado pregunta acerca de ello, o da señales de que quiere regresar al favor de Dios, los ancianos pueden hablar con él. Ellos bondadosamente le explicarán lo que tiene que hacer, y pudieran darle alguna amonestación apropiada. Pueden tratar con el expulsado sobre la base de los hechos relacionados con su pecado pasado y su actitud. Otros miembros de la congregación no tienen esa información. Por eso, si a alguien le pareciera que una persona expulsada o desasociada ‘está arrepentida,’ ¿pudiera estar basada esta opinión en la impresión que él tiene del pecador, y no en información exacta? Si los superintendentes estuvieran convencidos de que la persona estuviera arrepentida y estuviera produciendo los frutos del arrepentimiento,e se le restablecería en la congregación. Después que eso suceda, el resto de la congregación puede recibirlo amablemente en las reuniones, demostrar que lo perdonan, consolarlo y confirmar su amor para con él, tal como Pablo instó a los corintios a hacer para con el hombre de Corinto que fue restablecido.—2 Cor. 2:5-8.

      NO PARTICIPANDO EN OBRAS INICUAS

      25, 26. ¿Qué consejo da Dios acerca de hacerse “partícipe” con una persona expulsada?

      25 Todos los cristianos fieles tienen que tomar a pecho la verdad seria que, por inspiración de Dios, Juan escribió: “El que le dice un saludo [a un pecador expulsado que está promoviendo una enseñanza errónea o portándose de modo impío] es partícipe en sus obras inicuas.”—2 Juan 11.

      26 Muchos comentaristas de la cristiandad se oponen a lo que se dice en 2 Juan 11. Afirman que es ‘consejo poco cristiano, contrario al espíritu de nuestro Señor,’ o que fomenta la intolerancia. Pero esos sentimientos provienen de organizaciones religiosas que no aplican el mandato de Dios de ‘remover al hombre inicuo de entre ustedes mismos,’ que rara vez expulsan de sus iglesias aun a los malhechores notorios, si acaso lo hacen. (1 Cor. 5:13) La “tolerancia” de ellos no es bíblica ni cristiana.—Mat. 7:21-23; 25:24-30; Juan 8:44.

      27. ¿Cómo pudiera un cristiano hacerse “partícipe” en el sentido indicado, y con qué resultado?

      27 Pero no es incorrecto el que uno sea leal al Dios recto y justo de la Biblia. Él nos dice que solamente acepta ‘en su santa montaña’ a los que andan sin tacha, practican la justicia y hablan la verdad. (Sal. 15:1-5) Pero si un cristiano optara por compartir la suerte de un malhechor que hubiese sido rechazado por Dios y expulsado, o que se hubiese desasociado, eso sería lo mismo que decir: ‘Yo tampoco quiero un lugar en la santa montaña de Dios.’ Si los ancianos vieran que está encaminándose en esa dirección por estarse asociando regularmente con una persona expulsada, con amor y paciencia tratarían de ayudarle a recobrar el punto de vista de Dios. (Mat. 18:18; Gál. 6:1) Le darían amonestación y, si fuera necesario, ‘lo censurarían con severidad.’ Quieren ayudarle a permanecer ‘en la santa montaña de Dios.’ Pero si él rehúsa dejar de tener compañerismo con la persona expulsada, se ha hecho así ‘partícipe (por su apoyo o participación) en las obras inicuas’ y hay que removerlo de la congregación, expulsarlo.—Tito 1:13; Jud. 22, 23; compare con Números 16:26.

      LEALES AL PUNTO DE VISTA DE DIOS

      28. ¿Cómo podemos manifestar nuestra lealtad al punto de vista de Jehová?

      28 La lealtad a Jehová Dios y a los arreglos que él ha provisto proporciona felicidad, porque todos Sus caminos son rectos, justos y buenos. Esto es cierto, también, respecto a su arreglo de expulsar a los malhechores impenitentes. A medida que cooperamos con ese arreglo, podemos confiar en estas palabras de David: “Sepan que Jehová ciertamente distinguirá al leal suyo.” (Sal. 4:3) Sí, Dios pone aparte, honra y guía a los que son leales a él y sus caminos. El gozo de estar entre aquellos a quienes Dios aprueba y acepta ‘en su santa montaña’ es una de las muchas bendiciones que recibimos por manifestar tal lealtad.—Sal. 84:10, 11.

  • Si se expulsa a un pariente...
    La Atalaya 1981 | 15 de noviembre
    • Si se expulsa a un pariente...

      1, 2. (a) ¿Qué propósito tenía Dios respecto a la religión de la familia? (b) ¿A qué decisión se enfrentaron algunas familias en el tiempo de Coré?

      DESPUÉS que Adán había estado solo por algún tiempo, Dios dijo: “No es bueno que el hombre continúe solo.” Entonces creó a Eva e instituyó el matrimonio para los seres humanos. (Gén. 2:18, 21, 22) Después de eso, la población de la Tierra aumentaría. De modo que cada persona llegaría a tener muchos parientes. Aun cuando algunos miembros de la familia, como, por ejemplo, los hijos, no vivieran cerca, se les podría visitar para que entre todos disfrutaran de ocasiones placenteras.—Gén. 1:28; Job 1:1-5.

      2 Dios se había propuesto que las familias estuvieran unidas en la adoración verdadera, y por eso las creencias religiosas no habrían de crear ninguna división. Pero ocurrieron sucesos en los cuales la religión llegó a ser una cuestión que afectó a la familia. Un suceso de ese tipo ocurrió cuando Coré, Datán y Abiram se rebelaron. Jehová confirmó el hecho de que él estaba tratando con los israelitas por medio de Moisés y Aarón, y no por medio de aquellos rebeldes religiosos. Entonces Moisés dijo a la gente que se apartara de las tiendas de los rebeldes. ¿Qué harían los hijos y las casas de Coré, Datán y Abiram? ¿Darían más importancia a la lealtad a la familia que a la lealtad a Jehová y su congregación? La mayoría de los que eran parientes cercanos de los rebeldes antepusieron la familia a Dios. Jehová ejecutó a estos parientes junto con los rebeldes.—Núm. 16:16-33.

      3. ¿Qué selección sabia hicieron algunos de la familia de Coré?

      3 Sin embargo, algunos de los hijos de Coré permanecieron leales a Dios y a

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