BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1981 | 15 de enero
    • corrupción, no al mejoramiento, de la vida humana. . . . Los que promueven las loterías están promulgando el punto de vista según el cual es correcto que alguien salga ganando mediante la pérdida que sufran muchos otros.”—El Star de Toronto.

      Sin embargo, puede ser que alguien razone de la manera siguiente: ‘¿Qué hay si yo participo en un amigable juego de naipes o de mesa con algunos familiares? Podríamos apostar pequeñas sumas de dinero, de modo que nadie ganara ni perdiera mucho. ¿No podría eso simplemente ser una forma de esparcimiento inocente, sin codicia alguna?’

      Algunos pudieran presentar tal argumento. Pero cuando hay dinero envuelto en el asunto, por pequeña que sea la suma, obviamente hay peligro. Ello podría ser el principio de algo mayor, y sería especialmente peligroso cultivar el espíritu del juego con apuestas monetarias si hay niños entre los jugadores. ¿Por qué no llevar simplemente cuenta del juego con lápiz y papel o, si no, sencillamente jugar por puro gusto? Los hermanos que son ancianos en la congregación en sentido espiritual no quisieran verse envueltos en los asuntos de usted a este respecto. No tratarían de pasar leyes como lo hicieron los líderes religiosos descritos en Lucas 6:1-5. Sin embargo, si llegaran a saber que está en peligro la espiritualidad, puede ser que den consejo bondadoso como quienes “están velando por las almas” del rebaño.—Heb. 13:17.

      La experiencia muestra que muchos que se hicieron jugadores codiciosos empedernidos empezaron por hacer pequeñas apuestas ‘para entretenerse.’ Vieron que podían ganar sumas pequeñas y se sintieron tentados a tratar de ganar sumas mayores. El impulso codicioso puede hacer que una persona se envicie, y hasta quizás la conduzca a llevar una vida que anteriormente le hubiera parecido impensable. Un canadiense que había sido jugador declaró: “Tengo una sobrina que pierde 100 dólares a la semana. Su esposo tiene que tener dos empleos. Su hijos están verdaderamente muriéndose de hambre. Ella mendiga, toma dinero prestado y roba a fin de poder jugar.”

      A menudo el orgullo también es uno de los motivos detrás del juego. El que uno pueda ganar satisface su sentido de orgullo. Pero Dios dice: “El ensalzamiento propio y el orgullo . . . he odiado.” Se exhorta a los adoradores verdaderos a cultivar la modestia y la humildad.—Pro. 8:13; 11:2; 22:4; Miq. 6:8; Sant. 4:16.

      Los jugadores a menudo ensalzan a la ‘Suerte.’ Para ellos, “suerte” no es meramente una palabra que signifique que habrá buenos resultados, sino que es una influencia sobrehumana semejante a una deidad. La codicia y el orgullo impulsan a los jugadores a confiar en la “suerte.”

      Frecuentemente el jugar con apuestas de dinero tiene el efecto de inducir pereza. Incita a las personas a soñar que podrán conseguir algo por nada, aun las impulsa a mentir o a practicar el engaño a fin de ganar y así no tener que trabajar. Pero la Palabra de Dios aconseja en contra de la pereza e insta a que se sea económico, diligente e industrioso. “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.”—Pro. 6:9-11; Efe. 4:28; 2 Tes. 3:10.

      Los malos frutos del juego tienen tan mala reputación que en muchas comunidades se mira a los jugadores con desprecio, aun si el juego está legalizado. Por lo tanto, el deseo de recibir un “excelente testimonio de las personas de afuera,” y de evitar el crear prejuicios en otros en contra de las “buenas nuevas del reino” ha añadido una más a las razones por las cuales muchos cristianos evitan por completo toda forma del juego con apuestas.—1 Tim. 3:7, 10; Mat. 24:14; 1 Cor. 9:11-23; 2 Cor. 6:3.

      Correctamente, los que sirven como ‘pastores del rebaño’ se interesan en ayudar a sus compañeros cristianos a evitar cosas que podrían causar daño a la espiritualidad de éstos. Por lo tanto, si alguien se viera envuelto en el juego y genuinamente demostrara una inclinación a la codicia o a producir algunos de los malos frutos que se asocian con el juego, el deseo de los ancianos debería ser ayudar a esa persona. Podrían darle consejo en privado o públicamente si ven que existen tendencias peligrosas hacia la codicia. (1 Ped. 5:2, 3; Gál. 6:1) Además, si un cristiano no se arrepiente, y continúa en pos de un derrotero de codicia, podría ser necesario hasta removerlo de la congregación, en armonía con las instrucciones de la Palabra de Dios, la cual dice: “Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes mismos.” El apóstol Pablo agrega: “¿No saben ustedes que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni avarientos, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios.”—1 Cor. 5:11-13; 6:9, 10.

      Sin embargo los asuntos rara vez llegan a tal punto, pues los cristianos verdaderos evitan completamente toda forma de juego de esta índole. Desean producir el fruto del espíritu, no participar en actividades de las que se sabe que estimulan la codicia y producen obras de la carne. (Gál. 5:19-23) Reconocen el valor de ganarse la vida mediante el trabajo honrado. Como amonestó el apóstol Pablo: “Les exhortamos, hermanos, . . . a tener como mira suya el vivir en quietud y ocuparse de sus propios negocios y trabajar con sus manos, tal como les ordenamos; para que estén andando decentemente en lo que tiene que ver con los de afuera y no estén necesitando nada.”—1 Tes. 4:10-12.

      Los cristianos consideran que lo que ellos poseen —incluso su vida y su dinero o recursos materiales— está dedicado a Dios. Ellos tienen que responder a Dios por la manera en que usan esas posesiones. Por lo tanto, en vez de desperdiciar su tiempo y dinero en actividades de juego con apuestas monetarias que pueden inducir codicia y que pueden causar daño a otros, utilizan su tiempo y sus fondos de maneras que resultan en honra a Jehová. (Pro. 3:9) Así ‘trabajan en lo bueno, son ricos en obras excelentes, están listos para compartir.’ Además, como escribió el apóstol Pablo, están “atesorando para sí mismos con seguridad un fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que lo es realmente.”—1 Tim. 6:17-19.

      ● Proverbios 10:6 dice: “Las bendiciones son para la cabeza del justo, pero en cuanto a la boca de los inicuos, ésta encubre violencia.” ¿Qué significan estas palabras?

      Este proverbio pone muy bien en contraste las consecuencias que corresponden a dos clases de personas... las justas y las inicuas. El que consideremos el significado de este texto puede ayudarnos a analizar qué tipo de persona queremos ser.

      La persona que es pura y justa de corazón da amplia evidencia de tal condición. Como dijo Jesús: “De la abundancia del corazón habla la boca.” (Mat. 12:34, 35) Sí, la persona de este tipo habla con regularidad de cosas que son bondadosas y útiles, y actúa de acuerdo con lo que dice. ¿Cómo responde usted ante tal persona sincera? ¿No es de manera favorable? ¿No recibe ella su bendición y aprecio?

      En contraste, el que en su interior es inicuo, malévolo o malicioso está básicamente empeñado en causar daño a otros. Aunque puede ser que a veces use habla melosa, con el tiempo cede a la violencia, ya sea violencia física para con otros o habla que ataca y busca desprestigiarlos. Dado que esta persona no merece las bendiciones de otros, recibe más bien sus maldiciones.

      En el hebreo original, una lectura diferente de esta última parte dice: “La violencia cubrirá la boca misma de la persona inicua.” Esto hace que se destaque lo que la persona inicua recibe y cómo pudiera afectarla lo que recibe. Hace resaltar el principio según el cual ‘lo que uno siembra es lo que siega.’ Siembra las semillas de la hostilidad y la maldad, y eso es lo que le vendrá. Esto, por decirlo así, le tapa o cierra la boca a la persona. Si hay algo que pueda callarle la boca, son los resultados violentos de la iniquidad que ella esparce, los cuales con el tiempo vuelven a ella y le imponen silencio.

      ¿Qué deseamos como resultado para nosotros? Eso depende de la clase de persona que estemos tratando de ser en lo interior.

  • La verdad sobre la religión
    La Atalaya 1981 | 15 de enero
    • La verdad sobre la religión

      ¿Qué registro se ha hecho la religión en el pasado y el presente? ¿Qué posiciones adoptan las iglesias en cuanto a las cuestiones de la actualidad? ¿Qué dicen de las cuestiones morales? A veces es escandaloso.

      La Atalaya y ¡Despertad! presentan informes sólidamente documentados acerca de estos asuntos. ¿Se complace usted en oír la verdad? Si así es, la lectura de estas revistas le causará placer. Recibirá ambas revistas (cuatro ejemplares al mes) por un año al enviar solo $5 (E.U.A.) a la siguiente dirección: Watchtower, Wallkill, N.Y. 12589.

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir