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  • Primero de Samuel realza la importancia de la obediencia
    La Atalaya 1978 | 1 de septiembre
    • sitiado. Esta vez Samuel pronuncia lo que pudiera llamarse su discurso de despedida. Recuerda a su pueblo lo justa y honradamente que él ha juzgado a Israel todos los días de su vida y repetidamente les insta a temer y servir fielmente a Jehová.—1 Sam. 11:1-12:25.

      Después de esto, el rey Saúl, desobedeciendo los mandatos de Dios, comete un mal error tras otro. Surge una emergencia, y una gran fuerza de filisteos amenaza atacar. A Saúl se le dice que espere a Samuel, quien va a suplicar ayuda a Jehová por medio de ofrecer sacrificios. Porque Samuel se tarda en llegar y parece que hay una emergencia, Saúl presuntuosamente pasa por alto el mandato de esperar y procede a ofrecer las ofrendas quemadas y los sacrificios de comunión. Inmediatamente después que él hace eso, Samuel aparece. Debido a la impaciencia presuntuosa de Saúl, Jehová lo rechaza como rey. “Porque tú no guardaste lo que Jehová te mandó.”—1 Sam. 13:1-23.

      Saúl de nuevo comete un error serio, el de no obedecer el mandato de Dios de acabar por completo con la nación de Amalec. Siglos antes, los amalequitas atacaron cobardemente a los israelitas rezagados que estaban cansados y agotados en su marcha por el desierto. (Deu. 25:17-19) Porque Saúl, junto con el pueblo, perdona a lo más escogido de los rebaños y al rey amalequita Agag, Samuel le dice: “¿Se deleita tanto Jehová en ofrendas quemadas de sacrificios como en que se obedezca la voz de Jehová? ¡Mira! El obedecer es mejor que un sacrificio . . . Puesto que tú has rechazado la palabra de Jehová, él en conformidad te rechaza de ser rey.” Después de eso, Samuel no ve más a Saúl, aunque se siente muy triste por él.—1 Sam. 15:1-35.

      Poco después Jehová envía a Samuel a la casa de Jesé para que unja al hijo más joven de éste, David, para que sea el siguiente rey de Israel. Ahora el espíritu de Jehová deja a Saúl y él se ve plagado por depresión mental. Puesto que David es un excelente arpista, se le escoge para que toque delante del rey Saúl y le comunique alivio. Después aprendemos que David mata al jactancioso gigante filisteo Goliat con solo una honda y una piedra. La gran fe de David y su celo por el nombre de Jehová lo hacen tan querido a Jonatán, el hijo de Saúl, que ‘Jonatán empieza a amar a David como a su propia alma.’ (1 Sam. 18:1) Aunque queda claro que el próximo rey de Israel será David, y no Jonatán, Jonatán continúa siendo amigo leal de David, y se pone de parte de David hasta a riesgo de su propia vida.

      David ahora logra tantos éxitos al guerrear que las mujeres de Israel cantan: “Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de miles.” Esto llena a Saúl de una envidia que se convierte en una pasión consumidora en él; ahora lo principal en su vida es tratar de librarse de David. Mientras Saúl persigue a David como si estuviera a la caza de un animal salvaje, David mismo tiene dos oportunidades de matar a Saúl, pero rehúsa ‘tocar al ungido de Jehová.’—1 Sam. 18:1-24:22; 26:1-25.

      Al fugitivo David se unen otros israelitas que tienen motivos de queja, y se les considera como una banda de forajidos. Pero ellos sirven para proteger de saqueo o rapiña a los agricultores y sus rebaños. Debido a esto, David le pide una recompensa a un acaudalado dueño de ovejas, Nabal. Sin embargo, éste rechaza con insolencia la solicitud de David, y David jura que lo castigará severamente por esa acción. Pero la esposa de Nabal, notando lo que ha sucedido, y temiendo lo peor, procede a apaciguar a David con regalos generosos. Como resultado de esto, cuando Nabal muere de repente, David le pide a ella que llegue a ser su esposa, y ella consiente gustosamente.—1 Sam. 25:1-42.

      Cuando los filisteos se agrupan de nuevo en gran cantidad para un ataque, el rey Saúl busca en vano guía de Jehová. Pero el espíritu de Jehová se ha ido de él. Las oraciones de Saúl no reciben contestación y los sacerdotes no tienen palabra para él de Jehová. Desesperado, Saúl consulta a una médium espiritista. Ella solo le da malas noticias. En la última batalla de Saúl, Israel sufre una terrible derrota, su hijo Jonatán muere, y Saúl mismo, herido de muerte, comete suicidio.—1 Sam. 28:1-31:13.

      El libro de Samuel es verdaderamente parte de las cosas que se escribieron de antemano para nuestra “instrucción.” Es ‘provechoso para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que seamos enteramente competentes, estando completamente equipados para toda buena obra.’ En particular da énfasis a la importancia de la obediencia y las trágicas consecuencias de la desobediencia.—Rom. 15:4; 2 Tim. 3:16, 17.

  • El “Gran Rey” disciplina a un rey humano
    La Atalaya 1978 | 1 de septiembre
    • El “Gran Rey” disciplina a un rey humano

      ¿QUIÉN es el “gran Rey”? Nada menos que Jehová, el Dios del cielo. (Mat. 5:35) ¿Y quién es el rey humano a quien él disciplina? El rey David. La manera en que el gran Rey disciplina al rey David se describe en el libro de Segundo de Samuel. Este libro abarca unos 40 años de la vida de David, desde el tiempo en que su propia tribu está por hacerlo rey hasta precisamente antes de que él haga que su hijo Salomón sea proclamado rey sobre todo Israel.a

      El registro del reinado de David como rey ciertamente muestra que él siguió recibiendo disciplina de su Dios Jehová. Pero David siempre respondió a la disciplina de la manera correcta, fuera que esa disciplina se diera en forma de instrucción oral, o de castigo severo debido a equivocaciones o pecados cometidos.—Compare con Hebreos 12:5, 11.

      Al comenzar Segundo de Samuel, vemos a David lamentándose por la muerte del rey Saúl y su amigo íntimo y leal, Jonatán. Después, David inquiere en cuanto a que proceder tomar, y Jehová le dice que vaya a la ciudad judea de Hebrón. Obedientemente, David hace eso y es ungido rey sobre la tribu de Judá. Sin embargo, Abner, jefe del ejército de Israel, hace que Isbóset el hijo de Saúl sea proclamado rey sobre todo lo demás de Israel. El resultado de esto es una guerra civil, que continúa por varios años hasta que Abner se pasa al lado de David y trae consigo la lealtad de lo restante de Israel. A David, después de reinar siete años y medio sobre Judá, se le unge entonces rey sobre el conjunto total de las 12 tribus de Israel. David inmediatamente se apodera de Jerusalén, que ha estado en manos de los jebuseos, y la hace su capital.—2 Sam. 1:1-5:10.

      David continúa preguntándole a Jehová qué debe hacer, y repetidamente logra buen éxito en sus guerras con los filisteos. Él

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