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  • La creación va a la universidad
    ¡Despertad! 1979 | 8 de febrero
    • habrían tenido que ocurrir para convertir un género en otro. Lo único que sostiene la creencia del evolucionista en la generación espontánea de la vida es la fe. También se requiere: fe en fósiles que él nunca ha encontrado y fe en mutaciones que él nunca ha visto.

      La evolución es una filosofía, pero se disfraza de ciencia. Pone fe en la “casualidad” como creador de los millones de diseños complicados envueltos en las cosas vivas, todos los cuales manifiestan propósito. Nos hace recordar a ciertos individuos de tiempo antiguo que rechazaron a Jehová y llegaron a ser “los que arreglan una mesa para el dios de la Buena Suerte y los que llenan vino mezclado para el dios del Destino.”—Isa. 65:11.

      Hay una inconsistencia conspicua en el pensar de los científicos evolucionistas. Está en la zona de diseño y orden. Por ejemplo, se han hecho propuestas de enviar señales de radio a algunas de las estrellas más cercanas con la esperanza de comunicarse con una civilización lejana que, según se asume, habita en cierto planeta hipotético. Si estas señales muestran un patrón en vez de ser simplemente una mezcla al azar, indicarían una fuente inteligente. Dejemos que el Dr. Carl Sagan de la Universidad Cornell explique esto:

      “Es fácil crear un mensaje radiado interestelar que pueda ser reconocido sin ambigüedades como procedente de seres inteligentes. Una señal modulada (‘bip,’ ‘bip-bip,’ . . . ) que conste de los guarismos 1, 2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19, 23, 29, 31, por ejemplo, consiste exclusivamente de los primeros 12 números primos... es decir los números que solo son divisibles por sí mismos o por la unidad. Una señal de esta clase, basada en un concepto matemático sencillo, solo podría tener un origen biológico. . . . Pero con mucho, el método más prometedor es enviar imágenes.”—revista Smithsonian, mayo de 1978, págs. 43, 44.

      Una de las imágenes que se sugiere enviar muestra a un hombre, una mujer, un niño, el sistema solar y varios átomos.. todo lo cual se logra enviando una serie de puntos y rayas, a cada cual se le llama una “unidad” de información, y toda la imagen requiere 1.271 unidades en total. En 1974 se envió una imagen aún más complicada al enjambre estelar M13.

      Ahora bien, el punto es éste: si 1.271 unidades de información en cierta secuencia sugieren orden y diseño y “sin ambigüedades” suministran prueba de proceder de una fuente inteligente, ¿qué hay de las más o menos diez mil millones de unidades de información codificadas en los cromosomas de cada célula viva?

      ¡El ADN de un óvulo humano fertilizado contiene, no solo mil o alguna cifra parecida de unidades que transmitan una imagen sencilla, tosca, en blanco y negro, sino miles de millones y miles de millones de unidades de información que determinan el crecimiento de un ser humano vivo, de carne y sangre, de tres dimensiones y a pleno color! Y el óvulo no tiene que esperar a que algún científico descifre lo que los símbolos genéticos representan y organice la información para hacer los planos del bebé. Ningún genético perito sabe lo suficiente como para tener ni la menor idea de cómo comenzar. No obstante, ¡el pequeño óvulo prosigue a hacer el entero trabajo sin ninguna supervisión exterior!

      Ahora bien, ¿qué piensan los científicos de este código genético que se repite a sí mismo billones de veces en cada una de las células de una criatura humana incipiente? Dicen que sencillamente sucedió. Entonces dicen que una señal radiada del espacio sideral, que solo contiene unos cuantos centenares de unidades de información, sería algo sensacional y probaría que vino de una fuente inteligente... ¡que nunca podría ser el producto de la casualidad! Pero se niegan a admitir que la prueba un millón de veces más fuerte procedente del espacio interior de un código genético revela a un supremamente inteligente Componedor de la información. Ahora bien, ¿qué cree usted? ¿Que las comparativamente pocas y sencillas unidades de información en una señal de radio son prueba de que ésta procede de una fuente inteligente pero que el asombroso diseño complejo y lleno de propósito de los organismos vivos es el producto de la mera casualidad? ¡Qué tonto es pensar así!—Sal. 14:1.

      La creación cuadra con los hechos científicos conocidos. El capítulo uno de Génesis alista once sucesos o condiciones de la obra de creación de Jehová. La ciencia reconoce los sucesos como etapas en el desarrollo de la Tierra y de la vida sobre ésta, y también reconoce lo correcto del orden de la lista de Génesis. ¿Qué probabilidades tenía el escritor bíblico de adivinar esto? ¡Una en 39.916.800! ¿No arguye esto que el hombre ya ha recibido comunicación del espacio exterior? ¿No se ha comunicado ya Jehová con el hombre inspirando a ciertos hombres a escribir la Biblia?

      Cuando la creación va a la universidad pasa sus exámenes. La evolución solo puede pasarlos si es la favorita del maestro.

  • El origen de los naipes
    ¡Despertad! 1979 | 8 de febrero
    • El origen de los naipes

      ‘¿QUIÉN quiere jugar a las cartas?’ En cualquier idioma esta expresión se reconocería fácilmente, pues los naipes son internacionales y verazmente se puede decir que se les encuentra de un lado al otro del globo terráqueo, de norte a sur y de este a oeste. Desde los yermos y solitarios puestos de avanzada de los polos hasta las calientes selvas del ecuador, es posible hallar un juego de naipes. Una observación interesante es el hecho de que los naipes han influido tremendamente en los asuntos humanos. Con la ayuda de las cartas se han tomado decisiones, algunas de éxito y otras no. Con el virar de una carta se ha ganado o perdido una fortuna.

      ¿Qué tiene la baraja que promueve tal popularidad, tal pasatiempo universal? Consideremos algunos de los hechos.

      Ante todo hay que tomar en cuenta su tamaño y conveniencia. Una baraja moderna

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