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    ¡Despertad! 1983 | 8 de mayo
    • memoria es prueba de su inteligencia. Después de haber recorrido una ruta por primera vez, no la olvida. Algunos amos sueltan las riendas y se echan una siesta en el cochecillo mientras el asno arrastra éste y los lleva a la casa. Cierto hombre recuerda que él se sentaba en el cochecillo haciendo sus tareas mientras su asno lo llevaba a la escuela.

      La fuerza del asno varía según la raza. Algunas autoridades dicen que, por término medio, los asnos llevan una carga de 75 kilogramos y pueden arrastrar hasta dos toneladas y media. A diferencia de los caballos, el asno tiene una forma elíptica, la cual es ideal para llevar cargas.

      Esta habilidad de llevar cargas pesadas junto con el hecho de que el asno es de pisada firme, hace de él un animal de valor incalculable en países montañosos. Los asnos son posesiones preciosas en el reino montañoso de Lesotho, en el sur de África. Puesto que hay pocos caminos, la gente de esta región montañosa depende de sus asnos para que le lleven cargas desde los campos y las tiendas. Esto nos hace pensar en el hombre rico Job, quien aparentemente vivía cerca de las montañas de Edom. El ciertamente apreciaba los servicios que le rendían sus mil asnas. (Job 42:12.)

      Debido a los adelantos tecnológicos, el asno ha pasado de moda en muchas partes del mundo. ¿Entonces cuál es el futuro del señor de las orejas largas, esclavo que sirve con gusto al hombre?

      Podemos estar seguros de que el amoroso Hacedor del hombre tomará medidas oportunas para salvar de la extinción no solo a los asnos, sino a la entera creación terrestre. Ha prometido que la Tierra será transformada en un Paraíso mundial. Los animales salvajes y domésticos contribuirán a la belleza de éste y podrán desempeñar sus papeles conforme a las características con las que Dios los ha dotado. ¡Qué deleite proporcionará esto a los seres humanos obedientes! (Génesis 1:28; Oseas 2:18; Revelación 11:17, 18; 21:3-5.)

  • El asno dócil... ¡no lo es siempre!
    ¡Despertad! 1983 | 8 de mayo
    • El asno dócil... ¡no lo es siempre!

      Mientras 50 asnos trepaban lentamente un camino tortuoso en las montañas, les atacaron unos feroces perros pastores. Los asnos no hicieron caso de los perros, y, sin temor, continuaron su rumbo con las cargas pesadas en el lomo. La escena cambió cuando uno de los perros trató de morder la pata trasera del asno que estaba dirigiendo el grupo.

      “Al instante que el perro le dio en las patas —escribió Frank Hibben en Nature Magazine— el burro se volvió con la rapidez de un rayo, a pesar de la carga pesada que llevaba encima, y le dio una patada en la cara al perro que estaba gruñendo. En aquel mismo momento abrió la boca y rebuznó con toda la fuerza que tenía en los pulmones. [...] Yo jamás había oído a un burro rebuznar así.” Uno por uno los 50 siguieron el mismo ejemplo... era un alarmante grito de guerra.

      A medida que los perros repitieron el ataque, los asnos que estaban atrás se pusieron a correr y rodearon a dos de ellos. Al encontrarse entrampado en el círculo que habían formado los asnos furiosos, “uno de los perros creyó haber visto una salida [...] y corrió para escaparse por allí con la cola entre las patas. El burro más cercano agachó la cabeza. Agarró con los dientes al perro por el lomo”. De esta manera agarraron a ambos perros y los lanzaron fuera del círculo... muertos. Los demás perros huyeron. “Tres o cuatro burros abrieron las narices y rebuznaron ruidosamente, como para decir que habían completado el trabajo. Entonces todos ellos volvieron a adoptar su apariencia soñolienta y laboriosa, y se pusieron otra vez en fila. De nuevo, eran ‘solamente burros’.”

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