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¿Qué puede hacer usted acerca de la inflación?¡Despertad! 1980 | 8 de junio
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pago de la hipoteca del hogar, la cantidad es mucho más de 10 por ciento, uno va en dirección al peligro. Algunos de estos directores que tratan asuntos del crédito comentan que, cuando sus clientes no pueden controlarse en el uso de las tarjetas de crédito, ellos se las piden y las rompen en su presencia. Es interesante que con frecuencia estos directores comentan que esto causa “daño emocional” a los que consideraban las tarjetas de crédito como amigos en vez de posibles destructores, que es lo que son para los que no pueden usarlas sabiamente.
“El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales,” declara la Biblia. “Y haciendo esfuerzos por realizar este amor,” añade, muchas personas se “han acribillado con muchos dolores.” (1 Tim. 6:10) Esas verdades se están haciendo más patentes cada día.
¿Qué sucede con los que hacen de la mira materialista la fuerza principal de su vida? Nuestro corresponsal en el Japón comenta:
“En el Japón, la familia de término medio simplemente carga con más trabajo. El esposo y la esposa trabajan de tiempo completo, y además hacen horas extraordinarias. Aunque quizás piensen que están haciendo frente a la inflación, es la familia lo que sufre debido a que no hay asociación mutua y edificante.
“Todo este esfuerzo revela gran falta de perspicacia. Solo se concentra en AHORA, en HOY. No se da importancia al futuro, y la esperanza no es parte de la vida diaria.”
Pero cuando no hay asociación edificante, y cuando no se mira al futuro con una esperanza genuina, ¿qué sucede si la esposa, o el esposo, o ambos, pierden la fuente de ingresos? ¿Qué sucederá a la gente que hace del adquirir cosas materiales su objetivo principal en la vida cuando venga la ruina de los sistemas económicos de este mundo?
¿Sucederá eso en realidad? Sí, ¡sin falta! Eso es lo que hace que el punto de vista de uno en cuanto a la inflación, al dinero y a las cosas materiales no sea simplemente un entrenamiento para hacer frente a dificultades económicas temporales. Para lo que uno necesita prepararse es para la venidera aniquilación de todos los sistemas económicos de hoy día.
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El fin de los sistemas económicos de hoy¡Despertad! 1980 | 8 de junio
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El fin de los sistemas económicos de hoy
SI ALGUIEN inventara una máquina y ésta no funcionara bien, ¿qué haría él con ella? Probablemente trataría de modificarla una y otra vez para ver si podía lograr que funcionara mejor. Pero, ¿qué hay si descubriera que después de cada reparación la máquina funcionara peor? ¿No sería tiempo de considerar que la máquina en sí no es satisfactoria, y que se necesita una diferente?
Los sistemas económicos de hoy día no están funcionando para el bien de toda la humanidad. Hay enormes injusticias en ellos. Hay personas trabajadoras que ven que la inflación las va despojando de su dinero. Hay centenares de millones de personas que viven en la pobreza. Otros cientos de millones de personas ni siquiera tienen los artículos de primera necesidad de la vida. El Times de Nueva York dio este informe acerca de algunos países: “Para muchas personas pobres, en la actualidad el precio de una sola comida es más de lo que ganan en un día,” lo cual es un notable cumplimiento de la profecía bíblica: “Solamente un kilo de trigo por el salario de un día.”—Apo. Rev 6:6, Versión Popular.
En verdad, los sistemas económicos y monetarios de hoy día no pueden traer la paz, seguridad y prosperidad que tanto desea la humanidad. El egoísmo, la codicia, el orgullo y la despiadada falta de interés en otros es inherente a ellos.
¿Qué significa todo esto? ¿A qué se debe la inflación mundial, la escasez de alimento, las guerras y los demás problemas sin precedente que se han presentado desde 1914?
Todas esas cosas son una señal de los tiempos. Son condiciones de las cuales se predijo que serían parte de los “últimos días” del presente sistema de cosas. En esas condiciones que se predijeron está incluido el que los individuos serían “amadores de sí mismos, amadores del dinero, . . . sin gobierno de sí mismos, . . . amadores de placeres más bien que amadores de Dios.” Todas esas cosas forman parte de los sistemas políticos, económicos, sociales y religiosos de hoy día.—2 Tim. 3:1-5.
Por lo tanto, la inestabilidad monetaria y las dificultades económicas que afectan a tantas personas hoy día son parte de la evidencia de que este sistema de cosas marcha apresuradamente hacia su fin, como Jesús mismo predijo. (Mat. 24:3-14) Cualesquier mejoras que se apliquen a manera de remiendo para tratar de mantener en funcionamiento los sistemas económicos de hoy día serán de muy poca duración. Ninguna reparación puede deshacer la avaricia y la injusticia inherentes a estos.
Por lo tanto, lo que todo esto verdaderamente significa es que el insatisfactorio sistema actual se encamina hacia su mayor derrumbe hasta ahora, pero por acción divina, no debido al fracaso humano. Jesús lo expresó como sigue: “Porque habrá entonces grande tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.”—Mat. 24:21.
Sin embargo, la consoladora Palabra profética de Dios promete que después de ese tiempo de dificultades que se aproxima vendrá “una nueva tierra” en la cual “la justicia habrá de morar.” (2 Ped. 3:13) Esa “nueva tierra” significa una nueva sociedad humana, en la cual habrá un nuevo sistema económico, uno que funcionará para el bien de toda persona. La promesa es: “El Señor todopoderoso preparará para todas las naciones un banquete con ricos manjares y vinos añejos, con deliciosas comidas y los más puros vinos. En este monte destruirá el Señor el velo [velo de duelo (Herder)] que cubría a todos los pueblos, el manto que envolvía a todas las naciones.”—Isa. 25:6-8, Versión Popular.
“A fin de eliminar los problemas económicos actuales todo tiene que ser devuelto al cero inicial”
Entonces, lo que pronto tendrá lugar es semejante a lo que un hombre de negocios japonés contestó cuando se le preguntó acerca de la solución a los trastornos económicos de hoy día. Él contestó: “A fin de eliminar los problemas económicos actuales todo tiene que ser devuelto al cero inicial.” Correctamente vio que no hay esperanza de reparar alguna vez el sistema. La Palabra de Dios está de acuerdo con eso: el sistema ya no tiene remedio. Por lo tanto, no será reparado, sino que será demolido.
Últimamente la posibilidad de que los sistemas económicos de hoy día experimenten un violento desplome ha sido tema frecuente de consideración entre los economistas. Por ejemplo, la comentarista norteamericana de asuntos financieros Sylvia Porter mencionó la verdadera posibilidad de que llegara a haber una “explosión inflacionaria en esta nación [Estados Unidos] y en el mundo, que resultara en destruir la confianza en toda inversión en ‘papel’ [moneda], y socavara el funcionamiento de nuestro sistema monetario internacional de tal modo que el comercio entre las naciones decelerara hasta casi paralizarse.” La columnista añade:
“Entonces la explosión se extendería y causaría la precipitación de bancarrotas entre los negocios, un colapso de la peligrosamente hinchada burbuja del crédito, un rápido aumento en el desempleo, la ejecución de hipotecas cuyo crédito se haya extendido demasiado, y la recuperación de bienes comprados por medio de préstamos parciales con cuyo pago el deudor no haya podido cumplir.
“El argumento se hace más alarmante a medida que lo escribo.”
“Las naciones no pueden continuar pidiendo prestado para mejorar la norma de vida”
El comentador político Jack Anderson hizo un comentario similar acerca de la inestable situación económica:
“Las naciones no pueden continuar pidiendo prestado para mejorar la norma de vida. El dinero nunca podrá pagarse a menos que se invierta en producción en vez de consumo. Para muchas naciones la deuda ya es mayor de lo que pueden absorber sin un derrumbe financiero. . . .
“Por la vertiginosa alza de los precios las deudas siguen empeorando hasta que el entero sistema bancario amenaza venirse abajo.”
El Instituto Norteamericano de Investigaciones Económicas hace las siguientes observaciones:
“Durante los próximos años, es muy probable que veamos el desarrollo de los siguientes acontecimientos en el terreno de la economía:
“Una severa y prolongada depresión económica mundial. . . .
“Durante una depresión prolongada, el desorden social muy bien puede llegar al extremo.
“Cualquier persona o familia que dé la impresión de hallarse en sustancialmente mejor condición económica que la gente que más haya sufrido en sentido económico puede convertirse en blanco de la violencia de chusmas.”
Al considerar que la gente roba, viola, asalta y asesina con mayor frecuencia ahora, en un tiempo de relativa paz y prosperidad, se ve que lo harían a peor grado si ocurriera una paralización del sistema económico. Una evidencia de esto fue lo que sucedió durante el apagón de la ciudad de Nueva York en 1977. En ciertos sectores reinó la anarquía. El saqueo, el vandalismo y los robos adquirieron proporciones de epidemia. La policía admitió que no podía hacer nada.
Algo semejante sucedió en un país africano: un aumento de una tercera parte en el precio del arroz encendió la chispa que impulsó al desorden y el saqueo de la ciudad capital. Las calles daban la impresión de lugares donde se hubiese librado una guerra. Se declaró la ley marcial y se impuso un estricto toque de queda.
“En las calles arrojarán su plata misma, y su propio oro llegará a ser una cosa aborrecible”
En cuanto a lo que le espera a todo el mundo, la Biblia habla de una “grande tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.” Durante ese tiempo, el papel moneda no tendrá valor. Sí, la profecía bíblica hasta dice: “En las calles arrojarán su plata misma, y su propio oro llegará a ser una cosa aborrecible. Ni la plata ni el oro de ellos podrá librarlos en el día del furor de Jehová.”—Eze. 7:19.
Ningún caudillo humano, ni forma alguna de gobierno humano, podrá impedir la venidera “grande tribulación,” pues esta tribulación es el juicio de Dios contra el inicuo sistema actual. Por eso la Palabra de Dios advierte: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna.” (Sal. 146:3) Entonces, ¿qué debemos hacer? La Biblia responde: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento.”—Pro. 3:5.
A los que ahora confían en Jehová él promete ayudarles hasta en sentido económico. No, Dios no dará lujos a sus siervos, pero ha prometido suministrarles lo necesario para la vida. (Mat. 6:24-34; Sal. 37:25) Eso no significa que los que confían en Dios tendrán una vida fácil, pues a ellos también afectan las malas condiciones del mundo. Pero ciertamente tendrán más éxito que otros en hacer frente a los tiempos dificultosos de hoy día.
Además, tienen la seguridad de que Dios los protegerá durante el venidero desplome del sistema de cosas y de que saldrán con vida para entrar en un nuevo sistema justo. (1 Juan 2:15-17; Sal. 37:27, 34, 37) Por eso una familia del Brasil que ha aprendido a confiar en Jehová declara: “Aunque tenemos problemas económicos, somos una familia feliz porque conocemos a Jehová, el Dios feliz, y conocemos sus propósitos.”
“Levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca”
Así que, sin importar lo severos que lleguen a ser los aprietos económicos, ante nosotros hay una esperanza segura de que la situación será excelente en el nuevo orden de Dios. Por lo tanto, las personas que tienen la esperanza correcta, basada en conocimiento exacto, y que confían en Dios y no en las riquezas materiales, pueden ‘levantarse erguidas y alzar la cabeza, porque su liberación se acerca.’—Luc. 21:28.
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“Alisando” la verdad¡Despertad! 1980 | 8 de junio
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“Alisando” la verdad
UNA italiana trabajaba con un grupo de monjas en una clínica de Manfredonia, al sur de Italia. Nos dice: “Un día, mientras yo estaba en la cocina, la madre superiora me dijo que fuera a la lavandería y tirara un libro que ella había sumergido en agua por unos cuantos días.” La italiana fue a buscar el libro, pero, antes de tirarlo, decidió darle una ojeada. El libro no había perdido su color anaranjado. Era el libro De paraíso perdido a paraíso recobrado.
Ella continúa su relato: “Tomé el libro delicadamente y fui a la terraza para ponerlo a secar y luego llevármelo a casa. Con mucho cuidado le planché las páginas, para alisarlas. Dejé también que mi madre lo viera, y cada noche leíamos algunas páginas. A menudo nos encontrábamos con el nombre Jehová, pero no entendíamos que era el nombre de Dios. Algún tiempo después llegó a mi casa, para hablar acerca de la Santa Biblia, una señora con un bebé. Le pregunté: ‘¿Me pudiera decir lo que significa Jehová?’”
La sincera italiana aceptó rápidamente el estudio de la Biblia que le ofreció la señora y comenzó a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová.
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