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  • ¿Qué pasa con los precios?
    ¡Despertad! 1980 | 8 de junio
    • ¿Qué pasa con los precios?

      EN LOS Estados Unidos, un señor y su esposa se detuvieron en una tienda de comestibles para comprar unas cuantas cositas que les hacían falta. La cajera tomó el billete de 10 dólares que la pareja le dio para pagar la compra, pero devolvió solo 40 centavos. La esposa, que esperaba mucho más cambio, exclamó: “¡Ay, joven, usted no nos ha dado el cambio correcto! ¡Le dimos un billete de 10 dólares!” La cajera respondió: “¡Pero ése ES el cambio correcto! Esos artículos cuestan $9,60.”

      El esposo sostuvo la pequeña bolsa de compras en la palma de la mano, sacudió la cabeza y dijo en son de queja: “Pero . . . ¿qué está pasando con los precios?”

      Si el lector va de compras con alguna regularidad, sabe muy bien lo que ha pasado con la mayoría de los precios: un alza implacable. Es cierto que por muchos años, especialmente desde la II Guerra Mundial, ha habido alzas de precio. Pero nunca antes se había visto un aumento tan persistente ni tan grande como el de ahora.

      Y la situación no está limitada a solo unas cuantas naciones. El mundo entero, casi sin excepción, está plagado por este fenómeno, y esto incluye hasta las economías bajo estricto control de los países comunistas. Y es rara esta situación, porque nunca antes habían experimentado todas las naciones semejante inflación.

      Por supuesto, a las personas extremadamente acaudaladas no les perturban mucho la mayoría de las alzas de precio. Tienen con qué pagar los precios más altos. Pero lo que por mucho es el grueso de las personas del mundo no son ricas, y muchas de ellas están sufriendo como resultado de lo que está sucediendo.

      En país tras país las encuestas revelan que para la gente la inflación es su mayor problema. Les parece que han caído en una trampa que se cierra sobre ellos y no les deja salida. Muchos esposos trabajan horas extraordinarias, o tienen un segundo empleo. Ahora muchas esposas también trabajan; en algunos países más de la mitad de ellas lo hacen. Esto afecta la vida familiar, pues las riñas debidas a asuntos de dinero son una de las principales razones para la disolución de las familias.

      Un ama de casa estadounidense se quejó en estos términos: “Me pregunto si alguna vez saldremos adelante.” Pero mientras ella se preguntaba acerca de ‘salir adelante,’ otros se preguntaban en cuanto a subsistir. Un camionero del Brasil comentó: “Estos días con su absurdo coste de vida me aterrorizan. No parece que haya salida alguna.” En ese mismo país no es rara la situación en que se halla cierto hombre casado que tiene dos empleos y trabaja 12 horas al día, seis días a la semana. Su esposa es maestra de costura y también trabaja de costurera en casa. Este matrimonio declaró: “Se hace cada vez más difícil atender una familia.” Un portero del Brasil llegó a decir: “No estamos seguros de si estamos viviendo o solo existiendo.”

      No se debe pensar que esta situación exista solo en los países más pobres. En los Estados Unidos, una señora de la ciudad de Atlanta trabaja de peluquera 40 horas a la semana y entonces de camarera los fines de semana. Dice: “Me moriría de hambre si no tuviera dos trabajos; se me haría absolutamente imposible pagar el alquiler.” La situación en que ella se halla tampoco es muy rara.

      Un informe declara que lo siguiente está aconteciendo en un país africano, y lo atribuye principalmente a una inflación galopante: “Cada vez más personas están recurriendo al hurto, desfalco, soborno y a cualquier otra operación que les permita conseguir dinero para satisfacer sus necesidades cotidianas.”

      En el Japón, país altamente industrializado, en unos siete meses casi 100 personas se quitaron la vida debido a los problemas que les ocasionaron los sarakin (usureros). Estas personas se habían cargado de deudas, habían tomado dinero prestado a tipos de interés elevados, y se vieron en el aprieto de no poder pagar el dinero. Al no poder encararse a la vida, se suicidaron.

      Respecto a la situación económica, el historiador Arthur M. Schlesinger, Jr., afirmó: “Se terminó la fiesta.” Dijo que en lugar de los días de prosperidad sin igual que se habían visto en algunos lugares ahora tendría que haber disciplina, sacrificio y un nivel de vida más bajo.

      En Francia, un comentador declaró: “El sueño de una ‘nueva sociedad’ de abundancia que se prometió hacia el fin de los años sesenta y se ensalzó al principio de los años setenta ha desaparecido completamente ante el ataque mortífero que la inflación ha dirigido contra el poder adquisitivo de Francia.” Del mismo modo, en los Estados Unidos la Encyclopedia Americana Annual para 1979 comentó lo siguiente: “El sueño estadounidense, según decía la gente, se había convertido en una pesadilla.”

      Citicorp, un banco grande de los Estados Unidos, llegó a la siguiente conclusión: “La desagradable realidad es que si se permite que la persistente inflación que aflige a la mayoría de los países siga, las consecuencias de ello finalmente se extenderán hasta mucho más allá de lo que cae estrictamente dentro de la definición de lo económico.”

      Sí, el que la inflación continúe su avance sin trabas puede significar algo mucho más grave que el que simplemente algunas personas tengan menos. Puede amenazar con arruinar el entero modo de vivir de una nación. De hecho, en el pasado ha destruido la economía de naciones. Esta vez la inflación amenaza al mundo entero, y no solo en sentido económico, sino también con pasmosas consecuencias políticas y sociales.

      ¿Precisamente cuánta inflación se está experimentando ahora? ¿A qué se debe? ¿Qué puede hacer usted acerca de ella? Y ¿en qué terminará todo esto?

  • La inflación aprieta
    ¡Despertad! 1980 | 8 de junio
    • La inflación aprieta

      “TENEMOS que reconocer que estamos en guerra . . . con la inflación,” declaró la revista Business Week. Esta siguió diciendo: “Lo que es más, estamos perdiendo esa guerra.”

      Se estaba perdiendo la “guerra” contra la inflación en el sentido de que, prescindiendo de las medidas que se han tomado hasta la fecha, la inflación ha apretado y la economía del mundo ha empeorado.

      Como resultado, se ha perdido confianza en el dinero... es decir, en el papel moneda. El precio del oro hace patente ese hecho. Históricamente, el oro ha sido el “dinero” de último recurso, el más altamente valorado en tiempos de dificultad. Por eso, el oro sirve más o menos como “barómetro” de las condiciones económicas. Hace menos de 10 años una onza (28,35 gramos) de oro valía 35 dólares. ¡Pero en 1979 el precio subió a más de 444 dólares la onza, y hace unos meses a más de 800 dólares por unos cuantos días! Eso representa una significativa pérdida de confianza en el papel moneda, y es una indicación de lo severa que se ha hecho la inflación.

      Durante todo el siglo 19 los precios se mantuvieron relativamente estables. Pero después de la I Guerra Mundial se hicieron más volubles. Entonces, después de la II Guerra Mundial, la inflación se convirtió en parte de la vida cotidiana. Últimamente la inflación se ha hecho más señalada que nunca, de modo que hasta durante recesiones, o disminuciones de la actividad económica, persiste.

      Durante un solo mes de 1979 la inflación alcanzó un aumento de 12 por ciento sobre la del año anterior en los Estados Unidos, de 15 por ciento en el Japón, de 18 por ciento en Inglaterra y de más de 10 por ciento en Francia. La República Federal de Alemania, que tiene una de las economías más estables, experimentó un aumento de 10 por ciento ese mes.

      Según informes de las Filipinas, desde 1966 el precio de los alimentos, la ropa y el combustible ha subido a más del cuádruplo. El precio del alimento básico del Japón, el arroz, aumentó en más de 500 por ciento en dos décadas. Del Brasil vino la admisión de que en 1979 la inflación sería de aproximadamente 40 por ciento, como en 1978. En ese país la revista Administracão e Servicos comentó que “68 millones de brasileños ni siquiera pueden pensar en comprar una simple plancha eléctrica” porque tienen que gastar su dinero en conseguir los artículos de primera necesidad.

      En algunos países africanos la inflación ha aumentado en más de 100 por ciento en tan solo un año. En Israel el aumento casi alcanzó ese punto el año pasado, y, desde la fundación de ese país hace más de 30 años, ¡el índice de precios de consumo ha aumentado en más de 5.000 por ciento!

      La situación que existe en los Estados Unidos demuestra lo que con los años puede suceder como resultado de la inflación. El dólar que en 1898 valía 100 centavos hoy solo vale 12 centavos.

      Los obreros cuyos sueldos aumentan al mismo paso que la inflación sufren en dos sentidos

      Sin embargo, ¿no han aumentado también los sueldos? Sí, han aumentado. Y en el caso de muchos obreros los aumentos de salario han sido mayores que el incremento en la inflación, de modo que su nivel de vida ha mejorado.

      Pero eso no ha sucedido en el caso de muchos otros obreros. Por ejemplo, para más o menos la mitad de todos los obreros de los Estados Unidos la inflación aumenta más rápidamente que sus ingresos, lo cual significa una baja en su nivel de vida.

      Además, muchas personas pobres y personas que tienen ingresos fijos han quedado muy atrás. Considere tan solo un ejemplo de esto, un maestro de escuela jubilado de la ciudad de Nueva York; él dijo:

      “La pensión anual que recibo actualmente de la Ciudad es de 4.439 dólares [lo cual es inferior al nivel de pobreza en los Estados Unidos]. Estamos seguros de que no le sorprenderá saber que, a pesar de nuestros esfuerzos heroicos por economizar, se nos hace difícil subsistir.

      “No tenemos automóvil. No somos propietarios de nuestro hogar. Alquilamos el mismo pequeño apartamento donde hemos vivido por más de 35 años. No tomamos vacaciones. No viajamos. No comemos en restaurantes. Solo compramos cuando hay ventas especiales, y solo las cosas de verdadera importancia.

      “No usamos tabaco. Nunca nos permitimos el lujo de comprar bebidas alcohólicas... ni siquiera una cerveza de vez en cuando. Desde que me jubilé hace más de 21 años, no hemos ido al teatro o siquiera al cine de la vecindad.

      “No invitamos a nadie a visitarnos. No gastamos dinero en regalos para amigos o parientes. En ocasiones de importancia nos contentamos con una tarjeta postal de buena voluntad para la ocasión. Ya no compramos el diario con regularidad.

      “Mi esposa y yo tenemos unos 75 años de edad. Ninguno de los dos tenemos buena salud ni podemos trabajar.”

      Sufren también los obreros cuyos sueldos aumentan justamente al mismo paso que la inflación. ¿Por qué? Porque la mordedura de la inflación los hiere en dos sentidos. El alza en los precios no solo reduce el valor del dinero que ganan a duras penas, sino que, además, los aumentos correspondientes de salario ponen a los obreros en categorías de impuestos más elevadas, lo cual los expone a mayores gravámenes de impuestos. El resultado es una pérdida neta en el poder adquisitivo.

      Además, la inflación a menudo perjudica a las personas económicas que ponen su dinero en bancos o cajas de ahorros. En un país el interés que los bancos pagaban solo alcanzaba a aproximadamente la mitad del porcentaje de inflación. Así, al fin del año el valor adquisitivo de la cuenta bancaria, hasta con los intereses, era menos que al principio del año. El hecho de que el interés estaba sujeto a impuestos hacía aún peor la situación.

      La gente se endeuda cada vez más

      El aprieto monetario ha resultado en un tremendo aumento en las deudas personales de toda clase. Una razón para esto es que la gente no quiere tratar de ahorrar dinero antes de comprar las cosas que desea. De modo que contrae deudas para obtenerlas.

      Pero otro factor que contribuye cada vez más a las deudas personales es que, debido al avance implacable de la inflación, más personas ahora piden dinero prestado simplemente para mantener lo que tienen. Y el Americana Annual para 1979 también ha llamado atención a lo siguiente: “Las personas que en un tiempo rara vez pedían prestado, y cuando lo hacían era solo para artículos muy costosos, descubrieron que a veces, contrario a su intención, se encontraban usando los préstamos para pagar por artículos de primera necesidad.”

      También hay personas que, por no tener una perspectiva positiva en cuanto al futuro, adoptan la actitud de ‘comer, beber y gozar,’ y tratan de disfrutar de cuanto puedan antes de que sea demasiado tarde. Como dijo alguien que así pensaba: “Mi actitud es como la del que vive en el tiempo en que todo va a acabar.” Otras personas hasta piden prestadas grandes sumas sin la intención de pagarlas, lo cual equivale a robar.

      La publicación U.S. News & World Report llamó la tendencia a endeudarse “una oleada” que está “dando un nuevo susto a los economistas.” También dijo: “Nunca antes ha dependido tanto la gente del dinero que toma prestado.” Si ocurriera un revés económico severo, millones de estas personas quedarían arruinadas.

      ¿Por qué hay tanta inflación hoy día?

      ¿Qué está causando la clase de inflación desenfrenada que se extiende por todo el mundo hoy? Las autoridades no están de acuerdo en cuanto a todo aspecto del problema. Pero la mayoría de ellas sí convienen en que una de las cosas que más contribuyen a ello es el gastar más dinero del que se está ganando, y contraer deudas para financiar esos gastos. Como informó el Times de Londres: “Después de todo, ¿qué es la inflación? . . . Es la palabra de los economistas para consumo excesivo; para vivir por encima de los ingresos de uno, para sacar de la reserva más dinero del que se pone en ella.”

      Cuando los gobiernos gastan más dinero que la suma que reciben de los impuestos, tienen que “crear” dinero para cubrir el déficit. La revista Harper’s lo explica así: “Cuando los impuestos no bastan para pagar los gastos del gobierno, se cubre la deuda resultante por medio de crear dólares nuevos y flamantes.” La publicación The Wall Street Journal también hizo notar lo siguiente:

      “Con mucho la mayor parte de la presión que ha hecho subir los precios, . . . ha sido la inflación en sentido literal. Es decir, la causa es una tremenda expansión en la cantidad del dinero que se ha suplido como resultado de años de excesivos déficits gubernamentales que han sido financiados por medio de la creación de dinero y crédito, el equivalente moderno de . . . poner a funcionar las prensas.”

      Como ejemplo de esta fuente generadora de inflación se cita la deuda doméstica de los Estados Unidos. De los últimos 18 años, 17 han sido años de déficit para el gobierno. ¡Mientras que se necesitaron 167 años para que la deuda llegara a los primeros 100 mil millones de dólares, ahora aumenta en esa cantidad cada año! Se espera que dentro de poco el total exceda de un billón de dólares. Y el interés sobre esa deuda es actualmente de unos 60 mil millones de dólares al año, el tercero en la lista de los gastos más grandes del gobierno. Todo eso significa que hay más dinero en pos de los bienes y servicios, lo cual hace que los precios de éstos suban, como sucede en una subasta.

      Algo que contribuye al empeoramiento de esta situación es el problema del petróleo. Las naciones que producen más petróleo del que usan son solo un puñado. Esas naciones se han confederado para formar la OPEP, la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Han aumentado el precio del petróleo a más de 10 veces lo que era hace una década. Puesto que el petróleo sirve como base para tantas cosas —la gasolina, el combustible para calefacción, plásticos, sustancias químicas y otras más— hay un alza correspondiente en el precio de estas cosas.

      Debido a esos factores, actualmente algunas naciones están tan cargadas de deudas que el único modo en que se les está manteniendo vivas en sentido económico es por más infusiones masivas de crédito. Algunos de esos países ni siquiera pueden pagar, de sus propios recursos, el interés sobre la deuda que tienen, mucho menos la deuda misma.

      Algunos economistas se preguntan si la inflación ya es irremediable

      ¿Qué remedio hay para la inflación? Algunos economistas se preguntan si la situación no habrá llegado a tal punto que ya no tenga remedio. La comparan con el narcómano que tan enviciado está que necesita cada vez más narcótico para que se produzca en él el efecto que busca, que cada vez es menos marcado. Si sigue así, la droga lo matará. Si se priva de ella, las consecuencias de su narcotismo todavía pueden acortarle la vida.

      Para parar la inflación, es preciso reducir rigurosamente el gasto excesivo por parte de gobiernos, negocios e individuos. Pero eso querría decir que la gente compraría menos, y por eso los negocios producirían menos. Eso haría que muchas personas quedaran sin trabajo, y, por lo tanto, habría una severa recesión o depresión. El gastar en exceso ha impelido al sistema económico del mundo a tan elevado estado de producción que algunos observadores afirman que ya es demasiado tarde para hacer reducciones drásticas sin causar casi tanto daño como el que está causando la inflación misma.

  • ¿Qué puede hacer usted acerca de la inflación?
    ¡Despertad! 1980 | 8 de junio
    • ¿Qué puede hacer usted acerca de la inflación?

      ES POCO lo que usted, personalmente, puede hacer para detener la inflación mundial. Usted no puede controlar los presupuestos del gobierno, las deudas crecientes de otras personas ni las normas económicas de las naciones. Pero hay cosas que puede hacer que le ayudarán en su lucha contra los aprietos monetarios.

      Primero, si usted vive en algún país de los más desarrollados, la solución puede ser el adoptar una norma de vida más recatada. Es decir, puede significar vivir sin ciertas cosas que haya llegado a dar por sentadas, cosas que en primer lugar la mayoría de la gente de países más pobres nunca ha tenido. Aunque esa perspectiva pueda parecer muy desagradable, hay que considerarla de frente para evitar una frustración en incremento.

      También, a medida que el aprieto económico aumenta, los cónyuges tienen que hablar franca y calmadamente en cuanto a cómo han de usar los ingresos. La necesidad de comunicarse en cuanto a cómo emplear el dinero aumenta en los casos en que la esposa también trabaja seglarmente. Si el esposo, o la esposa, gasta dinero sin consultar con el otro cónyuge, puede haber más problemas.

      Los gastos de alimentación de la familia se pueden rebajar en 20 por ciento si no se permite que los hijos acompañen a los padres cuando éstos van a comprar comestibles

      La tendencia en el coste de los alimentos es a subir, subir y subir. ¿Cómo han ahorrado dinero con relación a los alimentos algunas familias, aparte del modo evidente de comprar menos de los alimentos más caros? Un corresponsal de ¡Despertad! en el Japón dice:

      “Lo que más gasto significa por sí solo dentro del presupuesto de las familias japonesas es el alimento. Debido a eso, la gente examina cuidadosamente las secciones de anuncios de los periódicos para aprovechar las ventas especiales que haya en los días de compra.

      “Además, sucede que en muchos supermercados, poco antes de la hora de cerrar, los comerciantes bajan el precio de algunos artículos en un esfuerzo por venderlos antes de que termine el día. O puede ser que temprano en la mañana siguiente pongan esos mismos artículos a la venta a precios reducidos para deshacerse de ellos antes de que se dañen. Algunas amas de casa se esfuerzan por comprar en esas ocasiones, y mantener a la familia razonablemente alimentada a precios moderados.”

      Joseph Coyle, publicador de información acerca de los alimentos en los Estados Unidos, alega que uno puede economizar de 20 a 40 por ciento del dinero que gasta en las compras si prepara una lista de lo que quiere comprar después de estudiar los anuncios sobre los alimentos que estarán a mejores precios los días de compras. En algunos lugares hay tiendas de tipo escueto que venden a precio reducido debido a que tienen menos gastos.

      Hubo un año, poco tiempo atrás, en que las casas productoras de comestibles de los Estados Unidos emitieron 62 mil millones de cupones en los cuales se ofrecían precios reducidos, por un valor promedio de 15 centavos de dólar por cupón. Esos cupones se hallan en revistas, periódicos y publicaciones que anuncian ventas. La clave no estriba en comprar un producto sencillamente porque se anuncia a precio reducido, sino en comprar a esos precios el producto que uno necesita.

      La revista Newsweek hizo notar lo siguiente: “Los gastos de alimentación de la familia . . . se pueden rebajar en 20 por ciento si no se permite que los hijos acompañen a los padres cuando éstos van a comprar comestibles... de modo que no los persuadan a hacer compras adicionales.” Además, el preparar una lista de las cosas que verdaderamente se necesitan (no sencillamente lo que se desea) es importante para no comprar ‘por capricho’ en las tiendas. Al ir de compras, busque productos que, aunque no tengan marcas reconocidas, tengan el mismo valor nutritivo que las marcas que se anuncian y cuesten menos.

      En el Brasil, un esposo cuya familia ha sido afectada por la inflación comenta: “Tuvimos que abandonar ciertos lujos, y mi esposa ofrece toda cooperación. Nunca tira nada de lo que sobra de las comidas.” En otros casos, para economizar, el esposo se lleva el almuerzo al trabajo en vez de comer en restaurantes.

      Es razonable economizar por medio de eliminar lo que no sea indispensable

      Cuando la situación económica está en aprietos, es razonable economizar por medio de comprar menos de cuanto no sea indispensable, o eliminarlo. En esa categoría cae el hábito del tabaco. Esto no solo es costoso, sino mortífero, puesto que el 90 por ciento de todos los casos de cáncer pulmonar y muchos otros trastornos de la salud vienen del fumar, un hábito que ciertamente es una “contaminación de la carne.” (2 Cor. 7:1) Los que han dejado ese hábito por medio de ejercer gobierno de sí mismos economizan cientos de dólares al año.

      De modo semejante, las bebidas alcohólicas son costosas, y el uso excesivo de éstas puede perjudicar la salud, y hasta la vida familiar. Aunque en la Biblia no se condena el uso moderado de las bebidas alcohólicas, sí se condena el abuso de éstas. (Pro. 23:29-35; 1 Cor. 6:9, 10) También se pueden economizar cientos de dólares al año en este asunto.

      Otra fuente de economía tiene que ver con la recreación. Realmente no es necesario gastar cientos o miles de dólares para disfrutar de un cambio que refresque de la rutina del trabajo. La publicidad comercial puede dar la impresión de que el viajar a lugares distantes y alojarse en hoteles lujosos es indispensable, pero no es así. El viajar a lugares de interés que estén cerca del hogar, hacer excursiones con la familia, visitar a amigos y otras formas de recreación poco costosas pueden ser muy agradables. Hay programas de televisión que son convenientes y pueden ayudar a llenar el vacío que resulta de dejar de frecuentar los cines o teatros caros.

      En el pasado las familias no tenían aparatos radiorreceptores, equipos estereofónicos, televisores, cines ni otras formas modernas de entretenimiento. En aquellos tiempos la familia de término medio rara vez, si alguna, comía en restaurantes. Sin embargo, tenían formas sanas de recreación y disfrutaban de la vida... quizás más que nosotros en el mundo complejo de hoy día. Es cierto que los tiempos son diferentes, pero los seres humanos no son tan diferentes. Todavía pueden disfrutar de formas de recreación más simples y menos costosas.

      Actualmente muchas personas ahorran dinero por medio de hacer su propia ropa. A este respecto, el manifestar iniciativa y la práctica realmente resultan provechosos. Tomemos el ejemplo de un ama de casa a quien le gustó un traje relativamente sencillo que vio en una tienda, pero que costaba más de 50 dólares. En vez de comprar el traje, ella compró una tela parecida e hizo el traje por menos de cinco dólares.

      Hay tiendas que venden ropa usada en muy buenas condiciones, de modo que puede economizarse una gran cantidad de dinero. Hay personas que reducen sus gastos por medio de lavar la ropa ellas mismas en vez de enviarla a la tintorería. Lavan a mano, en agua tibia, artículos como suéteres en vez de enviarlos a limpiar en seco, y envían a la tintorería solo las cosas que no pueden limpiar ellas mismas.

      Un factor importante en cuanto a economizar en los gastos relacionados con la ropa es no dar excesiva importancia a la moda. Muchas personas desechan ropa buena sencillamente porque la moda cambia. Pero un hombre, al notar que hasta las modas de los hombres estaban cambiando más rápidamente ahora, declaró: “¡Esta vez no será así! No volveré a ser esclavo de los diseñadores de modas que tratan de hacer que me desprenda de mi dinero. Usaré lo que tengo mientras esté nítido, limpio y luzca respetable, sin importar lo que digan los que dictan las modas.”

      El aprender a hacer reparaciones sencillas en el hogar es otra cosa que ha resultado en mucho ahorro para algunas personas. Eso no solo ahorra el coste de las reparaciones, sino que también permite que se puedan usar por mucho más tiempo los aparatos electrodomésticos, muebles y otros artículos.

      Un esposo declaró que ha ahorrado unos 200 dólares al año en los cortes de pelo. Su esposa concordó en aprender a cortarle el pelo, y, a medida que adquiere experiencia, mejora. De todos modos, con la variedad de estilos de corte de pelo que hay hoy día, éste no tiene que ser perfecto.

      Los gastos médicos pueden reducirse por medio de comparar los precios de los médicos, los tratamientos y las medicinas. Un equipo noticiero de televisión que visitó diferentes farmacias que estaban a unas cuantas manzanas de distancia unas de otras halló que, de una farmacia a otra, el precio de recetas médicas semejantes podía diferir en proporción de dos a cinco veces más.

      Desde luego, la lista de las cosas que usted pudiera hacer para ahorrar dinero es mucho más larga. Pero estos ejemplos muestran que el pensar un poco en el asunto y el planear pueden ayudarle en este tiempo de aprietos económicos.

      El tener demasiado apetito de cosas materiales ha causado el derrumbe de muchos hogares

      Una de las mayores fuentes de dificultades en estos días es el tener demasiado apetito de cosas materiales. Para muchas familias eso ha sido la ruina económica y el derrumbe del hogar.

      Hay quienes desean más cosas materiales para ‘no ser menos que el vecino.’ Pero ese falso orgullo puede ser muy costoso. Aptamente, cierta persona ingeniosa ya ha señalado que sencillamente no tiene sentido el ‘gastar dinero que uno no tiene, para comprar cosas que no necesita, sencillamente para impresionar a alguien a quien quizás ni siquiera le tenga simpatía.’

      Respecto a la necesidad de controlar el deseo de adquirir cosas materiales, una familia escribió lo siguiente a U.S. News & World Report:

      “Nuestra familia vive feliz con la cantidad de dinero que pagan a los centros que les cuidan los hijos muchos matrimonios que se caracterizan por el hecho de que ambos padres trabajan. Combatimos la inflación por medio de resistir el deseo de gastar demasiado en cosas materiales.

      “Nos comunica una sensación de paz el poder criar nosotros mismos a nuestros hijos y nos comunica seguridad el ser una ‘familia tradicional.’ El ser ama de casa de tiempo completo nunca será cosa anticuada, porque es el modo en que Dios se propuso que la mujer hallara perfecta satisfacción. ‘Las expectativas en cuanto a lo que el matrimonio debería ser’ no tienen nada que ver con los ingresos. Lo que forma un matrimonio es la gente que entra en ese arreglo, no una combinación de ingresos. Lo que forma una familia es la gente que la integra, no los bienes materiales.”

      El reprimir los deseos de poseer cosas materiales es particularmente provechoso si se quiere evitar algo que es una de las causas principales de la infelicidad: el estar sobrecargado de deudas. El pedir prestado demasiado, y vivir con la frustración de tratar de pagar las deudas, es un camino que con seguridad conduce a problemas. Acertadamente, la Biblia declara: “El que toma prestado es siervo del hombre que hace el préstamo.”—Pro. 22:7.

      Según entrevistas que se han hecho a familias que se han metido en serios problemas por haber comprado a crédito, muchas de las compras que éstas hicieron no eran necesarias. Una pareja de jóvenes que ha estado casada por solo dos años ya había acumulado una inmensa deuda. En vez de pagar esas deudas primero, continuaron tomando prestado y gastando. La falta del gobierno de sí mismos respecto a cosas materiales hizo que al poco tiempo quedaran en bancarrota. Sin embargo, dijeron a un consejero en cuestiones de crédito que habían gastado el dinero solo “en artículos de primera necesidad.” Al interrogárseles, se descubrió que entre las ‘necesidades’ estaban vacaciones muy costosas y ropa muy cara que realmente no necesitaban en absoluto.

      Los consejeros en asuntos de deudas sugieren que uno analice la paga que lleva al hogar para ver qué porcentaje de ésta uno usa para pagar deudas. Si, aparte del pago de la hipoteca del hogar, la cantidad es mucho más de 10 por ciento, uno va en dirección al peligro. Algunos de estos directores que tratan asuntos del crédito comentan que, cuando sus clientes no pueden controlarse en el uso de las tarjetas de crédito, ellos se las piden y las rompen en su presencia. Es interesante que con frecuencia estos directores comentan que esto causa “daño emocional” a los que consideraban las tarjetas de crédito como amigos en vez de posibles destructores, que es lo que son para los que no pueden usarlas sabiamente.

      “El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales,” declara la Biblia. “Y haciendo esfuerzos por realizar este amor,” añade, muchas personas se “han acribillado con muchos dolores.” (1 Tim. 6:10) Esas verdades se están haciendo más patentes cada día.

      ¿Qué sucede con los que hacen de la mira materialista la fuerza principal de su vida? Nuestro corresponsal en el Japón comenta:

      “En el Japón, la familia de término medio simplemente carga con más trabajo. El esposo y la esposa trabajan de tiempo completo, y además hacen horas extraordinarias. Aunque quizás piensen que están haciendo frente a la inflación, es la familia lo que sufre debido a que no hay asociación mutua y edificante.

      “Todo este esfuerzo revela gran falta de perspicacia. Solo se concentra en AHORA, en HOY. No se da importancia al futuro, y la esperanza no es parte de la vida diaria.”

      Pero cuando no hay asociación edificante, y cuando no se mira al futuro con una esperanza genuina, ¿qué sucede si la esposa, o el esposo, o ambos, pierden la fuente de ingresos? ¿Qué sucederá a la gente que hace del adquirir cosas materiales su objetivo principal en la vida cuando venga la ruina de los sistemas económicos de este mundo?

      ¿Sucederá eso en realidad? Sí, ¡sin falta! Eso es lo que hace que el punto de vista de uno en cuanto a la inflación, al dinero y a las cosas materiales no sea simplemente un entrenamiento para hacer frente a dificultades económicas temporales. Para lo que uno necesita prepararse es para la venidera aniquilación de todos los sistemas económicos de hoy día.

  • El fin de los sistemas económicos de hoy
    ¡Despertad! 1980 | 8 de junio
    • El fin de los sistemas económicos de hoy

      SI ALGUIEN inventara una máquina y ésta no funcionara bien, ¿qué haría él con ella? Probablemente trataría de modificarla una y otra vez para ver si podía lograr que funcionara mejor. Pero, ¿qué hay si descubriera que después de cada reparación la máquina funcionara peor? ¿No sería tiempo de considerar que la máquina en sí no es satisfactoria, y que se necesita una diferente?

      Los sistemas económicos de hoy día no están funcionando para el bien de toda la humanidad. Hay enormes injusticias en ellos. Hay personas trabajadoras que ven que la inflación las va despojando de su dinero. Hay centenares de millones de personas que viven en la pobreza. Otros cientos de millones de personas ni siquiera tienen los artículos de primera necesidad de la vida. El Times de Nueva York dio este informe acerca de algunos países: “Para muchas personas pobres, en la actualidad el precio de una sola comida es más de lo que ganan en un día,” lo cual es un notable cumplimiento de la profecía bíblica: “Solamente un kilo de trigo por el salario de un día.”—Apo. Rev 6:6, Versión Popular.

      En verdad, los sistemas económicos y monetarios de hoy día no pueden traer la paz, seguridad y prosperidad que tanto desea la humanidad. El egoísmo, la codicia, el orgullo y la despiadada falta de interés en otros es inherente a ellos.

      ¿Qué significa todo esto? ¿A qué se debe la inflación mundial, la escasez de alimento, las guerras y los demás problemas sin precedente que se han presentado desde 1914?

      Todas esas cosas son una señal de los tiempos. Son condiciones de las cuales se predijo que serían parte de los “últimos días” del presente sistema de cosas. En esas condiciones que se predijeron está incluido el que los individuos serían “amadores de sí mismos, amadores del dinero, . . . sin gobierno de sí mismos, . . . amadores de placeres más bien que amadores de Dios.” Todas esas cosas forman parte de los sistemas políticos, económicos, sociales y religiosos de hoy día.—2 Tim. 3:1-5.

      Por lo tanto, la inestabilidad monetaria y las dificultades económicas que afectan a tantas personas hoy día son parte de la evidencia de que este sistema de cosas marcha apresuradamente hacia su fin, como Jesús mismo predijo. (Mat. 24:3-14) Cualesquier mejoras que se apliquen a manera de remiendo para tratar de mantener en funcionamiento los sistemas económicos de hoy día serán de muy poca duración. Ninguna reparación puede deshacer la avaricia y la injusticia inherentes a estos.

      Por lo tanto, lo que todo esto verdaderamente significa es que el insatisfactorio sistema actual se encamina hacia su mayor derrumbe hasta ahora, pero por acción divina, no debido al fracaso humano. Jesús lo expresó como sigue: “Porque habrá entonces grande tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.”—Mat. 24:21.

      Sin embargo, la consoladora Palabra profética de Dios promete que después de ese tiempo de dificultades que se aproxima vendrá “una nueva tierra” en la cual “la justicia habrá de morar.” (2 Ped. 3:13) Esa “nueva tierra” significa una nueva sociedad humana, en la cual habrá un nuevo sistema económico, uno que funcionará para el bien de toda persona. La promesa es: “El Señor todopoderoso preparará para todas las naciones un banquete con ricos manjares y vinos añejos, con deliciosas comidas y los más puros vinos. En este monte destruirá el Señor el velo [velo de duelo (Herder)] que cubría a todos los pueblos, el manto que envolvía a todas las naciones.”—Isa. 25:6-8, Versión Popular.

      “A fin de eliminar los problemas económicos actuales todo tiene que ser devuelto al cero inicial”

      Entonces, lo que pronto tendrá lugar es semejante a lo que un hombre de negocios japonés contestó cuando se le preguntó acerca de la solución a los trastornos económicos de hoy día. Él contestó: “A fin de eliminar los problemas económicos actuales todo tiene que ser devuelto al cero inicial.” Correctamente vio que no hay esperanza de reparar alguna vez el sistema. La Palabra de Dios está de acuerdo con eso: el sistema ya no tiene remedio. Por lo tanto, no será reparado, sino que será demolido.

      Últimamente la posibilidad de que los sistemas económicos de hoy día experimenten un violento desplome ha sido tema frecuente de consideración entre los economistas. Por ejemplo, la comentarista norteamericana de asuntos financieros Sylvia Porter mencionó la verdadera posibilidad de que llegara a haber una “explosión inflacionaria en esta nación [Estados Unidos] y en el mundo, que resultara en destruir la confianza en toda inversión en ‘papel’ [moneda], y socavara el funcionamiento de nuestro sistema monetario internacional de tal modo que el comercio entre las naciones decelerara hasta casi paralizarse.” La columnista añade:

      “Entonces la explosión se extendería y causaría la precipitación de bancarrotas entre los negocios, un colapso de la peligrosamente hinchada burbuja del crédito, un rápido aumento en el desempleo, la ejecución de hipotecas cuyo crédito se haya extendido demasiado, y la recuperación de bienes comprados por medio de préstamos parciales con cuyo pago el deudor no haya podido cumplir.

      “El argumento se hace más alarmante a medida que lo escribo.”

      “Las naciones no pueden continuar pidiendo prestado para mejorar la norma de vida”

      El comentador político Jack Anderson hizo un comentario similar acerca de la inestable situación económica:

      “Las naciones no pueden continuar pidiendo prestado para mejorar la norma de vida. El dinero nunca podrá pagarse a menos que se invierta en producción en vez de consumo. Para muchas naciones la deuda ya es mayor de lo que pueden absorber sin un derrumbe financiero. . . .

      “Por la vertiginosa alza de los precios las deudas siguen empeorando hasta que el entero sistema bancario amenaza venirse abajo.”

      El Instituto Norteamericano de Investigaciones Económicas hace las siguientes observaciones:

      “Durante los próximos años, es muy probable que veamos el desarrollo de los siguientes acontecimientos en el terreno de la economía:

      “Una severa y prolongada depresión económica mundial. . . .

      “Durante una depresión prolongada, el desorden social muy bien puede llegar al extremo.

      “Cualquier persona o familia que dé la impresión de hallarse en sustancialmente mejor condición económica que la gente que más haya sufrido en sentido económico puede convertirse en blanco de la violencia de chusmas.”

      Al considerar que la gente roba, viola, asalta y asesina con mayor frecuencia ahora, en un tiempo de relativa paz y prosperidad, se ve que lo harían a peor grado si ocurriera una paralización del sistema económico. Una evidencia de esto fue lo que sucedió durante el apagón de la ciudad de Nueva York en 1977. En ciertos sectores reinó la anarquía. El saqueo, el vandalismo y los robos adquirieron proporciones de epidemia. La policía admitió que no podía hacer nada.

      Algo semejante sucedió en un país africano: un aumento de una tercera parte en el precio del arroz encendió la chispa que impulsó al desorden y el saqueo de la ciudad capital. Las calles daban la impresión de lugares donde se hubiese librado una guerra. Se declaró la ley marcial y se impuso un estricto toque de queda.

      “En las calles arrojarán su plata misma, y su propio oro llegará a ser una cosa aborrecible”

      En cuanto a lo que le espera a todo el mundo, la Biblia habla de una “grande tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.” Durante ese tiempo, el papel moneda no tendrá valor. Sí, la profecía bíblica hasta dice: “En las calles arrojarán su plata misma, y su propio oro llegará a ser una cosa aborrecible. Ni la plata ni el oro de ellos podrá librarlos en el día del furor de Jehová.”—Eze. 7:19.

      Ningún caudillo humano, ni forma alguna de gobierno humano, podrá impedir la venidera “grande tribulación,” pues esta tribulación es el juicio de Dios contra el inicuo sistema actual. Por eso la Palabra de Dios advierte: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna.” (Sal. 146:3) Entonces, ¿qué debemos hacer? La Biblia responde: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento.”—Pro. 3:5.

      A los que ahora confían en Jehová él promete ayudarles hasta en sentido económico. No, Dios no dará lujos a sus siervos, pero ha prometido suministrarles lo necesario para la vida. (Mat. 6:24-34; Sal. 37:25) Eso no significa que los que confían en Dios tendrán una vida fácil, pues a ellos también afectan las malas condiciones del mundo. Pero ciertamente tendrán más éxito que otros en hacer frente a los tiempos dificultosos de hoy día.

      Además, tienen la seguridad de que Dios los protegerá durante el venidero desplome del sistema de cosas y de que saldrán con vida para entrar en un nuevo sistema justo. (1 Juan 2:15-17; Sal. 37:27, 34, 37) Por eso una familia del Brasil que ha aprendido a confiar en Jehová declara: “Aunque tenemos problemas económicos, somos una familia feliz porque conocemos a Jehová, el Dios feliz, y conocemos sus propósitos.”

      “Levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca”

      Así que, sin importar lo severos que lleguen a ser los aprietos económicos, ante nosotros hay una esperanza segura de que la situación será excelente en el nuevo orden de Dios. Por lo tanto, las personas que tienen la esperanza correcta, basada en conocimiento exacto, y que confían en Dios y no en las riquezas materiales, pueden ‘levantarse erguidas y alzar la cabeza, porque su liberación se acerca.’—Luc. 21:28.

  • “Alisando” la verdad
    ¡Despertad! 1980 | 8 de junio
    • “Alisando” la verdad

      UNA italiana trabajaba con un grupo de monjas en una clínica de Manfredonia, al sur de Italia. Nos dice: “Un día, mientras yo estaba en la cocina, la madre superiora me dijo que fuera a la lavandería y tirara un libro que ella había sumergido en agua por unos cuantos días.” La italiana fue a buscar el libro, pero, antes de tirarlo, decidió darle una ojeada. El libro no había perdido su color anaranjado. Era el libro De paraíso perdido a paraíso recobrado.

      Ella continúa su relato: “Tomé el libro delicadamente y fui a la terraza para ponerlo a secar y luego llevármelo a casa. Con mucho cuidado le planché las páginas, para alisarlas. Dejé también que mi madre lo viera, y cada noche leíamos algunas páginas. A menudo nos encontrábamos con el nombre Jehová, pero no entendíamos que era el nombre de Dios. Algún tiempo después llegó a mi casa, para hablar acerca de la Santa Biblia, una señora con un bebé. Le pregunté: ‘¿Me pudiera decir lo que significa Jehová?’”

      La sincera italiana aceptó rápidamente el estudio de la Biblia que le ofreció la señora y comenzó a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová.

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