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El amor que conduce a la vidaLa Atalaya 1965 | 1 de septiembre
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El amor que conduce a la vida
“El fruto del espíritu es: amor.”—Gál. 5:22
1. ¿Qué preguntas ilustran lo razonable de que los griegos usaran cuatro palabras para expresar amor? Y, ¿por qué debemos estar interesados en las respuestas?
EL DICHO dice que “los griegos tenían una palabra para expresar todo.” Y eso parece ser verdad cuando se trata del tema del amor, porque los griegos tenían, no solo una sino, cuatro palabras para expresar la idea del amor considerado desde diferentes ángulos: eros, storgé, filía y agape. Esto es razonable, porque el amor es una cualidad muy compleja, y usted solo necesita pausar aquí y tratar de definirlo usted mismo a fin de convencerse de que esto es verdad. ¿Qué, realmente, es el amor? ¿Es solo una sensación, un impulso? ¿Tiene que estar acompañado de cariño, y puede desplegarse solo hacia aquéllos por quienes sentimos admiración, atracción, o por lo menos algo de afecto, a causa de las cualidades que poseen? ¿Podría usted amar a alguien aunque no le gustara? ¿Cuál es la fuente de la cual brota el amor? ¿Es el corazón o la mente o ambos? Y, finalmente, ¿qué medios hay, si hay algunos, por los cuales se puede medir el amor para probar su autenticidad y valor? Necesitamos saber esto, porque, así como “no es oro todo lo que reluce,” así todo lo que parece amor no siempre es amor. Podría ser tan falso como el último beso de Judas, tierno pero traicionero.—Mar. 14:44, 45.
2. ¿Qué muestra que el amor puede ser enseñado?
2 “El amor es la lección más dura del cristianismo; pero por esa razón, debe ser nuestra mayor preocupación el aprenderlo.” Así escribió Guillermo Penn, el fundador del estado de Pensilvania. Aunque quizás parezca raro el pensar en el amor como algo que se enseña, no obstante, la Biblia claramente muestra que se puede enseñar. (1 Tes. 4:9, 10) La palabra “discípulo” literalmente significa un aprendiz o un alumno, y el Hijo de Dios en la noche antes de su muerte, dijo a aquéllos a quienes había entrenado y enseñado: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.”—Juan 13:35.
3. (a) ¿Por qué es el amor genuino la marca distintiva de los cristianos verdaderos? (b) ¿Qué peligro existe hoy en día para la congregación cristiana?
3 El amor de esa clase ha de ser raro, tan raro que haría a los verdaderos alumnos o discípulos de Jesús resaltar entre todas las otras personas sobre la Tierra y ser su marca distintiva. Lo hizo en el día de Jesús; ¿lo hace hoy en día? Vea los diarios, escuche los informes por la radio, o solo examine la escena alrededor de usted dondequiera que esté ahora. ¿No ve usted lo que el apóstol Pablo dijo que usted vería, cuando escribió: “Mas sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, . . . desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, . . . sin amor de la bondad, . . . hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa mas resultando falsos a su poder; y de éstos apártate”? (2 Tim. 3:1-5) Si hasta Jesús predijo que la falta de amor verdadero sería tan grande que hasta su propia congregación cristiana sería gravemente afectada. Recuerde, no fue del mundo en general sino de sus propios seguidores profesos en el tiempo del fin que él dijo: “Y por el aumento del desafuero se enfriará el amor de la mayor parte.” Eso significa peligro.—Mat. 24:12.
4. ¿Qué es el sentimiento, y la experiencia de quién ilustra que éste no es lo mismo que el amor genuino?
4 ¿Qué clase de amor tiene usted? ¿Lo distinguiría, lo distingue a usted, de la gente en general y lo identifica como seguidor, discípulo o alumno de Cristo Jesús? O, ¿es su amor principalmente asunto de sentimiento? El sentimiento se define en el diccionario como “una actitud, pensamiento o juicio afectado o impulsado por sensación.” Muchas personas obran en armonía con una sensación o emoción impulsiva y hacen o dicen ciertas cosas que creen que son expresiones de amor. El apóstol Pedro en sus días primitivos como discípulo se inclinó hacia tales actos, y esto lo metió en dificultades en varias ocasiones. Por eso, cuando Jesús les dijo a sus discípulos en cuanto a sus futuros sufrimientos y muerte, Pedro impulsivamente llevó a Jesús a un lado y le hizo fuertes objeciones, diciendo: ‘Ten consideración de ti, Señor; tú absolutamente no tendrás este destino.” ¿Aceptó Jesús este llamamiento emocional como una expresión de amor genuino? El relato dice: “Mas él, dándole la espalda, le dijo a Pedro: ‘¡Ponte detrás de mí, Satanás [opositor]! Me eres un tropiezo, porque tú no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres.’”—Mat. 16:21-23.
5. ¿Qué controla a la persona sentimental, y cómo es superior el amor verdadero?
5 El sentimiento permite que la sensación más bien que la verdad domine a la mente; y puesto que el sentimiento confía en que la sensación encuentre su camino, es como una persona ciega. La persona sentimental, de hecho, cierra los ojos a la necesidad de pensar lógicamente y de considerar las cosas para determinar lo que realmente servirá los mejores intereses de la otra persona o producirá los mejores resultados para todos los interesados. El amor genuino, en contraste, considera las cosas con largo alcance y no permite que la emoción se apodere de las riendas y se desvíe por senderos inciertos. Se asegura de que cualquier emoción o sensación que surja se use para dar fuerza en la dirección correcta, que la mente ya ha escogido.—Rom. 8:5-8.
6. (a) ¿Qué puede hacernos comprender en cuanto a ello nuestro propio modo de pensar sano sobre el tema del amor? (b) ¿Por qué la honradez nos obliga a admitir nuestra necesidad de guía divina al expresar amor?
6 Pero sobre todo, el amor piensa “los pensamientos de Dios.” Reconoce la verdad de su declaración de que “como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de ustedes, y mis pensamientos que los pensamientos de ustedes.” (Isa. 55:9) Nuestras propias facultades de raciocinio quizás nos digan que la familia humana fue hecha obviamente para tener interdependencia, que todos tenemos necesidades, físicas, mentales y espirituales; y que, aunque podemos satisfacer algunas de estas necesidades nosotros mismos, tenemos que confiar en los que nos aman para que satisfagan las otras, y que es solo cuando tales necesidades se satisfacen que puede haber felicidad. La lógica puede decirnos que una persona amorosa sería la que discerniera tales necesidades y se esforzara por satisfacerlas al grado de su habilidad, y que, puesto que tal habilidad está limitada, su amor la impulsaría a determinar las necesidades más importantes y concentrarse en ellas. Nuestra inteligencia pudiera decirnos que se tendría que considerar muchos factores y circunstancias, y que el amor verdadero no se determinaría por lo que nosotros mismos prefiriéramos hacer por otro, ni por lo que otros pensaran que debiera hacerse, ni aun por lo que la persona misma quisiere hacer al instante, sino, más bien, por lo que los hechos muestren ser para su bienestar futuro. El modo de pensar razonable quizás también nos diga que, además de todo esto, el amor requeriría un anhelo sincero de hacer esto para la otra persona. No obstante, si somos honrados admitiremos que necesitamos “los pensamientos de Dios” para que nos digan cómo podemos satisfacer de la mejor manera las necesidades de otros, cuáles son verdaderamente sus mayores necesidades, y qué resultará para sus mejores intereses tanto ahora como en el futuro, así como para edificar en nosotros el deseo de hacer estas cosas. Jamás fracasaremos si acudimos a él, porque “toda dádiva buena y todo don perfecto es de arriba, porque desciende del Padre de las luces celestes, y con él no hay la variación del giro de la sombra.”—Sant. 1:17.
EL AMOR EN EL IDIOMA GRIEGO
7. ¿Cuál es el significado básico de cada una de las cuatro palabras griegas para “amor”?
7 Aquí es donde los griegos y sus cuatro palabras para amor vuelven a figurar en el asunto. En tiempos bíblicos los griegos usaban la palabra eros para describir lo que hoy en día llamaríamos amor romántico, o amor entre los sexos. El amor entre los de la misma familia, como el amor de los padres a un hijo, se expresaba por la palabra storgé. La palabra filía transmitía la idea de cariño que se sentía por amigos, un amor caracterizado por afecto o apego debido a la atracción mutua de personalidades. Finalmente, usaron la palabra agape para expresar el amor que se basa en principios y que resulta del ejercicio deliberado del juicio y la voluntad de uno, un amor libre de intereses egoístas.
8. (a) ¿A quién le debemos el entendimiento claro de estas palabras? (b) ¿Cómo muestra el uso que hacen ellos de la palabra agape que éste es el amor que conduce a la vida?
8 Los griegos nos dieron las palabras pero, extrañamente, fueron los hebreos, escribiendo en griego, quienes nos dieron el entendimiento más claro de su significado. Estos fueron los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas de la Biblia, y el entendimiento claro que nos dieron se debe principalmente a su uso singular de la palabra agape, que se refiere al amor que se basa en principios (más bien que en atracción física, relación de familia, o compatibilidad de personalidad). De hecho, el Douglas’ Bible Dictionary nos dice que agape es “una de las palabras menos comunes de los escritos griegos clásicos.” Por eso, aunque Platón, Sócrates y Aristóteles por rareza usaron la palabra, Pedro, Pablo, Juan y los otros escritores de los libros desde Mateo hasta Revelación la usaron como nunca se había usado antes. En sus escritos la palabra eros no aparece, storgé aparece solo tres veces, y el verbo fileo aparece menos de cien veces, pero la palabra agape se encuentra unas 250 veces en las Escrituras Griegas. El apóstol Juan la usó cuando escribió: “Dios es amor [agape].” (1 Juan 4:8) Citó a Jesús como usándola cuando dijo que sus discípulos serían conocidos si ‘tenían amor [agape] entre ellos mismos.’ (Juan 13:35) Pablo la usó cuando dijo que el “fruto del espíritu es: amor [agape].” (Gál. 5:22) Y puesto que es el “que está sembrando teniendo en mira el espíritu, [el que] segará del espíritu vida eterna,” llega a ser asunto de vida o muerte para nosotros el aprender esta clase de amor basado en principios producidos por el espíritu de Dios. (Gál. 6:8) Así es exactamente la manera en que el apóstol Juan lo expresa cuando dice: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos [agapao, una forma verbal de agape] a los hermanos. El que no ama permanece en muerte.”—1 Juan 3:14.
9. (a) ¿Qué punto en cuestión surgió debido a la falta de amor temprano en la historia humana? (b) ¿Cómo reaccionó Jehová Dios a tal expresión de egoísmo?
9 ¿Cuáles son los principios con los cuales obra este amor altruista? En su Palabra escrita Dios nos revela el gran punto en cuestión de la soberanía universal que surgió cuando uno de los hijos espíritus de Dios se volvió contra su Creador y maliciosamente mintió en cuanto a él a la primera pareja humana en Edén para ganárselos, aun a costa de la propia vida de ellos. El primer hombre, Adán, solo mostró amor erótico, deseo carnal por su esposa, Eva, y le volvió la espalda a su Padre celestial para unirse a ella en su desobediencia. Al despreciar su posición justa con Jehová Dios y al perder su perfección humana drásticamente redujo su habilidad para mostrar algún amor verdadero a su esposa. Inevitablemente sus hijos nacerían imperfectos, con pecado innato, y en una condición moribunda como él mismo. Pero ante toda esta ingratitud egoísta el propio amor de Jehová no se amargó. Aun cuando pronunció sentencia justa sobre los tres rebeldes simultáneamente anunció su propósito de producir con el tiempo una Descendencia que acabaría con todo el mal que el adversario de Dios había comenzado. Este tema predomina a través de toda la Biblia al seguir el desarrollo de las cosas de Dios a través de cuatro mil años hasta el tiempo en que envió a su Hijo más amado a la Tierra, ante todo para apoyar el lado de su Padre del punto en cuestión y demostrar integridad inquebrantable a él como el Soberano Legítimo, y luego para satisfacer la necesidad más grande de la humanidad: la provisión de un rescate para exonerarla de la condenación de pecado y muerte y así reconciliarla con su Padre celestial.—Gén. 3:14-24; Juan 3:16, 36.
10. (a) ¿Qué expectativas ofrecen las profecías de la Biblia a los que muestran amor genuino hoy en día? (b) ¿En qué actividad los impulsaría el amor a participar?
10 La Biblia también muestra que estos beneficios serán extendidos a los hombres y mujeres obedientes y amorosos por medio de un gobierno del Reino dominado por Cristo Jesús, y que esto resultará en un orden enteramente nuevo para esta Tierra; el viejo orden fundado sobre egoísmo, violencia y desobediencia a Dios siendo eliminado en la guerra universal del Armagedón. Las profecías bíblicas se combinan con los acontecimientos y condiciones del día presente para atestiguar que ahora vivimos en el “tiempo del fin” de ese viejo orden desde 1914, y que nuestra generación en breve verá la Tierra limpiada de odio, codicia, contienda, asesinato, robo, opresión, adulterio, calumnia, y todos los otros frutos de un mundo sin amor y desprovisto del espíritu de Dios. (Mat. 24:7-14, 33-35; Gál. 5:21) Esto también muestra que, aunque el amor de muchos de los que afirman ser discípulos de Jesús se ‘enfriaría,’ otros aguantarían y harían un trabajo sumamente amoroso. ¿Cuál sería éste? Jesús dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”—Mat. 24:14.
11. ¿Quién verdaderamente nos enseña el significado verdadero del amor?
11 Ahora podemos ver por qué 1 Juan 4:19 dice: “En cuanto a nosotros, amamos, porque él nos amó primero.” El conocimiento de los hechos y propósitos amorosos de Dios suministra el verdadero entendimiento del amor y nos debe impeler más que cualquier otra cosa pudiera hacerlo. Puesto que el hombre fue hecho originalmente a la imagen de Dios, es nuestra obligación expresar un amor como el suyo.—Gén. 1:26, 27.
AMOR ROMÁNTICO
12, 13. (a) ¿Pasa por alto la Biblia o rechaza al amor entre los sexos, y cómo lo sabemos? (b) ¿Qué necesita tal amor romántico para que sea un factor contribuyente a la felicidad, y cómo se ve esto en el caso de los antiguos griegos y romanos?
12 Ante todo considere el amor entre los sexos, que los griegos llamaban eros. Quizás usted se pregunte qué relación puede haber entre tal amor y el amor basado en principios (agape) acerca del cual hemos escrito. Es verdad, los escritores cristianos no usaron la palabra eros, pero no obstante la Biblia sí considera tal amor y lo hace con lenguaje llano, franco, como tiene que admitir cualquiera que lea el relato en Génesis de Adán y Eva, de Isaac y Rebeca, de Jacob y Raquel, o el libro del Cántico de Salomón, o el consejo en Proverbios 5:15-19. Pero tal amor no es deificado. Aunque leemos que Rebeca era “de apariencia muy atractiva” y que Raquel era “hermosa de forma y hermosa de semblante,” no obstante la Biblia muestra que su verdadera belleza consistía en su devoción al Dios verdadero Jehová y en su devoción como esposas a sus esposos. (Gén. 24:16; 29:17) En las Escrituras Cristianas el apóstol Pablo da consejo muy franco sobre el amor marital en su primera carta a los corintios, 1 Co capítulo siete, y ciertamente no hay nada “remilgado” en cuanto a tratar él el asunto.
13 Pero en todo lo que dice la Biblia, se aclara este hecho: Tal amor romántico puede contribuir a la felicidad solo cuando se controla, no cuando se adora; y, para controlarlo, necesitamos el amor que se basa en principios. Hoy en día todo el mundo parece estar cometiendo el mismo error que los griegos antiguos. Adoraban a Eros como dios, se inclinaban ante su altar y le ofrecían sacrificios. Los romanos hicieron lo mismo con Cupido, la correspondencia romana de Eros. Pero la historia muestra que tal adoración del amor sexual solo acarreó degradación, disolución y desenfreno. Quizás por eso los escritores de la Biblia no usaron esa palabra.
14. ¿Cómo podría el amor que se basa en principios resolver los problemas maritales más difíciles, y hasta los íntimos?
14 Hoy en día los problemas de incompatibilidad están haciendo que la proporción de divorcios suba vertiginosamente en muchos países, y en algunos estados de los Estados Unidos de Norteamérica la proporción ahora subsiste en un divorcio por cada dos matrimonios. ¡Cuán grande es la necesidad del amor que se basa en principios! Hombres y mujeres podrían hallar la solución a algunos de los problemas más íntimos del matrimonio recordando que el amor [agape] “no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado.” (1 Cor. 13:5) Las raíces de la contienda y las reyertas maritales podrían quitarse por el consejo equilibrado que da Pablo: “Sin embargo, también, que cada uno de ustedes individualmente ame [agapao] a su esposa así como se ama a sí mismo; por otra parte, que la esposa le tenga profundo respeto a su esposo.” (Efe. 5:33) Donde un esposo y una esposa tienen tal amor su mira será, no el poseer, sino el compartir. En vez de pensar en términos de “yo,” “mí,” “mío,” pensarán en términos de “nosotros,” “a nosotros,” “nuestro.” Cada uno tratará de conocer las necesidades y anhelos del otro y luego usará amorosamente este conocimiento para la felicidad del otro.
EL AMOR DENTRO DEL CÍRCULO DE LA FAMILIA
15. ¿Cómo se expresa el amor por la palabra storgé ahora en un tiempo de crisis, y qué se necesita para protegerlo?
15 ¡Qué cosa deleitable es una familia unida, amorosa! Tiene una belleza singular, un encanto que hace que el tiempo que se emplea dentro de sus confines sea un verdadero placer. A este cariño natural (storgé en griego) mutuo de los miembros de la familia se refirió Pablo para recalcar la relación estrecha de familia que debe existir entre los cristianos. (Rom. 12:10) Pero también predijo que en nuestros tiempos los hombres en general carecerían de este “cariño natural.” (2 Tim. 3:3) El círculo de la familia de antaño ciertamente se está rompiendo hoy en día bajo las premuras del modo de vivir del día moderno. En cada vez más casos las familias ya no comen juntas, ni se reúnen en la sala para disfrutar de la asociación mutua. La delincuencia, tanto de adultos como de jóvenes, continúa dividiendo hogar tras hogar. Esto es a causa de que solo el cariño natural no puede resistir las tensiones del día presente. Pero el amor que se basa en principios puede mantener junta a la familia, porque el “amor [agape] . . . es un vínculo perfecto de unión.”—Col. 3:14.
16. ¿Qué consejo bíblico se da a los padres que toman a pechos los intereses de la vida de sus hijos?
16 Ustedes, padres, ¿quieren que sus hijos los amen a ustedes y que sean como aquellos a quienes la Biblia habla, diciendo: “Hijos, sean obedientes a sus padres en unión con el Señor, porque esto es justo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’; que es el primer mandato con promesa: ‘Para que te vaya bien y dures largo tiempo sobre la tierra.’”? ¿Quieren ustedes que ellos consigan la vida eterna en la Tierra paradisíaca bajo el reino de Dios? Entonces, ¿qué están haciendo realmente para cumplir su parte según se expresa en las siguientes palabras: “Y ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y consejo autoritativo de Jehová”? Para hacer eso en estos días se necesita más que simple cariño; se necesita amor de una clase basada en principios.—Efe. 6:1-4.
17. (a) ¿Por qué no muestra amor verdadero el mimar a un hijo? (b) ¿Cómo puede el retener la disciplina obrar de manera calamitosa tanto para el padre o la madre como para el hijo?
17 El padre o la madre que retiene la disciplina apropiada y complace todo antojo de un niño realmente solo está mostrándose amor a sí mismo. Tal padre o tal madre dirá a menudo: “Sé que realmente no es bueno que mi hijo tenga esto, pero tiene tan cifrado su corazón en ello y no podría aguantar el lastimarlo.” Así se muestra interés, no en el bienestar futuro del niño, sino egoístamente de parte del padre o de la madre para que el cariño del niño no sea retirado temporalmente a causa de ejercer apropiadamente la disciplina. ¿Qué padre o madre le daría a un hijo una bomba de tiempo como regalo? No obstante algunos lo hacen, disfrazada en forma de un auto dado al muchacho cuando está demasiado joven para apreciar la responsabilidad concomitante, o al permitirle a una muchacha más libertad que la que sus años sensatamente le permitirían. El sacrificar los principios en el altar de afecto es solo una adoración falsa, y muy a menudo en los años posteriores el padre o la madre que es demasiado cariñoso sufre por falta de un amor que ya no se vende. ¡Cuán sabio el proverbio que dice: “El que contiene su vara está odiando a su hijo, pero el que lo ama es el que lo busca con disciplina”! (Pro. 13:24) La disciplina significa enseñar y entrenar; y como nuestro Padre celestial nos disciplina y nos enseña, así tenemos que hacer con nuestros hijos si nuestro amor ha de ser genuino.—Heb. 12:5-11.
EL AMOR ENTRE AMIGOS
18, 19. (a) ¿En qué se basa el amor expresado por la palabra filía, y qué muestra que sea apropiado? (b) ¿Qué necesita tal amor de amistad a fin de ser de valor duradero, y por qué?
18 Enriquecedor, también, es el amor de la amistad, llamado filía por los griegos. ¡Cuán estéril sería la vida sin amigos! La amistad por lo general resulta cuando una persona ve en otra cualidades que ella naturalmente aprueba, aprecia y de las cuales disfruta; o puede haber una participación de experiencias entre los dos a través de un período de tiempo que proporciona los cimientos para afecto, cariño y lealtad. La confianza mutua fluye entre los amigos. Cristo Jesús mismo mostró una amistad especial para con tres de sus discípulos, Pedro, Santiago y Juan, y de los tres, Juan se menciona como especialmente amado por Jesús.—Juan 19:26; 20:2.
19 No obstante, para que nuestra amistad tenga algún valor duradero primero tiene que combinarse con el amor basado en principios, y por eso la exhortación del apóstol Pedro es que ‘suministremos a nuestro cariño fraternal [filadelfía] amor [agape].’ (2 Ped. 1:7) De otra manera, nuestro cariño amigable fácilmente podría degenerar en lisonja y en mimo; podría permitir que llegáramos a ser participantes con otros en cosas que no son correctas y que no son para el bien de uno ni de otro, en cosas que deshonran a Dios y son perjudiciales para nuestro prójimo. Pero “el amor [agape] no obra mal al prójimo.”—Rom. 13:10.
20. ¿Cómo nos guía la expresión de amistad de Dios a que la expresemos?
20 El amor basado en principios, de hecho, debe guiarnos hasta en la selección y cultivo iniciales de nuestros amigos. ¡Cuán conmovidos deben haber estado los discípulos de Jesús al oírle decir: “El Padre mismo les tiene cariño [fileo] ”! Pero, ¿por qué fueron honrados así por Dios? Las siguientes palabras de Jesús contestan: “Porque ustedes me han tenido cariño a mí y han creído que salí como representante del Padre.” (Juan 16:27) Sí, Dios les tiene cariño, o les otorga su amistad, solo a los que lo merecen. (Sant. 2:23) Con buena razón, entonces, se nos advierte que, “cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo [filos] del mundo está constituyéndose enemigo de Dios.” Nuestros amigos deben ser, ante todo, los que son amigos y amadores de Dios.—Sant. 4:4.
21. ¿Por qué este entendimiento no restringe nuestra expresión de amor a unas cuantas personas?
21 ¿Nos restringe eso, coloca una cerca alrededor de nuestra expresión de amor? No, porque el amor basado en principios [agape] puede y debe dirigirse adonde el cariño [filía] quizás no se aventure o ni siquiera se sienta atraído. El galardón de la vida eterna no es para los que solo expresan amor y devoción a su cónyuge, familia o círculo estrecho de amigos. Jesús dijo: “Porque si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen? ¿No hacen también la misma cosa los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hacen la misma cosa también las gentes de las naciones? Ustedes en efecto tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto.” (Mat. 5:46-48) Muy definidamente, entonces, podemos amar a las personas aunque no simpaticemos con ellas. Nuestra vida depende de que hagamos exactamente eso.
22. ¿Qué preguntas son dignas de consideración seria por cada uno de nosotros?
22 Deténgase y pregúntese ahora: ¿Cómo se compara el amor que manifiesto con lo susodicho? ¿Se basa en principios o solo en sentimientos? ¿Tengo amor solo para con aquéllos con quienes es natural que lo tenga: mi cónyuge, mis padres, mis hijos, o mis amigos cuya personalidad me agrada? ¿Es aun el amor que les tengo realmente un amor por su bienestar eterno de todo corazón, o es solo una expresión de cariño a causa de la satisfacción que me produce mi relación con ellos? ¿Cuán genuino es el amor que les muestro? El valor de toda su vida puede determinarse con sus respuestas.—1 Cor. 13:1-3.
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Cumpliendo el nuevo mandamiento del amorLa Atalaya 1965 | 1 de septiembre
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Cumpliendo el nuevo mandamiento del amor
“Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros.”—Juan 13:34.
1. Según el argumento del apóstol Pablo, ¿qué clase de amor expresó Dios al suministrar el rescate?
LA BASE del mayor don de Dios a la humanidad fue el amor que se basa en principios, no cariño. Esto es lo que el apóstol Pablo argumenta en Romanos 5:7-10, diciendo: “Porque apenas morirá alguien por un justo; en verdad, por el bueno, quizás, alguien aun se atreva a morir. Mas Dios recomienda su propio amor [agape] a nosotros en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. . . . Porque si, cuando éramos enemigos [no amigos], fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, mucho más, ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida.” No, no fue afecto lo que Jehová Dios expresó a la humanidad imperfecta, pecaminosa por el don de su Hijo. ¿Qué cualidades tenía la humanidad por las cuales sentir afecto? Sin embargo, él ejerció amor, un interés basado en principios, altruista, en su bienestar y en sus necesidades. Él proveyó para su necesidad principalísima, el medio por el cual podrían obtener reconciliación con él, la Fuente de la vida, mediante el sacrificio de rescate de su Hijo.
2, 3. (a) ¿Por qué se necesita tal amor basado en principios para llevar a cabo el mandato de Mateo 24:14, y cómo manifiestan ese amor los testigos de Jehová? (b) ¿Cómo fue diferente Jesús de los filántropos modernos?
2 El ser nosotros seguidores cristianos del Hijo de Dios requiere esa clase de amor hoy en día. Sin esta cualidad la profecía de Jesús, de que “estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones” antes del fin de este sistema de cosas, jamás podría llevarse a cabo. Él advirtió a los portadores de estas buenas nuevas que “los entregarán a ustedes a tribulación y los matarán, y serán objetos de odio de parte de todas las naciones por causa de mi nombre.”—Mat. 24:9, 14.
3 Hoy en día en 194 países e islas los testigos de Jehová están llevando las buenas nuevas del Reino y lo están haciendo por amor altruista. ¿Qué otra cosa podría mantenerlos yendo a la gente en sus ciudades, poblaciones y aldeas, usando su tiempo y energía, y no obstante en tantos hogares el ser recibidos con desaires o injurias? Ellos no tienen la manera fácil de los filántropos modernos que preparan el terreno para entrar en un estado de afecto con la gente mediante dádivas de dinero, alimento u obras que atraen a los intereses carnales, humanos, de la gente. Es verdad, en dos ocasiones Cristo Jesús hizo que el alimento se multiplicara milagrosamente para provecho de las muchedumbres que habían viajado una larga distancia para oírle. Pero él no hizo una práctica de esto y mostró que no quería “cristianos de arroz” entre sus seguidores. A una muchedumbre de tales personas él le dijo: “Ustedes me buscan, no porque vieron señales, sino porque comieron de los panes y quedaron satisfechos. Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, que el Hijo del hombre les dará.” Luego prosiguió hablando verdades fuertes que muchos hallaron ‘ofensivas,’ con el resultado de que “muchos de sus discípulos se fueron a las cosas de atrás y ya no andaban con él.” Amaban el pan que perece, pero no la verdad, que “permanece para vida eterna.”—Juan 6:25-27, 60, 66.
4, 5. ¿Qué muestra que Jesús no se estaba refiriendo a un amor al prójimo en general cuando dio su nuevo mandamiento de amor?
4 Otros de sus discípulos permanecieron con él hasta el fin de su ministerio. En su última noche con ellos él dijo: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros.” (Juan 13:34) ¿Cómo puede decirse que éste era un “nuevo mandamiento”?
5 La Ley dada a Israel por medio de Moisés unos quince siglos antes había expresado: “Debes amar a tu compañero como a ti mismo.” (Lev. 19:18) Aunque la historia de esa nación mostró que había fracasado miserablemente en llevar a cabo esta ley, no obstante había estado allí en su código de ley durante todos esos siglos. De modo que el simple amor al prójimo ciertamente no era un nuevo mandamiento. Jesús citó esta ley cuando contestó a un indagador experto de la Ley judía quien le pidió que expresara el mayor mandamiento de la Ley. Jesús contestó: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ El segundo es éste: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’” (Mar. 12:29-31) Aunque ese pacto de la ley con Israel fue cumplido y fue quitado del camino después de la muerte de Jesús y después de la institución de un nuevo pacto, no obstante los principios de estos dos grandes mandamientos fueron transferidos a la congregación cristiana recién establecida. (Rom. 12:1, 2; 13:8-10; Sant. 2:8) Para entender lo que quiso decir el nuevo mandamiento de Jesús haríamos bien en ver primero qué requerían estos mandamientos previos.
MENTE, CORAZÓN, ALMA Y FUERZAS
6. ¿Qué requiere de nosotros el amar a Dios con toda nuestra mente?
6 ¡Cuán omnímodo es el decir que tenemos que amar a Jehová con toda nuestra mente, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas! (Mar. 12:30; Mat. 22:37) La mente es el asiento de la inteligencia, y el amar a Dios con toda nuestra mente ciertamente requeriría el que usáramos toda nuestra inteligencia para aprender en cuanto a nuestro Creador y sus propósitos y principios, y luego aplicar inteligentemente este conocimiento en todas las cosas de la vida en armonía con su voluntad. Esto jamás podría hacerse con una manera de vivir ritual, participando en ceremonias rutinarias o en la repetición de oraciones y alabanzas aprendidas de memoria, cosas que no requieren más ejercicio de la inteligencia que un simple niño pudiera usar. Ciertamente el Dios Sapientísimo que hizo este universo inmenso y maravilloso con toda su grandeza y variedad jamás podría aceptar expresión tan raquítica como digna de ser llamada amor verdadero a él. El amor a Dios con toda la mente requiere el ser ‘transformados rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.’—Rom. 12:2.
7. ¿Bastará el aceptar mentalmente nuestra obligación de servir a Dios y nuestra obediencia sobre esa base para demostrar verdadero amor a él? ¿Por qué?
7 El corazón es una expresiva cualidad altruista y desinteresada del individuo, la central de electricidad del cariño y los motivos de uno, de la conciencia y de la conducta moral. El amar nosotros a Dios con todo el corazón jamás permitirá que demos obediencia y servicio a él simplemente a causa de una sensación de obligación o necesidad de hacer lo que le agrada. Una expresión indiferente como ésa mostraría que uno se interesa en solo una cosa: obtener beneficios de Dios, de manera muy semejante al hombre que trabaja para otro con el solo interés en el salario que recibirá. El que ama a Jehová Dios con todo su corazón hará la voluntad de su Creador, no solo porque sabe que debe hacerlo y que su mismísima vida depende de que lo haga, sino también porque quiere hacerlo, porque anhela hacerlo. El fuerte cariño del corazón lo impulsa a agradar a su Padre celestial.—1 Juan 5:3.
8. ¿Cómo podemos amar a Dios ‘con toda nuestra alma’?
8 El amar a Dios con toda su alma equivale a decir que usted lo ama con su mismísima vida como una criatura inteligente. Esto ciertamente elimina el ser un simple adorador del sábado, un amador de Dios de un día a la semana, o uno que adora a Dios solo en ocasiones determinadas durante el año. La vida y el tiempo son inseparables para nosotros; mientras vivimos tenemos tiempo a nuestra disposición y, cuando morimos, el tiempo se ha acabado para nosotros, por lo menos hasta el tiempo en que nuestro Padre celestial crea adecuado despertarnos mediante una resurrección para vivir otra vez. Si amamos a Dios con toda nuestra alma, entonces nuestra entera vida girará en torno de hacer su voluntad. No pensaremos que podemos reservar la primera mitad para nosotros mismos y darle la segunda mitad, nuestra vejez, a él.—Ecl. 12:1.
9, 10. (a) ¿Podemos amar a Jehová Dios con ‘todas nuestras fuerzas’ y todavía trabajar para nuestras necesidades físicas o las de nuestra familia? ¿Cómo? (b) ¿Por qué es el amor genuino a Dios tal expresión íntima?
9 Todas nuestras fuerzas usadas para amar a Dios significarán un servicio vigoroso a él, verdadero esfuerzo hecho para hacer su buen placer. Aunque las fuerzas pueden usarse apropiadamente para ganarse la vida, para atender un hogar, o hasta en diversión de vez en cuando, no obstante Jehová Dios siempre tiene prioridad sobre nuestras fuerzas vitales. Escribiendo a personas que ya habían dedicado su vida a Dios, el apóstol dijo: “Les suplico por las compasiones de Dios, hermanos, que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo, santo, acepto a Dios, un servicio sagrado con su facultad de raciocinio.” ¿No es solo razonable que, puesto que Jehová “hace que todas sus obras cooperen juntas para el bien de los que aman a Dios,” debamos tratar de hacer que todas nuestras obras cooperen para su alabanza y para el bien de todos los demás que lo aman?—Rom. 12:1; 8:28.
10 ¿Qué podría ser más íntimo que este amor que la Biblia dice que debemos tener a Dios? Podemos discutir el papel que la mente, el corazón, el alma y las fuerzas desempeñan separadamente al expresarlo, no obstante en realidad todos tienen que combinarse para que sea genuino. Esto implica el todo de nosotros, sin reserva alguna.
AMANDO A NUESTRO PRÓJIMO COMO A NOSOTROS MISMOS
11. ¿De qué maneras podemos ‘amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos’?
11 Jesús dijo que tenemos que amar a nuestro prójimo, no en vez de a nosotros mismos, sino como a nosotros mismos, haciendo para él lo que quisiéramos que él hiciera para nosotros. No esperamos, ni quisiéramos, que otros suministren para nosotros todas las cosas necesarias sin ningún esfuerzo de nuestra parte. A la vida se le robaría la mayor parte de su interés si otros nos sirvieran en todo y a toda hora. Pero ciertamente apreciamos la generosidad, el compartir cosas buenas, no solo cosas físicas, materiales, sino aun más aquellas cosas que satisfacen nuestras necesidades mentales y espirituales, la conversación estimulante, las palabras edificantes de ánimo. Apreciamos la protección de daño, o las advertencias cuando no nos percatamos del peligro, la guía cuando estamos en duda, el consejo cuando estamos desorientados. Pero también apreciamos cuando otros no nos quitan nuestro derecho de hacer nuestras propias decisiones finales o ejercer nuestro propio juicio en asuntos personales cuando tenemos los hechos a la mano. No queremos que otros se inmiscuyan en nuestros derechos de propiedad mediante robo o uso incorrecto de las cosas que poseemos, y aun más no queremos que se interpongan egoístamente entre nosotros y aquellos a quienes amamos: nuestros cónyuges, nuestros miembros de familia o nuestros amigos. Queremos todas estas cosas y privilegios para nosotros mismos. También debemos querer que nuestro prójimo disfrute de cosas semejantes, y debemos hacer lo que podamos para encargarnos de que lo haga. Como lo expresó Jesús: “Esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas.”—Mat. 7:12.
EL NUEVO MANDAMIENTO
12, 13. (a) El nuevo mandamiento de Jesús sobre el amor quiso decir que se expresara éste ¿de qué manera especial? (b) ¿Cómo mostró Jesús amor extraordinario durante su obra misional en la Tierra?
12 Puesto que por siglos la Ley y los Profetas habían instado a este amor al prójimo en el sentido de tener un interés general en su bienestar, entonces Jesús debe haber querido decir algo más cuando les dijo a sus discípulos que les estaba dando un “nuevo mandamiento.” ¿Qué? Sus palabras nos dicen: El amarse unos a otros “así como yo los he amado.” Aun ellos no apreciaron cabalmente cuánto abarcaba eso, pero pronto lo supieron.—Juan 13:34.
13 Como sus discípulos entendieron después, Jesús había dejado su hogar para estar con ellos, sí, dejó a su Padre, a sus hermanos, a sus asociados más allegados y a sus amigos más afectuosos, y todas sus posesiones y privilegios. Todos éstos estaban en la región celestial de la que había venido en una asignación misional al renunciar a su vida de espíritu como la “Palabra de Dios” y nacer como humano en un establo común. (Juan 1:14; Luc. 2:7) Verdaderamente fue un cambio drástico, inmensamente mayor del que uno pudiera experimentar al dejar el país más progresivo, más próspero, hoy en día y luego ir al país más atrasado, el más azotado por la pobreza en la Tierra. Pero su amor no terminó allí; eso solo fue el principio. Aunque vino a ser un hombre perfecto, sin pecado, superior en todo respecto a los que se hallaban a su alrededor, vivió y trabajó, comió, bebió y durmió entre gente que era imperfecta, pecaminosa, enferma y moribunda. Si los primeros treinta años de su vida pudieran llamarse “normales,” los últimos tres años y medio ciertamente no. Él había amado a sus prójimos como a él mismo durante todos esos años, pero ahora los amó de una manera singular. De un extremo de Palestina hasta el otro incansablemente les enseñó y agotó sus fuerzas a favor de ellos y a favor de la verdad en cuanto a los propósitos de su Padre. Cuando no estaba enseñando al público, estaba entrenando a sus discípulos; aunque a veces la afluencia de gente a él era tal que “ni oportunidad tenían siquiera para tomar una comida.”—Mar. 6:31.
14. ¿Qué muestra que Jesús no abogó por la manera de vivir ascética aunque fue abnegado?
14 ¿Ascetismo? De ninguna manera. Aceptó muchas invitaciones a comidas y hasta a banquetes, así como por lo menos a una boda, y sin duda se divirtió. Apreciaba las cosas buenas que le hacían. Cuando comía con su amigo Lázaro, la hermana de Lázaro, María, usó aceite costoso que valía unos 50 dólares para ungir sus pies. Judas expresó indignación y profesó interés amoroso en los pobres que pudieran haber sacado provecho de la venta del aceite. Pero Jesús le dijo: “Déjala, para que guarde esta observancia en vista del día de mi entierro. Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre.” (Juan 12:1-8) Pero sea que su amor altruista expresado en su ministerio incitaba a otros a responder con amor o no, el propio amor de Jesús continuó sin disminuir.
15. (a) ¿Cómo dio énfasis Jesús a la necesidad del amor a sus discípulos? (b) El nuevo mandamiento requirió que ellos amaran a ¿quiénes, y sobre qué base?
15 ¿Nos sorprendemos, entonces, de que en su noche final con sus discípulos diera tal énfasis al amor, el amor genuino basado en principios? Más de treinta veces habló de amor y de ser amorosos, y tres veces repitió el mandamiento de que “se amen los unos a los otros.” (Juan 13:34; 15:12, 17) ¿Cómo podrían probar ellos mismos ser discípulos suyos si carecían de tal amor? ¿Fue su mandamiento que ‘amaran a su prójimo como a ellos mismos’? Deberían hacerlo y lo hicieron, pero éste no era el nuevo mandamiento. Habían de amarse unos a otros, tener amor entre ellos mismos como discípulos cristianos, y un amor como el que Jesús les había mostrado como discípulos amados, hombres que amaban a su Padre, que amaban la verdad, y que lo amaban a él. Él les dijo: “Nadie tiene mayor amor [agape] que éste: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando.” (Juan 15:13, 14) A la mañana siguiente supieron lo que él quiso decir.
16. (a) ¿Cómo mostró Jesús amor superlativo a sus amigos? (b) ¿Qué palabras deben haber recordado entonces sus discípulos?
16 Uno de ellos pudo haberlo visto, si solo desde lejos, mientras que nosotros solo podemos imaginárnoslo: sus manos sujetadas, una sobre la otra, hasta que el clavo largo perforó y atravesó la carne hasta introducirse en la madera. Lo rojo de su sangre comenzó a manchar sus manos cuando otro clavo largo fue introducido en sus pies. Luego el madero fue puesto verticalmente hasta que todo su peso pendía de estos dos puntos. Seis horas después estaba muerto y así fue eximido de que sus piernas fueran rotas brutalmente. Si todos sus discípulos no lo vieron, pronto tuvieron noticia de ello de parte de los que lo vieron. (Juan 19:25-27) ¿Se avergonzarían de él? ¿Querrían negar que habían seguido a este hombre, que habían creído en sus enseñanzas, que habían creído que él era el escogido de Dios para gobernar en Su reino? Pedro por lo menos debe haber recordado lo que Jesús les dijo después de reprender a Pedro por sus objeciones sentimentales a predicciones de estas mismísimas cosas. “Si alguien quiere venir en pos de mí,” Jesús dijo, “repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo. Porque el que quiera salvar su alma la perderá; mas el que pierda su alma por causa de mí y de las buenas nuevas la salvará. . . . Porque el que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también se avergonzará de él cuando llegue en la gloria de su Padre con los santos ángeles.”—Mar. 8:34-38.
17, 18. (a) ¿Qué propósitos amorosos efectuó Jesús mediante su muerte? (b) ¿En qué maravillosa relación podemos entrar ahora, y cómo?
17 Mediante su muerte Jesús efectuó su propósito principal al venir a la Tierra: vindicar el nombre amado de su Padre. (Juan 17:6; 18:37) También suministró un rescate para toda la humanidad que quiera aceptarlo y a quienes pueda decir: “Ustedes son mis amigos [porque] hacen lo que les mando.” (Juan 15:14) Él consiguió el derecho para servir como rey de un nuevo gobierno capital con su trono en los cielos y para servir a favor de sus seguidores como sumo sacerdote de Dios, “no . . . a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a uno que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado.”—Heb. 4:15.
18 Cuarenta días después de su resurrección Jesús fue a casa otra vez a la región celestial, pero nunca ha olvidado esta asignación misional donde sirvió durante treinta y tres años y medio. Hoy en día él gobierna como rey hacia esta Tierra en su reino establecido, y aun ahora podemos disfrutar de su amor y cariño y del amor y cariño de su Padre, Jehová Dios, si nosotros también probamos ser sus discípulos. Se requerirá amor de nuestra parte.—Mat. 25:31-40; Juan 15:7-10.
19. (a) ¿Qué cualidad manifestada entre los testigos de Jehová ha observado la gente alrededor del mundo, y por qué es rara? (b) ¿Por qué los obliga el amor verdadero a llevar vidas que muchos no consideran como “normales”?
19 Los fieles discípulos de Jesús cumplieron el nuevo mandamiento, y hoy en día la sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová se está esforzando sinceramente por cumplirlo también. Sus asambleas, nacionales e internacionales, los han colocado ante los ojos del público, así como su actividad de casa en casa los ha puesto en comunicación con familias individuales en millones de hogares alrededor del globo terráqueo. Su amor fuerte a Dios, al prójimo, y unos a los otros se ha comentado en periódicos, por radio, y en noticiarios de muchas naciones. Las fricciones internacionales, las facciones nacionales, las diferencias raciales no pueden quebrantar su vínculo de amor. La persecución y el oprobio no los ha amargado. (1 Cor. 13:6, 7) Quizás para muchos la vida que llevan no parezca “normal” ya que asisten con regularidad a sus reuniones de congregación tres veces a la semana y emplean mucho de su tiempo libre los fines de semana y las noches en obra de instrucción bíblica. Pero los testigos de Jehová saben que el mundo de hoy en día no es un mundo “normal” ni estos tiempos son “normales.” El cumplimiento inequívoco de las profecías bíblicas, que señalan a éste como el tiempo más extraordinario y significativo de la historia de la Tierra, suministra factores que el amor verdadero no pasará por alto. Sí, hoy en día, encarándonos al Armagedón, debemos tener presente el pensamiento sobrio de que millones, aun miles de millones, de vidas en breve pueden llegar a un fin veloz y decisivo, poniendo a sus dueños anteriores fuera del alcance de cualquier expresión de amor de nuestra parte.—Mat. 24:34-42.
20. (a) En cuanto a tal modo de vivir “normal,” ¿qué requiere de cada uno de nosotros el nuevo mandamiento del amor? (b) ¿Por qué es tan vital el aprender y el desarrollar amor genuino ahora?
20 ¿Qué hay en cuanto a nosotros como individuos? ¿Cumpliremos individualmente el mandamiento: “Que se amen unos a otros . . . así como yo los he amado”? ¿Estamos anuentes a sacrificar lo que el mundo llama una vida “normal” para dedicarnos a ayudar a nuestros hermanos y a las personas interesadas que muestran amor a la justicia a conseguir vida eterna, aun arriesgando o perdiendo nuestra vida a favor de ellos? Cada día algunos testigos de Jehová están haciendo exactamente esto, detrás de la Cortina de Hierro y en otros lugares. ¿Por qué no? “En esto hemos venido a conocer el amor, porque ése entregó su alma por nosotros; y nosotros estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos.” (1 Juan 3:16) Necesitamos aprender el amor verdadero ahora y aprenderlo bien para que en pruebas futuras, situaciones tentadoras, decisiones difíciles, el amor nos impulse a hacer lo que sea correcto y a aguantar. Entonces, aunque el mundo trate de influir en nuestras emociones, excitar el sentimiento, o cegarnos a principios y a los verdaderos intereses de la vida de otros, veremos claramente qué es la cosa amorosa que hacer.—Sant. 1:12; 1 Juan 4:17, 18.
21. Con el nuevo orden de Dios que se ha acercado, ¿qué expectativas nos asegura el amor verdadero, y a hacer qué debemos ser estimulados?
21 El nuevo orden de Dios se ha acercado y en él sus súbditos terrestres, mediante el amor, producirán logros mil veces más maravillosos que cualquier cosa que el egoísmo haya podido hacer en este presente orden. Harán de esta Tierra no solo un paraíso literal sino también un paraíso espiritual, lleno del fruto del espíritu de Dios: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad y gobierno de uno mismo. Con los intereses de la vida de usted en el fondo nuestra oración es “que el amor de ustedes abunde todavía más y más con conocimiento exacto y pleno discernimiento; para que se aseguren de las cosas más importantes, para que estén exentos de defectos y no estén haciendo tropezar a otros hasta el día de Cristo, y estén llenos de fruto justo, que es por medio de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios.”—Fili. 1:9-11.
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