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¡Cuídese para que no pierda su lugar!La Atalaya 1959 | 1 de enero
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predicación pública. También incluye una unión armoniosa con la Cabeza de la organización en asuntos espirituales de doctrina y enseñanza. “Los exhorto, hermanos, por medio del nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos ustedes deben hablar de acuerdo, y que no debe haber divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos con la misma mente y con la misma forma de pensar.” No puede haber divisiones en creencias y enseñanza de las verdades bíblicas. Por lo tanto, si alguno en la organización se constituyera expositor de doctrinas nuevas y extrañas no fundadas en las Escrituras reveladas, y en oposición a lo que el Señor Dios ha puesto de manifiesto por medio de su organización teocrática, entonces esa persona estaría enteramente fuera de lugar, tan fuera de lugar como la leprosa María lo estuvo cuando fué puesta en cuarentena fuera del campamento de Israel porque trató de causar una división en esa sociedad teocrática de hace mucho tiempo.—1 Cor. 1:10; Núm. 12:1-16.
16. Para permanecer en el servicio activo como “esclavos” de Jehová y de Cristo, ¿qué tenemos que hacer?
16 Servicio útil a las “autoridades superiores,” Jehová Dios y Cristo su Rey, también se exige de todos los que mantienen sus lugares. “Sean esclavos de Jehová,” dicen las Escrituras. “Cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová, y no para los hombres, porque ustedes saben que es de Jehová que recibirán la debida recompensa de la herencia.” Los que son esclavos voluntarios de Jehová también son “esclavos [voluntarios] del Señor Cristo.” (Rom. 12:11; Col. 3:23, 24) A éstos este Amo amoroso extiende la invitación: “Tomen mi yugo sobre ustedes y háganse mis discípulos, . . . Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.” Aquí, entonces, ustedes los miembros de la sociedad del nuevo mundo, es donde está su lugar apropiado—bajo el yugo fácil de servicio de Cristo, halando con él y con su organización. No hay lugar en esta organización teocrática para los que se retraen y que tienen que ser aguijoneados, o para los que de mala gana y perezosa y lentamente arrastran los pies moviéndose sin entusiasmo, o para los que obran independientemente y obstinadamente quieren salirse con la suya. Los esclavos voluntarios de Jehová son y tienen que ser trabajadores industriosos, trabajadores voluntarios, trabajadores diligentes, que gozosa y alegremente se asocien con Cristo Jesús y unos con otros y apliquen su mente y cuerpo y todos sus talentos y energías físicas a adelantar los intereses del Reino. Eso es lo que Jesús hizo, y los testigos de Jehová hoy día tienen el privilegio de ser “substitutos por Cristo.”—Mat. 11:29, 30; 2 Cor. 5:20.
17. ¿Qué se requiere de todos los que mantienen su lugar cuando se trata de aguante y de guardar los pactos?
17 “Ningún hombre que ha puesto la mano en el arado y mira a las cosas atrás, es muy apto para el reino de Dios.” Así expresó Jesús un principio importante, a saber: el aguante es lo que gana. El aguante se requiere de todos los que hayan de retener su lugar en la sociedad del nuevo mundo. “El que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo.” “Pruébate fiel aun bajo peligro de muerte, y te daré la corona de la vida.” (Luc. 9:62; Mat. 24:13; Apo. 2:10) Una vez que aceptamos las responsabilidades que acompañan a un nombramiento teocrático, se requiere que nos adhiramos fielmente a esa asignación. Nunca sea usted un desertor, porque Jehová desaprueba a los desertores y son quitados del lugar a que han sido nombrados. Demas fué un desertor, uno que abandonó sus privilegios teocráticos, simplemente porque “amó el presente sistema de cosas.” Judas Iscariote fué otro desertor y perdió toda esperanza de volver a un lugar de vida. Fué después que este infiel había sido despedido de la última cena pascual que Jesús dijo a los once fieles que quedaban: “Ustedes son los que han permanecido conmigo en mis pruebas; y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino.” Puesto que los quebrantapactos y los “falsos a los acuerdos,” por ser desertores, “son merecedores de la muerte,” el guardar los pactos llega a ser un asunto importantísimo.—2 Tim. 4:10; Luc. 22:28, 29; Rom. 1:31, 32.
18. De modo que, ¿cuáles son los resultados provechosos de mantener nuestro lugar apropiado en la sociedad del nuevo mundo?
18 Por lo tanto, ustedes los de la sociedad del nuevo mundo, todos ustedes, con aguante pruébense fieles a sus votos de dedicación. Continúen “manteniendo firmemente asida la palabra de vida.” Nunca la suelten y nunca perderán su lugar. Y manteniendo su lugar ahora en la sociedad del nuevo mundo, ustedes probarán que son dignos de vivir para siempre, ya sea asociados con Cristo Jesús en los cielos, o aquí sobre la tierra bajo condiciones edénicas de perfección—todo para su bendición y prosperidad eternas y, sobre todo, ¡para la honra y gloria y vindicación de la santísima Palabra y el santísimo nombre de Jehová!—Fili. 2:16.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1959 | 1 de enero
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Preguntas de los lectores
● ¿Será sólo asunto de verbosidad o exageración o será despectivo para con Jehová el que nos refiramos a él como Jehová Dios?
Evidentemente se hace esta pregunta porque Jehová es el nombre exclusivo del Creador del cielo y la tierra, y Dios es su título como Creador; según leemos en Génesis 1:1: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra.” Es verdad que el nombre Jehová identifica inmediatamente quién es él, pero no es raro en las Escrituras el que se designe a una persona por su nombre y que también se añada su título. Como ejemplo de esto podemos considerar al mismo Hijo unigénito de Dios. Muchas veces en la Santa Biblia se le llama Jesucristo. Jesús es el nombre personal que se le dió al Hijo de Dios en la tierra como hombre; y Cristo es el título, que significa el Ungido, el cual se le confirió inmediatamente después que fué bautizado en el río Jordán y Dios derramó su espíritu santo sobre él, de ese modo ungiéndolo.
Ah, pero puede que alguien levante la objeción de que el nombre Jesús no es exclusivamente del Hijo de Dios. “Jesús” es la manera en que los griegos pronunciaban el nombre hebreo Josué, el cual es la forma abreviada del nombre más largo Jehoshua, que significa “Jehová es salvación.” El nombre del sucesor del profeta Moisés fué Josué, hijo de Nun; y en el libro a los Hebreos (que originalmente fué escrito en griego) el autor inspirado al referirse a este Josué lo llama Jesús. Hoy también, en la América latina, hay muchos hombres que se llaman Jesús. De modo que para distinguir a Jesús el Hijo de Dios de todos estos otros hombres, que antigua y modernamente se han llamado Jesús, hay que designarlo como Jesucristo, Jesús el ungido de Dios.
Pero no puede decirse que esto es cierto del nombre de Jehová, a saber, que se haya dado este nombre a muchos hombres. Ese es el nombre que Dios se dió a sí mismo y que es exclusivamente suyo. No se le da a ninguna de sus criaturas en el universo. El nombre de algunas de éstas tal vez incluya el nombre Jehová en una combinación, pero ni una de estas personas se llama por el solo nombre Jehová. Así que ese nombre Jehová es la designación exclusiva que aplica al único Dios vivo y verdadero. Y cuando se pronuncia el nombre Jehová automáticamente significa Dios, Creador de los cielos y de la tierra.
Esa es una declaración verídica. A pesar de ese hecho, el que usemos la expresión Jehová Dios para designarlo no sería despectivo para con el Creador del cielo y de la tierra. ¿Por qué no? Porque la Biblia, inspirada por el Creador mismo, usa esa expresión muchas veces, comenzando con Génesis 2:4, donde leemos: “Esta es una historia de los cielos y la tierra al tiempo de ser creados, en el día que Jehová Dios hizo tierra y cielo.”
Pero algunos tal vez se opongan, diciendo que el título “Dios” fué insertado después del nombre Jehová por algún desconocido que redactó los manuscritos bíblicos más tarde. Quizás éstos se refieran al hecho de que la palabra “Dios” aparece sola en todo el primer capítulo de Génesis en conexión con el registro acerca de la creación terrenal, y que el nombre Jehová no aparece sino hasta el segundo
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