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  • Más se ha perdido que eslabones
    La Atalaya 1954 | 1 de mayo
    • hallazgos no respaldan su teoría los evolucionistas ocultan esa evidencia, como admite el evolucionista Hooton, profesor de antropología de Hárvard: “Los hombres fósiles heréticos y que no se conformaban a lo esperado fueron relegados al limbo de los aparadores oscuros de los museos, olvidados o hasta destruídos.” Incidentalmente, cuando Hooton oyó de la ignominia y fallecimiento del hombre de Piltdown lo llamó “trágico.” Esto no es extraño cuando se considera que lo había defendido firmemente en sus escritos.

      Pero los evolucionistas continuarán ostentando sus “eslabones” y harán propaganda a favor de ellos con dogmatismo cabal. De principio a fin, la teoría de la evolución es respaldada por aseveraciones, no por evidencia. Quien arguye contra ella no es autoridad, y quien la critica no es científico; así dicen para intimidar y amedrentar a los críticos y hacer que la gente engulla la teoría mediante la tiranía de la autoridad. Por eso no sólo están perdidos los eslabones, sino que también están perdidas las pruebas y las maneras imparciales de considerar el caso y los métodos científicos. A pesar de negaciones ardientes, la evolución se acepta por “fe” y fe sola.

      Ahora su fe en el hombre de Piltdown ha desaparecido. Sus palabras acerca de él son falsas, su sabiduría quedó descubierta como insensatez. “La sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios.” Pero, “La palabra hablada por Jehová dura para siempre.”—1 Cor. 3:19; 1 Ped. 1:25, NM.

  • Los monásticos esenios
    La Atalaya 1954 | 1 de mayo
    • Los monásticos esenios

      ¿HA OÍDO usted alguna vez acerca de los esenios? ¿No? Bueno, eso de ninguna manera sorprende. Aunque vivieron en Palestina en el tiempo de Cristo, fueron una secta tan pequeña e insignificante que ni se menciona una sola vez en las Escrituras. Lo que sabemos acerca de ellos nos ha sido transmitido por Josefo, Filón y Plinio el Antiguo. Dado que la confiabilidad de estos escritores no es tan buena como uno la desearía, no nos sorprende descubrir que existen diferencias entre los eruditos concerniente a estos esenios.

      Particularmente dependemos de Josefo por lo que se sabe tocante a los esenios, él habiendo tenido conocimiento directo de ellos. Aunque Josefo mismo fué fariseo, y aunque los esenios ascendían sólo a unos cuatro mil miembros, no obstante hallamos que él dedica diez veces más espacio a los esenios que a los fariseos y saduceos. ¿Por qué dedicaría Josefo tanto espacio a los esenios cuando los escritores de la Biblia los pasaron por alto por completo? Porque los escritores de la Biblia sencillamente se interesaban en dar un registro exacto de los acontecimientos trascendentales que ocurrían en su día, mientras que Josefo, un judío que vivía en la Roma saturada de cultura griega, estaba interesado principalmente en hacer una buena impresión ante los romanos, y halló a los esenios particularmente útiles en este propósito, ya que ellos habían adquirido más filosofía griega que cualquier otra secta judía.

      Es interesante notar que los Sectarios del mar Muerto, escritores del rollo de Isaías del mar Muerto y otros rollos que se encontraron cerca del mar Muerto en 1947, parecen haber sido esenios; porque entre los rollos que se encontraron había un manual de sus costumbres y actividades, el cual tiene un parecido notabilísimo con lo que Josefo dice acerca de los esenios. Donde existe una diferencia clara se puede explicar sobre la base de que Josefo coloreó su relato para hacer que los esenios parecieran tener más de la cultura griega de lo que realmente era el caso.

      ¿Por qué llamar a los esenios monásticos? Porque ellos tuvieron una “organización monástica,” una “análoga a instituciones monásticas de fecha posterior.” Eran una secta de ascetas místicos que refrenaban severamente a la carne y daban a las Escrituras un significado místico o alegórico. Parece que se desarrolló gradualmente, desconociéndose su origen exacto. La primera mención de ellos se hizo durante el tiempo de los macabeos, alrededor de 150 años antes de Cristo. Sus miras religiosas fueron influenciadas por filosofía griega o persa, y por eso no debe extrañar el que ellos creyeran en la inmortalidad del alma y en la predestinación.

      Algunos, como la Cyclopædia de McClíntock & Strong, opinan que ellos realmente eran fariseos extremados, los que practicaban el celibato, en su mayor parte, y que llevaban las enseñanzas farisaicas hasta su extremo lógico, más bien que por medio de sofistería adaptar sus enseñanzas para satisfacer su conveniencia, como era el caso con los fariseos en general. Entre los puntos que los esenios y los fariseos tenían en común estaban: la consideración de la comida social como un sacramento; bañarse cada vez antes de participar de ella; bañarse cada vez después de hacer del cuerpo; cubrirse la parte inferior del cuerpo con un delantal pequeño cuando se bañaban; cuatro grados o clases de pureza dentro de la secta; considerar una asamblea para adoración como sagrada si diez personas, un número completo, estuvieran presentes; abstenerse de juramentos; rehusar mover una vasija los sábados.

      COSTUMBRES DE LOS ESENIOS

      Hay mucha opinión contradictoria en cuanto al por qué esta secta de los judíos fué llamada “esenios.” En realidad, unas veinte diferentes explicaciones se dan, la mayor parte de las cuales tiene que ver con sus costumbres peculiares, tales como el ser “callados,” “videntes,” “piadosos,” “médicos,” “hermanos,” “retirados o solitarios.”

      Los esenios vivían principalmente en comunidades rurales y eran presididos por un presidente que también actuaba como juez, y quien era elegido por todos los miembros de la comunidad. Se ocupaban en diversas clases de labranza, cultivando grano, criando rebaños, abejas, etc., y hacían su propia ropa; el conseguir algo de los extraños los habría contaminado. Mantenían todo en común y se oponían a la esclavitud y la guerra. Adoptaban a los hijos ajenos, puesto que ellos mismos no tenían ninguno propio.

      Levantándose temprano por la mañana comenzaban el día con oración, con la cara al sol, una forma de adoración del sol. No podían participar en ninguna conversación seglar hasta después de la adoración de la mañana. Luego atendían a sus deberes. A la quinta hora, o cerca de las once, se bañaban, se ponían túnicas blancas y se reunían en su refectorio o comedor sagrado para su comida, la cual consistía de alimento muy sencillo. Esta la presidía el sacerdote y, aparte de que él daba gracias al comienzo y al fin de la comida, nadie hablaba. Luego se ponían su ropa de trabajo otra vez y trabajaban hasta terminarse el día.

      Además de actividades agrícolas y otras relacionadas, se interesaban en las artes curativas, usando especialmente raíces para medicina. También se interesaban en hacer actos de caridad a otros. Habiendo entregado todo su dinero al tesoro común a menudo se hallaban

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