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  • Lo que los músculos pueden hacer, y lo que no
    ¡Despertad! 1981 | 8 de mayo
    • fibras musculares para formar ATP. Parte de la glucosa de la sangre se almacena en los músculos como carbohidratos, o hidratos de carbono, llamados glicógeno. Entonces, a medida que se necesita el ATP, este glicógeno se descompone en glucosa, la cual, sin el uso de oxígeno, produce ATP.

      Estos métodos para hacer el ATP se utilizan simultáneamente, pero a diferentes grados, según las circunstancias. La clase de ejercicio, su intensidad, su duración, el estado físico de la persona... todos éstos son factores que rigen la cantidad del ATP que suministrará cada método en tiempos dados. Sin embargo, con relación a carreras de fondo, cuando ha habido ejercicio intenso por largo tiempo la producción del ATP depende principalmente del glicógeno.

      Frecuentemente los que participan en maratones recurren a una práctica que se llama cargarse de carbohidratos. Pocos días antes de una carrera, se hartan de carbohidratos, y al hacerlo pueden aumentar la cantidad de glicógeno almacenado en los músculos hasta en 300 por ciento. Sin embargo, un producto secundario de este uso del glicógeno es el ácido láctico, y la acumulación de éste en los músculos causa fatiga, y con el tiempo dolor muscular.

      ¿Adorar a los músculos, o al Hacedor de ellos?

      Es mucho lo que los músculos pueden hacer: Pueden tirar una pelota de modo que haga curva y caiga y se deslice. Pueden equilibrar el cuerpo en posición vertical apoyado en una sola mano. Pueden hacer que el cuerpo salga volando por el aire y gire y voltee con gracia. Los músculos del brazo pueden levantar pesos de veintenas de kilos por encima de la cabeza. Los músculos de las piernas pueden impulsar el cuerpo por encima de una barra a una altura de dos metros, o alzarlo sobre el suelo por una distancia de casi nueve metros, o hacerle correr 90 metros en casi nueve segundos, ó 1,6 kilómetros en menos de cuatro minutos, ó 40 kilómetros en poco más de dos horas. O pueden mantenerse en carrera por 80 kilómetros, ó 160. En México los indios tarahumaras corren 320 kilómetros. Se hace la afirmación dudosa de que los mahetang, monjes tibetanos especialmente entrenados para ser “veloces de pie,” corren 480 kilómetros en 30 horas a la vez que repiten sus mantra sagrados en coordinación con sus zancadas y respiración.

      Los músculos inspiran admiración. Pero los músculos no son dioses. Parece que algunos corredores creen que lo son... una minoría de ellos, sin duda. Uno de ellos compara el correr a la búsqueda del Santo Graal. Otro corredor afirma que “la búsqueda del espíritu por medio del cuerpo apenas ha empezado.” El Dr. George Sheehan, a quien muchos llaman el sumo sacerdote del correr, dijo: “El peligro que afronto es no alcanzar mis límites y hallar a Dios. Pero en esto me ayuda el correr.” Una corredora que corre al trote compara su experiencia de correr a una conversión. La esposa de un corredor dijo: “Tomás era metodista antes. Ahora es corredor.” En su libro sobre el correr, Joel Henning dijo: “Ciertamente es una forma de adoración, un esfuerzo por hallar a Dios.” Bob Anderson, director de la publicación On the Run, declaró: “Alguien dijo en una ocasión: ‘Para que la humanidad sobreviva, tendrá que inventar una religión nueva.’ Esa religión ya ha sido inventada. Es la religión del corredor.”

      Pero, ¡espere un momento! Los músculos no pueden salvar. Solo el Hacedor de ellos puede hacer eso. Los músculos reflejan la sabiduría creadora de Jehová. Vea Su genio desplegado en la agilidad, velocidad, fuerza y aguante de los músculos. Nótelo en las complejidades electroquímicas: millones de reacciones en millones de fibras cada segundo del día, todas ellas controladas y sincronizadas sin que pensemos en ellas. Sin que pensemos en ello los músculos desempeñan su tarea de mantenernos vivos: los pulmones respiran, el corazón late, la sangre circula, los órganos digieren, las glándulas secretan, los circuitos eléctricos funcionan... y mucho, mucho más sucede, de lo cual nunca nos damos cuenta.

      El entrenamiento muscular es beneficioso, pero no ha de compararse al entrenamiento en la devoción piadosa. “El entrenamiento corporal es provechoso para poco,” escribió el apóstol Pablo, “pero la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir.” (1 Tim. 4:8) Disfrute de la clase de ejercicio que acostumbre hacer. Goce de los beneficios que provienen de él. El ejercicio puede hacer que se sienta mejor. Sin embargo, la devoción piadosa puede hacer lo que los músculos nunca pueden hacer... hacer que usted viva más tiempo, aun para siempre. Como cantó el salmista:

      “No es la fuerza del caballo ni los músculos del hombre lo que más agrada al Señor; a él le agradan los que le honran.”—Sal. 147:10, 11, Versión Popular.

  • El dinero no garantiza la felicidad
    ¡Despertad! 1981 | 8 de mayo
    • El dinero no garantiza la felicidad

      En un artículo sobre cómo lograr una vida mejor en los años ochenta, la Dra. Joyce Brothers explicó que el dinero puede “comprar la felicidad” solo en el sentido de que con él se puede pagar por necesidades tales como el alimento y la ropa. Agregó:

      “Puede ser que una persona con un ingreso de 100.000 dólares viva más cómodamente, esté mejor vestida y lleve mejor clase de vida que alguien que tenga un ingreso de 20.000 dólares, pero no será notablemente más feliz.

      “El hombre o la mujer que gane 20.000 dólares al año probablemente exprese sorpresa al leer esto, pero los hechos demuestran que un salario razonablemente adecuado sí resulta en felicidad y que esto rara vez sucede cuando se ganan grandes sumas de dinero.

      “El dinero es un engaño. También puede ser un lazo, una trampa que impide a la persona alcanzar sus más anheladas metas. . . . El dinero es un medio de lograr un fin, no es un fin en sí.”—“Post” de Nueva York, 21 de enero de 1980.

      En confirmación de esto, el mismo periódico, con fecha de 16 de marzo de 1979, dijo lo siguiente: “Los cálculos más recientes del censo indican que de las 50.000 a 70.000 personas que se suicidan en este país en un año, casi el 80 por ciento gana ingresos altos. No cabe duda de que la mayoría de estas personas padecen de alguna forma ligera o severa de enfermedad depresiva que no ha sido diagnosticada.”

  • La revista le aguijoneó la conciencia
    ¡Despertad! 1981 | 8 de mayo
    • La revista le aguijoneó la conciencia

      La siguiente experiencia ilustra la influencia positiva que ejerce “¡Despertad!” en las personas. Un Testigo del sur de Francia escribió: “Un día hallamos el siguiente mensaje en el buzón del Salón del Reino: ‘Estimado señor superintendente: Soy suscriptor de la revista “¡Despertad!” y por eso me atrevo a pedirle que me haga un favor. Pero prefiero permanecer anónimo. A causa de un error que cometí hace unos 10 años, debo aproximadamente 45 dólares en materiales a la empresa F‐‐‐‐‐‐. Le confío a usted la responsabilidad de liquidar esta deuda para mí . . . Si la empresa rehúsa aceptar el dinero, sírvase usarlo para el Salón del Reino. Le agradece, su servidor.’

      “Así que procedimos a pagar el dinero a la empresa. El director de ésta quedó asombrado y nos agradeció la parte que desempeñamos en el asunto, y le encantó el resultado.”

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