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  • Siguiendo ‘tu luz y verdad’
    La Atalaya 1969 | 15 de julio
    • casa, lo cual fue un gran apoyo para mí en aquellos días tempranos de mi ministerio de tiempo cabal. Fielmente me estimuló tanto como pudo hasta que murió en 1921.

      Para entonces nuestra congregación había aumentado tanto que pudimos alquilar un salón en la calle Flagler, en el centro de Miami. Nunca creí tener las cualidades de acaudillamiento, ni me sentía adecuado para pronunciar discursos públicos. Sin embargo, debido a que tenía un gran deseo de adquirir la verdad de la Palabra de Dios y leía y estudiaba muy extensamente, muchos me consultaban con frecuencia y me daba mucho gusto poder ayudar a los de mi congregación a obtener entendimiento más claro de la verdad, la cual seguía haciéndose cada vez más clara.—Pro. 4:18.

      SIRVIENDO CON LA CENTRAL DE LA WATCH TOWER

      Entre los que eran una inspiración para mí estaban los representantes viajeros de la Sociedad Watch Tower, a los cuales se conocía como peregrinos. Mientras estaban en Miami siempre se hospedaban en nuestra casa y yo atesoraba muchísimo las conversaciones y la asociación de que disfrutaba con ellos. Fue uno de estos peregrinos el que estimuló mi interés en los privilegios de servicio que estaban disponibles en la central de la Watch Tower en Brooklyn, Nueva York. De modo que hice mi solicitud, en breve fui llamado, y llegué a ser miembro de la familia Betel de Brooklyn el 15 de mayo de 1922. Siempre estaré agradecido por el estímulo que me dieron para que solicitara el servicio de Betel, ya que ahora ha sido mi “hogar, dulce hogar” por cuarenta y seis años.

      La Sociedad justamente comenzaba a publicar algunos de sus propios libros, y pasé mis primeros diez años en Betel trabajando en una máquina que cosían las partes de los libros. En aquellos días solo teníamos cuatro de estas máquinas para coser. Hoy tenemos treinta y siete, sin mencionar las demás máquinas para coser en las otras imprentas a través del mundo. Después de aquellos diez años tuve el privilegio de transportar productos de las granjas de la Sociedad al hogar Betel de Brooklyn, también durante diez años. Aunque este trabajo era difícil, disfruté mucho de él. También se tenía que transportar alimento de una línea de embarque que solía transportar frutos cítricos de una granja que la Sociedad tenía en Florida. Yo también le suministraba a la familia de Betel varias clases de melones. Para obtener éstos iba a las zonas donde se cultivaban y hacía ‘tratos’ provechosos con los agricultores que tenían excedentes. Pero el aspecto de esta asignación de que más disfrutaba era las oportunidades que me proporcionaba de tener conversaciones con el hermano Rutherford, el presidente de la Sociedad en aquellos años. El con frecuencia pasaba algún tiempo en una u otra de estas granjas, ya que esto le suministraba un ambiente ideal en el cual meditar y escribir.

      Luego en 1942 tuve el privilegio de volver a trabajar en hacer libros, ayudando durante cinco años en una máquina que recortaba los tres lados de los libros. En 1947 fui trasladado al departamento de envíos, donde pasé los siguientes ocho años de servicio gozoso participando en despachar la literatura impresa. Siempre ha sido una fuente de satisfacción verdadera para mí el comprender que esta literatura en producir y despachar la cual yo participaba realmente es la manera en que Jehová Dios está contestando hoy la oración de sus siervos: “Envía tu luz y tu verdad.”

      El ver cómo Jehová Dios ha guiado a su pueblo y ha hecho prosperar a su organización todos estos años ha hecho mucho para fortalecer mi fe. Cuando llegué por primera vez a la central de Brooklyn, nuestra planta editora solo constaba de una zona pequeña de espacio alquilado. Entonces en 1926 la Sociedad edificó su propia planta editora de ocho pisos que constaba de aproximadamente 6.500 metros cuadrados de superficie. En 1949 se construyó una adición de nueve pisos como parte integrante de la fábrica original, añadiendo unos 6.700 metros cuadrados. Solo habían pasado seis años cuando nuevamente nos conmovió a todos una empresa, a saber, cuando la Sociedad empezó la construcción de un edificio de trece pisos al otro lado de la calle de nuestra fábrica y que consta de unos 17.850 metros de superficie.

      Este edificio iba a usarse principalmente para imprimir y despachar las revistas Atalaya y ¡Despertad! Tan pronto como estuvo listo para usarse este edificio, fui asignado al departamento de envíos por correo en este edificio donde, al tiempo de escribir esto, todavía tengo el privilegio de estar trabajando. ¡Y cómo ha aumentado la distribución de estas revistas, que desempeñan un papel tan prominente en enviar Jehová ‘su luz y verdad’! En 1922, cuando llegué a la central de Brooklyn, la Sociedad produjo 3.250.000 revistas. ¿Y cuál es la cifra de la producción ahora? Bueno, el año pasado tan solo la planta de Brooklyn produjo más de cincuenta veces esa cantidad, o sea, ¡cada semana se produjo una cantidad igual a la que produjimos en 1922 en todo el año!

      Ahora en mis años de declinación física mi corazón se llena de gratitud y gozo por las muchas bendiciones que he tenido en estos cincuenta y ocho años en que he seguido la ‘luz y verdad’ de la Palabra de Jehová, y en particular por los cuarenta y seis años en los cuales he tenido el privilegio de servir de tiempo cabal en Su central terrestre.

      Algún tiempo después de escribir su biografía Calvin Prosser terminó su derrotero terrestre, el 13 de diciembre de 1968; él era del resto de los herederos del reino celestial. Su funeral se celebró en Staten Island el 16 de diciembre, y condujo el servicio Max Larson, siervo de fábrica y amigo personal de él por largo tiempo y también uno de los directores de la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc. Entre los presentes estuvieron amigos y parientes de Florida y Delaware, así como una veintena o más del hogar Betel de Brooklyn, la mayoría de los cuales había conocido a Calvin Prosser por más de cuarenta años. Aunque sus amigos lamentan que haya muerto, se regocijan porque ahora también le aplican las palabras: “Felices son los muertos que mueren en unión con el Señor desde este tiempo en adelante. Sí, dice el espíritu, que descansen de sus labores, porque las cosas que hicieron van junto con ellos.”—Rev. 14:13.

  • En las garras del crimen
    La Atalaya 1969 | 15 de julio
    • En las garras del crimen

      ♦ A fines del año 1967, J. Edgar Hoover, el principal oficial de policía de los EE. UU., director del F.B.I., dijo que el crimen estaba costándole 27.000.000.000 de dólares anualmente a su país. En 1966 el crimen aumentó en 11 por ciento sobre 1965. Aumentó 17 por ciento en los primeros seis meses de 1967 sobre el período comparable de 1966. El aumento del crimen está dejando atrás al de la población por un margen de 7 a 1 y se ha constituido en el principal problema interno de los Estados Unidos. El crimen ha aumentado tanto, dijo Hoover, que los norteamericanos viven temiendo por su vida. ¿A quién o qué culpar? Responde él que a la apatía del público, a sociólogos equivocados, a funcionarios públicos de buenas intenciones pero mal informados que quieren restar importancia con explicaciones a la proporción ascendente de crímenes y disculpan el comportamiento delictivo, a la indulgencia judicial y a prácticas de dar libertad condicional que no toman en consideración la realidad. Hay otra razón, que se encuentra en la Biblia en Revelación 12:12: “Ay de la tierra . . . porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto período de tiempo.”

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