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  • Dejar la ciudad de refugio significa perder la vida
    La Atalaya 1973 | 1 de octubre
    • esas criaturas felices que habrán sobrevivido hasta ese tiempo! ¡Cuán agradecidos estaremos por la misericordia de Jehová que ha hecho posible esta maravillosa provisión! Es esta esperanza la que ahora puede sostenernos. Apreciémosla como atesoramos la vida misma, pues el permanecer en la ciudad de refugio de Jehová ahora en este “tiempo del fin” del mundo culpable de derramamiento homicida de sangre ciertamente significa nuestra vida.

  • Edificando para realizar la obra de Dios
    La Atalaya 1973 | 1 de octubre
    • Edificando para realizar la obra de Dios

      ALREDEDOR del mundo hay más de 1.600.000 testigos de Jehová. Son bien conocidos. ¿Por qué? Porque visitan con regularidad a otras personas para hablarles acerca de los propósitos de Dios para la humanidad. Instan a la gente en todas partes a aprender los requisitos de Dios para sobrevivir a través de la venidera “tribulación grande” y entrar en Su justo nuevo orden. (Mat. 24:14, 21) Con miras a alcanzar el mayor número de personas posible en el tiempo disponible, distribuyen enormes cantidades de literatura bíblica. Esto requiere plantas impresoras, junto con todas las instalaciones y equipo relacionados que se necesitan para apoyar esas operaciones.

      El 3 de abril de 1973 se dedicó otro edificio que se usará en conexión con esta obra cristiana en la Hacienda Watchtower, cerca de Pine Bush, Nueva York. Lo que sucedió en esa ocasión nos da alguna idea de la organización misma.

      GIRA POR LA HACIENDA WATCHTOWER

      Miembros por largo tiempo del personal de la central de la Sociedad Watchtower fueron invitados a asistir al programa de dedicación. Más de ochenta de ellos, todos con registros de más de veinticinco años de tal servicio, salieron de Brooklyn temprano el 3 de abril para viajar ciento sesenta kilómetros hasta la Hacienda Watchtower.

      Al llegar a la hacienda vieron una ciudad en miniatura desplegada ante ellos. Apenas hacía once años que la Sociedad Watchtower había adquirido esta propiedad. Y desde entonces había sido aumentada su capacidad de producción, y se habían erigido edificios necesarios, para que la hacienda pudiera satisfacer adecuadamente las necesidades del personal grande de la central en Brooklyn.

      A los visitantes se les llevó en una gira al establo, del cual se habían enviado 80.000 galones (302.825 litros) de leche a la familia Betel de Brooklyn durante el año pasado; a la quesería, donde se habían producido unas 50.000 libras (22.680 kilos) de queso durante el año; al gallinero, donde se habían puesto 60.000 docenas de huevos; y al rastro, donde se habían preparado más de 250.000 libras (113.400 kilos) de carne de res y de carne de cerdo y 60.000 libras (27.216 kilos) de pollos para uso de la familia Betel durante el año. También se enteraron de la nueva planta para purificar el agua, y vieron en construcción una planta grande y moderna para la depuración de las aguas de albañal. Todas estas instalaciones han sido diseñadas, edificadas y operadas por trabajadores voluntarios, todos ellos testigos de Jehová. Nada se usa para lucro comercial; todo el arreglo hace posible producir literatura bíblica a costo mínimo, para beneficio de las personas de corazón sincero y honrado en todas partes.

      Después de ver la hacienda, los que iban en la gira fueron llevados al edificio fabril Núm. 1, donde vieron dos prensas rotativas que están en uso regular. ¿Es ése el alcance de las operaciones de impresión que habrán de llevarse a cabo aquí? De ninguna manera. Allí en el piso de la fábrica, en embalajes de tablas, se hallaban las partes de otras cuatro prensas rotativas que pronto habrían de instalarse, y se informó que otras venían en camino. Detrás de la primera fábrica se les mostró otra, mucho más grande, que mide 350 pies (107 metros) de ancho y 350 pies (107 metros) de largo. A fin de que una parte de la fábrica más nueva se pueda usar mientras se termina el resto, se ha tapiado una porción de 62 pies (19 metros) de ancho y 350 pies (107 metros) de largo y se ha preparado como una gigantesca sala de prensas. Se esperaba que para septiembre en la nueva sala de prensas estuvieran funcionando seis prensas rotativas. Los visitantes se emocionaron por lo que vieron.

      Avanzó la gira, por un largo pasadizo que conecta la fábrica con el nuevo edificio residencial diseñado para albergar al creciente personal que se necesita para efectuar la impresión aquí. Es una hermosa estructura, de seis pisos, bellamente decorada, con una rotonda grande enfrente y un estanque con una fuente planeado para el patio. Otros edificios en la hacienda ya habían suministrado alojamiento para más de doscientas personas. Ahora esta nueva estructura hace disponibles habitaciones para otras cuatrocientas setenta y cuatro personas.

      Entre los que fueron en la gira aquel día había cuarenta y cuatro miembros del resto ungido de la central de Brooklyn, personas que abrigan la perspectiva de ser coherederos con Cristo en su reino celestial. Han dedicado muchos años al servicio de su Señor. Muchos de ellos todavía caminan a un paso que asombra a sus asociados más jóvenes. Algunos de ellos estaban encorvados por la edad. Algunos estaban jadeantes y a veces necesitaban ayuda en la gira. Se vio a uno a quien llevaban en una silla de ruedas. Pero, ¡cómo les rebosaban de alegría los ojos por lo que veían! Aquí había nuevos edificios y equipo que se podía usar para esparcir el mensaje vital del reino de Dios, para traer honra al nombre de Jehová.

      PROGRAMA DE DEDICACIÓN

      En el hermoso comedor del nuevo edificio residencial se sirvió una excelente comida al mediodía. ¡Qué agradable marco! Las paredes tienen pintadas en ellas hermosas escenas naturales de diferentes partes de la Tierra, y las ventanas que van desde el piso hasta el techo hacia el noroeste dan a las montañas Catskill. Estuvieron presentes unas cuatrocientas cincuenta personas, incluso el personal de la hacienda, los trabajadores de la construcción y los que habían venido de Betel de Brooklyn.

      Después de la comida, N. H. Knorr, el presidente de la Sociedad Watch Tower, habló al grupo durante aproximadamente una hora. Lo siguió el vicepresidente, F. W. Franz, luego George Couch, Max Larson y Harlan Mathes, todos los cuales han tenido mucho que ver con el trabajo en la Hacienda Watchtower.

      En sus comentarios, Knorr enfatizó lo

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