-
La violencia... creciente amenaza para ustedLa Atalaya 1984 | 1 de noviembre
-
-
La violencia... creciente amenaza para usted
Al mirar de frente el cañón de una pistola que está en manos de un asaltante visiblemente nervioso, ¡usted no necesita que nadie trate de convencerlo de que la violencia creciente de la actualidad es una verdadera amenaza para USTED! ¡Le late violentamente el corazón! ¡La nerviosidad lo cubre de sudor! Casi en estado de pánico, usted se pregunta si saldrá vivo de esta situación. Ese cañón frío e insensible de la pistola no anuncia ninguna misericordia... ¡tampoco lo hace la glacial mirada fija del pistolero! De modo sumamente enérgico y sacudidor, ¡las últimas estadísticas sobre la violencia creciente se han hecho realidad palpable para USTED!
¿NO SE alegra usted de que meramente esté leyendo acerca de la escena que se describe arriba? Por supuesto, esperamos que usted nunca llegue a tener en realidad una experiencia como ésa, y, claro, nada bueno se saca de estar constantemente atemorizado por dicha posibilidad. A la misma vez, sería temerario cerrar los ojos a lo que está ocurriendo.
Como persona informada, usted quizás admita sin vacilación que vivimos en tiempos violentos. No obstante, tal vez no se preocupe demasiado al respecto con tal que usted mismo no se encuentre ante el cañón de una pistola. Sin embargo, no debe pasar por alto la posibilidad de llegar a enfrentarse con un acto de violenciaa. Ahora existe en muchos países una constante amenaza de violación sexual y asaltos en las calles y otros lugares públicos. La agitación política, y la obrera, tienden a culminar en violencia. Además, hay las manifestaciones de protesta potencialmente explosivas (aunque quizás se lleven a cabo con buenas intenciones), así como el más insensato acto criminal de todos... el imprevisible terrorismo.
Pero eso no es todo. La violencia desenfrenada en el hogar contra miembros de la familia lleva literalmente a sus puertas esta situación. En un artículo del Toronto Star titulado “Aumenta la violencia”, se informa que en el Canadá, “cada año, aproximadamente 490.000 esposas son apaleadas”. Y en los Estados Unidos, anualmente, de dos a seis millones de esposas son golpeadas, y medio millón de ciudadanos de edad avanzada son objeto del maltrato de sus propios parientes. En el mismo país, el Centro Nacional sobre Abuso y Abandono de Niños afirma que “la verdadera cantidad de niños que anualmente son víctimas de abuso y de abandono [...] es de por lo menos 1.000.000”. Así, hoy día “es más probable que uno pierda la vida, o sea herido o atacado físicamente en su propio hogar por un pariente que el que tales cosas sucedan en cualquier otro marco social”, dice cierto sociólogo.
Si se añade a lo susodicho la violencia constantemente creciente que promueven tanto los aficionados como los participantes en eventos deportivos, el aumento premeditado de la violencia en programas de televisión, películas y videocasetes, junto con la ya vieja violencia de las guerras y revoluciones, uno se pregunta si no es que el mundo en realidad se ha vuelto loco. Surgen las siguientes preguntas: ¿Por qué son tan violentos nuestros tiempos? ¿Ha sido así siempre? O, más bien, ¿tiene significado especial lo que vemos? Y ¿hay alguna manera de evitar definitivamente la locura de esta era de violencia?
El siguiente artículo se ha preparado para contestar esas preguntas y señalar a algo mejor. Esperamos que le ayude a informarse y a adquirir un punto de vista equilibrado de esta creciente amenaza.
-
-
Nuestros tiempos críticos... ¿por qué son tan violentos?La Atalaya 1984 | 1 de noviembre
-
-
Nuestros tiempos críticos... ¿por qué son tan violentos?
LA HUMANIDAD ha conocido la deplorable violencia que amenaza la vida desde que estalló la rebelión contra la legítima soberanía de Dios allá en el jardín de Edén. Por medio del engaño, el primer rebelde, Satanás, llegó a ser el “homicida” de Adán y de la entera familia humana no nacida que todavía estaba en sus lomos (Juan 8:44; Romanos 5:12). Poco tiempo después ocurrió el asesinato violento de Abel a manos de Caín, cuando éste “se encendió en gran ira” (Génesis 3:1–4:15). Había llegado a su fin un mundo pacífico. ¡Desde entonces ha habido violencia!
No obstante, ahora muchas personas se sienten perturbadas porque les parece que la violencia de nuestros tiempos es diferente en cierto sentido, que está fuera de control, que es la manifestación de una sociedad irremediablemente enferma. ¿Es esto tan solo una ilusión? ¿No han sido siempre tan malas las condiciones?
El filósofo canadiense George Grant ha llamado a nuestro período crítico de la historia “la era más violenta que el mundo ha conocido”. Él no es el único que tiene ese parecer. El siquiatra Thomas Radecki lo llama “una epidemia mundial de violencia”, y añade: “La frecuencia de asesinatos a nuestro alrededor es 300 por 100 mayor, por cabeza, de lo que era durante la generación de nuestros padres, [...] la violación sexual, 500 por 100 mayor, y el asalto, 600 por 100 mayor”.
El Dr. Everett C. Koop, cirujano general de los Estados Unidos, ha descrito la amenaza como una “epidemia de violencia” que “amenaza a la comunidad y la vida familiar”. La ola de violencia en las escuelas de América del Norte hoy día es un ejemplo espantoso de eso. En un noticiario de la televisión estadounidense se informó que, “cada mes, tres millones de estudiantes de escuela secundaria son víctimas de delitos que varían desde el hurto hasta la violación sexual y el asesinato”. (Las bastardillas son nuestras.)
Debido a la propagación del terrorismo, “Europa ha llegado a ser un campo de batalla lleno de sangre”, dice un comentarista francés. Se nota hasta qué punto ha llegado el peligro por el comentario que él hace más adelante: “La industria de seguridad del Reino Unido es más grande que el cuerpo de policía, la marina o el ejército”. (Las bastardillas son nuestras.) No es de extrañar que ahora se califique de “segunda década de miedo” a la década de los años ochenta.
¿Por qué son tan violentos?
Los que han estudiado cuidadosamente el asombroso aumento de la violencia en nuestros tiempos peligrosos enumeran muchos factores que han contribuido a ello: el énfasis que se da en los medios de información a los sucesos violentos, los delitos y la corrupción; el modo como los líderes del mundo recurren desvergonzadamente a la violencia para permanecer en el poder; la sensación de frustración absoluta por injusticias que nunca parecen resolverse, lo cual lleva a algunas personas a creer que las balas lograrán lo que no pueden lograr las papeletas de voto; el modo insensible como millones de criaturas aún no nacidas quedan violentamente privadas de la existencia mediante el aborto; la manera como líderes religiosos apoyan las guerras “justas”, pero no sostienen los principios morales frente al rebajamiento de las normas. El mundo pronto se insensibiliza, se acostumbra a la violencia. Y hay otras razones.
La permisividad del modo de pensar supuestamente progresivo de nuestro tiempo ha alterado las costumbres y las normas morales, de modo que ya no existen las restricciones que en un tiempo ejercían cierto control sobre las actitudes y acciones que pueden llevar a la violencia. El triste efecto de esto se ve especialmente en los jóvenes. El Dr. Thomas Millar, siquiatra de niños, opina que las “actitudes permisivas son causa de una sociedad norteamericana cada vez más violenta”. Dijo: “Nunca en la historia del mundo hemos tenido tantos asesinos de grupos de personas”.
Los informes oficiales sobre el aumento sin precedente de “orgías” de violencia entre los adolescentes del Japón de la posguerra lo han atribuido a la desintegración de la familia. En 1983 el ministro de educación del Japón dijo: “Hoy día no hay ni un solo libro que enseñe a los niños a reverenciar a sus padres”. También se reconoce que “otro factor que impulsa a los jóvenes japoneses hacia la violencia es la dosis diaria de puro salvajismo que sale en las revistas de tiras cómicas, las películas y los programas de televisión”.
Por lo tanto, no es exageración decir que lo que uno lee o ve influye en sus actitudes. Las hostilidades son alimentadas, de modo que con frecuencia “el ver la violencia lleva a la violencia”. “De hecho —como lo expresa cierto informe—, en lo que tiene que ver con la violencia explosiva, al campo deportivo solamente lo supera una zona de guerra de guerrillas”. Un estudio serio que se publicó en Psychology Today sostiene que las películas que tratan de la violencia sexual insensibilizan las percepciones de los hombres en cuanto al ultraje sexual y a las víctimas de éste. Como sostiene también el Dr. Leonard Eron, de la Universidad de Illinois: “El mirar de continuo la violencia en la televisión ejerce un efecto duradero en el comportamiento... y dicho efecto no es insignificante”. Sin embargo, ¡lo que los pequeñuelos llegan a ver en la televisión los sábados por la mañana asciende a 30 actos violentos por hora! La conclusión a que se ha llegado en un resumen de más de 2.500 estudios efectuados durante los últimos
-