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Adversidades... cómo las vencimosLa Atalaya 1979 | 1 de octubre
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casado. Ella tenía grandes deseos de que legalizáramos nuestro matrimonio, pero ¿había esperanzas de ello?
Eladia se desanimaba tanto que se iba sola a llorar al interior de la selva. Lloraba por horas, y oraba a Jehová que la ayudara a salir de su desesperada situación. No había nadie más a quien recurrir; no había Testigos en los alrededores.
Un día regresé al hogar, procedente de la finca, borracho y sin dinero. Como de costumbre, mis hijitos salieron corriendo a saludarme, esperando ansiosamente algún regalito. Pero esta vez no tenía nada que darles. Aquélla fue una experiencia tan angustiosa para mí que prometí no volver a emborracharme, y jamás lo he vuelto a hacer. Allí mismo decidí que cambiaría mi curso de vida, y serviría a Dios junto con mi fiel compañera. Jehová había escuchado sus oraciones.
Sin demora fuimos al Testigo, Camilo Alemán, que vivía en Costa Rica, para enterarnos de lo que teníamos que hacer. Él sugirió que escribiéramos a la Sociedad Watch Tower en la ciudad de Panamá y preguntáramos si había Testigos en el lado de la frontera donde vivíamos. Pero nosotros jamás habíamos escrito una carta. No teníamos ni idea de cómo empezar. Así que decidí buscar a los testigos de Jehová yo mismo, por medio de preguntar a todas las personas que conocía. Finalmente, uno de mis primos me dijo que había oído decir que había Testigos en Concepción. Para llegar a este pueblo se requiere un viaje de unas 6 horas a caballo y entonces en automóvil. Hice tres viajes a Concepción y pregunté a la gente en la calle y en el parque público si allí había Testigos, pero no los hallé.
RECIBIENDO La AYUDA NECESARIA
En mi cuarto viaje a Concepción estaba hablando con mi primo, que me había dicho que allí había Testigos, cuando súbitamente él dijo: “¡Allí va una Testigo ahora mismo!” Inmediatamente comencé a seguirla. Ella debe haberse asustado al darse cuenta de que un hombre sin manos la seguía. Sin embargo, cuando le hablé y le supliqué que nos ayudara, se dio cuenta de mi sinceridad. Era Dorell Swaby, una misionera testigo de Jehová. Fue muy bondadosa y servicial. Inmediatamente escribió a la Sociedad Watch Tower en la ciudad de Panamá, y pidió que alguien nos visitara.
La sucursal avisó inmediatamente a Dimas Álvarez, el superintendente viajante, y él vino el mes siguiente. Pero, ¡lo que tuvo que pasar para encontrarnos! Consiguió transportación para parte del viaje en una camioneta. Pero entonces, después de aguantar dos copiosos aguaceros y empaparse hasta los huesos, finalmente llegó a un lugar que estaba como a una hora de nuestro hogar. El superintendente viajante pasó el resto de la noche con la policía de la frontera. Cuando finalmente llegó a nuestra casa al día siguiente, rebosamos de gozo al recibir su ayuda y consejo.
Nos enteramos de que otro panameño, Nazario Batista, había estado estudiando la Biblia con los testigos de Jehová de Costa Rica. Se había bautizado hacia poco tiempo, así que fue asignado a conducir reuniones en nuestro hogar. Para fines del mismísimo primer mes, cuatro personas de nuestro pequeño grupo estaban participando en la obra de predicar. Sin embargo, ni a Eladia ni a mí se nos podía contar entre ellos debido a que no estábamos casados legalmente.
¡Qué ansiosos estábamos ahora de rectificar este asunto! Tres meses después, en la asamblea de circuito de David, estábamos listos no solo para legalizar nuestro matrimonio, sino también para presentarnos para ser bautizados en agua en símbolo de nuestra dedicación a Jehová para hacer su voluntad. ¡Qué alegres estábamos! Por primera vez desde que perdí las manos realmente sentí que la vida tenía propósito. Estaba dispuesto a permitir que Jehová me utilizara de cualquier manera que él pudiera usar a un hombre sin manos.
Con práctica, me hice un experto en llevar una Biblia debajo del brazo y pasar las páginas con los dos muñones. Llegué a ser muy hábil en enseñar a la gente con la Biblia en sus hogares y desde la plataforma.
OPOSICIÓN, Y LUEGO ACEPTACIÓN
Mi padre me amenazó con golpearme —a un hombre maduro como yo— si no abandonaba esta nueva religión. Mis hermanos también hicieron lo que pudieron para desanimarme. Pero yo estaba convencido de que había encontrado la única religión verdadera, y estaba determinado a no permitir que nada me desanimara. Nuestra familia continuó celebrando reuniones cristianas en nuestro hogar. Y, con el tiempo, comenzamos a ver los frutos de nuestra persistencia.
Uno a uno nuestros hermanos, hermanas, hijos, padres, abuelos, nietos y primos comenzaron a estudiar la Biblia con nosotros. Al poco tiempo muchos de ellos compartían nuestra misma esperanza cristiana y fe. Se han formado tres congregaciones de testigos de Jehová aquí, cerca de la frontera entre Panamá y Costa Rica, y miembros de nuestra familia han servido de fundamento para ellas
Mi hermano Juan había estado interesado en la religión adventista. Pero como resultado de estudiar el capítulo del libro “Sea Dios Veraz” acerca de guardar u observar el día de descanso y la ley mosaica, al poco tiempo se hizo testigo. Por varios años sirvió de “precursor especial”... alguien que hace arreglos para dedicar por lo menos 140 horas al mes a la obra de predicar. Juan ha contribuido a la formación de otras congregaciones. Mi hermano Domingo es un cristiano dedicado que sirve de anciano en la congregación, al igual que lo era mi hermano Eduviges. Pero Eduviges murió hace poco, cuando lo mordió una serpiente venenosa; murió casi inmediatamente. Mi hermana Carmen es precursora especial junto con su hija.
Mi padre y mi madre, aunque son muy ancianos y se habían opuesto a nosotros por muchísimo tiempo, finalmente se convencieron de que habíamos hallado la única religión verdadera. Ahora ellos también son Testigos dedicados y bautizados.
VERDADERA PROTECCIÓN Y SATISFACCIÓN
Hace unos años hubo una revolución política en Panamá. Muchas personas comenzaron a cruzar la frontera para huir hacia Costa Rica, y los vecinos nos aconsejaron que hiciéramos lo mismo. Pero les dije que no estábamos envueltos de ningún modo en la política y por lo tanto no veíamos razón para huir. Los Testigos nos quedamos, y no perdimos nuestras fincas, mientras que los que huyeron perdieron todo a manos de los guerrilleros y los ladrones.
La mayor satisfacción que Eladia y yo tenemos es la de saber que hemos podido ayudar a muchas otras personas a conocer a Jehová Dios y sus propósitos. Conocemos a 31 parientes de Eladia que están bautizados y participan en dar a conocer a otras personas el mensaje del Reino, y hay por lo menos 35 miembros de mi familia que hacen lo mismo. Además, hay muchos otros parientes que están estudiando la Biblia con los testigos de Jehová y asisten a las reuniones cristianas.
En nuestra familia inmediata, hay ocho que sirven de ancianos, ocho son siervos ministeriales en las congregaciones, y tres son precursores especiales. Ya no nos reunimos en nuestro hogar; más bien, tenemos un excelente Salón del Reino que hemos construido al lado de ésta. La concurrencia regular a las reuniones aquí es de unas 75 personas. Estoy convencido de que el poder de la Palabra de Dios y Su espíritu pueden ayudar a uno a sobreponerse a cualquier adversidad que uno quizás experimente en la vida, sin importar lo grande que sea.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1979 | 1 de octubre
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Preguntas de los lectores
● ¿Cómo debemos entender Job 3:14, que habla acerca de reyes y consejeros que edifican “para sí lugares desolados”?
Estas palabras aparecen en un contexto de acostarse alguien en el sueño de la muerte. (Job 3:13) Según una corrección del texto masorético, la expresión “lugares desolados” pudiera traducirse “pirámides.” Siendo tumbas grandes, las pirámides ciertamente eran “lugares desolados” sin habitantes humanos.
● Lo que se dice en 1 de Reyes en cuanto a de quién era hijo el artífice experimentado que fue enviado por Hiram para ayudar en la obra de edificar el templo durante el reinado de Salomón difiere de lo que se dice en 2 Crónicas. ¿Por qué?
Primero de Reyes 7:14 dice: “Era hijo de una mujer enviudada de la tribu de Neftalí, y su
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