BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • El granjero y la escasez mundial de alimentos
    ¡Despertad! 1975 | 22 de septiembre
    • Los desenvolvimientos económicos recientes han perjudicado a muchos granjeros. Por ejemplo, a veces sucede que para criar un becerro al punto en que se puede vender como ternero, le cuesta más al granjero en grano que lo que recibe por el animal en el mercado. De igual modo, el alimento que se usa para producir cien litros de leche puede costar más que la leche misma. Como resultado, en Wisconsin recientemente se informó que cada día cierran unas diez vaquerías.

      Por otra parte, a algunos granjeros les está yendo bien económicamente. Pero hasta los que han tenido un año excelente saben que su condición puede cambiar casi de la noche a la mañana. Así es que, en 1974 los cultivadores de cereales en general ganaron mucho dinero, puesto que los cereales se vendieron a precios altos. Pero muchos ganaderos que necesitaban los cereales caros quebraron.

      ¿Por qué esta incertidumbre y estos desequilibrios?

      Problemas básicos de las granjas

      Muchos granjeros consideran el tiempo como el problema número uno, y los meteorólogos expertos confirman que los recientes patrones de tiempo raro están perjudicando a los granjeros. Para considerar solo un caso: En Iowa el año pasado, lluvias fuertes, devastadoras, arrastraron mucho suelo, impidiendo plantar temprano. Entonces un julio abrasador con temperaturas de hasta 37,8 grados centígrados arruinó vastos sectores de cosechas, solo para ser seguido el 2 de septiembre por una helada temprana que batió marcas.

      Un problema nuevo e importante es el enorme aumento del precio del petróleo, del cual depende la agricultura moderna. Se ha calculado que se usa el equivalente de 750 litros de gasolina para producir tan solo una hectárea de maíz. La operación del equipo de la granja así como la producción de los abonos requieren petróleo. En 1972 los abonos derivados del petróleo estaban a 65,50 dólares la tonelada; para 1974 los granjeros pagaban 175 dólares.

      Además, el costo de la maquinaria agrícola ha subido por las nubes. En algunos casos un tractor que hace unos dos años costaba 7.800 dólares, ahora cuesta el doble. Y eso no es todo, a veces los fabricantes no han producido al mismo paso que la demanda y los granjeros han tenido que esperar de tres a seis meses para recibir el nuevo equipo. A veces les costó más trabajo conseguir piezas de repuesto que comprar un tractor nuevo, así es que algunos granjeros compran dos tractores o cosechadoras, aun a los precios elevados por la inflación, por si acaso se descompone uno en un momento crítico. A la larga, opinan, les cuesta menos que lo que les costaría la pérdida de las cosechas.

      Los precios de las semillas también han subido vertiginosamente. El precio medio de la semilla de maíz aumentó más del 30 por ciento entre 1974 y 1975. Además, el alambre de embalar, que se usa para embalar el heno, ha aumentado más del 400 por ciento en tres años.

      También está el problema relacionado con la mano de obra. Cuando el granjero se ve obligado a usar mano de obra sin experiencia para manejar su equipo, a menudo es necesario hacer muchas reparaciones. Un granjero del medio oeste, al alistar las razones por las que abandonó el negocio de granja, puso como primer punto: “La dificultad de contratar mano de obra honrada y confiable.”

      Hay docenas —posiblemente cientos— de “cosas pequeñas” que parecen haber ocurrido simultáneamente para perjudicar al granjero. Sin embargo, al mismo tiempo, ha habido presión para mayor producción debido a la escasez de alimentos. Pero los costos crecientes a menudo dificultan la expansión.

      Las tierras de labranza, para otro ejemplo, están aumentando de precio constantemente. En el estado de Nueva Jersey, ahora la hectárea cuesta, como término medio, ¡unos 5.000 dólares! Y, dice la revista Review de Denison, Iowa: “El alza del 31 por ciento en el valor de las tierras de labranza en todo el estado este año [1974] le está pisando los talones a un aumento del 32 por ciento en 1973.”

      Por éstas y otras razones los granjeros dicen que tienen que tener precios más altos para sus productos.

      Sin embargo, los granjeros dicen que están encerrados dentro de un sistema económico que no les permite fijar los precios de sus propios productos. Los granjeros alegan que tienen que aceptar el precio que les ofrecen por sus productos, el cual puede ser menos de lo que cuesta producirlos. Pero, suponga que los granjeros pudieran establecer sus propios precios. ¿Se hallaría el mundo en mejor situación?

      Considere francamente: ¿Cuántos agricultores de cereales, a quienes les fue bastante bien el año pasado, compartieron sus riquezas con los no tan prósperos ganaderos? El Times de Seattle, Washington, al informar acerca de la reciente reunión de la Asociación de Cultivadores de Trigo en Spokane, dice: “Los agricultores . . . obviamente disfrutan de su prosperidad . . . Si los que cultivan trigo finalmente parecen dominar la situación, no están por disculparse por ello.”

      El granjero, de hecho, es solo una parte de un sistema económico que, en realidad, exige que cada persona cuide de sí misma. Se basa en el llamado aliciente de las ganancias. Considere los efectos que este aliciente ha tenido en una época en que el mundo está clamando por más alimentos.

  • El aliciente de las ganancias... enemigo sutil del mundo hambriento
    ¡Despertad! 1975 | 22 de septiembre
    • El aliciente de las ganancias... enemigo sutil del mundo hambriento

      LAS exportaciones de los Estados Unidos dan cuenta de una de cada cinco hectáreas cosechadas en el país durante 1973. Si se cierra ese enorme mercado exportador o si lo restringen demasiado estrechamente, se amontonan los productos en los EE. UU. y esto resulta en una baja de los precios. ¿Qué sucede entonces?

      Puede que el granjero expresamente cultive menos alimentos. Porque el continuar inundando el mercado con alimentos haría que los precios bajaran aun más.

      Por lo tanto, no sorprende el hecho de que, cuando la revista Farm Chemicals le preguntó a Earl Butz, Secretario de Agricultura de los Estados Unidos, qué sucedería si bajaran los precios de los productos agrícolas, él contestó: “También disminuiría la producción agrícola.” Sí, los granjeros han llegado a la conclusión de que ‘el nombre del juego es ganancias,’ dice un observador en Iowa.

      Por otra parte, el mismo aliciente de las ganancias ha producido una euforia entre muchos granjeros. Antes que los acontecimientos de los pasados dos años hicieran añicos la perspectiva serena de muchos granjeros, ellos pensaban que no había fin al dinero que podían ganar. Pero algunos que invirtieron más y más dinero en su deseo de grandes ganancias ahora están sumamente endeudados.

      El aliciente de las ganancias también ha hecho que muchos granjeros se opongan a la reserva mundial de alimentos. Al que no es granjero, la idea de apartar una gran cantidad de grano durante los años de abundancia para los años de escasez probablemente le parezca razonable. La Biblia registra cómo se hizo esto en el antiguo Egipto en los días de José, un hecho que señalan muchos defensores de la reserva mundial de alimentos.—Vea Génesis capítulos 41 al 47.

      Pero, a muchos granjeros norteamericanos esto no les parece una buena idea. ¿Por qué? Nos llega una respuesta del anterior asistente del Secretario de Agricultura de los Estados Unidos, quien les dijo a los granjeros que de haber una reserva mundial de alimentos ellos tendrían que

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir