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Fui un jugador compulsivoLa Atalaya 1975 | 1 de junio
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especialmente para mi familia. Yo quería desistir. Resolvía: “No voy a hacerlo. Simplemente no voy a apostar más a los caballos. Ni siquiera voy a mirar una hoja de caballos.” Entonces ¿qué sucedía?
Iba a trabajar, y el compañero a mi lado me decía: “¡Oiga!, ¿sabe que le aposté a Fulano ayer, y pagó tanto?” Yo pensaba: “Solía apostarle a ese caballo.” Y, sin más ni menos, volvía a apostar.
UN PUNTO DE VIRAJE
Sin embargo, fue en 1944 que algo sucedió que con el tiempo iba a cambiar mi vida. Temporalmente me había mudado con mi familia de Nueva York para trabajar en Patterson Field, a unos kilómetros fuera de Dayton, Ohio. Mi hija se suscribió a la revista Seventeen, y como adehala se ofrecía un libro de mayor venta corriente o la Biblia. Escogí la Biblia puesto que siempre había deseado una. Luego, solo unos cuantos días después, un señor llamó a mi puerta y me colocó el libro “La verdad os hará libres.”
Algunas semanas después, mientras estaba solo una noche, cogí el libro y empecé a leer. Tuvo más sentido para mí que cualquier cosa que había leído concerniente a religión y la Biblia. Estuve convencido de que me estaba señalando hacia algo más maravilloso que lo que jamás había oído en todos mis treinta y ocho años de vida.
Estuve lleno de júbilo cuando regresó el señor, y por eso acepté su invitación para asistir a una reunión de los testigos de Jehová. Pero luego me enfermé. Después de una larga estancia en el hospital regresé a Nueva York. Sin embargo, el señor de Ohio hizo arreglos para que un Testigo me visitara allí.
Al aceptar una invitación a una reunión, noté que el Testigo que me acompañaba no fumaba, de modo que le pregunté: “¿Fuman los testigos de Jehová?” Al recibir una respuesta negativa, recuerdo que pensé: “Bueno, eso me excluye. El fumar y el jugar son dos hábitos que jamás podré abandonar.” Pero estaba equivocado.
QUÉ HIZO POSIBLE EL CAMBIO
Por primera vez empecé a apreciar qué magnífico Creador tenemos. ¡Oh!, yo creía en Dios antes. Sabía que existía. ¿De qué otra manera pudo haberse producido la vida inteligente, con todas sus complejidades? Pero ahora Dios empezó a ser real para mí. Pude ver que tenía propósitos para la bendición de la humanidad.
Muchas veces antes había hecho la oración que se nos había enseñado en el orfanatorio: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo.” (Mat. 6:9, 10, Douay Version) Pero ahora empecé a apreciar que el reino de Dios es un gobierno real, y que finalmente habíamos llegado al tiempo en la historia en que Dios había puesto en operación ese gobierno, con consecuencias sacudidoras del mundo.
Estaba convencido de que este sistema ciertamente necesita ser reemplazado. Y me conmovía al aprender que el Dios Todopoderoso realmente iba a efectuarlo. La profecía en el libro bíblico de Daniel se me hizo especialmente significativa: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo . . . triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.” (Dan. 2:44) Las promesas bíblicas de un paraíso terrestre, con libertad de hasta la enfermedad y la muerte, también tuvieron una poderosa influencia en mi vida.—Sal. 37:9-11; Rev. 21:3, 4.
Decidí que si eso es lo que Dios se proponía para la bendición de la humanidad, podía mostrar mi aprecio haciendo lo más posible por obedecer Sus requisitos. Un requisito que aprendí fue que el hombre “provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa.” (1 Tim. 5:8) De modo que empecé a hacer esto, lo cual, por supuesto, requirió que restringiera en gran parte mi juego de azar. Mi familia y otros que me conocían no podían evitar impresionarse por el cambio.
Un deseo creciente de agradar al Todopoderoso Dios es lo que hizo posible este cambio. Pero vital, también, fue la lectura de la literatura sana de los testigos de Jehová y el asociarme con regularidad con ellos. Cuando iba a sus reuniones, siempre eran amigables. Aun personas que nunca conocí venían y decían Qué tal. Y podía ver que su amistad era verdadera; no era hipócrita. Cuando uno está con regularidad con personas que son así éstas influyen de manera verdaderamente provechosa. Hasta dejé de fumar.
LIBRÁNDOME COMPLETAMENTE
Pero el juego de azar tenía un dominio mucho más fuerte sobre mí. Me sorprendí, porque pensé que sería más fácil desistir de él que del fumar. Sin embargo, el impulso a jugar era abrumador, haciendo que racionalizara: “No hay ningún texto en la Biblia contra el juego de azar. Y estoy cuidando de mi familia.” De modo que apostaba de vez en cuando. De hecho, en mi primera asamblea de los testigos de Jehová en Cleveland, Ohio, en 1946, asistí a la mayor parte de las sesiones, pero una tarde no fui para poder ir al hipódromo.
Por años hice cosas por el estilo. Simplemente no podía resistir el impulso. “Tengo unos cuantos dólares adicionales,” razonaba a modo de excusa. “Puedo darme el lujo de divertirme un poco.” Sin embargo, con el tiempo empecé a jugar más de lo que me había propuesto. También alrededor de este tiempo tuve dificultad financiera al grado de que mi posición en la congregación cristiana estuvo en peligro. Fue una crisis en mi vida.
Sin embargo, hermanos cristianos amorosamente vinieron a ayudarme. Pacientemente me dieron consejo y dirección. Y de la lectura de artículos en La Atalaya y ¡Despertad! empecé a comprender más plenamente el mal que el juego de azar realmente es. Especialmente tuvo un efecto en mí el artículo de ¡Despertad! de 1964 “¿Es correcto el juego por dinero para los cristianos?” Me ayudó a comprender que realmente hay un texto contra el juego de azar.
Yo sabía lo supersticiosos que son los jugadores, siempre tratando de ganar por medio de galantear a la “Buena Suerte.” Defraudan y hacen casi todo para ganar... el ganar viene a ser un ídolo y la Buena Suerte una diosa. Por eso el texto que se consideró en ese artículo, en Isaías 65:11, realmente me golpeó. Habla de los que dejan al Dios verdadero y “arreglan una mesa para el dios de la Buena Suerte y los que llenan vino mezclado para el dios del Destino.”
Cuando leí esto empecé a comprender lo estrechamente conectado que está el juego de azar con la adoración falsa. De hecho, me hizo pensar en cómo a menudo notábamos que las personas ganaban sus primeras apuestas... “suerte de principiante,” decíamos. Pero ahora estoy convencido de que éste es el ardid del Diablo para atraer a la gente al juego de azar, de alguna manera manipulando los asuntos para que ganen al principio, entrampándolos así a una forma degradante de adoración falsa en la cual llegan a idolatrar al dinero y a la Buena Suerte.
Con este entendimiento de los asuntos, empecé a luchar contra el impulso de jugar al azar como nunca antes. ¡Simplemente no cedería a él! Ya han pasado años desde mi última apuesta, y todavía siento el impulso. Pero porque sé que el Todopoderoso Dios no aprueba el juego de azar estoy determinado a nunca volver a apostar.
Si usted se siente tentado alguna vez a jugar al azar, recuerde su terrible fruto... el efecto que tiene en la gente, cómo la degrada y hasta la entrampa en la adoración falsa. ¡Y no haga esa primera apuesta! Si usted ya está entrampado por la compulsión a jugar, se le asegura que puede vencerla. Hay una manera, y a los testigos de Jehová les dará gusto ayudarle, así como me ayudaron a mí.—Contribuido.
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Más Biblias y ayudas para estudioLa Atalaya 1975 | 1 de junio
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Más Biblias y ayudas para estudio
● La Biblia está disponible ahora, en su totalidad o en parte, en 1.526 lenguajes, según informes de las Sociedades Bíblicas Unidas. En 1973 se publicó por primera vez en otros veintiséis lenguajes. El libro de texto bíblico La verdad que lleva a vida eterna, publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract y puesto en circulación en 1968, ya ha alcanzado el total de 74 millones de ejemplares impresos en 91 lenguajes. Otra ayuda para el estudio de la Biblia semejante, Verdadera paz y seguridad... ¿de qué fuente? (1973), está disponible ahora en 14 lenguajes; más de 20 millones de ejemplares se han impreso.
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