BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Éxito en servir a Jehová a pesar de obstáculos
    La Atalaya 1974 | 1 de enero
    • obstáculo de la ignorancia bíblica, y mi conocimiento aumentaba de modo que yo podía ayudar a la gente considerando una variedad de temas. ¡Ya no tenía que hablar únicamente acerca del alma!

      Con regularidad le hablaba de la Biblia a uno de mis compañeros de trabajo, y él también progresó en conocimiento bíblico. Finalmente, en 1930, me dijo que quería bautizarse como cristiano verdadero antes de mudarse a México. Más tarde, cuando yo también regresé a México, tuve el gozo de verlo a él y a su familia predicar las verdades de la Biblia de casa en casa.

      Ahora yo había decidido servir a Jehová, y lo mostré siendo bautizado en agua el 2 de febrero de 1931. Al asistir a las reuniones, y con la ayuda de mis hermanos cristianos, aprendí a usar la Biblia. ¡Qué bendición el vencer un gran obstáculo! ¡El éxito en servir a Jehová de veras fue posible!

      Hacia fines de 1931 fui a Corpus Christi, Texas. Ese mismo año hubo una asamblea del pueblo de Jehová en inglés, y puesto que yo estaba con un amigo que hablaba inglés así como español, me traducía lo que se hablaba desde la plataforma. Aprendí entre otras cosas que había oportunidad de ser precursor o predicador de tiempo cabal de la Palabra de Dios bajo la dirección de la Sociedad Watch Tower, de modo que pedí una solicitud. Fui aceptado, y en 1932 trabajé de predicador de tiempo cabal en el estado de Texas.

      SIRVIENDO DONDE LA NECESIDAD ES MAYOR

      En abril de 1932, me mudé a México, creyendo que allí había más necesidad de predicadores de la verdad de Dios. Mientras predicaba en Gómez Palacio, Durango, encontré a un señor interesado y volví a visitarlo. Pronto fue conmigo en la obra de predicar, e invitamos a otra familia a asistir a una reunión bíblica. Así comenzamos a formar una congregación. Tiempo después, lo recomendé como superintendente presidente de esa congregación. Todavía enseña la Biblia en esa zona.

      En 1934 tuve el privilegio de organizar una congregación en San Pedro, Coahuila. Más tarde en 1935, fui a Parras, Coahuila, donde trabajé, junto con mis compañeros, durante dos meses. Aquí el cura mandaba a las monjas adelante de nosotros a advertir a la gente, diciéndoles que teníamos “libros ateos” y que no nos escucharan. A pesar de este obstáculo, proseguimos. Cuando tocábamos las puertas, algunas personas no salían, y de adentro nos decían: “No queremos nada; ya sabemos lo que traen.” Sin embargo, otras decían: “Nos acaban de decir que ustedes traen unos libros y queremos saber qué clase de libros son.” Muchas de estas personas, habiendo sido despertada su curiosidad por las monjas, aceptaban la literatura bíblica. Por eso a pesar de las acusaciones falsas del cura, dejamos muchas publicaciones bíblicas con la gente.

      Mientras predicaba la verdad de Dios en la población de San Buenaventura, Coahuila, compré dos llantas delanteras de un automóvil e hice una carreta con una caja; luego compré un burrito. Así yo ya no tenía que cargar todas mis cosas.

      UNA CAMPAÑA DE FOLLETOS CON ÉXITO

      Continué predicando en varias poblaciones y me dijeron que había una población minera a cierta distancia. De modo que fui a ese lugar y empecé a hablarle a la gente. En ese tiempo teníamos una campaña para colocar folletos. El primer hombre que encontré tomó un libro y le obsequié el folleto ¿Quién es Dios? Tenía unos 250 ejemplares de este folleto para su distribución. ¿Cuánto tiempo necesitaría para distribuirlos todos?, me preguntaba.

      Cuando salí de la casa del primer hombre que encontré, empezaron a repicar las campanas de la iglesia. Resultó que hacía tres años que no se paraba el sacerdote allí, y ahora había venido a efectuar bautismos. Pero antes de hacerlo, juntó suficiente dinero de la gente para llenar tres taleguitas.

      Al día siguiente, comencé a visitar a más personas en esta población minera, preguntándome cuál sería la recepción ya que había llegado un sacerdote. ¡Qué sorpresa recibí cuando empezaron a preguntarme: “¿Trae usted el folleto ¿Quién es Dios?”! Cuando terminé de visitar a la gente en la población minera, ¡había colocado todos mis folletos! Pero, ¿cómo sabía toda la gente acerca de este folleto? Lo supe más tarde cuando fui a otro pueblito, y ellos también me pedían este folleto. Le pregunté a una señora: “¿Cómo sabía usted en cuanto al folleto?”

      Ella contestó: “El sacerdote nos dijo que este folleto es muy bueno y que debíamos leerlo.” Lo que sucedió fue que la esposa del señor que tomó el libro y a quien le regalé el folleto fue al cura a preguntarle si era bueno el folleto. En ese tiempo en particular, el sacerdote estaba ocupado recogiendo dinero, y, no deseando desistir de esta actividad lucrativa, simplemente le dijo a la mujer: “Sí, es muy bueno, puedes leerlo.” Y así se esparció la noticia, y se me acabaron los folletos en corto tiempo.

      PROVISIÓN PARA NUESTRAS NECESIDADES

      Más tarde fui a Santiago Papasquiaro, Durango. Mi compañero y yo nos quedamos allí un mes predicando las buenas nuevas, y tuvimos buen éxito. Dejamos tres libros con el presidente municipal entre otros, y le hicimos algunas revisitas. Cuando terminamos este pueblo, empezamos a subir la sierra. Sin embargo, algunas personas nos dijeron que sería difícil porque no halla uno nada que comer allí. ¿Fue la sierra un obstáculo demasiado grande para nosotros? Pensamos que no, y dijimos: “Jehová es quien nos hará la provisión.”

      Y sucedía que en cada pueblito al que llegábamos, encontrábamos a un señor a quien le gustaba oír las buenas nuevas del reino de Dios. A veces después de hablar con el señor, él decía: “Queremos que se queden aquí esta noche para que nos platiquen de estas cosas.” En una ocasión un señor nos detuvo dos días para platicar sobre los propósitos de Jehová, y no nos dejó usar nada de los víveres que traíamos, sino que se encargó de nuestras necesidades de alimento.

      PRIVILEGIOS ADICIONALES DE SERVICIO

      En 1942 me casé, y seguimos predicando las buenas nuevas. Pero en 1946 estuve enfermo durante tres meses. Eché de menos la predicación de tiempo cabal. ¿Podría vencer un obstáculo y volver a empezar? Con la ayuda de Jehová lo hice. En 1949 hasta pudimos emprender los privilegios de predicar como precursores especiales, dedicando así aun más de nuestro tiempo al ministerio del campo. Después de eso, empezando en mayo de 1951, tuve el gozo de comenzar en la obra de circuito, visitando al pueblo de Dios en diversas congregaciones, para animarlos y fortalecerlos. Y fuimos asignados a muchas partes de México en el transcurso de los años.

      Después de once años de este servicio, problemas de salud, esta vez de parte de mi esposa, hicieron aconsejable volver a solicitar el servicio de precursores especiales. Con la ayuda de Jehová, hemos tenido el privilegio de ver aumento en cada una de las congregaciones con las cuales hemos servido desde entonces.

      A los setenta y dos años de edad, todavía tengo la energía para ser ministro precursor especial, empleando por lo menos 150 horas cada mes en predicar las buenas nuevas. Después de muchos años de experiencia, he llegado a tener mucha confianza en que, a pesar de los obstáculos, es posible tener buen éxito en el servicio de Jehová, con su ayuda.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1974 | 1 de enero
    • Preguntas de los lectores

      ● ¿Cómo es “señalado” un individuo en el sentido que se describe en 2 Tesalonicenses 3:14, 15?—Samoa Americana.

      El apóstol Pablo escribió a la congregación de Tesalónica: “Si alguno no es obediente a nuestra palabra por medio de esta carta, tengan a éste señalado, dejen de asociarse con él, para que se avergüence. Y no obstante, no estén considerándolo como enemigo, sino continúen amonestándolo como a hermano.” (2 Tes. 3:14, 15) Un poco antes en su carta había dado instrucciones similares, diciendo: “Ahora les estamos dando órdenes, hermanos, en el nombre del Señor Jesucristo, de que se aparten de todo hermano que ande desordenadamente y no según la tradición que ustedes recibieron de nosotros.” (2 Tes. capítulo 3 Versículo 6) Luego Pablo prosiguió a mostrar la “tradición” que habían recibido de él y sus asociados en el ejemplo de trabajo asiduo que habían puesto cuando estuvieron con los hermanos allí en

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir