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‘No consulté con la carne ni con la sangre’La Atalaya 1974 | 1 de febrero
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de la vida, sacrificaban algunos timbres de racionamiento, entregándoselos a los Testigos responsables de recogerlos a favor de sus hermanos cristianos que se ocultaban de la Gestapo. Una sabrosa zanahoria con un pedazo de pan, y quedaba satisfecho en lo que tocaba a mi comida. Había cultivado la actitud que expresó el apóstol Pablo: “He aprendido, en cualesquier circunstancias que esté, a bastarme con lo que tengo.” (Fili. 4:11) Los alojamientos eran variados; a veces eran en el heno, en un colchón de paja sobre el suelo o en una banca en la estación del ferrocarril.
Mi bicicleta siempre era el medio más seguro de transporte porque así se me hacía más fácil evitar las muchedumbres y las partidas de investigación. Por supuesto, los viajes de 100 kilómetros o más no siempre eran fáciles, especialmente en los Ardennes durante los crudos inviernos en caminos cubiertos de nieve o hielo. Pero teníamos mucho gozo al llevar alimento espiritual a nuestros hermanos cristianos, y el aprecio que mostraban nos recompensaba en gran manera por las dificultades y los riesgos en que incurríamos. Jehová bendijo los esfuerzos de su pueblo, porque, de 100 que había en Bélgica en 1940, aumentamos a más de 600 para fines de la guerra.
YA NO CLANDESTINAMENTE
Después que terminó la ocupación, recibí la tarea de ayudar a reorganizar las congregaciones del pueblo de Jehová. Cuando se completó este trabajo de reorganización, se me invitó a escoger una región donde no se estaba llevando a cabo el trabajo de predicación, y servir allí de ministro precursor especial. Escogí la población de Arlon, una fortaleza jesuita, al sur de los Ardennes. Fui allí solo con mi bicicleta, dos maletas y un fonógrafo portátil para tocar discursos bíblicos grabados.
Empecé a visitar a la gente. Precisamente en ese tiempo la revista Consolación (ahora ¡Despertad!) publicó artículos que desenmascaraban al clero. No hay necesidad de decirlo, mis actividades pusieron en agitación a la población, pero yo había sido endurecido por los años de la guerra y estaba determinado a continuar predicando. Se logró progreso, y finalmente una familia interesada ofreció su hogar para un estudio de grupo de La Atalaya.
Un número considerable de mujeres en la zona mostraron interés en tener un estudio bíblico. De modo que, le pedí a una hermana cristiana, que era viuda y predicadora de tiempo cabal, que me ayudara con estos estudios bíblicos. Más tarde nos casamos, y ella llegó a ser mi compañera permanente en el ministerio. A los cuarenta y cinco años de edad, aprendió a andar en bicicleta para efectuar su servicio de precursora. Ése continuó siendo nuestro medio de transporte hasta 1958. Pudimos ayudar a muchas personas en esta zona, y hoy existe una congregación próspera en esa población, también otra congregación cerca de allí.
Más tarde la Sociedad me asignó a visitar congregaciones como superintendente de circuito. Además de abarcar tres provincias belgas, el circuito incluyó el Gran Ducado de Luxemburgo. La oposición era particularmente severa en el Gran Ducado. Las autoridades nos hacían difícil la vida, arrestándonos a menudo. Cada vez nos confiscaban nuestras bicicletas y bolsas para libros. Nuestros hermanos cristianos entonces nos arreglaban otro equipo, e inmediatamente empezábamos de nuevo. Finalmente se llevó el caso ante el tribunal más alto de Luxemburgo, y el fallo fue a nuestro favor. Todas nuestras posesiones confiscadas fueron devueltas.
Más tarde se nos invitó a escoger otra zona en la cual predicar, una en que se necesitaba más ayuda. Escogimos Marcheen-Famenne, también en los Ardennes. Salimos para nuestra asignación, confiando en que hallaríamos alojamiento antes de anochecer. Pero no hallamos nada. De modo que regresamos a la estación del ferrocarril, cuando súbitamente vimos que una dama venía hacia nosotros. Preguntó si éramos los que buscaban alojamiento; tenía exactamente lo que necesitábamos. Volvimos a empezar desde nada.
Al transcurrir los años, pudimos iniciar estudios bíblicos, pero se necesitó mucha perseverancia porque habían pasado ocho años de duro trabajo antes que nuestra cocina llegara a ser demasiado pequeña para celebrar reuniones. Sin embargo, se habían puesto los cimientos, y la congregación creció. Por eso, en 1967, fuimos asignados a otra zona... Aywaille y sus alrededores, no lejos de Lieja.
Volvimos a tener el privilegio de ayudar a formar una congregación desde casi nada. Finalmente la congregación llegó a ser lo suficientemente próspera para poder establecerse sobre bases adecuadas durante 1972.
Al principio de 1971, la salud de mi esposa desmejoró súbitamente. Fue atacada inexorablemente por el cáncer. Había sido mi compañera fiel por veinticinco años, compartiendo conmigo aflicciones y sacrificios a fin de que la luz de la verdad de Dios pudiera brillar en Luxemburgo.
Como sucedió con el apóstol Pablo, que había pasado por muchas dificultades pero que estaba consciente de la aprobación de Jehová, estoy feliz de haber estado en el ministerio de tiempo cabal por tantos años. No me pesa el no haberme puesto a conferenciar con carne y con sangre antes de tomar mi decisión de servir a Jehová con toda mi fuerza vital. Si tuviera que volver a comenzar, tomaría mi bicicleta y partiría para predicar la Palabra de Dios como lo hice en 1936. Con liberalidad, Jehová ha atendido a todas mis necesidades. Mi deseo es continuar fiel a la tarea que me ha confiado.
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¿Les es importante a los cristianos la fecha de celebración de la pascua?La Atalaya 1974 | 1 de febrero
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¿Les es importante a los cristianos la fecha de celebración de la pascua?
JESUCRISTO, el fundador del cristianismo, instituyó el memorial de su muerte (la Cena del Señor) en un día señalado por una observancia anual, la Pascua judía. Siendo éste el caso, razonablemente la Cena del Señor también sería una celebración anual. Por consiguiente la fecha en la que se celebraba la Pascua determinaría cuándo debería conmemorarse el memorial de la muerte de Jesús. Por lo tanto, a los cristianos les parece más que de interés pasajero el determinar cuándo se observaba la Pascua. Es importante, porque ellos están bajo el mandato de guardar el memorial de la muerte de Jesús.—Luc. 22:19.
Según el calendario judío, la fecha de aniversario para la celebración de la Pascua cae en el mes de Nisán. Concerniente al cordero o macho cabrío que se habría de comer durante el transcurso de la cena de la Pascua, Jehová Dios mandó: “Tiene que continuar bajo salvaguardia de parte de ustedes hasta el día catorce de este mes, y toda la congregación de la asamblea de Israel tiene que degollarlo entre las dos tardes.”—Éxo. 12:6.
¿Qué significa la expresión “dos tardes”? ¿Tiene alguna relación con la fecha en que ha de celebrarse la Pascua?
La tradición judía por lo general presenta las “dos tardes” como el tiempo desde el mediodía (cuando el Sol comienza a declinar) hasta la puesta del Sol. Puesto que los israelitas medían su día desde la puesta del Sol hasta la puesta del Sol, esto significaría que la víctima de la Pascua era degollada antes de la puesta del Sol con la cual terminaba el 14 de Nisán y empezaba el 15 de Nisán. Si esto fuese correcto, la cena de la Pascua misma se habría comido en Egipto el 15 de Nisán y los israelitas no habrían salido de Egipto hasta esa fecha.
Pero el punto de vista judío tradicional concerniente a las “dos tardes” no armoniza con el relato bíblico en Éxodo 12:17, 18. Allí leemos: “Tienen que guardar la fiesta de tortas no fermentadas, porque en este mismo día tengo que sacar a sus ejércitos de la tierra de Egipto. Y tienen que guardar este día durante todas sus generaciones como estatuto hasta tiempo indefinido. El primer mes [Nisán o Abib], el día catorce del mes, por la tarde han de comer tortas no fermentadas.”
Si la víctima de la Pascua hubiese sido degollada como sustenta la tradición judía, a saber, en la última cuarta parte del día catorce,
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