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  • ¿Cuán misericordioso es usted?
    La Atalaya 1975 | 1 de enero
    • había acumulado José y la actitud compasiva que había mantenido durante sus pruebas iban a ser recompensados. Nuevamente dando crédito a Jehová, José interpretó los dos sueños de Faraón, explicando que habría siete años de abundancia seguidos de siete años de hambre. Entonces José informó a Faraón que Jehová le había dado una respuesta de paz y describió cómo Faraón podía prepararse para los años de hambre durante los años de abundancia. Faraón reconoció en José mismo al administrador de alimento capacitado que se necesitaría y lo nombró a esta posición, haciéndolo segundo en el reino y dándole toda autoridad para organizar la obra de almacenar grano contra los años de hambre. Almacenaron cantidades tan grandes que finalmente dejaron de contarlo. A José también le fue dada una esposa, Asenat, la hija de Potifera, sacerdote de On, quien le dio a luz dos hijos, Manasés y Efraín.—Gén. 41:15-52.

      ARREPENTIMIENTO VERDADERO ABRE PASO A LA MISERICORDIA

      14. ¿Qué oportunidad se le presentó a José en su posición ensalzada, y cómo habría de ser puesta a la prueba más severa su misericordia?

      14 Ahora José de veras se hallaba en una posición envidiable. La vida de la gente de Egipto, incluso la vida de Potifar y su esposa, estaban en sus manos. Pero no había ningún peligro para ninguno de ellos. José ya había mostrado ser hombre perdonador y misericordioso, no un hombre vengativo o rencoroso. Sin embargo, su misericordia iba a ser puesta a la prueba más severa. Esto aconteció cuando el hambre se había esparcido a toda la Tierra y pueblos de toda la Tierra venían a Egipto buscando grano. Un día, cuando José estaba atendiendo a sus deberes y proveyendo alimento compasivamente para las naciones hambrientas así como para los egipcios, se presentaron sus diez medios hermanos delante de él y se inclinaron, rostro a tierra. Inmediatamente José se acordó de los sueños que había soñado en cuanto a ellos y, aunque los reconoció, él no se dio a conocer a ellos y solo les hablaba por medio de un intérprete. ¿De qué manera los trataría? Después de más de veinte años, había llegado el tiempo de juicio de ellos. Puesto que habían obrado sin misericordia merecían ser juzgados sin misericordia y, obrando como representante de Jehová, José no podía violar la justicia de Jehová. Sin embargo, José no era hombre rencoroso, y tendría que rendir cuentas a Dios por su proceder para con ellos. De modo que, con sabiduría de arriba, los puso a prueba.—Gén. 41:53-42:8.

      15. (a) ¿Cómo trató José a sus medios hermanos, y con qué fin en mira? (b) ¿Cómo reaccionaron sus medios hermanos a este giro de acontecimientos?

      15 Obrando con dureza para con ellos, los acusó de ser espías, y cuando ellos profesaron su inocencia y le contaron que todos eran hijos de un solo hombre y que otro hermano todavía estaba en casa, ató a Simeón delante de sus ojos y les dijo que él tenía que permanecer en custodia hasta que regresaran con su otro hermano. Heridos en el corazón, sus hermanos revelaron una actitud de completo arrepentimiento, aceptando esta calamidad como justicia retributiva de parte de Dios, “porque,” como dijeron entre ellos mismos, “vimos la angustia de su alma [de José] cuando suplicaba de nosotros que tuviésemos compasión, pero no escuchamos.” José, alcanzando a oírlos, aunque ellos no lo sabían, se conmovió profundamente y se apartó de ellos en lágrimas. Sin embargo, su prueba todavía no estaba consumada. No debía haber duda alguna de la sinceridad de su arrepentimiento. Cargando sus receptáculos con grano, José secretamente les había restaurado su dinero en sus sacos, y los envió a casa, manteniendo en custodia a Simeón.—Gén. 42:9-28.

      16. (a) ¿Cómo descendió finalmente Benjamín a Egipto, y cómo reaccionó José al verlo? (b) ¿A qué prueba final sometió José a sus medios hermanos, y en qué resultó?

      16 Con el tiempo se les acabó el grano y se hizo necesario volver a Egipto. Pero se les había advertido que no volvieran a ver el rostro del administrador de alimento de Egipto a menos que su hermano estuviera con ellos. Jacob, temeroso de perder al único hijo restante de su amada esposa Raquel como ya había perdido a José, siguió rehusando dejarlo ir, hasta que finalmente no hubo otra salida. Judá prometió ser fiador por él. Cuando se presentaron delante de José y José vio a su propio hermano de padre y madre, Benjamín, con ellos no pudo restringirse. Puesto que se le excitaron sus emociones internas para con su hermano, se retiró a una habitación interior y cedió a las lágrimas. Luego puso a sus medios hermanos a la prueba final. Mediante un ardid hizo parecer que Benjamín había hurtado una valiosa copa de plata y exigió que Benjamín se quedara como esclavo mientras los otros regresaban a su hogar y a su padre. Acongojados y apesadumbrados porque sabían que la pérdida de su amado Benjamín haría descender las canas de su padre al sepulcro, le suplicaron a José que les restaurara a Benjamín por causa de su Padre y, finalmente, cuando Judá se ofreció voluntariamente en lugar de Benjamín, José ya no pudo aguantar y, soltándose en lágrimas, se reveló a sus hermanos, diciendo: “Yo soy José su hermano, a quien ustedes vendieron para Egipto. Pero ahora no se sientan heridos y no se encolericen contra ustedes mismos por haberme vendido acá; porque para la conservación de vida me ha enviado Dios delante de ustedes.” Entonces José, por orden de Faraón, hizo arreglos para que Jacob su padre viniera a Egipto con toda su casa, y lo mejor de la tierra de Egipto llegó a ser de ellos.—Gén. 42:29-47:31.

      ESTANDO EN JUICIO CON UN REGISTRO DE MISERICORDIA

      17. (a) ¿Qué da énfasis al grado y la calidad de la misericordia de José, y por qué podemos estar razonablemente seguros de que la misericordia fue una cualidad característica de José? (b) ¿Cómo podemos beneficiarnos personalmente de los ejemplos de José, Jesús y Esteban?

      17 Dan énfasis al grado y la calidad de la misericordia de José las circunstancias bajo las cuales la ejerció. Tratado cruelmente, hasta asesinamente, por sus medios hermanos, acusado falsamente y con malicia por la esposa de Potifar, encarcelado injustamente y con dureza por Potifar, olvidado irreflexiva y desagradecidamente por el copero principal a quien había consolado compasivamente, José no pensó en pagar en la misma moneda cuando estuvo dentro de su poder hacerlo. Al contrario, amorosamente y con profunda y sincera consideración atendió todas sus necesidades, extendiendo su interés compasivo a toda la casa de su padre y a todo el pueblo de la nación de Egipto. Ciertamente esta cualidad de misericordia no fue algo que José adquirió solo después de haber sido ensalzado a una posición de prominencia y poder. Más bien, la misericordia que Jehová ejerció hacia él durante sus pruebas, preservándolo, sosteniéndolo y tranquilizándolo, subsiste como testimonio de la actitud perdonadora y misericordiosa que José debe haber mantenido a través de todo ello. Esto parece ser muy cierto al considerar la regla que declaró Jesús: “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia.” (Mat. 5:7) Es muy semejante a la propia actitud de Jesús en el madero de tormento cuando estaba a punto de morir y dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen,” y como la de Esteban cuando lo estaban matando a pedradas y clamó: “Jehová, no les imputes este pecado.” (Luc. 23:34; Hech. 7:60) Jehová recompensó la actitud misericordiosa que se desplegó en cada caso.

      18. ¿Por qué debe ser de interés particular para nosotros nuestro ejercicio de misericordia?

      18 ¿No se ve claramente, entonces, cuál debe ser nuestro interés al ejercer misericordia? Pablo nos asegura que “cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios.” (Rom. 14:12) ¡Cuán tranquilizador es saber que “la misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio”! Sea en algún punto crítico durante el tiempo presente, o en el Día de Juicio que se aproxima rápidamente (2 Ped. 3:7), cómo nos irá al rendir cuenta de nosotros mismos delante de Dios y su Juez nombrado, Jesús, dependerá, entre otros factores, del registro de misericordia que muestre nuestra cuenta. El seguir con constancia el mandamiento de Jesús de amar, bajo toda circunstancia, ayudará a llenar ese registro y, al mismo tiempo, contribuirá a la alabanza de Jehová y a la paz de la congregación.

  • No hay “crisis de energía” espiritual para los discretos
    La Atalaya 1975 | 1 de enero
    • No hay “crisis de energía” espiritual para los discretos

      HOY existe una “crisis de energía” en muchos países. Para algunas personas esto significa viaje reducido por automóvil, puesto que se ha hecho escaso el abastecimiento de gasolina. También se necesita combustible para operar generadores gigantescos que producen electricidad. Por eso muchas personas tratan de conservar la energía apagando luces que no se necesitan.

      Sin embargo, hay luz que no depende de fuentes de energía en uso común. Los individuos agradecidos que la poseen rehúsan apagar su luz o siquiera reducir su intensidad. Hablando en sentido espiritual, ‘dejan brillar su luz.’—Mat. 5:14-16.

      Jesucristo los tenía presentes cuando asemejó el reino de Dios a diez vírgenes que fueron invitadas a un banquete de bodas. Su parábola formó parte de una respuesta a la pregunta: “¿Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” (Mat. 24:3) La evidencia prueba que ahora vivimos en los “últimos días,” de modo que el cumplimiento de la “señal” predicha debe intrigarnos.

      Las diez vírgenes tenían lámparas, quizás vasijas con un surtidor y una mecha en un extremo y un mango en el otro. Es posible que éstas hayan estado llenas de aceite de oliva, que entonces se usaba comúnmente para la iluminación. Debido a que el novio se demoraba, se durmieron

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