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  • El dilema ante los solteros
    ¡Despertad! 1977 | 8 de junio
    • con la persona que no se casa’ y que ‘mejor es tener alguno que ninguno.’ Así dichos como éstos proclaman que la soltería es inherentemente mala. Al individuo se le hace sentir “anormal” o, tal vez, hasta latentemente homosexual.

      El que una persona necesite casarse y no lo haga porque teme el matrimonio, es una cosa. El que un soltero o una soltera simplemente reconozca que no necesita casarse es un asunto enteramente diferente. El educador Dr. Henry Bowman dice: “Si [un individuo] cree que el permanecer soltero es la manera de lograr mayor felicidad en la vida, él [o ella] sin falta debe permanecer soltero. . . . Hay solteras y solteros bien ajustados; hay ‘solteronas’ y ‘solterones’ casados.”

      Sí, en vez de dejar que el temor de ser soltero impela a uno a contraer un matrimonio no deseado, cuánto mejor es reconocer lo que el sabio maestro Jesucristo sabía acerca de la gente. Él dijo que algunos tienen el “don” o la habilidad de ser felices al permanecer solteros, y animó a los cristianos que tienen este “don” a retenerlo firmemente y usarlo al servir a Dios.—Mat. 19:10-12.

      Un mito es una fantasía, una mentira popular. Y ciertamente podemos ver que el seguir cualquiera de los mitos que hemos considerado aumentaría la confusión de la persona que esté considerando la cuestión de matrimonio y soltería. Sin embargo, muchos jóvenes modernos nos dirían que no hay nada que temer de ninguna fantasía. Ellos dicen: Den rienda suelta a sus emociones. No se preocupen por cualquier error que cometan. Más bien, cohabiten por un tiempo y entonces si ‘se quedan enamorados,’ cásense. Bueno, pues, ¿es el “matrimonio de prueba” un modo de salir del dilema o solo es otro mito?

      “Matrimonio de prueba”... ¿una solución satisfaciente?

      Por supuesto, no hay nada nuevo en la idea de que dos personas vivan juntamente sin primero casarse. Lo nuevo es la cantidad de personas que lo hacen abiertamente. En los Estados Unidos, un informe gubernamental indicó que entre 1960 y 1970 las parejas no casadas aumentaron por 700 por ciento. Los informes más recientes muestran un aumento aún mayor.

      Además del conflicto obvio que esto presenta a la conciencia cristiana, se hace la pregunta: ¿Están disfrutando de “matrimonio” estas parejas? ¿Los saca de la confusión esta cohabitación, y los introduce en una relación significativa y permanente?

      La verdad es que, aunque algunas parejas no casadas viven juntamente durante toda su vida, por lo general estas relaciones ilícitas son de corta duración. Los frutos son tan amargos y a menudo tan emocionalmente desastrosos como el divorcio. ¿Por qué?

      Refleje sinceramente por un momento. ¿Qué clase de relación es una relación en la que se considera de más valor ‘la libertad de partir’ que el realmente comprometerse el uno al otro? Aunque una es emocional y trascendental; ha llevado ‘tomando’ egoístamente, sino que están ‘compartiendo’ el placer, ¿es razonable dar algo tan precioso e íntimo sin haberse comprometido?

      Una definición de “prueba” es “experimento.” ¿Le conviene a alguien un matrimonio experimental? Después de todo, no estamos hablando de compartir una prenda de vestir. Si se rompe en dos o se descarta, uno simplemente va y compra otra prenda. Pero el ‘tejido cicatrizado’ producido por una relación íntima que se rompe es emocional y trascendental; ha llevado a algunos individuos al punto de suicidio.

      Aun las parejas que realmente se quieren se enfrentan a un problema que sacude las emociones: inseguridad. Como le contestó una pareja no casada al pariente que les preguntó por qué habían optado por casarse en ese entonces: “Porque queremos hacerlo... queremos estar comprometidos.”

      Pero, ¿qué hay acerca del argumento de que ‘uno realmente no sabe de seguro lo que será el matrimonio con aquella persona hasta que lo haya probado’? Un autor hizo notar prudentemente lo siguiente acerca de parejas no casadas: “No se puede hacer la prueba del ajuste matrimonial en el estado de soltero. Los que tratan de hacer esa prueba, aun cuando parece tener éxito, no han probado que pueden vivir juntos felizmente en el matrimonio.” Y los que han vivido en una relación sexual sin casarse con varias otras personas no entran en una nueva relación con acrecentado discernimiento. Por lo poco que han aprendido, el precio emocional los ha dejado menos capacitados para enfrentarse a problemas, menos dispuestos a dar de sí mismos y menos dispuestos a confiar.

      Por supuesto, la virtud anticuada de “dominio de sí mismo” no es popular hoy día. Se le considera represivo, inhibitorio, perjudicial a la personalidad. No obstante, en respuesta a la pregunta: “¿Es peligrosa la restricción sexual?” el libro Marriage for Moderns declara: “El dominio sexual antes del matrimonio está preñado de menos riesgos fisiológicos, sicológicos y sociales que la gratificación sexual.”

      Se ve pues que el “matrimonio de prueba,” lo mismo que los otros mitos relacionados con el matrimonio, es un fundamento peligroso e inestable sobre el cual tratar de edificar. “Bueno,” alguien pudiera razonar, “eso me ayuda a conocer algunos puntos de vista que debo evitar, pero, ¿no quedan algunos principios ‘positivos’? ¿Cómo puedo saber si estoy preparado para el matrimonio? ¿Cómo puedo escoger a un cónyuge prudentemente?”

      Estas preguntas difíciles no tienen respuestas sencillas que puedan repetirse cual lemas. Sin embargo, sí existen pautas fidedignas para el bien de los que tienen la perspicacia de apegarse al refrán que dice: “Antes que te cases mira lo que haces.” Examinemos estas pautas en el artículo siguiente.

  • Hallando a un cónyuge
    ¡Despertad! 1977 | 8 de junio
    • Hallando a un cónyuge

      “SI QUIERES ser sabio al casarte, cásate con tu igual,” dijo un poeta. ‘Pero, ¿quién es mi igual?’ quizás pregunte usted. Así es que la respuesta no tiene su principio con una mirada a través del salón de baile, sino con una mirada honrada a usted mismo. Usted también tiene sus defectos, faltas de personalidad; usted no ofrece perfección. Por otra parte, usted tiene ciertas creencias, talentos, gustos y necesidades. Esfuércese por verlos.

      Adicionalmente, es preciso que usted determine su propio grado de preparación para el matrimonio. No basta con simplemente estar dispuesto a decir “Sí.” Tiene que

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