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El papel del clero en la crisis de hoyLa Atalaya 1967 | 15 de octubre
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pueden hacerte sabio para la salvación por medio de la fe relacionada con Cristo Jesús.” Entonces prosiguió a dar énfasis a que “toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia.” (2 Tim. 3:15-17) Los clérigos que consideran que sus filosofías modernas están muy adelantadas a la enseñanza bíblica no convienen con el apóstol Pablo.
Los clérigos, católicos o protestantes o cualesquier otros, que se ponen de parte de los evolucionistas para burlarse de la Biblia y desvirtuar su relato del origen del hombre, ciertamente se han separado de Cristo y de sus apóstoles. ¿No dio el propio Hijo de Dios pleno crédito a la Palabra escrita, incluso al libro de Génesis? Si usted lo duda, ¿por qué no lee y compara Sus comentarios de Marcos 10:6-8 con lo que está escrito en Génesis 1:27 y 2:24? El apóstol Pablo prefirió adherirse a la enseñanza de Jesús y transmitirla a otros tal como la oyó. De hecho, advirtió: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya por medio de la filosofía y del engaño vano según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo.”—Col. 2:8.
Examine todo el capítulo quinto de la carta de Pablo a los romanos, Rom. 5 y note la claridad de su argumento. Él creía en la autenticidad del registro de Génesis, y aceptaba su relato de la caída del hombre al pecado y su necesidad urgente de un redentor. Compare su punto de vista sobre tales asuntos con la enseñanza modernista de los clérigos. Aun mejor, compare sus credenciales cual “vaso escogido” del Señor Jesucristo con las credenciales de los clérigos que se han graduado de un curso de teología comparativa y que niegan la Palabra inspirada de Dios.—Hech. 9:15.
Aquí tenemos casos de clérigos que tratan con desdén el relato que da la Biblia del nacimiento milagroso y la resurrección milagrosa de Cristo Jesús. Debido a que no pueden entender, debido a que no han podido desentrañar la sabiduría y poder obrador de milagros de Dios, debido a que estos acontecimientos no se amoldan a los hallazgos de la ciencia material, rehúsan aceptar el mensaje de las Escrituras inspiradas. No obstante, inconsistentemente, han estado dispuestos a profesar creencia en otros misterios que son tanto incomprensibles como antibíblicos, como su doctrina de la “Trinidad,” y enseñarlos.
Pedro, un apóstol de Jesús, estuvo en mucho mejor posición para testificar de la verdad de la resurrección que los clérigos del día moderno, porque fue un testigo presencial. Note su testimonio según se registra en Hechos 10:40, 41: “Dios levantó a Este al tercer día y le concedió manifestarse, no a todo el pueblo, sino a testigos nombrados de antemano por Dios, a nosotros, que comimos y bebimos con él después que se levantó de entre los muertos.”
Los clérigos que excusan y animan a la fornicación y a la homosexualidad están hablando directamente en oposición a los que estuvieron con Jesús y oyeron su enseñanza directamente. El escritor de un Evangelio, Mateo, por ejemplo, informa que Jesús dijo: “Del corazón salen razonamientos inicuos, asesinatos, adulterios, fornicaciones, hurtos, testimonios falsos, blasfemias. Estas son las cosas que contaminan al hombre.” (Mat. 15:19, 20) Y, en plena armonía con el punto de vista de Jesús, el apóstol Pablo declara enfáticamente: “No se extravíen [ni por clérigos ni por cualesquier otras personas]. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni avarientos, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios.”—1 Cor. 6:9, 10.
No obstante, a pesar del mensaje inequívoco de la Biblia, un comité de clérigos, educadores y doctores establecido por el Concilio Británico de Iglesias recientemente llegó a la conclusión de que no podrían aplicarse reglas invariables sobre el sexo y la inmoralidad. Declaró que no todas las relaciones sexuales fuera del matrimonio pueden condenarse como incorrectas y que la fornicación se permitía de vez en cuando. ¿Qué guía va a seguir usted? ¿La infalible Palabra de Dios, o la palabra de hombres imperfectos y no inspirados que quizás tengan algún motivo egoísta al promulgar sus propios puntos de vista?
DERROTERO SALVAVIDAS
La enseñanza que usted acepta y aprueba en tales asuntos vitales tiene mucho que ver con su futuro. ¿Será un futuro de vida eterna? Entonces tiene que prestar atención a la advertencia de Jesús: “Si, pues, un ciego guía a un ciego, ambos caerán en un hoyo.” (Mat. 15:14) Ciertamente es importante que cada uno considere, no simplemente las cualidades de su maestro religioso, sino también la naturaleza de la enseñanza de organización que se está transmitiendo por medio de tal maestro. ¿No es evidente que esto no es un asunto de que solo un clérigo se esté extraviando? Es el entero plan de estudios de los seminarios el que produce graduados que, o son ignorantes de la Biblia, o la desdeñan.
Uno pensaría que los clérigos que no convienen con el libro de texto básico del cristianismo, la Biblia, llegarían al punto que expresó tan bien un vocero de la Asociación Nacional de Legos Presbiterianos de Nueva Zelanda, según se informa en el Star de Auckland del 12 de septiembre de 1966: “Una actitud más honrada en cuanto al predicar una etapa de incredulidad sobre cuestiones vitales habría sido el retirarse del servicio cristiano.” Sin embargo, parece que estos hombres no tienen intención alguna de renunciar voluntariamente a un trabajo profesional o al salario que lo acompaña.
Son, de hecho, sacerdotes de una religión incierta, que no tiene base autoritativa, sino solo su propia ideología. Su papel en estos días críticos no es el de edificar fe, sino el de desbaratar la fe. Bajo inspiración, el escritor bíblico Judas advirtió a los seguidores de Cristo del peligro al cual están expuestos por medio de maestros falsos: “Estos son las rocas escondidas bajo agua en sus fiestas de amor mientras banquetean con ustedes, pastores que se apacientan a sí mismos sin temor; nubes sin agua llevadas de acá para allá por los vientos.”—Jud. 12.
Lo que usted necesita en este tiempo de crisis mundial son amigos que participen con usted en considerar honradamente la Biblia. Clérigos como el deán de Holmen, de quien ya citamos, no creen en la Biblia y hasta dicen en acusación que “los testigos de Jehová creen en ella [la Biblia], y por lo tanto no son cristianos.” ¿Por qué no echar a un lado ese razonamiento torcido e investigar a los Testigos? ¡Seguramente, como ellos, usted está deseoso de amoldar su vida a los requisitos de la Palabra escrita de Dios para conseguir la salvación que se promete a todos los que ‘quieran seguir con sumo cuidado y atención los pasos de Cristo’!—1 Ped. 2:21.
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Escasez de alimentosLa Atalaya 1967 | 15 de octubre
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Escasez de alimentos
◆ El 15 de agosto en la reunión anual de 1966 del Instituto Norteamericano de Ciencias Biológicas, un grupo de científicos concordó en la opinión de que el hombre está multiplicándose más rápidamente que las provisiones de alimento y que se podía ver el peligro de una catástrofe. El Dr. Harrison Brown del Instituto de Tecnología de California declaró que la población mundial sería por lo menos de 4.300.000.000 de habitantes para 1980, si no ocurre un desastre global para esa fecha; pero la producción de alimentos no lleva el mismo paso que el aumento de la población. El escritor bíblico Lucas registró hace mucho bajo inspiración divina que las “escaseces de alimento” sin paralelo serían parte de la señal compuesta que indicaría que no solo estaría por terminar el presente sistema de cosas, sino también que ‘estaría cerca el reino de Dios.’—Luc. 21:11, 31.
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