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  • Derechos o deberes... ¿cuáles?
    La Atalaya 1973 | 1 de agosto
    • a los ojos de otros. Pero, si alguien no sabe, entonces debe permitir que lo dirija la buena conciencia de la congregación cristiana. Que acepte el buen consejo y confíe en el buen juicio de los hermanos responsables.—Pro. 12:15.

      30. (a) ¿Qué están obligados a hacer todos los que tienen puestos de responsabilidad en la congregación? (b) ¿Por qué principio podemos guiarnos que nos mantendrá seguros? (c) ¿Por qué debemos interesarnos en deberes más que en derechos?

      30 Los cristianos verdaderos se aman unos a otros, y los que están en puestos de responsabilidad están obligados a hacer únicamente lo que es para el mayor bien de sus hermanos, sea en el ejemplo que ponen, o el consejo que dan. Y las acciones de todos nosotros siempre deben estar guiadas por el principio: ¿Estoy ‘adornando la enseñanza de nuestro Salvador, Dios, en todas las cosas’? Si cuidamos de nuestros deberes, trabajando de toda alma como a Jehová, y no a los hombres, Jehová nos remunerará con bendiciones mucho mayores que cualesquier “derechos” que podamos establecer para nosotros mismos, junto con años de vida y paz.—Tito 2:10; Col. 3:23, 24; Pro. 3:1, 2.

  • Un pueblo libre... pero obediente
    La Atalaya 1973 | 1 de agosto
    • Un pueblo libre... pero obediente

      “Sean como personas libres, y sin embargo teniendo su libertad, no como disfraz para la maldad, sino como esclavos de Dios. Honren a hombres de toda clase, ténganle amor a toda la asociación de hermanos, estén en temor de Dios.”—1 Ped. 2:16, 17.

      1. ¿Qué libertad mostró el apóstol Pablo que tenían él y sus condiscípulos?

      “CRISTO nos libertó. Por lo tanto estén firmes, y no se dejen restringir otra vez en un yugo de esclavitud.” Así escribió el apóstol Pablo después de describir la libertad de los hijos de Dios, que también eran hijos de Su organización celestial libre, “la Jerusalén de arriba,” su “madre.” Esta organización “madre,” que tiene la libertad de la relación perfecta con Dios, no obstante, fue representada como la ‘esposa’ de Jehová Dios. Por eso, como tal, su libertad era relativa. Estaba sujeta a la jefatura de su gran Esposo celestial. Y como hijos, Pablo y sus compañeros seguidores de Cristo tenían también una libertad relativa, porque estaban sujetos a su “Padre” y “madre” celestiales. Como hijos, estaban obligados a ser obedientes a ‘la disciplina de su padre y la ley de su madre.’—Gál. 5:1; 4:26; Pro. 1:8.

      2. ¿Por qué son libres los del pueblo de Dios, y sin embargo por qué no es absoluta su libertad?

      2 Hoy los del pueblo de Dios son libres porque ‘conocen la verdad, y la verdad los ha libertado.’ (Juan 8:32) Sin embargo, la libertad que tienen es para lo bueno, no para lo malo. Pueden practicar a grado cabal los frutos del espíritu, pues “contra tales cosas no hay ley.” (Gál. 5:23) Estos frutos son todo lo que se necesita para la felicidad completa; el hacer lo malo solo produce otra vez esclavitud al pecado y la muerte. A fin de seguir practicando lo que es bueno y provechoso, tienen que rendir obediencia a Aquel que los libertó, Jesucristo.

      UNA SUJECIÓN QUE PRODUCE LO BUENO

      3. ¿Qué sujeción, qué requiere obediencia, ha establecido Dios en la congregación cristiana?

      3 También, Dios ha provisto un arreglo en la Tierra al cual ha sujetado a su pueblo. Este es la organización de congregación. En este arreglo ha puesto a ciertos individuos a pastorear y guiar a su “rebaño” de congregación. Hombres son colocados en puestos para ayudar a la congregación a llevar a cabo la obra confiada a ella, a saber, la predicación de las buenas nuevas del Reino. También, estos hombres cuidan del bienestar individual de los miembros de la congregación, ayudándolos a aplicar los principios de la Biblia en su vida. El cristiano también ha de ser obediente a estos hombres, pues el apóstol manda: “Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes y sean sumisos, porque ellos están velando por las almas de ustedes como los que rendirán cuenta; para que lo hagan con gozo y no con suspiros, por cuanto esto les sería gravemente dañoso a ustedes.”—Heb. 13:17.

      4. ¿Bajo qué otras leyes de obediencia ha colocado Dios al cristiano, y son éstas un obstáculo para el ministerio cristiano?

      4 Además, a los cristianos se les manda ‘estar en sujeción a las autoridades superiores,’ los gobernantes en este mundo. Han de ser obedientes a las leyes que no están en pugna con las leyes de Dios. (Rom. 13:1; compare con Hechos 4:19; 5:29.) Los esclavos cristianos han de estar sujetos a sus amos, y este principio aplica hoy a los empleados, que deberían desplegar “buena fidelidad a cabalidad.” (Tito 2:9, 10) Los hijos han de obedecer a sus padres. (Efe. 6:1-3) Todos estos mandatos no restringen a los cristianos de hacer lo bueno y llevar a cabo su ministerio cristiano, sino, más bien, por medio de la obediencia a estas leyes glorifican a Dios y promueven los intereses del Reino.

      5. ¿De qué manera están los cristianos en sujeción a todos sus hermanos?

      5 Ahora bien, además de estas diversas autoridades a las cuales tiene que estar sujeto el cristiano, sujeción que obra para su bien y su mayor libertad y mayor felicidad, el apóstol abarca aun más, exhortando: “En cuanto a mostrarse honra los unos a los otros lleven la delantera.” (Rom. 12:10) En cierto sentido, entonces, todos los cristianos están en sujeción a todos sus hermanos, porque tienen que servir los intereses de sus hermanos adelante de sus propios intereses.—Mar. 10:44; 1 Ped. 5:5.

      OBEDIENCIA, UNA MARCA QUE DISTINGUE

      6. ¿Qué marca de manera sobresaliente la diferencia entre el cristiano verdadero y la persona mundana hoy día?

      6 ¿En qué posición coloca esto al cristiano en comparación con los que tienen la actitud del mundo en general? El proceder de él es el de obediencia, mientras que el de ellos es de desobediencia. Este es el punto básico que marca la diferencia. Por eso, ¡con qué seriedad debemos considerar el asunto de la obediencia!

      7. ¿Cómo pudiésemos ser tentados a abrazar alguna “causa” mundana, pero ¿qué debemos tener presente?

      7 Sin embargo, quizás seamos tentados a veces a proceder de otra manera. Vemos alrededor de nosotros desobediencia a toda forma de autoridad. Oímos habla de esa clase. Vemos injusticias, y quizás empecemos a sentir que estas personas desobedientes están justificadas. Quizás empecemos a defender su “causa” y quizás hasta empecemos a pensar que vemos razones para emprender la lucha en la congregación cristiana. Puede ser que jóvenes y otros en el mundo crean tener razones para rebelarse contra las condiciones en el mundo. Es verdad, hay injusticias. Que los mundanos hagan lo que les parezca. Pero ni los jóvenes entre nosotros ni ninguno del pueblo de Dios debe estar peleando

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