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  • La muerte me suministraba la subsistencia
    ¡Despertad! 1983 | 22 de diciembre
    • del cuerpo, hacer una incisión en ella e inyectar una solución que conserve el cuerpo. El líquido que se introduce en la arteria desplaza la sangre. Entonces se puede comenzar con el trabajo de restauración. Éste consiste en restaurar las partes del cuerpo que hubieran sido destruidas, como sucede en el caso de la víctima de un accidente. Puede que se usen ceras, cosméticos y puntos de sutura especiales hechos con agujas e hilo para disfrazar la herida. En la universidad se me enseñó que esto ayudaría a los sobrevivientes a aceptar la realidad de la muerte ocurrida. Con frecuencia pasaba muchas horas en el proceso de restauración del cuerpo para que tuviera una apariencia natural. Esto era un desafío y me enorgullecía de poder restaurar un cuerpo mutilado o demacrado a una condición en que se viera como cuando la persona estaba viva y saludable. Mis esfuerzos me producían gran satisfacción.

      Los gastos

      Hoy la muerte afecta a la gente de diversas maneras. Para la mayoría, un funeral será uno de sus gastos más grandes. La cantidad de dinero que se gaste y la elegancia del funeral son asuntos que le corresponde decidir a la familia y no deben ser objeto de crítica, siempre y cuando no se violen los principios bíblicos.

      ¿Por qué son la mayoría de los funerales más detallados y caros de lo que hubiera deseado el difunto? Es posible que el difunto no haya expresado sus deseos. La mayoría de las personas dirían que preferirían un funeral sencillo y económico. Sin embargo, si no lo han puesto por escrito, la responsabilidad de hacer la decisión recae sobre los sobrevivientes. Aun en tiempos bíblicos, los arreglos del funeral se hacían personalmente. Cuando Jacob estaba muriendo, le dijo a su hijo José: “En mi sepultura que he excavado para mí en la tierra de Canaán es donde has de enterrarme”. (Génesis 50:5.)

      Dentro de ciertos límites, usted y su familia tienen libertad para escoger los servicios funerarios que deseen. Algunos arreglos se pueden hacer antes de que la muerte ocurra. Prevea, de manera sensata, las decisiones que se habrán de hacer al tiempo en que ocurra la muerte.

      ¿Es necesario embalsamar? En los Estados Unidos la ley federal lo exige si el cuerpo va a ser trasladado por una empresa pública de transporte. Algunos estados lo exigen si los arreglos finales para el entierro no ocurren durante cierta cantidad específica de horas o si la muerte fue causada por una enfermedad contagiosa.

      ¿En qué gastos podría uno incurrir? Los ataúdes o féretros que le mostraba a una familia variaban de precio, comenzando con los de madera, que son económicos, hasta los costosos ataúdes de metal, que cuestan miles de dólares. Otros gastos pudieran incluir el traslado, la sepultura, las flores, el alquiler de los servicios de la funeraria, la adquisición de una lápida y así por el estilo.

      ¿Se debería tener un servicio funeral? Muchos de los servicios que suplía para los muertos eran los de costumbre. Por lo general, no se ofrecían otros servicios de entre los cuales escoger, pero con frecuencia éstos estaban disponibles. Algunos quizás deseen un servicio de entierro bien sencillo o una incineración, seguido, quizás, por una ceremonia religiosa en memoria de la persona fallecida, eliminando así la necesidad de embalsamar, restaurar y exhibir el cuerpo, usar un coche fúnebre y hasta el gasto del ataúd y el panteón. Otros querrán funerales costosos, de la misma manera como muchas personas desean carros costosos y casas costosas. No todas las personas tienen los mismos gustos ni desean exactamente las mismas cosas. Los empresarios de pompas fúnebres lo saben, por eso ofrecen los servicios y las mercancías a diferentes tarifas.

      ¿Qué hay de los parientes y de otras personas? Tome en consideración los deseos personales de la familia, pero recuerde que hay que tomar en cuenta a otras personas. Los cristianos que viven en pueblos pequeños quizás tengan que tomar en consideración las tradiciones de la comunidad. Las necesidades personales, los recursos financieros con que se cuente y otras circunstancias serán la pauta que dictará la clase de servicios que se obtendrán. Pero si uno se apega a las costumbres y tradiciones que son aceptables desde el punto de vista bíblico, se puede dar un mejor testimonio.

      Haga decisiones sabias

      No hay familia a la que le ocurra una muerte con mucha frecuencia. Cuando sí sucede, puede ser una experiencia muy perturbadora. ¡Con el tiempo la muerte misma llegará a ser una cosa del pasado (Revelación 21:3, 4)! Hasta que llegue ese tiempo existirán los depósitos de cadáveres, los cementerios, los empresarios de pompas fúnebres, los servicios funerarios y las leyes relacionadas con éstos. Pero la muerte llegará a ser una experiencia menos desconcertante si nos familiarizamos de antemano con algunos de los detalles o pormenores que hay que atender cuando ésta sí ocurre.

      Así como usted no compraría una casa nueva sin averiguar primero cómo es, de igual manera aplique los mismos principios que reflejan el sentido común cuando esté considerando la manera como usted quiere que se disponga de sus restos. Sea cual sea el procedimiento que usted escoja, una funeraria acreditada estará dispuesta a ayudarlo a solucionar los pormenores del asunto. Sociedades que se dedican a dar asistencia en asuntos funerales también pueden ayudarle a hacer arreglos para que se efectúe un funeral económico y digno. El que uno piense en este asunto ahora no se debe a que uno quiera ser morboso; más bien es una muestra de previsión madura y de interés amoroso en los sobrevivientes.

      Desde que adquirí conocimiento exacto de la Biblia y de la maravillosa promesa que ésta contiene —la de vida eterna— he llegado a preocuparme más por los vivos que por los muertos. La muerte ya no es mi medio de subsistencia. (Contribuido.)

  • Salvaguarde su don del oído
    ¡Despertad! 1983 | 22 de diciembre
    • Salvaguarde su don del oído

      ¡ESCUCHE! ¿Qué oye usted? ¿Puede usted oír el tictac de un reloj? ¿el zumbido de un acondicionador de aire? ¿los ruidos de la calle? ¿Puede usted oír las voces lo suficientemente bien como para comprender lo que se dice?

      Probablemente, como la mayor parte de nosotros, usted da más o menos por sentado la facultad del oído. No obstante, tan solo en los Estados Unidos y Canadá, más de 15.000.000 de personas son considerablemente sordas. La vida puede ser difícil para estas personas. Por ejemplo, en muchos casos los niños que sufren de defectos del oído no pueden aprender a hablar a una edad tan temprana como los demás niños. Además, a veces los padres, no dándose cuenta de que el niño padece de algún problema del oído, gritan al niño porque éste ‘no presta atención’. Los adultos que padecen de defectos del oído también tienen sus problemas. Algunos temen perder su trabajo si otros llegan a enterarse de que no pueden oír muy bien. O tal vez sufra su matrimonio debido a que se deteriore la comunicación.

      Por lo tanto, usted puede ver que la facultad del oído es realmente un don precioso. La Biblia dice: “El oído que oye y el

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