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  • ¿Cuáles son sus planes para el futuro?
    La Atalaya 1984 | 15 de septiembre
    • ¿Cuáles son sus planes para el futuro?

      “¡DEBEMOS tomar el futuro en serio, porque vamos a pasar el resto de la vida allí!” Usted probablemente concuerde con esa declaración. La mayor parte de nosotros vemos que es sensato prepararse de alguna manera o hasta cierto grado para el futuro.

      En ciertas comunidades, los matrimonios procuran tener familias grandes a fin de que haya alguien que se ocupe de ellos en la vejez. Los jóvenes quizás asistan a la universidad para prepararse para un buen empleo. Los adultos quizás inviertan sus ahorros en garantizarse un grado razonable de seguridad en la vejez. Además, muchas personas, a quienes les parece que el dinero es la mejor garantía para el futuro, invierten mucho de su tiempo y energías, hasta su salud, en esfuerzos por hacerse ricas.

      ¿Cuán seguro es?

      Estas maneras de prepararse para el futuro constituyen lo que podría llamarse sabiduría convencional, y hasta cierto grado son prácticas. El problema es que no siempre dan buenos resultados. Los padres pobres tal vez tengan muchos hijos, solo para verlos morir de alguna enfermedad o de desnutrición. También, en muchos casos, los hijos adultos se niegan a cuidar de sus padres. Los que se gradúan de universidad a veces se hallan desempleados o descontentos. Hasta hombres y mujeres muy ricos se dan cuenta de lo veraces que son las siguientes palabras de Jesucristo: “Aun cuando uno tenga en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee”. (Lucas 12:15.)

      Además, muchas personas se preocupan al ver que va en aumento la contaminación del ambiente, van creciendo los arsenales nucleares, las relaciones internacionales se hacen cada vez más inestables, la situación económica es insegura, y están decayendo las normas morales. Tienen el sentir incómodo de que el futuro para el cual se están preparando tan cuidadosamente será frustrado por sucesos que están más allá de su propio control. El siquiatra Karl Menninger expresó el sentir de muchos cuando, de acuerdo con una cita, dijo: “El mundo se encuentra en un estado de inquietud y nerviosismo en que pueden suceder cosas terribles”.

      Además, las personas frecuentemente frustran sus propios planes para el futuro. A pesar de que van en aumento las pruebas respecto a los peligros del abuso de las drogas, cada vez más personas usan drogas. Las investigaciones han probado que el fumar puede causar cáncer y otras enfermedades que amenazan la vida. No obstante, son muchas las personas que simplemente siguen fumando. Muchas mueren en accidentes de tránsito que ocurren debido a que alguien, ellas mismas u otra persona, estuvo conduciendo un automóvil bajo la influencia del alcohol. Pero la gente sigue bebiendo y manejando vehículos. La inmoralidad frecuentemente resulta en enfermedades que se transmiten mediante las relaciones sexuales, pero, en el caso de muchos, esto no evita que continúen siendo inmorales.

      Falta algo

      El hecho es que falta algo en el modo como la mayor parte de las personas hacen planes para el futuro. La sabiduría convencional no toma en cuenta todos los hechos ni satisface todas las necesidades de los seres humanos. En vista de esto, quizás le interese saber que en la Biblia se habla de dos clases de sabiduría... “la sabiduría del mundo” y “la sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:20, 21). Aunque el prepararse para el futuro de la manera acostumbrada tiene cierto valor a corto plazo, el seguir la sabiduría convencional es en realidad de muy poco valor en lo que tiene que ver con prepararse para un futuro de largo plazo.

      Jesús dijo: “La sabiduría queda probada justa por sus obras” (Mateo 11:19). Entonces, ¿por qué no dedica unos minutos a considerar “la sabiduría de Dios” y ver cómo ésta puede influir en el parecer que usted adopte al planear para el futuro?

  • Usted puede tener un futuro feliz
    La Atalaya 1984 | 15 de septiembre
    • Usted puede tener un futuro feliz

      DURANTE el primer siglo de nuestra era común un acontecimiento sobresaliente mostró que se necesita más que sabiduría convencional para planear un futuro que resulte en éxito. En aquellos días, gran parte del mundo estaba bajo el dominio imperial de Roma. La tierra natal de Jesucristo, Palestina, era tan solo una pequeña parte del enorme Imperio Romano. No obstante, los judíos que vivían allí tenían grandes planes. Se sentían intranquilos bajo el dominio romano, y frecuentemente se rebelaban. Entre ellos, la sabiduría convencional sostenía que Dios estaba a favor de los judíos.

      Durante la séptima década del primer siglo, los judíos hicieron un esfuerzo intenso por librarse del yugo romano. Un ejército romano vino contra ellos y casi tomó la ciudad de Jerusalén, pero entonces se retiró. Los rebeldes creyeron que habían ganado con la ayuda de Dios. Sin embargo, Jesús ya había profetizado que la ciudad sería destruida. Por eso, los cristianos fieles aprovecharon la retirada de los romanos para escapar de la ciudad (Mateo 23:33-39; Lucas 21:20-24). Al poco tiempo, los romanos regresaron. En 70 E.C. la ciudad de Jerusalén fue destruida y sus habitantes sufrieron una muerte brutal o fueron vendidos como esclavos. Solo los que, prudentemente, habían prestado atención a la advertencia de Jesús escaparon de aquella horrible experiencia.

      Aquello demostró de manera dramática la veracidad del siguiente dicho bíblico: “La sabiduría es para una protección lo mismo que el dinero es para una protección; pero la ventaja del conocimiento es que la sabiduría misma conserva vivos a sus dueños” (Eclesiastés 7:12). Por medio de Cristo, Dios había dado a los seguidores de Jesús el conocimiento de lo que había de ocurrir. Éstos, prudentemente, habían obrado en conformidad con dicho conocimiento, y aquella “sabiduría de Dios” los había salvado en una situación en que el dinero, la educación seglar y otras cosas por el estilo no habrían tenido valor alguno. (1 Corintios 1:21.)

      En el mundo inseguro de hoy, muchas personas temen a la posibilidad de una experiencia como la de aquellos judíos de Jerusalén. Un cataclismo que ellos mismos no pudieran controlar podría frustrar todos sus planes para el futuro. Por eso, lo que necesitamos es la misma clase de conocimiento que tuvieron los cristianos del primer siglo... entendimiento de lo que el futuro realmente encierra y de cuál es el proceder más sabio.

      ¿Dónde podemos hallar dicho conocimiento?

      Cada año, se publican millares de libros que abarcan todo tema imaginable. Pero a pesar de toda esta información, el futuro parece amenazador. No obstante, hoy sí tenemos un libro que es diferente de todas las demás publicaciones. Éste ya se había empezado a escribir antes de los días de Salomón, y en él se hallan registradas muchas “palabras de los sabios” que son como “aguijones”... que estimulan a la persona receptiva a obrar sabiamente (Eclesiastés 12:11). Para el tiempo en que Jesús estuvo en la Tierra, ya se había escrito la mayor parte de este libro, y él usó frecuentemente los consejos que contenía para ayudar a sus seguidores a obrar sabiamente. Jesús se refirió a estos dichos sabios al decir: “Está escrito: ‘No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová’”. (Mateo 4:4.)

      Dicho libro, por supuesto, es la Biblia. Pero ¿en qué sentido difiere la Biblia del interminable desfile de libros que se publica hoy? En primer lugar, ofrece una clase diferente de conocimiento. ¿De qué otra fuente se puede aprender la verdad acerca de cómo fue creado el hombre y por qué muere? ¿Qué otro libro contesta preguntas como las siguientes: ¿Por qué permite Dios la iniquidad? ¿En qué irá a parar este mundo? ¿Cuál es el propósito de la vida? La Biblia proporciona respuestas veraces a estas preguntas, y a muchas otras de esta índole.

      La Biblia también nos da consejo sabio y práctico sobre asuntos de la vida diaria. Nos advierte de los malos resultados de la borrachera, la inmoralidad sexual y la inmundicia física. Hace hincapié en los efectos provechosos del amor, el dominio de uno mismo y la generosidad. Establece una norma para el matrimonio que es realmente práctica, y ofrece ayuda valiosa para lograr una vida de familia feliz. El seguir el consejo de la Biblia nos permitirá planear un futuro remunerador. (1 Corintios 6:9-11; 13:4-8; Gálatas 5:22-24; Efesios 5:21–6:4.)

      Información indispensable

      Pero, especialmente, la Biblia es de gran valor porque nos habla acerca de Jehová Dios, el Creador. Es vital saber acerca de Jehová porque él es la Fuente de todo conocimiento. Pues, ¡hasta lo que los seres humanos aprenden acerca de la creación y el universo puede enseñarles algo acerca de Dios! La Biblia dice: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando”. De hecho, las ‘cualidades invisibles de Dios se perciben por medio de las cosas hechas’ (Salmo 19:1; Romanos 1:20). Es muy probable que aquellos investigadores y científicos que excluyen a Dios al hacer sus cálculos lleguen a conclusiones erróneas o incompletas.

      El aprender acerca de Jehová es vital también porque nos enseña que Dios tiene sus propios propósitos para la Tierra y la humanidad. “Son muchos los planes que hay en el corazón del hombre, pero el consejo de Jehová es lo que subsistirá” (Proverbios 19:21). Sea lo que sea que los hombres traten de lograr, si sus planes no están en armonía con los propósitos de Dios, tarde o temprano dichos planes terminarán en nada. (Salmo 127:1.)

      “El temor de Jehová es el principio del conocimiento”, dijo el rey Salomón (Proverbios 1:7). La sabiduría basada en dicho conocimiento tiene verdadero valor en lo relacionado con los planes del hombre para el futuro. Pero la Biblia también identifica a Jesucristo como el “Maravilloso Consejero” (Isaías 9:6). Por eso, ¿cómo podemos planear para el futuro con éxito si lo pasamos por alto a él? Tenemos que prestar atención a sus “dichos de vida eterna”, que están conservados en la Biblia (Juan 6:68). Además, tenemos que reconocerlo a él como el gran Rey nombrado por Dios, Aquel que juzgará a toda la humanidad (Juan 5:22). También deberíamos responder al gran amor que él demostró al dar su vida como sacrificio por los pecados de la humanidad. (Juan 3:16; 1 Juan 2:1, 2.)

      Sí, Jesús es una figura central en la historia humana, y cualesquiera planes que no lo tomen en cuenta a él resultarán inestables. Esto es especialmente cierto si consideramos lo que dijo el profeta Daniel acerca de él. Hablando respecto al Reino de Dios bajo Jesucristo, él dijo: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos” (Daniel 2:44; Salmo 2:1, 9). De modo que dentro de poco el Reino de Dios en manos del Rey Jesucristo va a reemplazar a todos los reinos de la Tierra. Debido a esto, los asuntos que ahora perturban a la humanidad —el problema de la contaminación ambiental, la amenaza de una guerra nuclear, la inestabilidad económica y política— pronto serán cosas del pasado (Revelación 11:18). Sí, el futuro de usted puede ser verdaderamente feliz en el venidero Paraíso terrestre bajo la gobernación del Reino. (Lucas 23:43.)

      Este conocimiento nos da un sentido de equilibrio cuando consideramos que los gobernantes del mundo no pueden resolver las crisis. Pero hay cierto problema que se tiene que vencer.

      No tema a la sabiduría

      En el primer siglo, Jesús enseñó como nadie jamás había enseñado. Demostró su autoridad mediante sanar a los enfermos, a los ciegos y a los cojos, y hasta por medio de resucitar a los muertos (Mateo 11:5, 6). Estos milagros asombrosos fueron acompañados del modo de vivir inmaculado de Jesús mismo (Hebreos 7:26). Ciertamente tales hechos probaron que Jesús era el Mesías prometido desde hacía mucho tiempo. Pero como él no predicaba en conformidad con la sabiduría convencional, la mayoría de los judíos lo rechazaron.

      Pocos años después, el apóstol cristiano Pablo predicó al rey Agripa. En respuesta a las palabras sinceras de Pablo, Agripa comentó: “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano” (Hechos 26:28). Evidentemente, podía sentir la fuerza del mensaje. Pero éste parecía poco convencional y exigía que él efectuara grandes cambios en su modo de vivir. Por eso, Agripa nunca se hizo cristiano.

      Al igual que el rey Agripa o los judíos que no respondieron a los dichos de Jesús, hoy día muchas personas encuentran que se les hace mucho más fácil seguir la sabiduría convencional que aceptar la sabiduría de Dios. Pero recuerde que solo aquellos judíos que sí respondieron al mensaje de Jesús sobrevivieron a la destrucción de Jerusalén.

      De igual manera hoy, solo por medio de responder a la sabiduría de Dios podremos nosotros los humanos obrar sabiamente al planear nuestro futuro. Es cierto que mientras dure este sistema tenemos que valernos también del sentido común al planear nuestra vida. Pero si todos nuestros planes para el futuro dependen de este sistema de cosas, con el tiempo irán a parar en nada, pues el fin de éste está cerca. El derrotero verdaderamente sabio es leer la Biblia con detención a fin de aprender acerca de los propósitos de Dios. Deberíamos estudiarla y acompañar dicho estudio con oración para enterarnos de cuál es la voluntad de Él para nosotros. Y estaremos obrando sabiamente si efectuamos dicha voluntad a conciencia.

      “La sabiduría de Dios” produce buenos frutos. Santiago, el medio hermano de Jesús, dijo: “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que muestre por su conducta excelente sus obras con una apacibilidad que pertenece a la sabiduría. [...] La sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita” (Santiago 3:13-17). ¡Dicha sabiduría ciertamente ‘conservará vivos a sus dueños’! (Eclesiastés 7:12.) Permitirá que usted tenga éxito al planear un futuro feliz.

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