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  • Gandhi... lo que formó al hombre
    ¡Despertad! 1984 | 8 de abril
    • para con el hombre de color, seguirá habiendo problemas”. Resulta interesante que el veredicto de Gandhi aplicaba de igual manera a los indios, quienes por miles de años habían perpetuado un sistema de castas basado en las diferencias en el color de la piel. En esta segregación indio está contra indio, brahmán contra intocable.

      Dignidad para los intocables

      A su regreso a la India, Gandhi halló rencorosas divisiones y cicatrices fomentadas por las castas. ¿Cómo podemos condenar a los británicos —hizo notar él— cuando nosotros mismos hemos incurrido en falta respecto a nuestros propios hermanos intocables? “Considero la existencia de los intocables la peor mancha del hinduismo”, dijo él. Debido a que permitía que hubiera intocables, el hinduismo había pecado, opinaba Gandhi.

      Gandhi se convirtió en el defensor máximo de la causa de los intocables. Vivió con ellos. Comió con ellos. Limpió sus inodoros. Trató de restaurar la dignidad de ellos. Les dio un nombre digno... ya no eran intocables, sino harijans, o pueblo del dios Visnú. “Es necesario que nosotros los hindúes nos arrepintamos del mal que hemos cometido, [...] tenemos que devolverles la herencia que les hemos robado”, escribió.

      ¿Cuál es la herencia del harijan, según Gandhi? Es la dignidad humana, la herencia fundamental de todo pueblo. El harijan simplemente quiere que se le trate como un ser humano en vez de como un animal, afirmó él. ¿Quiénes efectuaron el robo? De acuerdo con Gandhi, sus coterráneos hindúes. “Los registros de la historia indican que los delitos más crueles se han cometido al amparo de la religión”, dijo él. Avergonzó a toda la India al no querer entrar en los grandes templos cuyas puertas habían estado cerradas por siglos para los adoradores hindúes de castas inferiores. “Aquí no hay Dios —dijo él a las muchedumbres reunidas—. Si Dios estuviera aquí, a todo el mundo se le permitiría entrar.” En cierta ocasión un misionero, quien obviamente vivía bien, vino a Gandhi para que lo aconsejara sobre cómo ayudar a los parias de las aldeas indias. La respuesta de Gandhi fue un desafío al cristianismo: “Tenemos que bajarnos de nuestro pedestal y vivir con ellos... no como extraños, sino como uno de ellos en todo sentido, compartiendo con ellos sus cargas y sus penas”.

      En el diccionario de las actividades de la no violencia no hay tal cosa como un ‘enemigo externo’”, dijo Gandhi. Con el futuro mismo del mundo en juego, según comentó un escritor moderno, todas las diferencias serían “internas”, y si nuestro objetivo es salvar a la humanidad, tenemos que respetar la humanidad de toda persona. La segregación que se basa en el sistema de castas invalida el respeto, y por eso la gente sufre. El sufrimiento de la gente ya no está en silencio. Se refleja en las estadísticas de delitos y actos de violencia. Por lo tanto, surgen las siguientes preguntas: ¿Han tenido éxito los ideales de Gandhi? ¿Qué hay de la no violencia en la India? ¿Cuán prácticas son para el mundo en general las ideas de Gandhi?

  • La no violencia en un mundo violento
    ¡Despertad! 1984 | 8 de abril
    • La no violencia en un mundo violento

      VIVIR en Bombay es vivir constantemente entre una multitud. Durante el día las calles están atestadas. De noche más de cien mil personas duermen en el pavimento.

      Así son la mayoría de los pueblos y ciudades de la India: atestados y excepcionalmente pobres. Escasean las viviendas y el agua potable. El alimento es un artículo precioso.

      Imagínese por un momento que usted vive en una habitación de tres metros por cuatro (nueve pies por doce), ¡junto con otras cinco u ocho personas! Se alquilan los rincones de la habitación o tal vez las personas duerman por turnos. Usted pasa la mayor parte de su vida en las calles o aceras. Cada mañana usted camina a donde se mantiene el abastecimiento de agua de su localidad y acarrea un cubo de agua. El agua está contaminada. Usted trabaja muchas horas efectuando alguna labor dura, pero el dinero que gana casi no basta para proporcionar el alimento que su familia necesita para el día. Usted no puede cambiar las cosas, por más que se esfuerce. A diario usted ve morir a personas en su derredor debido al hambre o la enfermedad. Usted se siente frustrado y desamparado.

      Por lo menos, usted está establecido. Tiene un hogar. Pero, como siempre, existe otra India: Personas que no tienen ningún lugar que puedan considerar suyo ocupan rincones y escondrijos cerca de las cunetas y al borde de las carreteras. Forman colonias de personas desahuciadas. Entre ellas hay viejos y jóvenes, mujeres e infantes, que están medio vestidos y muriéndose. Es una raza de gente que nunca ha tenido suficiente alimento. Lo único que quieren hacer es sobrevivir un día más.

      Éste no es un cuadro agradable. Por supuesto, en la India, como en otras partes, existen personas ricas y educadas. Pero constituyen una minoría. Con relación al constante aumento de la población, la cantidad de pobres ha aumentado muchísimo más que la de los ricos. El notable consumo de éstos en comparación con la simple supervivencia de los primeros prepara el escenario para la violencia.

      La naturaleza de la violencia

      “Enredada en los torcidos alambres del estancamiento y el cambio, la India es ahora una sociedad violenta, cruel y deplorable”, dice Bhabani Sen Gupta en su artículo “Is India Civilised?” (¿Es civilizada la India?). En la India todavía hay casos cada año de suegros y esposos que queman vivas a esposas jóvenes por no haber aportado suficiente dote. Aproximadamente dos millones de mujeres son violadas. Se cometen centenares de miles de otros delitos. Cincuenta mil personas, mayormente hombres y mujeres jóvenes, cometen suicidio debido

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