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Progreso seglar y pereza espiritualLa Atalaya 1956 | 1 de febrero
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los adultos. Sin embargo, millares de personas hoy día hacen de la seguridad financiera su meta final en la vida. Otros hacen que su vida consista de una búsqueda inútil de la felicidad por medio de posesiones. En naciones que producen abundantemente, pocas personas son capaces de levantarse por sobre el nivel del estado mental vacío de una nación de compradores. El arte de anunciar sutil induce a los modernos a creer que las virtudes más altas son la búsqueda de placeres y de posesiones materiales. La publicidad crea una tierra prometida que puede lograrse mediante compras alertas y puntualidad en los pagos de plazos. De modo que los modernos avanzan entusiasmadamente hacia su meta de una Utopía de artefactos mecánicos hechos de plástico y de belleza aerodinámica en la cual no hará falta ningún esfuerzo humano excepto el de ser digno uno de las brillantes perfecciones mecánicas.
Es una ilusión, esta creencia de que las posesiones y la bendición de la seguridad financiera compensan más que adecuadamente las pérdidas espirituales. Muchas personas permiten que esta ilusión crezca hasta ser un Frankenstein que destruye toda vida espiritual; otros dejan que dicte su vida hasta tal grado que creen que la manera de verdaderamente vivir quiere decir correr a las parejas con sus vecinos en cuanto a la posesión de artefactos y que el deber paternal requiere que uno proteja a sus hijos, no del peligro de la pereza espiritual, sino de la sensación de inferioridad que con certeza seguiría al retener egoístamente el automóvil del año pasado. Es una ilusión mortífera. Muchos no descubren esto hasta que es demasiado tarde.
Ciertamente el Fundador del cristianismo nunca enseñó que las posesiones traían enriquecimiento espiritual, felicidad o vida. Más bien él enseñó que, a menos que uno dé al reino de Dios el primer lugar en su vida, las posesiones pueden conducir a la pérdida de la vida, pérdida de la esperanza de vida eterna en el nuevo mundo de Dios. De modo que la amonestación de Jesús aplica con fuerza protectora hoy día cuando el progreso seglar da ímpetu al crecimiento de la pereza espiritual: “Estén alerta y guárdense de toda clase de codicia, porque aun cuando una persona tenga en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee.”—Luc. 12:15, NM.
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“¡Pero nosotros no podemos hacer eso!”La Atalaya 1956 | 1 de febrero
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“¡Pero nosotros no podemos hacer eso!”
En un pueblecito de la zona oriental de Alemania dos testigos de Jehová llegaron a la casa de un clérigo de avanzada edad. Él invitó a los dos testigos a entrar. Hubo una animada consideración de las enseñanzas bíblicas. Hacia el fin de la conversación se llamó a la atención del clérigo el registro de los testigos de Jehová frente a la persecución y se le preguntó: ‘En vista de estos hechos, ¿No le parece que vale la pena investigar concienzudamente y sin prejuicios?’
El clérigo admitió esto y entonces explicó que él había estado pensando en el asunto porque no muchos días antes lo había visitado un hombre que acababa de ser soltado de una prisión comunista, quien le había dicho: “¡Créamelo o no, Sr. ———, pero si no hubiéramos tenido a esos testigos de Jehová con nosotros en la prisión nos hubiéramos desesperado, no pudiéramos haber aguantado!” A lo cual el clérigo añadió: “Yo sé que Dios realmente ha levantado un pueblo en los testigos de Jehová, que se sostienen firmes en defensa de su Nombre.” Entonces, en tono de resignación, añadió: “Pero nosotros no podemos hacer eso.” ¿Por qué pueden los testigos de Jehová y por qué no pueden esos clérigos? ¿Por qué?
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