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  • El maratón docente del Japón
    ¡Despertad! 1985 | 22 de septiembre
    • al estudiante universitario promedio como uno que “puede tomar las cosas con calma y a menudo jugar mah-jongg por medio día durante horas escolares porque sabe que es seguro que recibirá su diploma. Todo lo que necesita es obtener la cantidad requerida de créditos”. Parece que a la mayoría de los empresarios les interesa poco cuánto realmente han aprendido los graduados. Los empleos son para los que simplemente se gradúen de las universidades apropiadas.

      Los frutos de la competencia

      No es sorprendente que haya surgido todo tipo de corrupción y problemas en este ambiente de competencia. Todos los años hay padres preocupados que, mediante soborno, logran la admisión de sus hijos en universidades, escuelas secundarias y escuelas intermedias. Algunos padres hasta hacen arreglos para obtener divorcios falsos a fin de que uno de los padres y un hijo puedan registrar una dirección que indique que viven en la jurisdicción de una escuela prestigiosa. Pero cuando miles de estudiantes compiten por solo unos cuantos centenares de vacantes en cierta escuela, la mayoría queda desilusionada. Esto ha llevado a algunos al suicidio. Otros han desahogado su frustración mediante actos de violencia.

      Quizás lo más angustioso de todo sea el efecto que tiene en los estudiantes este ambiente en que el pez grande se come al chico. Es interesante notar que la oficina del primer ministro comisionó a un grupo de personas para comparar las actitudes de los jóvenes, entre las edades de 18 y 24 años, en 11 países. Una de las preguntas que se hizo fue: ‘¿Desea usted ser adinerado?’. El Japón encabezó a los países donde se contestó afirmativamente. Por otra parte, a los jóvenes se les preguntó también si querrían ayudar a personas mediante trabajo social. Los jóvenes japoneses fueron los últimos de la lista. Así que, aunque las escuelas del Japón sobresalgan en lo académico, algunas personas les darían una mala calificación en lo que tiene que ver con producir personalidades equilibradas, que manifiesten interés en otros.

      ¿Tiene todavía otros efectos perjudiciales en los estudiantes la filosofía docente de éxito a toda costa? Considere un problema que se ha desarrollado en las escuelas alemanas.

  • “Schulangst”... ¿el precio del éxito?
    ¡Despertad! 1985 | 22 de septiembre
    • “Schulangst”... ¿el precio del éxito?

      Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Alemania

      SCHULANGST... la palabra fue creada para describir un problema que se está convirtiendo rápidamente en uno de alcance internacional. Y aunque la traducción de la misma no capte en cierto modo todos los matices de la palabra, más o menos significa “ansiedad escolar”.

      Hace diez años, el doctor Eckhard Schrickel, pediatra alemán, dijo: “Por lo menos dos terceras partes de los niños que trato no están enfermos de ningún órgano en el sentido corriente de la palabra. Están enfermos de la escuela”. La publicación médica Deutsches Ärzteblatt afirma que desde entonces la cantidad de niños que reciben tratamiento por dificultades relacionadas con la escuela ¡ha aumentado diez veces!

      En verdad, si se ha de creer a la Asociación Alemana de Maestros Jóvenes, el sistema de escuelas públicas de la República Federal está en una crisis. La asociación señala a los 280.000 estudiantes que anualmente no reciben buenas calificaciones —casi uno de cada 30—, así como a los 18.000 que tratan de suicidarse por razones relacionadas con la escuela. Cada año, centenares logran hacerlo.

      Las causas

      Tal vez el factor más importante que causa Schulangst sea la presión constante que se ejerce sobre los niños para que salgan bien en los estudios. Padres y maestros de Alemania dicen a los jóvenes que si desean obtener admisión a una universidad o hallar un empleo significativo, tendrán que tener un sobresaliente registro escolar. No obstante, para muchos niños, ¡el temor al posible fracaso crea tensiones que a menudo los hacen sacar malas calificaciones! El profesor alemán Walter Leibrecht advierte: “Nosotros los padres tenemos que darnos cuenta de que la ambición exagerada por parte nuestra solamente puede perjudicar a nuestros hijos”.

      Es cierto que las calificaciones pueden incitar a los estudiantes a hacer trabajo excelente y pueden poner de relieve aspectos en que necesiten mejorar. Y si un padre no se interesa en la educación de su hijo, el muchacho tal vez pierda el incentivo de aprender. Sin embargo, el profesor Leibrecht condena “la presión severa de las calificaciones”. El dar demasiado énfasis a las calificaciones puede hacer que los niños de inteligencia media o hasta los de inteligencia superior al promedio se sientan inferiores. “Cuando las calificaciones se convierten en una palanca para aplicar presión —dice la revista alemana Eltern—, y no dejan libertad alguna para el desarrollo personal, cuando deforman el equilibrio social, entonces hay algo malo tocante a nuestro sistema. Nuestros hijos son quienes sufren.”

      Los hogares llenos de discordia o desbaratados por el divorcio o la separación también pueden producir Schulangst. En tales hogares, los niños frecuentemente se sienten confundidos, intranquilos o hasta creen que no se les ama. Es interesante notar que el doctor Gerhardt Nissen, director de la Clínica de Siquiatría Juvenil de la Universidad Julius-Maximilian, de Wurtzburgo, explica: “Se puede notar que los estudiantes tratan de suicidarse solamente cuando existen graves defectos en la relación de padre e hijo o en la estructura de la personalidad del niño”. (Las cursivas son nuestras.)

      No obstante, otro factor que causa Schulangst lo revela un niño de 11 años de edad: “Estoy seguro de que podría resolver el problema que la maestra presenta, si solo pudiera entenderlo”. Especialmente desde los últimos años de la década de los sesenta, la sencillez en los salones de clase alemanes ha cedido cada vez más a la complicada jerga científica y tecnológica. La Schulangst se alimenta de la frustración resultante.

      Hasta el ver por largo tiempo la televisión puede ser un factor. Cierto educador afirma que los televidentes tienden a olvidar rápidamente lo que ven, para así poder concentrarse mejor en lo que se presenta luego. ¿Cuál es el resultado? ¡Tienden a olvidar el trabajo escolar con igual rapidez!

      A veces a los estudiantes se les somete a “amenazas, extorsión y maltrato”. Por eso el periódico Hamburger Abendblatt comentó además: “Muchas veces el temor a la escuela es también el temor a la violencia de los condiscípulos de uno [...] Los estudiantes reaccionan a la tensión mediante la violencia”.

      ¿Un precio demasiado alto?

      Aunque la palabra Schulangst es alemana, difícilmente es particular de Alemania. Es sencillamente otra indicación perturbadora de que muchas escuelas no están pasando la prueba. El éxito académico es excelente. Pero cuando los niños desarrollan un temor casi mórbido a la escuela, los padres deben preguntarse si el precio del éxito no es demasiado alto.

      No obstante, en gran parte del mundo las escuelas están luchando por enseñar hasta las destrezas más básicas, como la de leer y escribir. ¿Hasta qué grado está el Tercer Mundo, es decir, el conjunto de naciones en vías de desarrollo del mundo, haciendo frente a este desafío?

      [Comentario en la página 7]

      La presión que ejercen muchos maestros y padres para que los estudiantes salgan bien en los estudios hace que muchos jóvenes tengan un temor casi mórbido a la escuela

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