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Las Islas BritánicasAnuario de los testigos de Jehová para 1973
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revistas en croata y swahíli, además del Ministerio del Reino en siete idiomas, continuaron imprimiéndose en Londres. Desde el departamento de suscripciones las revistas iban a cincuenta sucursales que abarcaban más del doble de esa cantidad de países e islas del mar. Revistas en grandes agrupaciones eran enviadas en la cantidad de 360.000 por semana a congregaciones en la Gran Bretaña y 300.000 a congregaciones de ultramar.
Las Asambleas de Distrito “Gobernación Divina,” celebradas en nueve diferentes lugares en julio de 1972, tuvieron una concurrencia de 91.226 personas, la más elevada concurrencia hasta la fecha en las asambleas para un solo año, lo cual dio más prueba de que “las cosas deseables de todas las naciones” continúan entrando.—Ageo 2:7.
A través de los años la familia de Betel ha crecido de cinco a sesenta y nueve miembros. Las congregaciones se han multiplicado noventa veces desde el pequeño principio al comienzo del siglo cuando había solo diez. El informe del campo de 1972 mostró un máximo de publicadores de 65.693. El número de precursores fue de 3.870, y 5.228 personas se bautizaron durante el año. La proporción de publicadores a población era de 1 a 822. En el único territorio de ultramar que queda bajo la sucursal de las Islas Británicas, Malta, la congregación en 1972 tenía siete veces el tamaño que tenía cuando comenzó, pues informó 54 publicadores.
El pueblo de Jehová en la Gran Bretaña se regocija mucho porque Jehová ha cumplido tan maravillosamente sus promesas para con ellos. Ninguna arma —haya sido traición desde dentro, leyes malévolas, odio nacional— había prosperado. Toda arma había sido vuelta atrás por el brazo fuerte de Jehová. Está bendiciendo la actividad de su pueblo. Ciertamente es fuente de gran felicidad el ser identificados como los propios testigos de Jehová.
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GhanaAnuario de los testigos de Jehová para 1973
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Ghana
EL PAÍS de Ghana se encuentra en la enorme protuberancia del continente de África hacia el oeste. Está precisamente sobre el ecuador, colindando con Costa de Marfil al oeste y Togo al este. Teniendo un área de 230.000 kilómetros cuadrados, es casi del tamaño de la Gran Bretaña. La población actual es de ocho millones y medio de personas, de las cuales 16.093 son testigos de Jehová. Este es el país que, hasta el 6 de marzo de 1957, fue conocido como Costa de Oro.
Debe hacerse notar que la religión indígena de la gente de Ghana se basa en el animismo. Debido a esto la cuestión del alma y lo que sucede después de la muerte es de tan grande importancia aquí que toda otra enseñanza religiosa queda como cosa pequeña en comparación.
La creencia en que los objetos inanimados tienen alma o están habitados por espíritus que merecen reverencia ha llevado a la adoración de ríos, lagos y lagunas, entre los cuales se destacan los ríos Prah, Tano y Densu, el lago Bosomtwi y las lagunas Korle y Sakumo. Se cree que ciertos animales son la encarnación sagrada del alma de ciertos clanes y se les da apropiada reverencia. Montañas, rocas, valles, árboles y vides han sido adorados o considerados con reverencia supersticiosa.
En 1642, cuando los portugueses fueron obligados a salir de Costa de Oro, los sacerdotes católicos partieron junto con ellos. Pero antes de irse habían dado a conocer a la gente el culto de San Antonio.
Hoy la gente pagana de Elmina ha construido un lugar sagrado para la estatua de San Antonio. Lo han llamado Nana Ntuna (Abuelo Antonio). Recientemente la vieja Biblia que afirman que vino con la estatua ha desaparecido de la choza, pero el rosario y el crucifijo todavía están allí. También han creado un dios auxiliar, Brafu Kweku, para San Antonio. Isa (Jesús) está representado en la Ntuna Burn (la Choza de Antonio) por “lo que aparentemente es el residuo en polvo de hostias o pan de comunión muy antiguo dejado en un receptáculo.”
Así “Nana Ntuna, Isa y Brafu Kweku constituyen la trinidad de la adoración de la Antoni-Bum, durante la celebración de la cual se colocan cirios o velas prendidas alrededor de la estatua y se quema incienso.” El culto de Ntuna de Elmina se asocia con el fruto del primer intento de la cristiandad por cristianizar a un pueblo que adoraba del modo animista.
Pasaron dos siglos desde el tiempo en que los portugueses fueron echados antes que la cristiandad hiciera otro intento por evangelizar a Costa de Oro, esta vez por medio de las misiones protestantes. Tan pronto como los misioneros vencieron el problema de aclimatarse, que causó la pérdida de un buen número de vidas, se entregaron a un estudio de los idiomas nativos. En corto tiempo los misioneros de Basilea y Brema habían puesto por escrito los tres principales, twi, eve y ga. Después de eso vinieron traducciones de partes de la Biblia a los idiomas vernáculos, y para 1871 la Biblia entera podía conseguirse impresa en twi, eve y ga.
Estas traducciones fueron tan exactas, en lo que se refiere a los idiomas, que las de eve y ga todavía son las únicas traducciones que se usan, con muy poca revisión.
Otro rasgo digno de encomio de sus traducciones es que usan el Nombre Divino. Este, vertido lehowa y Yehowa, aparece en las Escrituras Hebreas en casi todos sus lugares debidos en las tres traducciones. Los traductores al eve y ga hasta hicieron algo mejor que eso. Usaron el Nombre Divino en las Escrituras Griegas, en ga en 2 Corintios 6:17 y 18 y en eve en Hebreos 7:21; 13:6; 1 Pedro 3:12 y en el libro de Revelación en cada caso que aparece la expresión “Aleluya.”
Así, los primeros misioneros le enseñaron a la gente que el nombre del Dios Principal es Iehowa o Yehowa. Establecieron escuelas y enseñaron a la gente a leer. También produjeron libros y folletos que daban narraciones históricas simplificadas de la Biblia y estimulaban la lectura de éstas. Todo esto ayudó a dar a los nativos alguna información básica acerca de la Biblia y a familiarizarlos con el Nombre Divino.
Después de la I Guerra Mundial se dio mayor ímpetu a la educación en Costa de Oro. Para este tiempo la influencia de las iglesias había crecido por todo el país, con pocas excepciones, a saber, las zonas musulmanas en el norte. Habían establecido más escuelas y hasta se habían extendido al campo comercial y otros. La educación y las iglesias estaban tan enlazadas en la mente de los nativos que a las iglesias se les llamaba Sukuu o Escuela.
Por esta razón se consideraba marca de prestigio el haberse bautizado formalmente en una de las iglesias de la cristiandad. Los educados se identificaban con una iglesia u otra, y llamaban a aquellos cuyos nombres no estaban escritos en ningún registro eclesiástico atrasados, de la maleza, ineducados e infieles o paganos.
No obstante, a pesar de esta exhibición externa de piedad, el nativo que iba a la iglesia era el mismo internamente. El bautismo era barato, disponible a cualquiera que hiciera una solicitud verbal, aun en su lecho de muerte. No se daba importancia a los cambios que eran necesarios para poner la vida de la persona en armonía con la voluntad de Dios.
Muchos “esclarecidos” que asistían con regularidad a las iglesias continuaban prestando homenaje a los dioses ancestrales. De muchas maneras participaban en fiestas paganas que honraban a los muertos. Los jefes, que hacían ofrendas de alimento y bebida a los dioses ancestrales, eran aceptados en las iglesias con sentido de prestigio. Para coronar festividades paganas, estos jefes, acompañados por un séquito grande, asistían a los servicios eclesiásticos con tambores y muchos atavíos paganos para “dar gracias a Dios” con enormes donaciones pecuniarias, siempre bien recibidas por las iglesias.
La poligamia no impedía el que se fuera miembro de las iglesias, aunque se decía que los polígamos y algunos jefes no podían participar del pan y el vino de la comunión. La posición de uno con la iglesia realmente se determinaba por lo que uno pudiera contribuir al fondo eclesiástico, tal como un entierro eclesiástico y otros servicios se decidían en gran medida por si uno pagaba sus cuotas de miembro o no.
Ante todo esto, no era de maravillarse que unos cuantos de los africanos en los años veinte pensaran que las iglesias habían sido un gran fraude. En aquel tiempo en Costa de Oro había hombres a quienes horrorizaban estas cosas, que miraban el establecimiento confuso de la cristiandad y sus enseñanzas y se preguntaban si Dios no podía hacer algo mejor que aquello.
Por ejemplo, estaba Eddy Addo, delgado, cobrizo, agresivo y franco. Estaba activo en la iglesia, sí, pero no vaciló en enfrentarse al clero para tratar lo que llamó “un pensamiento que me agita en cuanto a la frecuencia con que se solicitan fondos.” Estaba J. B. Commey, serio y meditativo, buscando la verdad. Le vino su sacudida cuando el sacerdote anglicano le dijo que la iglesia era una sociedad y tenía sus reglas que no tenían que conformarse a la Biblia.
Considere también a C. T. Asare, un estudiante algo manso y tímido, que sincera y honradamente buscaba adorar a Dios. Véalo al otro lado de la mesa enfrentándose al sacerdote en una entrevista antes de la comunión. Escuche al sacerdote exigir el pago de sus cuotas eclesiásticas como condición para que se le sirva la comunión. El tímido Asare cambia la vista. Con dificultad explica que es estudiante y por lo tanto está abarcado por la dispensación especial que absuelve a los estudiantes del pago de impuestos de iglesia. Ahora oiga al sacerdote ordenarle que salga, a voz en cuello, añadiendo: “¿No cree usted que yo como mientras trabajo?”
Había otros hombres en Costa de Oro que solícitamente buscaban las verdades de la Palabra de Dios, como I. K. Norman. Él era joven, ingenioso, de buena educación y con un excelente futuro material en el servicio civil. Pero el joven Norman estaba lejos de sentirse complacido con la religión que aceptó por habérsele criado en ella. A pesar de su sentido humorístico natural, tomaba en serio la religión; tanto, que arriesgando su empleo le escribió al arzobispo de Cantorbery y al obispo de Liverpool, desafiando la doctrina de la Trinidad en términos precisos. ¡Imagínese su desilusión cuando un capellán le escribió que el arzobispo estaba demasiado ocupado para atender su carta! ¡Imagínese su disgusto cuando la carta pasa a instarlo a bautizarse inmediatamente y dice que después de eso todo se le haría entendible!
Estos eran hombres que querían conocer la manera correcta de adorar a Dios. El animismo pagano no los había satisfecho, y la cristiandad les había fallado.
JEHOVÁ ENVÍA LA LUZ
“Con certeza . . . Dios no es parcial, sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto.”—Hech. 10:34, 35.
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